Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Trez por Verde Lima

[Reviews - 64]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Izan estaba esperando a Trez, sabía que el moreno lo estaba volviendo a pasar mal por ese imbécil del profesor suyo.

Por un momento había creído que aquello podía funcionar, que Trez había encontrado aquello que tanto deseaba.

Pero el cabrón estaba casado y tenía una hija, se iba de su casa a follarse a a su amigo. Le hervía la sangre, si había alguien que menos se mereciera aquello era Trez.

Diría que él podría merecérselo, pero el karma le había otorgado su propio castigo.

Misha.

¿Por qué cuando a él, por primera vez en su vida, le interesaba alguien este pasaba de su culo? O incluso peor, era el polvo rápido del aquel rubito en un baño de mierda.

Izan pensó, mal por su parte, que después del intercambio acelerado tras semanas en el Jerusalén algo había cambiado. Si debía ser sincero, sí, algo lo había hecho. Y fue el grado de su obsesión cuando tras follar el rubio le dijo que se había acabado.

Izan estaba realmente desorientado, había pensado que aquello era un acercamiento no un final. Pero al parecer, con ese chico siempre se equivocaba.

Se sentía estúpido, ¿hasta dónde más pensaba llegar por alguien a quien claramente no le importaba? Y por último, ¿por qué estaba tan obsesionado?

Había cientos de chicos dispuestos y él andaba detrás de uno que al día siguiente ni le miró.

Pero como la drogas, Misha era adictivo. Y volvió a ir a verle para encontrarse con una total indiferencia por su parte.

Él no era alguien de relaciones, no iba a empezar a serlo de ese modo tóxico en el que se estaban manejando.

Pero mientras esperaba a Trez, en el pub de Misha, dibujaba sobre un trozo de servilleta su rostro, uno que era incapaz de olvidar.

Más allá el rubio, cuando Izan estaba completamente concentrado en el diseño de la mirada altiva, le miró.

Suspiró resignado mientras limpiaba una mesa, en ese momento Nikolai, el tipo moreno que iba todos los días, entró. Misha se enfocó fuertemente en disimular cualquier tipo de interés en el pelirrojo, era lo mejor; siempre había sido lo mejor pero comenzaba a costarle verdadero trabajo.

 

 

o0o

 

Trez llevaba días que no parecían más que una consecución del mismo, pero si algo tenía que decir a su favor era que no podía llegar a compararse a lo que vivió el año anterior, si bien en esta ocasión parecía haberse protegido mejor.

Había visto a Sten en clases, pero había salido corriendo de ellas sin darle la oportunidad para hablar, ¿para qué? Además, no creía poder mantener la compostura, estaba dolido, pero tristemente no estaba sorprendido.

Los ojos azules y culpables de Sten no contaban algo que él quisiera saber, pero se daba cuenta de que aquello al final sería dicho. Y pudo comprobar como esa tarde el rubio le había organizado una encerrona.

Suspiró resignado, si él no había sido capaz de contarle la verdad, ¿por qué debería darle su tiempo para explicarse? Así de simple deberían ser las cosas, ¿no?

Un intercambio justo y recíproco, pero pocas veces solían salir las cosas como a él le gustaría, y esos momentos, encerrados de nuevo en un aula vacía, iba a tener que armarse de paciencia.

—No contestas mis llamadas.—Mal empezaban si comenzaban con reclamos, pensó Trez.
—Di lo que tengas que decir rápido, acabemos con esto de una vez, y déjame en paz.

Como suele decirse, del amor al odio hay uno solo paso, y del dolor a la rabia un centímetro. Y Trez estaba rabioso.

—Ella no es mi mujer.—Nunca imaginó que fuera a negarlo, si debía ser sincero. Y bufó decepcionado.

—No, Trez—le pidió acercándose un par de pasos, esos que el moreno había querido mantener de distancia—. Sí es la madre mi hija, pero ella y yo nunca nos casamos. Nos abandonó cuando Sigrid solo tenía unos pocos meses, y vuelve cuando le viene en gana.

Había casi tanta rabia en sus palabras como en la que Trez había tenido hasta el momento. Pero en ese punto, ese dato, aunque importante le daba igual; había sido paciente, queriendo ver cómo iban manejando su incipiente relación. Pero no había sido capaz ni siquiera de decirle que tenía una hija y que al parecer ejercía de padre soltero.

—¿Y eso qué tiene que ver con nosotros?

Stez le miraba, porque aquella era la pregunta que realmente tenían que hacerse, ¿qué eran ellos? ¿qué tenían que hacer juntos? Además de lo que obviamente hacían cada poco en el apartamento de Trez.

—No lo digas ahora—le paró antes de que comenzara a hablar—, quizás me equivoqué en lo que era tu vida, pero yo no tengo ganas de jugar, de esconder mis sentimientos, de esperar a que llegues a mi casa para que luego te vayas. No soy así, y no quiero ser así.

—Trez...

—No me gustan las relaciones pasajeras, me gusta implicarme con la persona con la que estoy, y sí, es demasiado, lo sé. Pero no miento, y si no eres capaz de ser sincero conmigo, creo que lo mejor es dejarlo aquí. Profesor y alumno, nada más.

 

 

o0o

 

 

Sten creía que al explicarle la situación a Trez todo volvería a ser lo que había sido, ellos dos viéndose cada pocos días, pensando cada vez más en él, pero no un ultimátum. Odiaba los ultimátum, y su vida en aquellos días, de normal tranquila, estaba volviendo a ser sacudida por su ex pareja.

No podía con dos frentes a la vez, porque mal que le pesara, por poco que quizás ella lo mereciera, ni su hija ni él eran inmunes a Natalia. Y esta había llegado, con una cercanía imposible de resistir, necesitaba a Trez para resistir y él en vez de comprender que las cosas no podían sellarse en dos días, le ponía entre la espada y la pared.

El silencio pareció durar más de lo que el joven podía soportar, porque sin decir nada cogió sus cosas y salió por la puerta.

Profesor y alumno, aquello era lo que siempre dijo que serían, ¿por qué ser algo más? ¿por qué complicarse en una relación en la que no quería entrar?

Por miedo, se dijo a sí mismo, porque tenía un miedo atroz a lo que ya había vivido con Natalia y ella no dejaba de aparecer. Una constante que le recordaba el grado al que podía llegar por amor, porque a pesar de todo aún la quería, porque esa mañana tras dejar a Sigrid en el colegio estuvieron a punto de besarse. Porque solo la idea de hablar con Trez le había retenido de hacerlo.

Y ahora Trez se había ido, él y su ultimátum, él y su "relación seria"; él sabía lo que era porque había estado al otro lado, y era una mierda.

Salió del aula, de la Universidad y se dio cuenta por primera vez de algo.
Era un cobarde.

Se escudaba en aquellas relaciones efímeras, no repetir, no intimar, no porque las otras personas no le importaran sino por el miedo de encontrar a alguien que de verdad lo hiciera y volviera a destrozarle.

Había aceptado muchas cosas de sí mismo, pero nunca pensó en él como alguien atemorizado, y con aquella revelación no sabía qué hacer, sinceramente no sabía qué hacer.

Por eso, cuando aquella noche, una vez dormida su hija, Natalia volvió a quedarse aceptó aquello que ella quería. Volvió a probar lo que era besarla, lo que la pasión de la morena era capaz de arrasar.

El motivo por le cual cuando al despertar juntos y tenerla de nuevo en sus brazos aceptó su propuesta, volver a intentarlo.

A veces, el miedo y el amor van de la mano y Sten las estaba sosteniendo a ambas.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).