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Trez por Verde Lima

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Sten sabía que no debía hacerlo, pero lo hizo, claro que lo hizo. Porque no había parado de pensar en él toda la noche, todo el día, mierda, desde que le había vuelto a ver en sus clases.

Todo lo que había dicho era cierto, pero sus manos no podían estarse quietas mientras iban a la casa del moreno. Aún así y con todo, le daba igual, si Trez iba a dejarle seguir besándole se comería sus propias palabras.

Era complicado buscar las llaves cuando a uno no le dejaban de meter mano, él lo sabía, pero era incapaz de quitárselas de encima. Metió sus manos bajo su ropa, recorriéndolo hasta escucharle gemir.

Si fuera una droga, Trez sería su marca, como en esa cursi historia de vampiros adolescentes. Pero Trez no era una chica indecisa; Trez se refregaba contra él queriendo cada vez más.

Le quitó finalmente las llaves y abrió él, le quería desnudar y quería hacerlo rápido.

Por eso Sten decidió que lo mejor era cargarlo, y Trez se colgó de él como un koala, un koala cachondo como le dejó entender por su polla durísima.

Había alguien en la casa, pero aunque escucharon el ruido de la televisión no hicieron el más mínimo intento por despegarse, en ese momento no hubiera podido soportar una tonta presentación de su compañero de piso.

En ese momento solo le quería follar hasta romperlo en dos, y después seguir haciéndolo.

Lo bueno era que Trez parecía tener la misma idea, porque no se soltó, no se bajó y no paró de besarle.

La puerta de su habitación estaba a la derecha, antes de entrar más a la casa.

Sintió aquello como una salvación, pudiendo entrar rápidamente con su koala.

Besos y toqueteos estaban bien, mejor que nada. Pero allí ya era suyo completamente y le arrojó sobre la cama.

Demasiada ropa, tenía prisa, prisa por meterse en él y parecía que ya se iban entendiendo porque Trez empezó a desnudarse.

Sten no tardó también en hacerlo mientras veía como abría un cajón y sacaba preservativos y lubricante. Su chico estaba bien preparado.

Sten se colocó sobre él, cubriéndole y el moreno se veía desesperado preparándose a sí mismo.

Esa era la imagen que guardaba de él, no la de ese chico con cara de ratón de brillantes ideas que tenía en clase, sino este otro erótico y con los labios hinchados de tanto besarle.

El rubio se llenó los dedos de lubricante y terminó el trabajo por Trez, sin dejar de mirarle en ningún momento.

—Voy a follarte hasta que no puedas ni sentarte—sonaba bruto y desconsiderado, pero Trez abrió aún más las piernas para que le metiera los dedos y gimió en su boca.

—Sten...—Qué bien sonaba su nombre en su boca—Fóllame ya.

Su ratoncito de biblioteca estaba dilatado y a él me dolía la polla de lo dura que la tenía.

—A tus órdenes, capitán—había conseguido hacerle reír, pero entre risas levantó el culo, impaciente. Un condón rodó por toda su dureza y se aplicó más lubricante, no quería hacerle daño. Pero cuando comenzó a meterse en él, notó como le comprimía

Trez apretaba los ojos, los labios y su culo.

Sten acarició su mejilla, los labios que relajó para abrirlos para él.

Y se fue metiendo hasta su interior, hasta que sus cuerpos chocaron completamente contra sí.

Trez abrió los ojos, llenos de deseo, y Sten se vio en ellos.

No habían hecho más que empezar, y cuando Sten salió completamente del apretado culo para volverse a meter hasta el fondo fueron los dos los que gritaron de placer.

 

o0o

 

Trez era consciente de que su cama estaba haciendo un ruido claramente identificable. Ellos estaban gimiendo tan alto que Chris, que sabía estaba en el salón cuando llegaron, los estaría escuchando.

Sabía todo eso, pero le daba igual, desde el primer día, desde la primera noche había querido eso. Desde que lo vio en clase y supo quien era, había querido eso.

Esa mañana había querido que le besara, quería todo eso, y por fin lo había tenido.

Su culo lo acogía complacido, Sten era grande, pero aunque al principio había sido un poco incómodo, en ese momento era como si su culo fuera su hogar.

Lo notaba ardiendo, se notaba ardiendo.

Estaba tan abierto que iba a tener calambres cuando tratara de volver a cerrar las piernas. Pero de nuevo, todo eso le dio igual. Solo quería notar como entraba una y otra vez en él. Como el choque de sus pelotas en él se volvía tan rítmico que hipnotizaba

Le rozaba la próstata, y Trez sentía que estaba a punto de correrse cada segundo, pero entonces el rubio cambiaba el ángulo como queriéndolo evitar.

Si pudiera se quejaría, pero su cerebro estaba batido, aún más cuando Sten metió las manos por debajo del moreno alzándole un poco más. Se sentía de gelatina entre sus manos, y le gustaba. Le gustaba muchísimo.

Y más cuando con ese ángulo lo rozaba una y otra vez. Trez tenía la polla tan apretada entre los dos que no podía ni tocársela pero se moría por darse un masaje en la cabeza que no dejaba de humedecer ambos abdómenes.

No pareció necesario que lo dijera, Sten se separó lo justo para agarrársela, sin dejar de follarle.

—Sí, sí, sí.

Trez no tenía más vocabulario en ese momento, no daba más como para algo con sentido.

Pero le entendió, le entendió perfectamente porque le folló con más fuerza. Y le masturbó hasta que gritó corriéndose.

Trez diría que se sentía pletórico, que no se arrepentía de nada. Pero la cabeza le empezaba a martillear. Había bebido demasiado.

Aún miraba a Sten, porque cuando le follaba era Sten y no más Braadsson, y tenía sus ojos cerrados.

Había salido de su cuerpo en algún momento y se había tirado a su lado en la cama, ¿y ahora qué, vikingo? Pensó Trez, pero no quería decir nada.

Si lo nombraba todo eso podría desaparecer, y no quería hacerse ilusiones con él, de verdad que no quería.

Permaneció callado, en silencio, sintiéndolo aún dentro aunque ya no estaba, dudaba que la sensación se fuera en las siguientes horas.

Pero no fue él quien se movió sino Sten, y tenía que mirarlo.

Se había levantado, y estaba recogiendo sus pantalones.

Casi prefería no mirar, por algo no debía ilusionarse, se recriminó.

—Tengo que irme—dijo, como si no fuera una obviedad.

¿Qué quería que le contestase? Ya sabía donde se verían, no era como la primera vez. No era un polvo casual, ¿con qué Sten iba a encontrarse a la mañana siguiente?

Trez se giró en la cama, en cualquier momento se sentiría tímido al darle la espalda, el culo para ser más precisos, pero no quería mirarle.

No quería que viera su cara de decepción, ni él mismo quería mirársela.

Pero parecía que el rubio no quería ponerlo fácil y fue hacia él, hincó una rodilla en la cama cubriendo su cuerpo al punto de poder verle la cara. Esa misma que se retorcía de placer sobre Trez hacía pocos minutos.

Como le gustaban sus ojos, tan claros y limpios que te podías meter en ellos. No le dijo nada, no sabía que decir.

"No te vayas"

"Durmamos en cucharita"

"Fóllame otra vez"

No salió nada de su boca, pero Sten le besó, y eso le hizo sonreír.

Trez se sintió como un idiota, y aún así no podía evitarlo. Sten le iba a hacer más daño que Josué.

 


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