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El samurai y el noble por darkwinter

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Amidamaru y Mosuke eran dos huérfanos intentando sobrevivir con lo que pudieran, los otros niños que los acompañaban murieron por enfermedad, hambre o asesinados, muertes nada pacificas y de las que ambos acabaron siendo testigo, incapaces de hacer algo, en un ambiente hostil, solo contaban con el otro, había días buenos y otros malos, necesitaban algo con que defenderse y usando sus habilidades para la herrería Mosuke hizo a Harusame, con ella consiguieron ahuyentar a todo aquel que intentara hacerles daño, sobreviviendo por un largo tiempo, sin embargo, una guerra estallo en la región en la que vivían, civiles fueron masacrados, entre ellos Mosuke, lleno de ira entro en el combate acabando con varios hombres del enemigo pero no era suficiente, aun sediento de venganza siguió asesinando, más y más, no le importaba en lo más mínimo acabar bañado en sangre, quería matar todo el tiempo, su ira nunca disminuía, la guerra termino y el fue conocido como el “dios de la muerte”, en ese momento, cuando el conflicto finalizo sintió el peso de sus emociones retenidas caer sobre él, sus piernas flanquearon, se aisló, por mucho que recibiera propuestas para que luchara en otros combates por parte de nobles el se reusaba, no volvería a pelear en otro conflicto, menos por parte de los nobles, los principales causantes de la muere de Mosuke, hasta que un día llego un hombre, Mikihisa, que no llego pidiendo que peleara en la guerra si no que protegiera a su familia, accedió no muy convencido debido que se trataba de nobles. Ahora de cierta forma le alegra haber aceptado.

Después de que acabara de narrar hubo silencio, Yoh permanecía callado, serio, Amidamaru pensó comprender lo que pasaba por la cabeza del joven, entendería si se distanciaba del el, después de todo, sus acciones fueron sanguinarias, de repente, el pelicorto se levantó dirigiéndose a él abrazándolo.

-Tal vez no se capaz de comprender todo el dolor que pasaste, hiciste cosas malas, pero fueron porque estabas sufriendo, yo no quiero que sigas sufriendo-lo abrazo fuertemente, el samurái se quedo en shock por un momento, lentamente correspondió rodeando el cuerpo del joven entre sus brazos , sentía calidez ante el afecto del otro, una calidez que había olvidado hace años, continuaron abrazados por unos minutos más, al separarse se miraron detenidamente, Amidamaru paso su dedos entre sus cabellos castaños llegando hasta sus mejillas tocándolas con cariño, el rubor por parte de Yoh no se hizo esperar, el samurái noto el sonrojo parando.

-Bueno, debería ir a patrullar-se levantó quedándose de pie frente a Yoh.

-Y yo a hacer mis deberes- salieron al mismo tiempo torpemente, se despidieron alejándose del otro, por sus cabezas pasaba lo mismo, la sensación de que pudo haber pasado algo más que la acaricia. Cuando Yoh llego con Hao aún seguía sonrojado, la sensación que tuvo por el tacto del otro fue algo que le gusto.

-¿Qué tienes?, mira como estas-comento su igual pellizcándolo.

-Es por el frio-excuso fingiendo que el clima lo congelaba, sin embargo, su hermano lo conocía perfectamente, sabia que mentía, lo dejo pasar solo por ahora, aunque se estaba haciendo una idea del porque el sonrojo y no le hervía la sangre. El resto del día el pelicorto se la paso distraído en sus pensamientos, tenía la sensación de que lo que podría haber pasado debió pasar y decidió entonces de que debía dejar en claro las emociones que comenzaba a desarrollar, lo aceptaba, se estaba enamorando de Amidamaru, el solo pensarlo lo sonrojaba, llamando la atención de Hao, no le decía nada pero el imaginar que no fuera el quien causara ese sonrojo, le daba ganas de ir y acabar con el samurái. Ya en la noche Yoh fue de nuevo a la habitación de Amidamaru, nuevamente se percató de su presencia invitándolo a pasar percatándose del nerviosismo de Yoh, ya sentados el joven no sabía por dónde empezar, temía que al declarársele el peliblanco lo viera con desprecio o algo parecido. El silencio se siguió prologando, el samurái seguía esperando lo que tuviera que decir el pelicorto.

-Lo de hace rato….cuando me acariciaste…me gusto-se puso rojo al instante, se sorprendió al ver que Amidamaru medio se sonrojo.

-Yo…veras….me deje llevar por el momento-dijo tratando de disimilar su sonrojo.

-A lo que quiero llegar…es que…me gustas.

-¿Qué?

-Fue un error, lo siento.

Se levanto caminando a paso apresurado para la puerta, antes de poder abrirla fue detenido por el samurái, lo volteo obligándolo a mirarlo, acorralándolo entre sus brazos, tenia los ojos cerrados, imaginaba que lo estaría viendo con molestia, decidió entre abrirlos descubriendo que lo miraba con ojos gentiles, una mirada que para nada esperaba.

-Lo podrías repetir otra vez-le pidió casi en un susurro.

-Me gustas- repitió con mas confianza, la distancia que ambos tenían era mínima, el cuerpo de Amidamaru casi estaba sobre el y tal vez fuera su imaginación, pero sentía que el ambiente se volvió un poco caluroso, sin darse cuenta el rostro del samurái se encontraba a escasos centímetros del suyo, antes de poder pensar en algo mas sus labios se encontraron con los del otro, un corto y momentáneo beso.

-Tu tambie..-no pudo acabar al ser su cabeza rodeada por los brazos del joven acercándolo repitiendo el beso, esta vez mas duradero, al separarse se vieron a los ojos tiernamente sonriendo.

-Nos vemos mañana-dijo Yoh empujando suavemente al peliblanco que lo dejo marcharse no sin antes acariciarle el rostro pasando su pulgar por los labios ajenos. Al salir camino despacio hasta llegar a su habitación, Hao dormía o eso parecía, se recostó tocando sus labios, una sonrisa se dibujo en su rostro, varias emociones pasaban por su cabeza, ya no podía esperar a que fuera de mañana. A partir de entonces, a escondidas, se comían a besos, algunos intensos otros tiernos, conocían perfectamente el riesgo de ser descubiertos, a pesar de ello le restaba importancia, lo que importaba era ellos dos. En la habitación de Amidamaru, el pelicorto se hallaba sentado sobre las piernas del samurái degustando sus labios.

-Te amo-paro acomodándose en el pecho del peliblanco

-También yo-le acaricio la cabeza, con su otro brazo le rodeo la cintura, el cuerpo de Yoh daba la impresión de ser frágil comparado con el suyo.

-Amidamaru.

-Si

-Me gusta mucho cuando nos quedamos así, se siente tan cálido.

-Tienes razón, espero que podamos estar así por mucho tiempo.

-Claro que lo estaremos, nadie lo sabrá, ni siquiera Hao.

-¿No confías en él?

-No es eso, solo que es mejor que sea nuestro secreto.

Llego el tiempo para despedirse, para evitar sospechas optaron verse una vez al día y algunas noches, solo de esa manera ambos sentían que podrían cubrir sus huellas. Hao por su parte esperaba junto a un árbol a su igual, sabia que se encontraba con Amidamaru pero no sospechaba nada sobre la relación de ellos dos, solo imaginaba que Yoh se podría estar enamorando del otro y que el samurai no aceptaría sus sentimientos, seria en ese momento que aprovecharía el corazón roto de su hermano para conseguir que lo amara, confiaba en ello, ya había sido paciente todos estos años, podía serlo un poco más.

-Hao-escucho a su igual llamándolo.

-¿te hice esperar mucho?-llego con el abrazándolo.

-Claro que no-le sonrió tomándolo de la mano marchándose juntos.

 


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