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Huellas||Sterek|| por Dark_Ness

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Notas del capitulo:

    A veces hay momentos en donde todo lo que puede salir mal, sale muy mal.

— ¿Por qué sonríes así?


    Stiles desvió la vista de la pizarra, la cual estaba llena de muchas fórmulas química que probablemente nunca se memorizarían, y miró a Scott. El chico lo venía observando desde hace más o menos media hora, y se había percatado de la sonrisa estúpida que tenía el chico en la cara. 


    Scott por supuesto estaba intrigado. 


    Cuando arribaron al instituto, Stiles olía a tranquilidad —lo cual era malditamente raro, tomando en cuenta que el chico era la definición de ansiedad—, y no se inmutó cuando Lydia pasó frente a él y lo esquivó como siempre. No era ninguna sorpresa para nadie que Stiles tenía una fijación en Lydia, que no pasaba a lo romántico, pero que superaba los límites permitidos de acechador.


    Desde que Derek se había marchado de Beacon Hills, Stiles no fue el mismo. Se encerró más dentro de sí; no se fijó en ninguna otra persona e incluso se volvió un poco más compulsivo con sus manías. Una de esas fue espiar a Lydia; porque según el investigador profesional que residía dentro de la mente de Stiles, ella escondía algo. Y pues, el acoso no era peligroso pero sí molesto; y Stiles descubrió muchas cosas de ella, como que era un jodido genio matemático y que tenía la capacidad de inventar la siguiente arma masiva que exterminaría a la humanidad; y que tenía cierto toque sobrenatural.


    Sin embargo, eso no lo había podido demostrar.


    Y entonces, que Scott observara como Stiles pasaba de largo ante Lydia, supo que el mundo estaba bastante jodido. O, que algo le pasaba a Stiles.


— ¿Así cómo? —preguntó Stiles tras fruncir el ceño un poco. 


— ¡Así como... como estabas sonriendo! —explicó maravillosamente Scott. 


—Ah... pues. Estoy feliz... supongo. —respondió un poco confundido, para regresar la vista a la pizarra. No estaba interesado en la clase, pero sabía que si seguía tentando a su suerte, no pasaría el año por culpa de Harris.


    Y eso fue la gota que derramó el vaso para Scott. Algo le sucedía a su hermano, y le dolía que no le contara nada.


    ¿Es que acaso ellos ya no se decían todo como antes? 


    El sofocante olor a tristeza inundó el ambiente, y Stiles olfateó discretamente para descubrir que provenía de su hermano del alma. Entonces entendió que algo raro estaba pasando con Scott, y que era una buena idea hablarle sobre Derek y el avance de anoche, solo que no ahí, con los oídos de todos los chismosos activados.


— ¿Esta tarde quedarás con Allison? —preguntó Stiles a Soctt, como tratando de buscar un lado en donde llegarle. Scott no lo miró.


—No... ella está recibiendo a su familia. —respondió después de un rato. 


—Bien, porque pasaré por ti e iremos al bosque a hablar.


    Entonces Scott siguió escuchando las alarmas de terror en su cabeza. Algo se avecinaba, y no estaba seguro si era algo malo o algo bueno.


←•→


    El bosque siempre había sido un escenario de cosas peligrosas e interesantes. Se cuenta que en el habitaban muchas criaturas extrañas; mucho más peligrosas que los lobos, y más antiguas que las manadas. Un gran ejemplo fue la enorme bestia que estaba atacando a las personas en el pueblo; la cual no se había mostrado de nuevo, y que raramente estaba calmada. Stiles estaba con la mente en varias partes, y le costaba todo su esfuerzo para enfocarse en un solo punto; más que todo cuando su concentración se desviaba fácilmente a los acontecimientos de la noche pasada.


    La idea de ir al bosque era para no ser escuchados por nadie, para vigilar el perímetro, y entrenar en le proceso. Stiles tenía muchas ideas que entrelazar, pero primero tenía que prestarle atención a su hermano antes de que las cosas se complicaran.


—Derek y yo nos abrazamos ayer —soltó sin darle vueltas al asunto. Scott por poco se atraganta al escucharlo. Era sumamente repentino— Le dije que lo amo. Y puede que eso sea lo que me esté distrayendo esta mañana.


— ¿Y él que te respondió? —Scott metió sus manos en los bolsillos de su pantalón. Estaba tratando de recordar lo bonito que se sintió cuando besó por primera vez a Allison; y quería que su hermano sintiera esa misma alegría con Derek, porque después de tanto tiempo, se la merecía— Créeme que ya era hora. Pensé que pasarían otros seis años para que pudieras decirle a Derek que babeas por él cada vez que tienes tiempo.


    Stiles empujó a Scott, tratando de esconder su vergüenza, pero obtuvo el resultado que no esperaba cuando tropezó contra una raíz y cayó en el proceso. Scott rió mientras lo ayudaba a levantarse. 


—Hasta te caes por él —se burló—Es tan romántico.


—Te recuerdo que eres así también cuando Allison está cerca —Stiles frunció el ceño ante la risa de Scott— Pero él no... él no me dijo nada. Sólo nos abrazamos y luego me fui a mi casa.


— ¿Y ya? —preguntó asombrado— ¿Estás diciéndome que en serio no pasó nada más? 


    Stiles asintió. De repente se sentía tímido.


— ¿Y un simple abrazo te tiene como tonto desde hace horas? Veo que si es amor del duro.


    Stiles iba a contraatacar cuando escucharon un crujido. No era extraño escuchar ruidos en el bosque, en especial cuando tenías el oído tan sensible como los de un lobo verdadero; pero el detalle de ese crujido, es que vino acompañado con el silbido de flechas. Stiles y Scott rápidamente se pusieron en guardia, tratando de encontrar a la amenaza que merodeaba por aquellos lados —podría ser la bestia que buscaban—; y corrieron con sigilo hacia el lugar en donde se originaron los ruidos.


    Se ocultaron detrás de unos gruesos troncos de árbol, y con ayuda de su visión súper desarrollada, escudriñaron el área. El primero en captar algo fue Scott.


    Eran unas siluetas de personas que se movían con destreza. Parecían acróbatas, surcando el bosque como si fuer su campo de entrenamiento personal; pero el detalle es que ellos llevaban arcos, ballestas y armas de fuego. Tenían capuchas puestas, y corrían detrás de otra cosa que no parecía ser un maniquí de entrenamiento.


—Cazadores. —susurró Stiles. Se había acordado de aquella charla que sostuvo con Derek, cuando tenía que fingir que apenas lo estaba conociendo.


—Tenemos que irnos antes de que nos encuentren —sugirió— Es probable que estén entrenando solamente, y no creo que sea buena idea que encuentren a verdaderos blancos.


    Era una buena idea, sin duda; pero Stiles quería asegurarse de que los cazadores no estaban ahí por simple coincidencia. 


    Pero no hizo falta observar mucho, puesto que el rugido potente de una bestia se escuchó con claridad. 


    Los dos betas se quedaron en su sitio a duras penas. Ese rugido lo reconocían sin problemas. Era el mismo ruido que había hecho el alfa que los había mordido aquella noche; y el recuerdo de los ojos rojos le regresó a la mente a aquel par. 


    Entonces fue más que obvio. La bestia si era un alfa. Era el mismo que los había perseguido y que los había mordido sin darle tregua. Era el mismo que había destrozado a aquél chico en el campo de lacrosse sin piedad; y el mismo que les estaba dando dolores de cabeza la manada.


    Pero estaban en un debate interno. Por un lado, ellos querían solucionar ese problema de raíz, acabando con la bestia y asegurándose de que ya no sería un peligro para nadie más; ellos querían —Stiles y Scott— hacer justicia por su propio asunto personal; y en fin, querían ir hasta donde estaba aquella atrocidad y asesinarla a punta de zarpazos y mordidas tal como lo dictaba la naturaleza. Y por el otro, estaban totalmente conscientes de su situación.


    Estaban solos, sin refuerzos, rodeados de cazadores con el pulso pulido y en medio de un territorio en el que no tenían dominio absoluto. 


    Eso les pasaba cuando querían ser héroes pero tristemente eran inteligentes también.


    Aunque, había una la otra opción.


      «Dejar que los cazadores se llenaran las manos de sangre, y acabaran con la amenaza.»


    No era un plan absolutamente valiente en nada de nada; ni mucho menos honorable. Pero era un plan muy bueno, visto desde la perspectiva de un sociópata. Era muy fácil en realidad; los cazadores seguirían a la bestia, la masacraban, se llevaban la corona de laureles de la victoria y todos felices; e incluso si resultaba al revés, en donde el escenario jugaba a favor del alfa, él se comería a los cazadores. ¿Y a quién le importa? De igual manera, quedaría una sola amenaza, y la manada tenía que exteminarla tarde o temprano; y la bestia era igual de feroz que los cazadores.


    Solo que los cazadores eran inteligentes, tenían armas y venían en multitud; por lo que era mejor luchar contra la bestia después de que estuviera cansada e incapacitada para pelear.


—Creo que a Peter le gustaría ese plan —susurró Stiles después de relatarle su plan a Scott. Habían pasado cinco minutos desde que los cazadores se fueron en grupo a acabar con la bestia; y los rugidos se escuchaban por el bosque sin problemas algunos— ¿Qué dices?


—No quiero pensar en que estamos dejando a un par de humanos a su suerte —respondió Scott un poco dudoso— Pero esos tipos no son humanos cualquiera. Y si sigo enfocando más la vista, tal vez me encuentre con el tipo de Assassin's Creed. Así que creo que es más prudente...


    No hizo falta completar la frase, puesto que ambos ya estaban dando la vuelta para marcharse a comer hamburguesas con un poco de remordimiento y salsa de tomate. Pero entonces, como si fuera un acto recriminatorio del destino por la cobardía de los dos betas, el grito de una persona se elevó por encima de los árboles.


    Si a Scott se le hizo fácil reconocer el rugido de la bestia. Reconocer el grito de la persona fue mucho más fácil de lo que había pensado.


    Su piel se erizó ante el pánico y el cambió se hizo inminente cuando sintió como las garras salían por su propia cuenta. Sabía que algo iba muy mal; y su organismo de encargó de bombearle la suficiente adrenalina para completar el cambio y revelar su forma sobrenatural.


    Allison estaba en peligro. Scott lo sabía. No entendía por qué, pero lo sabía; y sin la compañía de Stiles, se lanzó a la carrera en busca de chica.


←•→


    Stiles sabía que su plan sociópata no era el mejor. Tenía el presentimiento que dejar todo a la suerte era de estúpidos y cobardes; y de paso, la certeza de que Laura y Derek le gruñirían con enojo estaba latente en su pecho. Pero claro, era mejor ganarse unos cuantos regaños a cambio de tener la paz de la zona por tiempo limitado, dándoles tiempo de seguir investigando y asegurar la preparación de una buena estrategia.


    Solo que, no contaba con que la novia de su mejor amigo estuviera involucrada en aquella cruzada sangrienta. Era como el colmo más gigante que se le hubiera presentado en su corta vida. Y la reacción era obvia: Scott salió corriendo detrás de su damisela en peligro.


    Eso le dejó unos segundos para pensar a Stiles. Tristemente, su llamado moral era más grande que el grito ensordecedor de auto preservación; por lo que usó su teléfono para avisarle rápidamente a Laura y a Derek que habían dado con la amenaza.


        «Alfa. En bosque. Cazadores. Vengan.»


    Después, guardó su teléfono y se lanzó detrás de Scott, con la esperanza de que su manada viniera a auxiliarlo.


←•→


—Si es un alfa, tenemos que usar trucos más fuertes —comentó Laura mientras examinaba un mapa del pueblo. Derek estaba leyendo un bestiario que Peter le había prestado cuando llegó esa mañana de visita; y lo mejor es que tenía muy buena información— ¿Cuando fue la última vez que nos enfrentamos a un alfa?


—Hace muchos años —respondió Peter, quien estaba leyendo noticias de twitter en su teléfono— Talia le rebanó la garganta con sus garras. Creo que había usado un poco de muérdago para distraer al idiota. Creo que era navidad en ese entonces.


— ¿Sugieres que usemos muérdago? Es muy peligroso —Derek tenía la cabeza metida en el libro, pero su brazo se sentía tenso; y una sensación de alerta le bombeaba dentro del cuerpo. Era como si estuviera en peligro— ¿No sienten eso? 


— ¿Sentir qué? —preguntó Laura. Había encontrado un atajo del instituto hasta una de las partes más peligrosas del bosque; y lo remarcó con un marcador rojo— Pero Peter tiene un buen punto; si usamos muérdago, puede que tengamos más probabilidades de sobrevivir que si empleamos acónito. O incluso, podemos usar ceniza de montañas.


—Mis queridos sobrinos —interrumpió el tío preocupado— ¿Acaso olvidan que esto es hipotético? Aunque pudiéramos tener todos los ingredientes para acabar con la población lobuna, aún necesitaríamos a un humano entre nosotros para que maneje ese tipo de plantas. Y encima, tendríamos que tener mucho cuidado de que ninguno de esos trucos sucios nos golpeen.


     Derek sabía que Peter tenía razón. Pero la sensación de que algo estaba mal le recorría el cuerpo; y poco a poco comenzó a cambiar.


     No podía concentrarse en nada de la habitación. La adrenalina le bombeaba descontrolada, y la terrible sensación de que dentro de poco alguien le arrancaría el estómago con una zarpada. Casi podía oír gritos, o tal vez era el ensordecedor sonido de su sangre fluyendo desordenadamente a través de su cuerpo. Pero pronto sus garras comenzaron a sobresalir de sus manos; y su visión se agudizó bajo un tinte cerúleo tenue.


    Laura se alarmó rápidamente ante el repentino cambio de su segundo al mando. Sus propios instintos refulgieron con un resplandeciente tono carmesí mientras que su gruñido trataba de dominar la situación.


—Algo está pasando. —logró murmurar a través de sus colmillos. Derek sentía que grandes zarpazos le arañaban la piel, y con cada golpe rugía. 


    Entonces el teléfono de Derek sonó. Peter, quien estaba alerta y tenso como la cuerda de un arco, observó el mensaje a través de la pantalla bloqueada de inicio.


        «Alfa. En bosque. Cazadores. Vengan.»


—Vamos al bosque. Es tiempo de que pongan en práctica toda la teoría que estuvieron aprendiendo —Peter informó— Ya apareció el alfa... y encima, tenemos una visita indeseada.


—Cazadores —respondió Laura— La peste nunca viene sola.


—Exacto —replicó Peter con su usual tono irónico— Pero en marcha, que supongo que los lobatos ya estarán siendo juguetes para perros.


    El rugido de dolor de Derek fue probablemente la confirmación que necesitaban para ponerse en marcha hacia el bosque. 


←•→


    Stiles tenía la mano preparada para aventarle un puñetazo a Scott la próxima vez que se le ocurriera actuar sin precaución. Estaban recibiendo una paliza de película, y encima, tenían a los cazadores en la espalda lanzando flechas y balas a quema ropa, queriendo darle en parte a la bestia gigantesca y a los hombres lobos que trataban de ayudar.


    La sorpresa mayor que se habían llevado residía en el líder de la formación, que era nada menos que Chris Argent, el suegro super jodido de Scott que al parecer era un tipo de mercenario que cazaba criaturas sobrenaturales en su tiempo libre. Stiles sabía que existían cazadores, que eran peligrosos como un baño de agua fría después de comer sopa caliente; pero nunca se esperó que uno de ellos fuera exactamente él.


    Scott no estaba menos sorprendido que Stiles. Pero entre asombrarse con la boca abierta mientras susurraba "joder, eres Chris Argent" y esquivar el peligro... Scott prefirió la opción que le daba más tiempo para sobrevivir.


    Pero aún así, la pelea estaba en desventaja rápidamente. 


    Tal vez pensarían que un grupo de cazadores armados con suficientes municiones como para participar en un atentado terrorista trabajando en conjunto con un par de hombres lobos daría una gran ventaja; pero, tristemente, la realidad era otra.


    La bestia era un ser gigantesco. Unos buenos tres metros de alto, con suficiente masa muscular como para rellenar una habitación pequeña y una actitud salvaje; tenía las garras afiladas como las navajas del barbero de Sweeney Todd, y más de una vez las había probado en la piel de los lobos. Aquella monstruosa criatura tenía los ojos brillantes en un sangriento rojo, y sus rugidos espantaban a los escasos pájaros que estaban merodeando inocentemente en el bosque. 


    Parecía que no tenía ninguna debilidad. Y por más balas que le lanzaran aquellos cazadores, no retrocedía. Era una máquina asesina imparable; y lo habían descubierto cuando se llevó la vida de uno de los desafortunados cazadores.


—Hay una razón por la cual correr directamente al peligro no funcionan en las películas de terror —regañó Stiles mientras esquivaba las flechas de una cazadora y trataba de asentarle un golpe a la bestia. Por desgracia era rápida— Si llegamos a salir vivos de esta, yo mismo te mataré.


    Scott tenía una mueca permanente en el rostro que se dividía entre la concentrada cólera y la preocupación. Stiles tenía mejores cosas que hacer que concentrarse eternamente en su compañero de pelea —y más ahora que ya no era un tipo inestable como al comienzo—, por lo que no colocó los ojos en blanco ante la aún preocupante necesidad de socorrer a Allison que tenía su hermano.


    Porque otra cosa que los impresionó bastante era el hecho de que la linda y tierna Allison tenía una vida alterna como cazadora. Oh joder. Todas las chicas lindas y buenas estaban embarradas de secretos y habilidades asesinas. 


    Resulta que su imprudencia repentina le costó caro. La bestia le había lastimado la pierna, y era una suerte que aún la conservara pegada al cuerpo. Por lo que eso también fue un factor que detonó el lado estúpido y valiente de Scott para irse de frente contra la bestia.


— ¡No nos disparen! —Stiles volvía a esquivar otra bala de una mujer rubia. Ella tenía cara de ser muy mala y de tener delirios psicóticos cuando levantaba en las mañanas. Chris le había llamado, y ella respondió por el nombre Kate— ¡Joder, les estamos ayudando también!


— ¡Cuidado!


    Stiles esquivó por los pelos las fauces afiladas de la bestia. Si lo agarraban, probablemente terminaría como el chico del campo de lacrosse; y Stiles quería sobrevivir un poco más para tener una cita con Derek.


    Derek.


    El bastardo no había aparecido.


    Stiles tenía miedo de que su mensaje se hubiera perdido, y que la manada llegara solamente a limpiar los pedazos de ellos dos después de la matanza. Y lo peor es que se iría sin despedirse de nadie más.


    De repente, la bestia echó un aullido lastimero y se tambaleó. Algo le había lastimado severamente, y el increíble olor a acónito impregnaba el aire; lo que mareó un poco a Stiles. Sin embargo, eso era la oportunidad de oro para los lobos de atacarlo y acabar por fin con toda aquella odisea.


    Pero no pudieron hacer mucho cuando el alfa se recuperó y cambió de blanco. No le prestaba atención a los cazadores que lo estaban persiguiendo con audacia; y ni mucho menos le hacía caso a los betas que estaban ahí, llenos de sangre y frustración en cada centímetro cúbico de su cuerpo. Ahora buscaba un nuevo objetivo; y cuando tres rugidos potentes cortaron el aire, tanto Stiles como Scott sintieron la esperanza renovada.


    Si había llegado su manada a ayudar.


←•→


    Antes de echarse de cabeza en la batalla; Peter se aseguró de tener todo a la mano en el lujoso camaro negro. Pues, eran hombres lobos; pero eso no quería decir que correrían los kilómetros de distancia desde el loft hasta el epicentro de la pelea así de gratis. A pesar de todo, no eran espartanos.


    Cuando estaban dentro del auto, Laura se encargo de cargar municiones peligrosas llenas de plantas altamente nocivas para ellos. Las encapsuló en pequeñas balas huecas que Peter tenía debajo de los asientos —no pregunten por qué— y las recargó en un arma que se ajustaban a las municiones. Ella sabía que a Derek no le gustaba en lo más mínimo las armas de fuego, por lo que la guardó ella misma en su pantalón. Entonces Derek —una vez calmado— la ayudó a seguir preparando más defensas.


    Se bajaron con un pequeño morral cargado de varias cosas peligrosas, y esta vez corrieron al bosque, en donde escuchaban el jaleo de la batalla.


    No fue difícil encontrar el rastro. Pero si fue difícil escurrirse en el territorio de los cazadores; más si eran los Argents —Los Hale tenían una relación muy tensa con ellos—, pero al final dieron con la amenaza.


    La escena era un caos. Un grupo de personas con trajes negros perseguían a la bestia de cerca, lanzándole flechas, balas y quien sabe que más; dando un resultado nulo, puesto que el alfa estaba más que concentrado en huir y destruir al mismo tiempo. La escena había dejado a unos cuantos muertos en el suelo, y al menos dos heridos, de los cuales, uno era una chica con cabello castaño y piel pálida. Derek se congeló cuando divisó a Kate Argent, y los recuerdos le querían invadir la mente.


    Sin embargo, era más importante la seguridad de la manada —y de Beacon Hills en general— que un momento de melancolía mezclado con un ataque de pánico. Por lo que Derek se concentró en la pelea.


    Entonces encontraron a los betas, que estaban dando todo de sí en la batalla. Derek comprendió que sus heridas y dolores eran las propias de Stiles; y lo peor de todo, es que se veía fatal a como se lo había imaginado. Los dos estaban cubiertos de sangre seca y heridas a medio curar mientras que sus ojos ambarinos refulgían con furia. Derek se sintió orgulloso de ellos. 


    Pero, comprendió que los cazadores también estaban apuntándole a ellos, y tarde o temprano, les iban a dar.


— ¿Tienes el acónito? Necesitamos penetrar sus defensas antes de seguir usando más cosas —Peter le preguntaba a Laura mientras se quitaba la chaqueta y la doblaba. Si iba a caer en una pelea destructiva, por lo menos esperaba que una parte de él saliera a salvo— Un disparo al cuello puede filtrarle el acónito, pero no te aseguro que sea el suficiente como para detenerlo.


—Tu confía en mí —Laura sacó del morral un cartucho de municiones bañadas en muérdago— De este día no pasa.


    Entonces se pusieron manos a la obra y entraron en la batalla disparándole al alfa.


    Lo siguiente que sabrían es que las peleas son más duras de lo que imaginaban. 

Notas finales:

    


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