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Trez por Verde Lima

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Trez había llegado pronto a la Universidad, reconocía que había dormido fatal porque cierto rubio no había dejado de recorrer sus sueños. Si al menos hubieran sido solo sueños húmedos el chico no traería las ojeras que llevaba. Pero los sueños sacaban sus mayores anhelos y también sus mayores miedos.

Había tenido suficiente de Baardsson esa noche, rechazándole, mirándole como lo hizo Josué en su día, y riéndose de él.

Trez sabía que los sueños no eran más que exageraciones, pero hacía tiempo que no soñaba con eso y ahora había dejado de ser Josué el rostro que veía.

Ahora el que veía había entrado por la puerta y ni siquiera le había mirado. Mejor así, pensó, no estaba para muchas alteraciones, ese día no.

Baardsson revisó las primeras impresiones y dedicó un tiempo a cada grupo, cuando llegó al suyo, Trez intentó concentrarse en lo que habían hecho, olvidar cualquier distracción que él pudiera producirle y para eso lo mejor era no mirarle.

Por un momento se olvidó de él, había elaborado una pequeña guía sobre ítems reseñables para su proyecto en el Museo. El siguiente paso era ampliarla con otros restos hallados por el país y relacionarlos entre sí.

Trez estaba realmente contento con el resultado y con sus compañeros, Mary y Oliver. Creía que de verdad habían hecho un buen equipo y los tres se complementaban.

—¿Quién ha elegido esta pieza?—preguntó Baardsson.

—Yo.—Que Trez intentara ignorarlo no significaba que no respondiera a una pregunta directa, pero sí intentó olvidar por completo lo que había pasado entre ellos. Que lo intentara no significa que lo consiguiera.

—¿Por qué?—Su tono era duro, pero al parecer era su modo de hablar o eso se dijo a sí mismo.

—Me pareció interesante, sé que es un poco controvertido por el lugar en el que se encontró pero quizás podamos hallar referentes en Escandinavia.

Baardsson le miró y Trez tragó saliva, él creía fuertemente en lo que decía, pero su mirada pesaba demasiado y el chico acabó desviándola. Le molestaba, le molestaba muchísimo no haber podido mantenérsela por más tiempo.

—Veremos qué puede salir de esto.—Trez volvió a mirarle y el rubio a él. Notó como sus ojos descendieron a sus labios, y Trez tuvo que buscar algo en su bolsa, cualquier cosa para evitar volver a mirarle y ver cómo pasaba su lengua de nuevo por sus labios.

Cuando Baardsson dejó su grupo y fue al siguiente, Trez parecía que volvía a poder respirar con tranquilidad.

—Creo que le hemos impresionado—dijo Mary

—Meter esa estela ha sido muy buena idea—añadió Oliver.—¿Solo soy yo o Baardsson impresiona?

—Yo me quedo embobada mirándole.—Trez miró a su compañera, al menos él no era el único al que le pasaba.

Ese día no quería ser el último en abandonar la clase, no quería quedarse en el mismo lugar que él. Pero notó como una mano se posó en su hombro cuando estaba por irse.

—Quiero hablar contigo.—Miró su mano, quemaba donde le tocaba, abrasaba, para más señas. Su mano era cálida y grande y Trez sabía perfectamente lo que sabía hacer con ella.

—No puedo—dijo apresurado—. Tengo... tengo que irme.

Se sentía como un cobarde, pero si hubiera tenido algo que decirle sobre el proyecto, lo habría hecho delante de los demás.

Trez no quería que le volviera a recordar que entre ellos no habría nada más ni que le mandara mensajes contradictorios con sus gestos.

Salió corriendo del campus, acababa de decirle que no a su director de proyecto, a Sten Baardsson, ¿qué había hecho?

 

 

o0o

 

 

¿Le había dicho que no? ¿En serio le acababa de decir que no?

En realidad Sten no estaba acostumbrado al fracaso, no estaba acostumbrado a que le dijeran que no.

¿Trez le había dicho que no y había salido corriendo? Si no fuera por la cara de susto que llevaba hubiera estado mucho más molesto.

Lo cierto era que le había parecido muy interesante su propuesta sobre la estela funeraria, pero la verdad era que solo había sido un excusa para tenerlo a solas.

¿No se suponía que él no quería nada más con Trez? Al final el chico le estaba haciendo un favor, porque en esa sala a solas podía no haberse podido resistir. Si Sten volvía a tener algo con él, sabía que solo serían complicaciones.

Iba a tener que dejarlo pasar. O al menos eso era lo que se decía cada vez que le veía irse porque cuando le tenía delante se le olvidaba

Recogió sus cosas, no era alguien desordenado por lo que solo le llevó unos segundos.

Sus clases se ceñían únicamente a los doctorados y siempre los organizaba para que se centraran en la investigación. Las clases no eran lo suyo, sentía que la arqueología se aprendía con la tierra en las manos y el sol en la cabeza.

Pero las instituciones académicas disentían un poco de su punto de vista y se veía obligatorio nutrir a los estudiantes de contenido teórico.

Gracias a Samuel que llevaba más carga lectiva que él, podía ir a visitar las excavaciones urbanas que en Dublín salían cada vez que alguien daba una patada en el suelo.

De hecho, ese día iba a ver una que apuntaba en desenterrar resultados muy interesantes. Dejó el campus a sus espaldas, y se dirigió a una antigua taberna en la que habían comenzado las excavaciones de rigor antes de poder modernizarla.

Ese local había visto demasiadas borracheras suyas como para no sentir una pequeña nostalgia cuando no quedaba prácticamente nada de él. Un grupo de arqueólogos y estudiantes trabajaban bajo las lonas que protegían a la excavación de la intemperie. Estaban todos tan metidos en la tierra que difícilmente se hubieran dado cuenta si algo pasara sobre ellos. Conocía la sensación y la echaba de menos. La tierra creaba adicción, y Sten empezaba a sufrir síndrome de abstinencia.

—Hey, Sten.—Killian era uno de los arqueólogos de la empresa que gestionaba ese proyecto y quién le había llamado. Eran viejos conocidos y se alegró de verle.

—¿Qué tal? ¿Qué habéis encontrado?—Por la mirada de Killian supo que iba a ser algo memorable.

Habían descendido por las rampas que daban acceso a los niveles inferiores, el olor que desprendía la tierra húmeda inundó sus fosas nasales llenándole de placer, amaba ese olor.

Era la contenedora de grandes secreto como el que iban a contemplar.

Varias personas estaban al rededor de un importante trozo de piedra, Sten sintió como su corazón palpitaba con expectación. Killian se hizo paso y los demás se apartaron. Cuando pudo ver mejor dejó salir una exclamación no apta para oídos sensibles.

Después de ver los trazos en la piedra, unos que eran tan difíciles de encontrar en esta región imaginó la cara que pondría Trez.

Su propuesta se basaba precisamente en eso, su pequeño ratón de Biblioteca tenía olfato para ello y estaba deseando mostrárselo.

Sonrió ante su negativa a quedarse a solas con él, pero pensaba tenerlo muy cerca cuando le mostrara ese hallazgo.

 

 

o0o

 

 

La huída de Trez había sido todo un éxito, había podido pasar una estupenda tarde a solas con sus libros, en su habitación escuchando música y a salvo de directores bipolares que le miraban como si fuera comestible para acto seguido ignorarle.

¿No podía fijarse por una vez en alguno que no estuviera tarado? ¿O era que al fin y al cabo todo el mundo estaba mal de la cabeza?

Trez estaba por optar por el celibato pero aunque lo practicaba poco le gustaba demasiado como para prescindir de él. Al menos la próxima vez esperaba dejarlo solo en sexo y con alguien con el que luego no tuviera que encontrarse a cada rato.

No le veía sentido a ninguna de las opciones y la de encontrar al amor de su vida la empezaba a ver como una utopía.

Meditando sobre temas que sabía escapaban a su control, vio como emergía una ventanita en su ordenador portátil. Leyó el nombre del director bipolar y su cuerpo se estremeció. Maldito cuerpo traicionero, pensó molesto, le iba a poner a dieta de tipos dañinos para él.

Les citaba a todos en una excavación en el centro de Dublín a la mañana siguiente. El trabajo de Trez siempre había sido meramente académico, estaba seguro de que se iba a sentir muy patoso en medio de una excavación, pero era parte del proyecto y esperaba que le dejaran trabajar con los restos.

No era alguien que se sintiera bien fuera de su ambiente de trabajo, pero supo desde el momento en el que se inscribió en el programa que se iba a tener que enfrentar a terrenos en los que tenía menos práctica.

Recordó la sonrisa de Baardsson cuando le dijo que no, ese desde luego había sido un terreno nuevo para él. Esperaba poder mantenerse firme.

 

 

o0o

 

 

Cuando Sten se levantó esa mañana y escuchó cómo caía una copiosa lluvia supo que el día iba a ser complicado. Sigrid estaba enfurruñada y no quería ir al colegio, pero acabó arrastrándola a la escuela donde ella le prometió que nunca más volvería a quererle.

Siempre que decía esas cosas Sten intentaba razonar con él mismo sobre que era solo una niña de seis años, pero dejarla con lágrimas en los ojos le dolía.

Corrió hasta la excavación y la lluvia amainó un poco, todos estaban acostumbrados a ese clima pero eso no significaba que fuera fácil hacerlo. Adoraba la excavaciones en verano porque los días de lluvia eran siempre menores.

Su grupo ya estaba allí, y Samuel también. Aunque en realidad Sten estaba buscando a uno en concreto y cuando le vio sintió que todo iba mejor desde que se había levantado.

Era ridículo, lo sabía, pero verle su cara de ratón le alegraba y en un día que no auguraba nada bueno se agarró a eso.

Killian estaba hablando con Samuel, pero vio que no le estaba prestando la atención necesaria. Sus ojos estaban dirigidos a otra persona, y como si el tiempo supiera como iba a joder eso a su día se escuchó un trueno, la tormenta no iba a amainar. No cuando su colega estaba mirando a Trez.

En un par de zancadas el rubio se colocó en su campo de visión, no tenía nada en contra de Killian, de hecho era un tipo que le caía bien. Pero no iba a mirarle si él se ponía un buen rato delante, ¿cierto?

—Sten, estábamos esperándote, no quiero hacer los honores sin ti—dijo Killian sonriéndole, por lo que él se obligó a no tenérselo en cuenta.

Los chicos les siguieron y cuando llegaron a la zona donde estaba la estela miró a Trez y él le devolvió la mirada; vio el brillo en sus ojos y se sintió satisfecho cuando este realmente identificó lo que los dibujos en la piedra representaban.

No había visto aquella sonrisa, ni la noche que pasaron juntos ni el resto de veces en las que se habían visto y decididamente, era la sonrisa más bonita que Sten había visto en su vida.

—No vamos a tener que irnos muy lejos para incluir tu hipótesis en el proyecto—le dijo acercándose a él. Sten deseaba besarle, aunque hubiera dicho que no quería nada más con él, aunque fuera una mala idea, una muy mala idea. Le besaría porque su alegría le contagiaba y no se dio ni cuenta que había una tormenta tremenda rodeándoles.

 

 

o0o

 

 

No se lo podía creer, sabía que lo que había propuesto era un poco arriesgado, había algunas evidencias. Pero justo aquello, en aquella zona de Dublín era fabuloso.

Quería saltar, reír y gritar "te lo dije" a nadie en particular, la verdad. Tenía a Baardsson delante de él, le había visto llegar con cara de malas pulgas pero ahora estaba delante de él con una amplia sonrisa.

Nada de aquella prepotencia que le había mostrado a veces, ni la sonrisa lobuna con la que le ponía los pelos de punta y no precisamente de miedo. No era erótica era de alegría, de reconocimiento y Trez quería saltar a sus brazos.

Su cuerpo le pedía unirse a él y celebrar aquello juntos, vio como sus ojos azules descendían a sus labios y los imaginó juntos. Tan juntos que no quedaría espacio entre ellos.

"Bésame" pensó con fuerza, aunque fuera una locura, aunque estuvieran rodeados de gente, aunque luego se arrepintieran.

Sten pareció captar la idea, porque se estaba inclinando hacia él.

"Bésame" deseó con todo su cuerpo.

 


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