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Trez por Verde Lima

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Trez había ido a la excavación a recoger a Killian, pasó mirando unos minutos a su pareja antes de que este se diera cuenta de su presencia.

Trez se había dejado llevar, y con Killian todo había sido tan fácil. Era amable, tierno, incluso le gustaba su pasión por aquello que hacía. El moreno aún estando hasta las rodillas en un charco enlodado se le veía feliz, y eso era Killian, un gran pozo de felicidad.

Era como si latiera fuera de él, y no comprendía qué hacía que aún estuviera con él. Las últimas semanas habían sido difíciles para Trez.

La organización del Congreso no estaba ayudado lo más mínimo. Los estudiantes de doctorado solían ayudar en la organización, a él no le gustaba eludir sus responsabilidades pero tener que estar más tiempo del necesario con Sten cada vez se le hacía más difícil.

Killian le había preguntado qué le tenía tan preocupado, él mismo asistiría como ponente tras el descubrimiento de la piedra de Bjórr.

Killian había ido a hablar con Samuel, y Sten estaba allí, este no había parado de mirarlos. Fue la única vez que vio a Killian algo tenso, pero ni siquiera lo suficiente para ponerlo en una mala situación.

Y Trez se lo agradecía tanto, estaba seguro que si hubiera sido al revés, Sten hubiera marcado el territorio como el auténtico estúpido que tenía claro era.

¿No había hecho eso mismo en el pub donde lo sacó aquella noche?

Killian no era así, sonreía, le besaba y se lo hacía todo completamente fácil.

Tan fácil que Trez comenzaba a preguntarse si realmente le importaba a Killian.

Era una pregunta que llevaba tiempo haciéndose. No es que quisiera un novio celoso, era ridículo; pero ¿todo le iba tan realmente bien?

Mirándole entre los restos de la excavación notaba que sentía un profundo cariño por él, pero no era amor, no estaba enamorado del arqueólogo.

En ese momento, como si hubiera sentido su presencia, Killian se giró a mirarle.

Su rostro amable compuso una bonita sonrisa, cualquiera se enamoraría de ese hombre, la leve barba oscura de varios días le daba un toque masculino y atractivo; su pelo que estaba dejando crecer de un castaño luminoso, y sus ojos de un azul intenso siempre brillaban.

Trez le sonrió, ¿por qué todo eso no podía bastar?

Killian se despidió de sus colegas y trabajadores y llegó hasta él completamente lleno de barro.

—Necesito una ducha—le dijo sonriendo.

—Urgentemente—le saludó Trez.

—Jefe—le llamó uno de los hombres tan lleno de lodos como el mismísimo arqueólogo—¿Qué hacemos con esto?

Killian le miró, miró a Trez, y este solo asintió. Los hombres con grandes pasiones a veces colocaban a las personas por detrás de sus carreras.

—Habla con Rob.—Y en ese momento Trez lo supo, tenía que romper aquella relación.

No estaba bien utilizar a alguien tan maravilloso para olvidarse de otra persona.

 

 

 

o0o

 

—Le gustaba—decía Samuel, a Sten empezaba a dolerle la cabeza. Llevaban en bucle un buen rato.—¿Te lo puedes creer? ¡A Hugh!

—¿Vas a seguir con eso mucho más tiempo?—Samuel le miró mal, pero Sten le apretó el hombro.—Asúmelo, tiene hasta sentido que te odie tanto, si tú le gustabas en la época de la Universidad, y tú eras, ¡qué mierda! Sigues siendo la persona más promiscua que he conocido en toda mi vida, seguro que se sintió mal.

—¿Ese es tu modo de ayudarme en algo en la vida?—se quejó Samuel.

—Solo expongo lo hechos. No significa que no lo vea como una actitud extremadamente infantil por su parte.

—Ese hombre no está bien de la cabeza.

Ambos asintieron, era evidente que Hugh siempre le había tenido especial inquina a Samuel, pero que el motivo fuera un interés romántico en él, era como un auténtico cliché sacado de una novela barata de romance.

Sten amaba a Samuel casi como a un hermano, pero su amigo, a pesar de ser una excelente persona, no sería la pareja que alguien quisiera para sí.

Estaba seguro que se había acostado con toda la población gay—y no tan gay—de la ciudad, la que se había ido, y las nuevas generaciones que llegaban. Tenerlo como interés romántico era solo sufrir, sufrir mucho.

Era un tema en el que no habían profundizado mucho, al principio Sten había pensado que sería una etapa. Él mismo había tenido una juventud alocada, pero notaba que los saltos de cama de su amigo eran casi patológicos.

De muchos de ellos ni se acordaba, y eso le ponía a veces en grandes aprietos, además de que tenía cierta obsesión por los chicos más jóvenes.

—Le gustaba.—Vuelve a repetir, haciendo que Sten rodara lo ojos.

—Sam, ¿me puedes explicar por qué está así? Vamos a superar la etapa de la sorpresa—pidió Sten—¿Acaso te gustaba Hugh en la Universidad?

Samuel abrió los ojos como platos ante la pregunta.

—A mí en la Universidad me gustaban todos, de hecho aún hoy me gustan todos.

—¿Eso es un sí?

—Bueno, tiene unos ojos increíbles.

—Pensaba que eras más de culos que de ojos...—se rió Sten, mientras le arrancaba una sonrisa a su amigo.

—No sé, no esperaba que esa fuera la razón, la verdad. Caerle mal a Hugh ha sido como una costante en mi vida—explicó Samuel—Es como que tú seas mi amigo. Son cosas que son así.

—Entiendo.

—¿Crees que le sigo gustando?

Por fin llegaban a un punto, ver a su amigo así, sí era extraño. No se cuestionaba si le gustaba a alguien, daba por hecho que sí.

Miró al hombre sentado delante de él, de tantos años siendo amigos, siendo su rostro tan familia, verlo fijándose en sus rasgos era como descubrir a alguien nuevo. Era escalofriante, porque delante de él, no estaba el promiscuo, el divertido, el que le sacaba de más de un atolladero; su amigo, su colega.

Estaba un hombre que estaba a un paso de los cuarenta, preguntándole como un adolescente si le gustaría aún a un viejo compañero.

—¿Te gusta a ti?

—Me gustan todos.

—Samuel, yo no soy el mejor para aconsejarte qué hacer, pero si sigue resentido porque le gustabas en la Universidad, hace casi 15 años, ¿qué imaginas que puede pasar si te acuestas con él y luego te vas con otro?

—Puede que me asesine y nadie encuentre mi cuerpo jamás.

Ambos sonrieron, pero algo le decía que la cosa no había quedado ahí.

Conocía a Samuel y cuando quería estar con alguien era realmente concienzudo, había visto como acababa convenciéndolos a todos.

El problema venía después.

Y el problema iba a venir, se lo veía en la cara. Las relaciones con el Museo Arqueológico iban a ser más complicadas en el futuro, estaba seguro de ello.

El Congreso sin duda iba a ser una odisea.

Sten sabía perfectamente el motivo para él.

Trez, Trez y Killian.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Esta historia va avanzando y me sorprende, esto es lo primero original que escribí en mi vida. Después de un par de años de fanfiction, quería escribir algo diferente, y aparecieron Trez y Sten; los demás van tomando cuerpo y sus historias avanzan casi solas.


 


Me alegro de haber dado este paso.


 


Nos vemos la semana que viene.


Sara.


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