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El mensajero, un espíritu aventurero por lady_chibineko

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Título: El mensajero, un espíritu aventurero

Autor: Lady chibineko
(Miembro de la Orden Sirusiana)
(Miembro de la Mazmorra del Snarry)
(Alumna de la casa de Hufflepuff en Media Noche en la Torre de Astronomía)

Disclaimer: The Rise of the Guardians fue una película realizada por DreamWorks Animation y distribuida por Paramount Pictures. Se basó en la serie de novelas The Guardians of Childhood propiedad intelectual de William Joyce. No gano nada más que un poco de diversión con este escrito.

Advertencia: Este es un fic slash, lo que quiere decir relación chico-chico, además de presentar furry; por lo que si no es de su agrado este tipo de lectura, por favor no sigan.

Dedicatoria: A todos mis lectores Jackrabbit; gracias por todos los ánimos que me dan con los fics que publico de esta pareja. Y aunque esté con más de un año de atraso, feliz Jackrabbit week 2017 para todos.

En fin, enjoy the story please!

~.~.~.~.~.~

Capítulo III

Algunos meses después

Jack regresaba de uno de sus viajes de recojo de paquetes/ida a las zonas fría a seguir entrenando; y estaba metido por completo en sus propios pensamientos, dejando que fuese Viento quien guiase el camino en un galopar no tan apurado.

Mucho había sucedido y Aster había sido el apoyo para el helado hechicero en todos y cada uno de los aspectos en los que Jack pudiese pensar, y la verdad sentirse acompañado era un regalo que el muchacho no cambiaba por nada.

Sonrió ante aquello último y se dispuso a correr a la aldea junto a Viento de una vez por todas, cuando el distintivo sonido de alguien pidiendo ayuda lo hizo frenar en seco.

Y aunque la voz de Bunny vino como relámpago a su mente, exigiéndole que no se arroje a la loca a ayudar porque podría ser una trampa; Jack no vaciló un segundo en cambiar su dirección y galopar lo más rápido posible.

Lo que encontró fue a un grupo de aquellos guardias sombra atacando a una criatura... un 'Kitsune', una especie de zorro según lo que le habían explicado Nicholas y Aster, perteneciente a las tribus de Oriente si mal no recordaba.

Y para colmo, se lo veía en un estado deplorable.

Cayado en mano, Jack tomó a los guardias por asalto y los derrotó fácilmente, llegando hasta donde se encontraba la criatura caída.

- ¡Ey! ¡Ey! ¡Resiste amigo! Ya estás a salvo... ¡Te llevaré con Bunny y Nick, ellos sabrán como curar tus heridas!- señaló el hechicero con desesperación mientras evaluaba la mejor manera de poner al caído sobre Viento y llevarlo a la aldea sin causarle más daño.

La criatura alzó una garra señalando hacia su izquierda.

- A... yuda...- murmuró casi sin fuerzas.

- ¡Sí! ¡Si te voy a ayudar! Solo dame un segundo...

El otro lo volvió a interrumpir con su mala pronunciación del lenguaje local mezclado con un tono de urgencia.

- Cu-eva... a-ayuda...- señaló nuevamente antes de perder la conciencia del todo y quedar laxo entre los brazos del muchacho.

Jack miró un poco atontado entonces en la dirección señalada, y con mucho cuidado y mucha curiosidad caminó lentamente hacia la entrada de la cueva.

- ¿Hola? ¿Hay alguien aquí?- preguntó con cautela, afinando el oído en busca de una respuesta y apretando el cayado en la mano.

Respuesta que llegó en forma de un hipido.

El sonido guió los ojos del hechicero hasta la fuente del mismo, y al hacerlo una exclamación de sorpresa fue todo lo que Jack Frost de Bunnymund fue capaz de emitir.

~.~.~.~.~.~

- ¡Mensajero a la vista!- fue el aviso que el guardia de turno dio al ver el blanco corcel y su jinete a la distancia- ¡Hay alguien más con él!- señaló el mismo, tomando una lanza al notar el cargamento extra en el corcel, del tamaño de un casi adulto y corriendo al encuentro del recién llegado.

Por supuesto Aster apareció casi de inmediato al lado del guardia, dejándolo fácilmente atrás a los segundos al dirigirse hacia su pareja.

- ¡Ayuda!- gritó Jack, y definitivamente no ayudó a calmar los nervios de nadie.

Aunque al llegar, y por fin tasar la situación, Aster, al igual que los otros aldeanos que habían salido, pararon en seco.

Jack no solo sujetaba a un Kitsune herido e inconsciente, sino que además se las arreglaba para que otros dos no cayesen del todo.

Dos niños.

Un pequeño cachorro de Kitsune, y un...

- ¿Es ese un bebé Pooka?- preguntó Toothiana mirando la escena como si estuviese soñando.

Y la verdad a Jack aquello no le importó en lo absoluto.

- ¡Se desangra!- exclamó desesperado, haciendo que aquella especie de trance se disipara de inmediato.

Nicholas y los dos guardias de turno desmontaron al herido, llevándolo al interior de la cabaña del jefe de la aldea para atenderlo; en tanto que Toothiana trataba de despegar a los niños de Jack.

Y tratar es la palabra clave aquí.

El pequeño Kitsune, apenas un cachorro, se negó rotundamente a salir de los brazos de su salvador, hundiendo con más determinación el hocico entre los ropajes del hechicero de cabello blanco.

Y al parecer, si el zorrito se negaba, el bebé decidió hacer lo mismo; llegando incluso al llanto con tal de no ser separado del adulto que lo llevaba en brazos.

Toothiana miró al joven hechicero con impotencia.

Jack decidió que abrazar a los niños no era tan malo, aun cuando necesitaran un cambio de ropa urgente.

Aster tragó saliva con dificultad; pues aunque no era el momento, la escena le mostraba de pronto un deseo que no sabía que tenía.

Y luego, cuando Jack metió a los niños a la cabaña de Saint North y Nicholas hacía hasta lo imposible para salvar al herido con la ayuda de un par de hechiceros sanadores y del mismo Aster; en medio de la espera, Jack se dio cuenta que ya era hora de dejar de tener secretos, porque lo que callaba estaba lastimando a otros.

Y aquello se corroboró cuando varias interminables horas después, el grupo salió derrotado y cabizbajo, señalando así que el general Pitchiner había cobrado otra víctima; la cual esta vez dejaba a los niños, ahora limpios, alimentados y dormidos entre sus brazos, sin que el que era originalmente su protector.

¡Fácilmente pudieron ser dos víctimas más y nadie se hubiese enterado!

Solo esperaba que lo perdonaran por ocultar no solo su linaje, sino la extensión de su magia y el hecho de que el general era un hechicero oscuro.

El muchacho aspiró profundamente, y evitando mirar Aster, le dirigió a Nicholas la palabra señalando con el tono de voz que lo que iba a decir era importante, lo suficiente como para que solo el alto mando de las aldeas mágicas estuviese presente.

Y todo comenzó con un...

- Hay algo que debo decirles.

Y fue, definitivamente, la conversación más difícil y aterrorizante de su vida. Y no, el apoyo constante de Aster no ayudó del todo, no cuando era su consciencia su principal verdugo.

Y sin embargo no solo sobrevivió, sino que no fue echado. De entre todos los presentes, Nicholas, Toothiana y Sanderson se mostraron comprensivos, aunque un poco dolidos. Y Aster... Aster pidió disculpas por no haber sido lo suficientemente bueno como para ser su apoyo ¡Como si eso tuviese algún sentido!

Y Jack se sintió como un maldito perro.

Pero como todo en esta vida, lo iba a superar.

Y se iba a reivindicar.

Iniciando por tomar responsabilidad por los cachorros sobrevivientes.

Y tal vez si no hubiese estado revolcándose en su miseria, hubiese notado el brillo en los ojos de Aster al anunciar aquello.

~.~.~.~.~.~

Algunas semanas después

- ¡No, no, no, no! ¡Clover, deja eso!- se apuró Jack a tomar al bebé entre sus brazos, evitando que se llevase el pedazo de carne del almuerzo de Keichi, el pequeño Kitsune, a la boca.

Una carta entre los ropajes del fallecido había revelado el nombre del pequeño Pooka, mientras que el Kitsune había musitado el suyo propio tras 9 días de silencio, haciendo que Jack respirase aliviado al oírlo hablar.

Y el problema inmediato se dio porque el cachorro de Kitsune no reconoció el idioma local en su momento, pero estaba aprendiendo.

- ¿Otra vez intentando negar su naturaleza herbívora?

Jack se envaró, no habiendo notado el regreso de Aster a la cabaña debido al episodio recién acontecido, gruñendo bajito al momento en que el pequeño Clover se inclinó hacia el recién llegado, aún en los brazos del hechicero, y se perdía en su balbuceo favorito.

- Da, da, da, da, da, da, da, da, da.

Obvio era el hecho de que el bebé había estado aprendiendo a hablar y caminar cuando se dio el ataque en su aldea, mismo que lo dejó huérfano y propició al Kitsune a llevarselo con él y su hijo en busca de refugio; así como notorio el hecho de que el bebé relacionaba al Pooka macho de la cabaña con su padre.

Jack dio un paso atrás.

- Lo siento.- murmuró esquivando la mirada de su pareja, con quien por cierto no tenía intimidad desde aquél día en que se soltó toda la sopa.

Aster gruñó por lo bajo. La situación se le había salido de las patas ¿Qué tenía que hacer para que Jack entendiese que no estaba molesto?

Un poco entristecido ante la necesidad de secretismo de parte de su dolor de cabeza personal, pues si ¿Pero molesto? ¡No! No lo estaba, en lo absoluto.

Sin embargo y al parecer, tratar de que Jack se diese cuenta por sí mismo era una opción fuera de la situación actual.

Tal vez era hora de un acercamiento más directo. De manera inmediata. Sacando a los niños de en medio de la próxima conversación a llevarse a cabo.

- ¿Quieres venir conmigo?- preguntó ligero al bebé, aun cuando por dentro estaba en extremo tenso.

Pero estiró las manos y tomó al pequeño Pooka de los brazos de su príncipe fugitivo, quien se quedó casi paralizado ante el repentino movimiento.

Por su parte Aster dejó con gusto que le babearan un poco la oreja derecha, antes de acariciar con el mentón la cabeza del bebé y depositarlo en la silla alta que Toothiana le había dado a Jack en 'préstamo', puesto que ninguna de sus niñas necesitaba ya de ella.

- Ey, Keichi ¿Lo vigilas un rato?- preguntó con lentitud al zorrito, quien con un poco de aprehensión asintió tras algo de duda.

La suave caricia de la garra de Aster entre las orejas del cachorro, dejó al Kitsune igual de paralizado que a Jack ante la sorpresa inicial, aunque pronto empinaba la cabeza en busca de un poco más de afecto.

Aster suspiró, pensando que debió de haber tomado la decisión de actuar mucho antes.

Se dio media vuelta, tomó a Jack del brazo y comenzó a dirigirlo hacia la puerta que daba al patio de atrás.

- Necesitamos hablar, Jackie.- fue toda la advertencia antes de salir.

Algunos gritos, lágrimas, besos, súplicas de perdón, abrazos y una buena conversación después; por fin Aster podía respirar tranquilo.

Y la próxima vez que tuviesen un problema, hablar era la solución; en especial porque ahora ya no eran solo ellos dos.

Y de pronto, Aster se dio cuenta...

¡Era papá!

~.~.~.~.~.~

Seis años después

Muchas cosas habían sucedido durante los últimos años, desde que Jack desplegara toda la información que tenía; iniciando por la formación de un ejército conformado por miembros de todas las aldeas mágicas ocultas, el que se dedicaba no solo a proteger a cada uno de los ciudadanos de las mismas, sino que gracias a un misterioso informante de nuestro mensajero favorito, incluso se adelantaba a los planes del general, a quien habían hecho quedar por los suelos en más de una ocasión. Y aunque solo Aster y Nicholas conocían la identidad de dicho informante, tras los numerosos aciertos, ya se tomaba cada mensaje (que llegaba vía paloma, halcón o lechuza) como información de alta prioridad.

Y continuando con los grandes cambios, la ampliación de la familia había sido el más grande de todos tanto en la vida de Aster como de Jack.

Ninguno se imaginó siquiera desear tanto lo que ahora tenían, por lo menos no hasta que dicha familia estuvo delante de ambos, al tiempo que dejaban las discusiones detrás.

Decir que la paternidad había resultado se la aventura más grande de sus vidas era decir poco.

Y afortunadamente, con el ritmo en extremo lento de crecimiento y envejecimiento tanto de ambas especies de criaturas milenarias, como del mismo hechicero ahora acoplado en su núcleo mágico al resto de los integrantes de la manada; en esos 6 años, los niños apenas y habían desarrollado un poco, lo equivalente a pocos meses humanos, siendo los sucesos más importantes el que Keichi aprendiese y dominase el idioma, mientras que Clover había pasado de caminar tramos cortos con pasos inseguros, a saltar largas distancias sin son ni dirección, por el simple hecho de poder hacerlo; además de incrementar su 'variado' léxico, que inicialmente se componía por '¡No!', 'Hmmmm' y 'Da', con 'Ki' para Keichi, 'Pa' para Jack, 'Nunu' para cuando tenía sueño, y 'Titi' para el Pooka de trapo que un día Aster le confeccionó al pequeño. Y por supuesto 'Bum Bum' como sobrenombre extra para Aster, debido a que Jack llamaba 'Bunny' a su 'Da' de manera seguida, por no decir siempre.

Decir que Jack y Aster hinchaban el pecho como un par de pavo reales era decir poco.

Y por supuesto, el resto de las rutinas diarias del par de padres se había ajustado también a paso lento, pero seguro.

Jack, una vez superados los problemas iniciales, había retomado su labor como mensajero entre las aldeas (lo cual con el tiempo había tomado mayor importancia tras la formación del ejercito); aunque por supuesto con dos niños esperándolo en casa y el hecho de que la verdadera velocidad de Viento para ir de un lugar a otro ya no era un secreto, sus retornos eran mucho más rápidos.

Mientras que Aster había encontrado en el pequeño Keichi un adorable e inesperado aprendiz, quien una vez sobrepuesto al natural temor de estar en un ambiente nuevo, pronto mostró interés por las labores de su nuevo padre Pooka, desde la recolección de ingredientes tanto en el bosque como en la parcela donde Aster mantenía sus cultivos de hierbas; hasta la elaboración de pócimas y ungüentos, pasando por el diagnóstico y cuidado de los cultivos del poblado, y acompañando con inusitado interés las horas de lectura y escritura que formaban parte del itinerario del guerrero, cosa que Aster hacía ahora leyéndolo todo en voz alta, para deleite del pequeño zorro.

Aster se sentía en la nube 7 ¡Un hijo suyo iba a continuar su legado! Porque Keichi era suyo, al igual que Clover; y al diablo las diferencias entre una especie y otra o el hecho de que no hubiese intervenido para nada en ninguna de las concepciones. Y toda la maldita aldea lo sabía ¡Demonios! Era algo que incluso se sabía en otras aldeas, porque desde el primer indicio de interés por parte del cachorro, el mayor no había sido capaz de cerrar la boca para dejar de señalar lo bien que el zorrito había hecho tal observación, o lo rápido que había encontrado cual ingrediente gracias a sus agudos sentidos de olfato, vista y oído.

Jack sonreía como un loco cada vez que lo escuchaba hablar así.

Si, la vida de padres les había sentado bien a ambos, tanto en los días tranquilos como en los agitados, los buenos y los malos; con llantos y risas, con travesuras, días de fiebre, peleas, reconciliaciones y tantas cosas más.

Y categorizando así las cosas, la mañana de ese día había sido tranquila, con Jack saliendo y volviendo en una diligencia rápida; con Clover un poco fastidiado hasta volver a los brazos de papá Jack, mientras que Keichi y Aster se dedicaban a hacer la limpieza de la cabaña y preparar la comida; en tanto que el Pooka mayor planeaba mentalmente las lecciones del Kitsune para los siguientes días.

Si, un día normal como cualquier otro.

Hasta que una de las pequeñas pero confiables orejas de Keichi, detectó un sonido que lo llevó a mirar por la ventana y divisar un ave con una conocida cinta en la pata.

- Papá Bunny.- llamó la atención del mayor más cercano a él, tanto con la voz como jalando uno de los extremos de la túnica del Pooka, para luego señalar hacia el ave posada en el alféizar de la ventana.

- ¡Jack!- llamó entonces el Pooka suave pero firme, haciendo que el hechicero levantase la mirada del juguetón bebé en su regazo y se uniese a los observadores del ave.

En un par de movimientos ya le había dado el bebé a su pareja y estaba frente al ave, sacando la nota de la pata y leyéndola con prontitud.

Allí se iba su día tranquilo, y de paso la tranquilidad de toda la semana. Miró a Aster con seriedad.

- De alguna manera, han dado con la ubicación aproximada de la aldea de Sanderson. El ejército completo del general Pitchiner va a atacar mañana al amanecer, ya han comenzado a movilizarse.

Aster gruñó.

- Entonces supongo que el día ha llegado. Avisemos a los otros.

Jack asintió mientras tomaba de nuevo a Clover entre sus brazos y lo acomodaba antes de crear un pequeño copo de hielo y sujetarlo mágicamente a la pata del ave, la que inmediatamente alzó vuelo y se alejó de la mirada de la pareja.

Al parecer la preparación del almuerzo tendría que esperar.

~.~.~.~.~.~

El rey miró las sombras que se alineaban una a una en la absoluta oscuridad que se da siempre antes del amanecer, confiando en que esta vez las cosas irían a su favor.

Estaba cansado y la amenaza que criaturas y hechiceros representaban hacia su familia era algo contra lo que apenas y tenía fuerzas para luchar.

Nunca olvidaría las últimas palabras de su amada Katherine.

*Un hechicero oscuro me hizo esto. Nuestros hijos y sus descendientes estarán siempre en peligro mientras esa magia oscura exista ¡Qué no alcance a nuestro Jackson!*

Y a pesar de todos sus esfuerzos, igual perdió a su hijo.

Pero aún estaba Emma, quien esperaba a su primer hijo. Su primer nieto.

Aquello debería de llenarlo de gozo, y sin embargo solo le creaba preocupación y no solo por la posibilidad de que su futuro nieto o nieta presente rasgos mágicos, sino porque tanto la princesa como el príncipe consorte, su esposo James, se encontraban allí en el campo de batalla, en el campamento instalado al borde de la zona que pronto sería un campo bélico.

Ahora bien, de James lo entendía. Era el deber de un príncipe el estar presente ¿Pero la princesa?

- Mi señor, los hombres ya están alineados. Iniciaremos a su señal.- fue lo dicho de pronto por el general, quien casi de la nada se había materializado a su lado.

¡Había estado demasiado metido en sus pensamientos!

Por supuesto, no dejó que aquél desliz se notase.

- Comenzaremos ante los primeros rayos de luz.- respondió el rey, pues lo último que deseaba era darle ventaja a la magia oscura.

- Como milord lo desee.- fue la respuesta.

Así que esperaron, hasta que la noche comenzó a retroceder, y el día hizo su entrada.

Y por supuesto que no esperaban la repentina aparición de un grupo de criaturas y hechiceros en medio del campo.

Aquello puso en alerta inmediata a todo el ejército.

- ¡¿Qué demonios?!- preguntó el rey azorado, pero no tuvo tiempo para continuar, pues la profunda y atronadora voz del que parecía ser el líder se dejó escuchar.

- ¡Rey Overland! ¡Mi nombre es Nicholas Saint North! ¡Y junto a mí se encuentran todos y cada uno de los jefes de las aldeas de seres que ha perseguido durante los últimos años, por razones que desconocemos!- hizo una pausa, miró con severidad al hombre, aún a la distancia, y continuó- ¡Sin embargo, estamos dispuestos a hablar con usted y revolver lo que deba resolverse, sin necesidad de toda esta violencia sin sentido!... ¡Es su decisión!

El rey parpadeó confundido ¿Hablar?

Extraño, esa era una posibilidad que no se había planteado... Tal vez...

Sin embargo no tuvo tiempo siquiera de pensarlo, pues luego de un gruñido, el general Pitchiner actuó en su lugar.

- ¡¿Hablar?! ¡¿Tan desesperados están?!- una mueca grotesca se formó en su rostro- ¡Pues tienen razones para ello! ¡ATAQUEN!

- ¡General!- fue la protesta del soberano, pero era demasiado tarde.

El ejército se fue sobre el pequeño grupo... que de pronto ya no era tan pequeño.

¡Eran cientos! Criaturas, hechiceros y brujas que luchaban con una maestría que solo puede provenir de una larga preparación.

¡Así no se suponía que serían las cosas!

Pero ya no había nada que hacer, la batalla había comenzado y ante la nueva realidad, el rey estaba seguro de que sería una masacre.

Pero para su sorpresa... no fue así.

Por algún motivo, y a pesar de los feroces ataques, ninguno de sus soldados estaba siendo aniquilado. Aunque no podía decir lo mismo de la guardia personal del general, los cuales estaban siendo golpeados, electrocutados, incinerados y hasta congelados sin piedad. Esto último, en especial, por obra del extraño hechicero cubierto con una capa y que a pesar de la distancia, se lo podía distinguir descalzo y absolutamente ágil, haciendo piruetas sobre su montura blanca, al grado de que más que cabalgar, parecía estar volando entre las filas del rey.

Y no fue hasta que el general gruño un ¡Frost!, que el rey dilucidó de quien se trataba.

Ni más ni menos que el misterioso hechicero helado, Jack Frost; quien llevaba años saboteando al general.

Por sus movimientos y destreza, ahora entendía el por qué.

Pero en líneas generales, la verdad es que la batalla no se inclinaba a favor del reino; y ni aún con James, el esposo de Emma, batallando con todo el ímpetu de su juventud, parecía que el ejército real pudiese remontar y voltear el claro futuro resultado de la batalla. Prueba era que James no lograba dar muerte a nadie. El rey suspiró tan solo esperando el desenlace de todo.

Por su parte Pitchiner estaba como enloquecido.

¡¿Cómo demonios se habían enterado del ataque?! ¡Un traidor! ¡Tenía que haber un traidor entre las filas del reino!

Pero aun sabiéndolo, y aun siendo capaz de cambiar el rumbo de la batalla, no podía atacar con todo su poder ¡No delante del rey! ¡URGH!

Tendría que ser una retirada entonces, y esperar hasta una próxima oportunidad; eso luego de capturar al traidor, claro estaba.

¡Que humillante!

Sin embargo, el general de pronto notó un patrón en el comportamiento del escurridizo hechicero Frost, quien una y otra vez volvía entre ataques que simulaban más un alegre baile, al lado del único Pooka del grupo. Y por los ligeros toques íntimos, seguro eran amantes ¡Perfecto!

Sin dudarlo hizo que Pesadilla, su montura, enfilase contra el Pooka, apenas y notó a la pareja volver a separarse; todo mientras preparaba la espada. Si se iba a retirar, iba a hacerlo dejando una profunda herida en ese hechicero insufrible.

Y todo hubiese sido perfecto, si se exceptuase el hecho de que el príncipe James lo detuvo de manera precisa.

Pitchiner estalló en cólera.

- ¡TÚ!- rugió embravecido- ¡Tú eres el traidor! ¡Tú le avisaste a estos infelices del ataque!

Y el mundo de pronto se detuvo, cuando ante aquellas palabras toda lucha fue olvidada, y la atención general se centró en lo que sucedía entre el general Pitchiner y el príncipe James.

- No realmente.- respondió el príncipe con una enigmática sonrisa- Aunque me hubiese gustado serlo. De esa manera podría sentir que he hecho un poco más por vengar la muerte de mi mejor amigo, Dumas, a manos tuyas y de tus escorias, hechicero oscuro; siendo su único pecado el ser un Kelpie. Pero no es lo importante ahora, sino el hecho de que milady no me lo perdonaría si te dejase herir a mi concuñado.

Un gemido ahogado de manera colectiva se dejó escuchar, y luego el silencio inundó el lugar, antes de que los murmullos dieran inicio.

¿Hechicero oscuro? ¿Concuñado? Algo raro está pasando aquí, fue lo que pensó el rey algo confundido.

Mientras, los ojos del general se movieron hasta posarse sobre la figura cubierta por la capa, quien de momento se mostraba imponente con cayado en mano y sobre el blanco corcel mágico; solo la parte inferior de su rostro visible a los demás.

- Príncipe Overland... presumo.- dijo un claro tinte de desprecio.

El aludido esbozó una sonrisa de absoluta travesura.

- Respondo mejor al título de Jack Frost de Bunnymund en la actualidad.

Otro jadeo colectivo por parte del ejército real, que esta vez incluía el mismo rey Overland.

- Supongo que no tiene caso contenerme entonces.- musitó el general con voz tétrica, mientras las sombras alrededor parecían de pronto rodearlo- Debiste haberte quedado bajo la roca en la que escondiste todo este tiempo 'Frost', porque ya no hay nada que me detenga en mi intención de aplastarte. No tienes ni idea de con quién te estás metiendo.

- ¿Quién lo diría? No hubiese encontrado mejores palabras para describir lo que deseaba decir que las tuyas, palabra por palabra... Porque general Pitchiner, tampoco tiene idea de con quien se está enfrentando.

Y como los dos oponentes que eran, comenzaron a rodearse el uno al otro, midiendo movimientos, invitando al otro a atacar y tal vez, encontrar un punto débil en su defensa.

Y entonces los ataques dieron inicio una vez más, y la magnitud del poder desplegado era tan grande que todos los demás tuvieron que alejarse de los contrincantes, todo ello con ayuda de escudos mágicos de protección, que sino más de uno no hubiese salido vivo.

- ¡Jack!- exclamó el Pooka casi desesperado, mientras intentaba desembarazarse de los que lo habían sacado del campo de batalla a rastras, con clara intención de volver de inmediato. Y vaya que daba pelea, notó el rey.

Un choque mágico sacó la atención del soberano de la criatura, y la enfocó en el enfrentamiento; cosa que de paso hicieron todos los demás presentes.

No podía creer lo que sus ojos le mostraban ¿Pitchiner un hechicero oscuro? ¿Y ese era Jackson? ¿SU hijo Jackson?

Y de pronto, el enfrentamiento pareció llegar a su cúspide, con todo y enormes choques mágico que obligaban a los espectadores a alejarse cada vez más y más.

Alrededor de los oponentes, inmensas formaciones de hielo entremezclado con alguna especie de brillante arena negra, daban cuenta del poder de aquellos dos; los mismos que se veían el uno al otro agotados y jadeando un poco, pero no por ello con la guardia baja.

Pitchiner sonrió de manera escalofriante.

- Si tan solo lo hubiese sabido, mi pequeño príncipe. Piensa en todo lo que podríamos hacer, los reinos que caerían a nuestros pies, si es que trabajamos juntos... tu y yo.

Y Jack, aún en el estado en que se encontraba, soltó una sonrisita burlona.

- Lo siento Pitchiner, pero no eres mi tipo. Los prefiero más peludos y menos tétricos.

El hechicero oscuro gruñó y se lanzó al ataque una vez más, pero por supuesto el hechicero de hielo ya lo estaba esperando.

¡Fue tan rápido!

Un segundo ambos se enfrentaban, al siguiente una bola de nieve en medio del rostro distraía al general, y finalmente un toque del cayado de Frost, y el hechicero oscuro se encontró a sí mismo encerrado en un bloque de hielo junto a su negro corcel.

Todos se quedaron embobados, mirando el hielo volverse cada vez más y más denso, hasta que la figura en el interior era tan solo una mancha poco distinguible, mientras las huestes del general desaparecían en el aire junto a la oscuridad que hasta ese momento les había hecho compañía.

Y entonces, el corcel blanco desapareció, y Jack cayó al suelo de rodillas, agotado, jadeando y respirando profundo, como si hubiese corrido el más largo de todos los trechos.

Y tal vez era porque justamente así se sentía.

- ¡JACK!- escuchó de nuevo a la criatura, el Pooka, gritar; y el rey se preguntó a sí mismo con qué derecho reclamaba así la presencia de su hijo de forma tan irrespetuosa aquel plebeyo.

Un par de minutos después, el soberano recogía su quijada del suelo, pues ni bien el guerrero había logrado liberarse y llegar a su objetivo, cubrió dicho objetivo de caricias y besos que a leguas se veían eran bien recibidos, y fue recién entonces que las palabras dichas previamente por Jackson al general Pitchiner cobraban sentido en su cabeza, haciéndolo palidecer, mientras veía a su primogénito acomodarse en el hombro del Pooka con un movimiento digno de un contorsionista.

¡¿Qué demonios le había pasado a su hijo durante los últimos 8 años?!

Pero las sorpresas y sustos no pararon allí.

De la nada, James se abrió paso entre la multitud y con una sonrisa de oreja a oreja, desmontó su corcel y fue a saludar a la pareja, todo entre un mar de soldados que ya ni sabían que hacer, y otro tanto de criaturas y hechiceros demasiado relajados para sucesos como los recién acontecidos.

- ¡Jack! Es un placer por fin conocerte en persona... a ambos.- saludó el príncipe consorte, antes de fundirse en un cálido abrazo con el Pooka y palmear la pierna del helado príncipe hechicero.

Bajo la capucha, el aludido sonrió de manera visible.

- ¡James! Emma nos ha contado tanto sobre ti. Gracias por todo. Y dale las gracias a ella también, y tal vez ¿Un abrazo de mi parte?

- De parte de ambos, compañero.- agregó el Pooka.

El príncipe sonrió como un desquiciado al vislumbrar la carroza que venía por el camino a espaldas de sus interlocutores.

- ¿Qué tal si le dan esos abrazos ustedes mismos?

Y al voltear y observar aquella misma carroza, Jackson se bajó del hombro del Pooka y por fin se retiró la capucha, regalándole a su padre el mismo aspecto que el muchacho tuviese desde antes de desaparecer.

¡No había envejecido ni un poco!

- ¿Emma?- preguntó el muchacho con sorpresa, justo antes de comenzar a correr y esquivar obstáculos a su paso con una facilidad pasmosa- ¡Emma!- volvió a repetir cuando la puerta de la carroza se abrió y la princesa, en avanzado estado de gravidez, bajó de ésta con ayuda de su dama de compañía.

Un segundo después, ambos hermanos se abrazaban e intercambiaban lágrimas, susurros, asentimientos y sonrisas; y con culpabilidad el rey se dio cuenta que casi no había sido testigo de aquello, no desde la muerte de su reina.

Y que el único responsable había sido él mismo.

Con el corazón pesado, encaminó su corcél hacia donde estaban sus dos herederos.

- Jackson... hijo.- susurró al llegar, y se estremeció al ver sobre sí mismo los ojos azul pálido brillantes del muchacho.

- Padre.- respondió éste muchacho... éste hombre, quien sin mucho problema le regaló una amplia sonrisa.

Y ante aquello, el rey ya no supo que más decir, bajando del caballo para cubrir con acciones su silencio.

Pero otros querían hablar.

El enorme hechicero que anteriormente se presentase como Nicholas Saint North avanzó a paso firme.

- Su majestad.- tomó éste la palabra- Creo que es momento de retomar la conversación que el general Pitchiner interrumpió.

Y el rey asintió, sabiendo que era lo único que podía hacer para resarcir su error.

El Pooka también se acercó, y Jack lo presentó con orgullo como 'su esposo', ante el jolgorio de los príncipes, hechiceros y criaturas presentes; la derrota del rey y la confusión del ejercito real.

Y para mayor causa de incredulidad, la princesa instó a su hermano a visitarla junto a la 'familia' al castillo, donde ella misma se aseguraría que tanto 'Aster' (el Pooka), como Keichi y Clover (¡¿Los hijos de ambos?!) fuesen siempre bien recibidos.

Y Jackson aceptó encantado, siempre y cuando luego de dar a luz, por supuesto, ella le devolviese también las visitas. James y el futuro bebé incluidos. Y tal vez, el padre de ambos.

- ¡Van a adorar la aldea, Emma! ¡Es maravillosa! Y el que los futuros reyes de Burgess la visiten sería la piedra fundamental para la tan esperada paz.

Solo escuchando aquello, el rey entendió que Jackson no planeaba volver; y que pedirle (mucho menos exigirle) de cualquier manera y bajo cualquier fundamento que lo hiciese, era tiempo perdido.

Y como si el destino buscase corroborar aquello, el capitán del ejército preguntó.

- P-pero... usted es el príncipe de Burgess, milord Jackson ¿No piensa volver?

Y el aludido, esbozando una sonrisa que podría señalarlo como la travesura personificada, respondió.

- ¿El príncipe? No mi amigo, te equivocas. Yo no soy ningún príncipe. Soy tan solo uno más de los aldeanos, un bromista, un esposo, un padre de familia y un hermano orgulloso. Pero por sobre todo... Yo soy el mensajero.


The End


Notas de la autora:

¡¡Uff!! Terminé este bebé... y la verdad creí que no lo lograba. Como dije en el capítulo anterior, llevaba con este fic terminado en mis hojas de borrador a mano desde hace mucho tiempo, pero nunca terminaba de pasarlo a la computadora. Pero lo logré, así que me siento más tranquila.

Con sinceridad espero que les haya gustado, aunque sea un poco.

A mí, como siempre, me encantó escribirlo. Y mi cabeza bulle con ideas para los últimos dos shots de este reto, sobretodo porque la Fusión del shot 7 me ha estado carcomiendo el cerebro por MESES.

Anyway, por si alguien quiere saberlo, el rey terminó siendo un abuelo bastante cariñoso, y no solo con los hijos de la princesa (tuvo mellizos, un niño y una niña; James se desmayó en cuanto le avisaron), sino también con los de nuestro amado mensajero. Y el pueblo entero de a pocos se abrió a la idea de que la larga guerra contra poseedores de magia y criaturas llegó a su fin, y aunque siempre va a haber algún inconforme por allí, en general todos están bastante felices.

Y Jack ama poder volver a su hogar de niñez, siendo capaz no solo de visitar lo que quiera, cuando quiera; sino de compartir dichos lugares con su familia. Ese fue definitivamente su 'Y vivieron felices para siempre'.

¡Muchas gracias amantes del Jackrabbit por leer!

Un beso felino para todos.

chibineko chan
(Miembro de la Orden Sirusiana)
(Alumna de la casa de Hufflepuff en Media Noche en la Torre de Astronomía)
(Miembro de la Mazmorra del Snarry)

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Campaña de NO AL PLAGIO

Digamos NO al plagio, este mensaje va dirigido al público, para que el trabajo de cada uno como autor sea tratado con el respeto que se merece. Recuerden que cada obra es como el bebé de cada uno de los que creamos dichas obras; y como tales amaremos y protegeremos esas obras dándole lo mejor de nosotros para que el resto del mundo pueda disfrutar con el resultado final. Por eso, si sabes de algún caso de plagio, denúncialo al autor del respectivo trabajo, ten por seguro que dicho autor te lo agradecerá. Gracias


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