Afrodita no podía dejar de mirar a la mortal después de aquel día que Eros la mostro a través de las nubes. La diosa observaba cada uno de sus movimientos junto a cada cosa que ella hacía, empezando a estudiarla para poder bajar a la tierra y hacer su tarea de conquistarla más fácil sin embargo a través de los días que pasaban se dio cuenta que la mortal cuando quería era persistente y terca dándole a entender que sería un hueso duro de roer sin embargo ella era la diosa del amor y la lujuria por lo tanto ningún mortal se resistiría a sus encantos.
Ella estaba tan metida en sus ensoñaciones que no se dio cuenta que alguien la miraba desde muy corta distancia.
-¿Qué haces Afrodita? ¿Acaso has encontrado a un humano al cual engañes y utilizar o ahora te importa lo que ellos hacen?
Aquella voz la conocía perfectamente la diosa del amor, después de todo la dueña era nada más que la reina del infierno (Perséfone) su rival de siglos y la única diosa capaz de alterarla.
Muchos siglos atrás la diosa del amor había confiado en Perséfone dejando bajo su cuidado al joven Adonis a quien la diosa le tenía mucha adoración y amor pero cuando esta fue a reclamarlo la reina del infierno no hiso más que negarse a devolverlo ganándose con esto el odio de Afrodita.
La diosa al ver que se aproximaba más a ella movió sus manos sobre las nubes para cambiar de escenario y no revelar la existencia de aquella joven a Perséfone sin embargo su rival observó su acción como si tratara de ocultar algo dejándola intrigada.
-No es de tu incumbencia lo que haga o deje de hacer además no es permitido tu entrada al olimpo porque tu lugar es en el infierno y no aquí Perséfone-contestó con voz de asco mientras miraba a la otra diosa
-Claro, mi entrada no es permitida y si estoy en el olimpo es por la llamada de Zeus pero al parecer a ningún dios le agrada mi presencia y ninguno seria capas de recibirme con los brazos abiertos ¿verdad? Y más si se trata de ti pero Afrodita tú sí que le diste una buena bienvenida con los brazos abiertos a Ares o mejor dicho con las piernas abiertas-se burló Perséfone
Los ojos de Afrodita destellaron odio puro hacia la reina del infierno quien le devolvió la misma mirada pero ambas fueron interrumpidas por Zeus.
-¡Dejen su odio a un lado!-exclamo el mayor de los dioses cansado de ver que cada vez que la reina del infierno se presentaba en el olimpo pasaba siempre lo mismo-te recuerdo Perséfone que te llame yo y no Afrodita por lo tanto con el único que tienes que hablar es conmigo-Zeus se volteó haciendo una señal con la cabeza a la reina para que la siguiera.
Perséfone siguió a Zeus pero antes de desaparecer miro a Afrodita con desprecio.
La diosa quedo de nuevo sola y con la visita al olimpo de su rival un pensamiento cruzó por su mente haciéndole recordar que tenía un tiempo límite para conquistar a la mortal antes de que Perséfone también supiera de la existencia de aquella chica.
Afrodita se tele transportó a la tierra con un chasquido de dedos y con el mismo acto cambió sus ropas antiguas por una de ese siglo, emprendió su caminata al interior de la universidad que estaba vacía porque aún era temprano, se dirigió a la dirección pero antes de entrar chasqueo de nuevo los dedos haciendo aparecer en sus manos algunos documentos y entro sin tocar la puerta.
El director que estaba sentado viendo algunos papeles alzo la mirada topándose con aquella hermosa mujer que se acercaba a su escritorio para sentarse en el asiento que estaba al frente de él.
-buenos días vine a dejar algunos papeles, soy nueva y e venido de intercambio de otra universidad pero eso lo vera en los papeles-se cruzó de piernas mientras hablaba viendo la reacción del director que no quitaba la mirada de sus piernas
-Bien señorita-dijo con nerviosismo aclarándose la garganta mientras trataba de leer los papeles- este es su horario de la facultad de derecho- se acomodó la corbata mientras con la otra mano le daba una hoja- si quiere le puedo acompañar a la facultad.
-no gracias sé dónde queda la facultad-contesto levantándose para luego salir de aquella oficina.
La diosa saco del bolsillo de su chaqueta y observo en el que su mortal estaba por el pasillo cerca de la facultad.
Ella corrió por el pasillo hasta divisar a la mortal y choco con ella apropósito haciéndole caer los cuadernos que la mortal llevaba en la mano.
-Ups lo siento, no me di cuenta-dijo con voz fingida de arrepentimiento mientras trataba de ayudar a recoger los cuadernos que cayeron al piso.
La diosa no recibió respuesta alguna solo veía que la chica al terminar se levantaba y ella también hiso lo mismo entregándole sus cuadernos lo cual la mortal los tomo de forma brusca de sus manos. Sus miradas se conectaron por unos segundos y la diosa sintió un cosquilleo que le recorrió todo el cuerpo.
La mortal dio media vuelta alejándose sin más, este acto hiso enojar a la diosa por sentirse ignorada.
-A lo mucho di gracias ¿no?- dijo la diosa parada en su lugar con voz irritada.
La mortal detuvo su caminar y sin voltear le contesto- A lo mucho tú debes ir con prudencia sin chocar a los demás tirando sus objetos, no te agradeceré nada porque tú fuiste la que venía con prisa-siguió su camino dejando con la palabra en la boca a la diosa.
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