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Traidor por Ale Moriarty

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Capítulo 2.

La segunda mentira

Jace nunca había sentido un calor como ese atravesándole por todo el cuerpo, era como si en sus venas recorriera pólvora y con cada toque de Li Zhao se encendía una llama, explotando su interior.

Los labios de su jefe eran tan adictivos como la nueva droga.

—Todo este tiempo, esto es lo que siempre deseaste —lo escuchó y se estremeció. Li tenía un arma mucho más efectiva para dominarlo, sus susurros seductores, esa voz que le derretía como si fuera una virgen.

—He aguantado todo este tiempo, pensaba llevarme este secreto a la tumba —confesó agitado, mostrando como sus ojos de tonalidad azul estaban acuosos ante la excitación.

—Imbécil —gruñó el insulto con delicadeza, su lengua se pasó a lo largo de su cuello y Jace no pudo contener sus gemidos. Se enderezó dejando el cuerpo de su hombre de confianza temblando debajo de él. Comenzó a sacarse la chaqueta de su traje, se desanudo la corbata con desesperación y la vista emocionó a Clayton.

Si iba a morir después de esto… no lamentaba nada.

Se relamió los labios ante la expectativa de que era lo que cubría aquella camisa blanca de botones y su jefe sonrió con diversión.

—Te emocionas tanto con solo verme —dijo con burla, empujando su rodilla contra la erección del otro, presionándolo sin consideración. Era una tortura placentera.

—Lo amo tanto que con solo verlo… es suficiente —confesó.

Sintió la fuerte mano sujetando y presionando su cuello, la sensación de asfixia era real.

—Eres la única persona en la que confió Jace y después de esto no permitiré que me dejes —dijo sombríamente, sus ojos oscuros se volvieron más aterradores. Después de su amenaza retiró la mano y Jace tosió repetidamente hasta lograr que su respiración se normalizara.

—Jamás te dejaré Li Zhao… —después de aquellas palabras su boca fue cubierta con esos labios llenos de lujuria. El nombre de su jefe fue como miel cuando se deslizó de su boca, era la primera vez que lo decía.

Y entonces dejó que aquel hombre también se apoderara de su corazón.

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Perdió la cuenta de las veces que su jefe y él terminaron teniendo relaciones sexuales en esa habitación. Estaba cansado y le dolía todo el cuerpo, su peso muerto estaba desplomado sobre el mullido sofá donde el otro lo tomo muchas veces.

Escuchó la puerta abrirse y alzó su cabeza con la poca fuerza que le quedaba. Zhao traía ropa limpia y un paño húmedo en la otra.

—Jefe, no tiene que ensuciarse las manos conmigo… yo puedo lidiar con esto —dijo con la voz ronca de tanto gemir.

—Es Li Zhao. Di mi nombre cuando estamos solos, Jace —ante las suaves palabras, se quedó pasmado.

¿Desde cuándo Li Zhao era tan cálido?, aquel hombre despiadado que era capaz de arrancarle la espina dorsal a un empleado inútil, estaba siendo amable con él. Se levantó como pudo del mullido sofá y se sentó, sintiendo como una punzada de dolor le recorría.

—No te muevas bruscamente o no podrás soportar el dolor —le aconsejó calmadamente y Jace permaneció confundido.

¿Esto era un sueño?

—¿Es una orden? —preguntó, sintiéndose mareado por la irrealidad que estaba presenciando.

—Es una petición de tu amante.

Y tras aquello, deseó que ese sueño se repitiera todos los días, ya que el hombre al que todos temían estaba diciendo cosas dulces. En ese momento Jace pudo ver como esos ojos devoradores, tenían un brillo que delataban la fragilidad de cualquier humano promedio.

—Li Zhao… —sus ojos desbordaron lágrimas y no pudo evitar los gimoteos de alivio que salían de su boca.

No entendía por qué Dios le estaba dando un regalo tan grande, a él, un asesino, un mentiroso… pero sobretodo, un traidor.

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Los días pasaron y la pandilla comenzó a observar el repentino cambio sobre su líder, siendo un poco más misericordioso con pequeños errores que cometían los novatos, a quienes antes se les castigaba con mutilaciones de dedos o incluso la muerte.

Y durante esos días Jace se dio cuenta de que aquel hombre sin sentimientos, los tenía, como cualquier otro.

Jace supo que su jefe disfrutaba de los cigarrillos Pall Mall porque eran los favoritos de su padre y que solo cuando fumaban juntos tuvieron momentos de paz.

Li Zhao le habló sobre la única persona que él amó. Su difunta madre.

Le comentó sobre su talento para tocar el piano y el cómo su padre había quemado aquel instrumento porque era inservible para el negocio. Le habló sobre los sueños que tenía de niño, de su primera vez con una mujer y de su miedo a ser traicionado por alguien a quien quiere demasiado.

De la vez en que su padre lo golpeo tan fuerte en el rostro que le tiro una de sus muelas.

Y de las veces que deseó matarlo hasta que fue asesinado y se culpó meses por ello.

Pero de lo que más le habló fue de las veces que intentó escapar de este negocio y cuando su padre murió, perdió la oportunidad.

—Algunos nacemos para nunca tener lo que queremos —le dijo Zhao mientras miraba el paisaje desde el balcón de su habitación.

—Yo si obtuve lo que siempre quise —contestó Jace con una sonrisa cálida desde la cama. El cuerpo le seguía doliendo. Su jefe se giró y caminó de regreso a la cama.

—Puede que yo también lo esté consiguiendo contigo —dijo el asiático tocando con lentitud el rostro de Jace.

Se quedaron en silencio por varios minutos y el líder de los Shots, suspiró.

—Si te pierdo… no sé de lo que sería capaz.

—Siempre estaré a tu lado, Li Zhao —le dijo con una sonrisa encantadora mientras recordaba algo importante y se movía con cuidado para recoger el saco de su traje, rebuscó en uno de los bolsillos y encontró el pequeño collar de plata con un dije en forma de rayo.

—¿Qué es eso? —alzó una ceja confundido el de ojos oscuros.

—Un regalo —se lo extendió, esperando que su jefe lo tomara. El chino observó detenidamente la pieza de joyería sin comprender.

—¿Por qué un rayo?

—Simplemente me gusto. Creí que se miraría bien, pero puedes tirarla, no importa —dijo Clayton sonriendo tiernamente. Aquel regalo tenía más significado del que Li podía imaginar.

—Realmente me mezclé con un idiota —se burló el de cabellos oscuros colocándose el collar, sonriendo de esa forma elegante que lo caracterizaba.

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Pasaron las 3 semanas y le llegó el mensaje a Li Zhao. Tenía que recoger la mercancía en las bodegas que se localizaban a las afueras de la ciudad.

—Jace, cuento contigo —le dijo al rubio, palmeando su hombro con delicadeza —No me falles.

—Sí, señor —contestó con una sonrisa en el rostro mientras sus lacayos se formaban detrás de él, llevaría a sus mejores seis de los novatos.

Subieron a las camionetas negras y condujeron al lugar señalado. De alguna extraña manera, Li Zhao estaba ansioso, tenía un mal presentimiento, pero lo dejo pasar, Jace era uno de sus mejores subordinados. Podía cuidarse solo.

Después de una hora de viaje Clayton llegó a su destino, vio a los químicos de confianza esperándolos frente a las bodegas.

—He venido por la mercancía —dijo calmadamente el rubio al bajar de la camioneta, siendo seguido por sus subordinados.

—Estás son las llaves de la bodega 16, es donde se encuentra la droga, están embolsadas en paquetes de 15 gramos —explicó el hombre que usaba una máscara de gas, tanto para cubrir su identidad como para el trabajo, al parecer habían terminado el encargo justo a tiempo. Todos conocían el malhumor de Li Zhao cuando se trataba de retrasos.

—Excelente —dijo Jace mientras entregaba un maletín con la paga en efectivo para esos tipejos.

¡BAM!

Un disparo voló los sesos del químico que estaba frente a sus ojos.

¡BAM!

Y otra bala le dio en el hombro al trabajador que quedaba.

Los novatos comenzaron a disparar buscando al causante de ese desastre. Miles de balazos resonaron en las bodegas y Jace corrió buscando refugio antes de que las balas le dieran en la cabeza.

Los alaridos de sus compañeros le atormentaron los oídos, pero no podía salvarlos. Él tenía que sobrevivir.

Se escondió en la bodega 16 donde estaban las enormes cajas que contenían los paquetes de droga. Se tiró en el suelo y observó las palmas de sus manos. Allí estaba la cicatriz de cuando salvó a Li y en la otra mano estaba la quemadura del cigarro.

Esas marcas estarían con él toda su vida.

Escuchó como el fuego cesó afuera y tragó saliva con dificultad. Faltaba poco para que lo encontraran.

Vio que se abría la bodega y observó al castaño que caminaba hasta donde estaba tirado. Hedeon Sokolov, el líder de los Guns.

—Hedeon… —Jace pronunció el nombre del enemigo y este sonrió sacando su arma del saco de su traje.

—Jace Clayton… la mano derecha de Li Zhao —pronunció el nombre del asiático con repudio cuando terminó la frase. Llegó hasta donde estaba Jace y le apuntó con la pistola, su sonrisa de diversión era tétrica.

Los ojos azules de Jace no se despegaron de esa cara hasta que el arma descendió.

—Uno de los mejores traidores en la historia —agregó finalmente guardando el arma de nuevo y extendiendo su mano para estrecharla con el rubio, lo alzó del suelo y lo atrajo en un abrazo.

—Creí que en serio dispararías —dijo cansinamente el de ojos azules dejando que el suspiro de alivio escapara de su garganta.

—Después de tantos años donde nos has dado información, ¿cómo pondría a duda tu lealtad? Es momento de regresar a la guarida para seguir con el plan —le dijo el ruso con su peculiar acento y todos caminaron en medio de ese pavimento teñido de sangre.

Todos los hombres de los Guns subieron a sus camionetas rojas y Jace siguió a Hedeon.

La segunda mentira había sido ocultada con éxito.

 


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