SOLO AQUELLOS QUE ESTÁN DISPUESTOS A CAMBIAR
SON DUEÑOS DEL DESTINO
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Las pesadillas le atormentaban y el deseo de volver a casa se hacía más fuerte con el pasar de los días, añorando volver a sentir el cariño de la única persona que le brindaba protección en el ambiente hostil que le era conocido como 'hogar'.
Pero, con el pasar de las semanas, aquel sueño caía en picada hacía sus propias pesadillas y miedos; que le absorbían entre el llanto que le acompañaba cada noche desde que su tormento comenzó. Era consciente de las situaciones que le rodeaba, y su estadía en aquel orfanato no era la excepción. Sabía que había sido dejado en aquel sitio por el despreció de su propio padre y el pedido de libertad que pidió su otro progenitor hace ya un mes.
- ¿Yuu-chan?
Enormes, intensos y azulados. Así eran el par de ojos que le observaban con curiosidad y ternura en aquel cuarto oscuro. Mikaela Hyakuya, el único niño del orfanato que se le acercaba y le hablaba, se le acercaba a pasos cortos y lentos. Como si aquel pequeño alfa estuviese intentando de leer sus más oscuros pensamientos.
- Se han olvidado de mi -susurro con la voz entrecortada, negándose a llorar enfrente de aquel alfa.
- Nunca lo harían yuu-chan...-le devolvió el susurro con una sonrisa comprensiva y acariciando sus cabellos con delicadeza, le abrazo con suavidad- hay alguien luchando por ti allá afuera...alguien que te quiere tanto como yo...
- No digas estupideces -respondió frunciendo ligeramente el ceño y golpeándole suavemente el hombro para detener su acción- todo esto es culpa mía...si papa me hubiera querido, ellos...yo...
Mikaela le calló posando su mano torpemente sobre sus labios y negando rápidamente con la cabeza. Se aferro con más fuerza al cuerpo del otro, cuando Yuu comenzó a moverse bruscamente intentando zafarse del agarre, y comenzó a frotar fuertemente su mejilla contra el rostro del omega.
- ¡Yuu-chan es hermoso! -susurro lo más alto que pudo, intentando no reír de los vanos esfuerzo que realizaba el otro por soltarse- un omega hermoso...alguien sin comparación, alguien especial...
No sabía en qué momento los insultos por parte del resto se volvieron menos tediosos que las palabras de aquel niño rubio. Si antes le fastidiaba los chillidos insoportables de '¡ERES UN FENOMENO!' por parte de otros omegas o el gritillo de las monjas de '¡Compórtate debidamente!'; el que de un día para el otro tuviera a alguien diciéndole que era 'hermoso' cuando no lo era, le hacían sentir raro y hasta algo preocupado por la vista de Mikaela.
Estaba algo subido de peso para ser un omega, le gustaba correr y ensuciarse. Le gustaba ser así, aun cuando para los demás aquello era raro, desagradable, poco atractivo y para nada normal.
- Siempre estaré para ti, Yuu-chan -murmuro Mikaela mirándole fijamente, sintiendo que ya no hacía esfuerzo por liberarse de su inusual abrazo posesivo- siempre podrás contar conmigo...sin importar que.
- ¿Lo prometes?... -la mirada de Mikaela sobre él le causaba raras sensaciones y aquellas palabras, solo lograban hacer que su rostro se sintiera caliente.
- Nunca rompería alguna promesa contigo, Yuu-chan
Una tímida sonrisa creció en el rostro de Yuuichiro junto a un sonrojo en el rostro de Mikaela por ver aquella acción.
Para él
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Yuuichiro era el omega más hermoso del UNIVERSO
El rubio aflojo suavemente el agarre contra su cuerpo sin despegar su frente de la Yuu. Este no realizo ningún movimiento ante aquella acción tan curiosa del rubio y tan solo, como si su cuerpo se moviera solo, poso sus dos manos temblorosas en el rostro del alfa.
Ambos no se quitaban la mirada de encima ni se movían. Ni siquiera parecían respirar, hasta que un repentino beso en la frente por parte de Mikaela rompió el extraño silencio que se había formado.
- Te amo...Yuu-chan...
Palabras con un significado desconocido habían salido de los labios del alfa de manera temblorosa, como si tuviese miedo a la respuesta.
- Mika...
Las puertas de la habitación se abrieron antes de que pudiese responder. La figura de la madre superiora se hizo presente con un gesto en el rostro que demostraba su irritado estado de ánimo y junto a ella, estaba un joven de cabellos negros y ojos violáceos. Este portaba un parche en su mejilla derecha y su gesto no parecía tan diferente al de la mujer.
Aunque, aquel gesto se transformó en alivió cuando vio a Yuuichiro sentado sobre una de las viejas camas que había en aquel orfanato.
- Mocoso -el susurro del hombre distrajo por completo a Yuu, quien ahora comenzaba a temblar al ver como el hombre se acercaba.
- Viejo idiota -murmuro en un ligero estado de shock que le hizo olvidarse por completo de Mikaela.
Su rostro se llenó de lágrimas imparables al momento de lanzarse de aquella cama para abrazar al joven con un largo llanto que no parecía tener fin. Para ese entonces, la presencia de Mikaela le fue irrelevante.
- Viejo idiota -volvió a murmurar entre llanto.
- Ya estoy aquí, mocoso -susurro entrecerrando los ojos y sin dejar abrazaba con fuerza el cuerpo del niño.
Así se quedaron por unos escasos minutos, pues la anciana comenzó a carraspear de manera apresurada.
- Ya es hora de que se vaya -dijo la mujer en un tono seco y despectivo-, señor...
- Ichinose -corto el joven con indiferencia- soy Guren Ichinose...
- No lo será hasta que vea un papel de divorcio completo -la anciana soltó su comentario de manera desinteresada-, por el momento alégrese que como el padre no desea al niño y usted ha armado tremendo escándalo en el juicio le han devuelto la custodia de ese niño...par de fenómenos -lo último lo murmuro con un gesto amargo.
El joven solo caminó en silencio para salir de aquel sitió con Yuuichiro en sus brazos. Este tan solo buscaba la protección del mayor ante el frió y las crudas palabras de aquella monja.
- Yuu-chan...
Un susurro le hizo fijarse en su cama aun con los ojos acuosos de tanto llorar.
Allí, estaba Mika con una sonrisa amarga y melancólica, despidiéndose con la mano. Imitó aquel gesto de manera tímida y avergonzada, intentando ignorar el hueco en el estomago que se comenzó a formar.
Un adiós definitivo
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Si tan solo sus destinos no se hubiesen entrelazado