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Medicina Experimental (Editado) por Izuspp

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El regalo perfecto

—Ya voy. — Dijo Pete, al escuchar que tocaban la puerta de su casa muy temprano en la mañana. Apenas se había despertado y corrió a abrir la puerta, ante los insistentes golpes.

—Buenos días Pete.

—Kai, buen día…

—Solo pasaba a despedirme. El verano acabó y es tiempo de que me marche a zonas más cálidas. — Explicó el moreno.

—Ya veo. ¡Que te vaya muy bien! Ha sido un placer conocerte y espero verte el próximo año. — Contestó Pete con una sonrisa sincera.

—Yo sé que mueres por volver a verme. Pero no te preocupes, el tiempo pasará rápidamente. – Bromeó – Ya sabes que no es cierto, pero lo que sí es verdad, es que realmente me agradó conocerte Pete; estoy muy feliz de que no me odies como todos por aquí. Agradezco mucho que me hayas dado una oportunidad. — Kai esbozó una hermosa sonrisa, de las que casi nunca mostraba, muy distinta de la lujuria que siempre reflejaba al sonreír.

—No es necesario agradecer. ¿Sabes? creo que, sí voy a resentir un poco el que no estés por aquí, todo será mucho más aburrido. — Admitió Pete, cayendo en cuenta que en verdad iba a extrañar al excéntrico Kai.

—Oh… No me esperaba que dijeras eso. Creo que ahora me iré más feliz de lo que estoy. Bien, nos veremos el año que viene, ¡mucha suerte con la granja!¡Yo sé que vas a lograr sacarla adelante! — Dicho esto, el moreno le ofreció su mano al granjero y los dos se dieron un apretón. Mas luego Kai llevó sus labios a la mano de Pete y la besó como si se tratase de una señorita; para luego salir de allí rápidamente, siempre sonriendo y despidiéndose alegremente, agitando su mano en el aire. Pete solo pudo reír, pensaba en que le había caído de maravilla ese tipo, a pesar de sus acciones pasadas.

—Ahora Gray estará muy triste y bastante solo…—Murmuró Pete para sí.

El otoño comenzó. Era la época favorita de Pete desde que vivía en la ciudad. No era tan frío como el invierno, pero tampoco cálido como el verano. Había productos de temporada que le encantaba consumir, como las manzanas, las uvas y las calabazas. Además, por lo que le habían dicho, en esa estación se llevaban a cabo varias celebraciones divertidas en el pueblo. De hecho, a pocos días de haber empezado la estación, Pete recibió una invitación por parte de Carter, el pastor. Le preguntó si deseaba formar parte del festival de la música, en donde podía tocar algún instrumento.

A Pete le pareció buena idea, aunque le comunicó a Carter que el único instrumento que sabía tocar era la ocarina. Para el pastor no fue problema alguno, ya que sí contaba con ese instrumento, así que Pete aceptó gustoso; pensando que le serviría para afianzar los lazos de amistad con los habitantes del pueblo. Pero, cuál fue su sorpresa, al llegar a las prácticas y darse cuenta de que únicamente las jovencitas del pueblo eran quienes participaban en el festival: Mary tocando el órgano, Ann y Elli con las flautas y Karen cantando con su melodiosa voz. El granjero no pudo evitar sentir que el pastor le jugó una broma, sin embargo, decidió que no retiraría su participación.

Practicaron por unos cuantos días las canciones que interpretarían en el festival, lo cual le ayudó a Pete a acercarse mucho más a las jóvenes del pueblo, e incluso a Carter. Karen en especial, fue una gran sorpresa para él, ya que únicamente conocía su lado temperamental y lo mucho que le gustaba beber; llegando inclusive a convencerlo de participar en una competencia de bebida junto a ella, y perdiendo irremediablemente, ante las burlas amistosas de los hombres que se reunían en la posada a beber por las noches. Pero con su participación en el festival musical, Pete pudo comprobar que también tenía un lado responsable y artístico, ya que su voz era maravillosa.

Llegado el día del festival, Pete se percató de que a ninguno de los asistentes le importó, el que fuese el único hombre que integraba el conjunto musical de ese día. Interpretaron sus canciones alegremente y a la perfección, ganándose los aplausos de los pueblerinos. Así que al final, resultó una experiencia muy placentera y divertida para Pete y no se arrepintió de haber participado, incluso prometiendo hacerlo el año próximo.


Un viento frío sopló mientras Pete se encontraba preparando el campo, para posteriormente sembrar las plantas correspondientes a la temporada. Esto le hizo darse cuenta de que ya había estado viviendo por medio año en ese lugar, y que no le había ido tan mal después de todo. Luego de atender a sus animales, el granjero caminó rumbo a la montaña. Quería ir a echar un vistazo a los árboles con sus copas teñidas en colores tierra, naranja y amarillo. Era algo simplemente hermoso, el otoño era su estación favorita después de todo.

Ya un poco arriba en la montaña, se percató de que habían brotado un tipo de bayas de algunas plantas, así como hongos que se veían exquisitos. Aunque era muy pronto para recolectarlos, pero pensaba en regresar en unos días y así tendría algunos ingredientes gratuitos para cocinar. Luego Pete se detuvo en el lago. Desde aquel día en el que el doctor se declaró, ese lugar iba a ser un sitio especial para él. Evocaba una y otra vez las palabras del mayor y sonreía entusiasmado, lo cual le hizo recordar que ya había pasado tiempo suficiente para poder ir a visitar de nuevo a su querido doctor Trent.

—Pero no puedo llegar con las manos vacías ¿cierto? ¿Qué sería bueno llevar? — El granjero no sabía demasiado acerca de los gustos del doctor; lo que hizo que se sintiera mal por unos instantes ya que aún tenía que recorrer mucho camino con él. Se percató de que realmente ninguno de los dos sabía mucho sobre el contrario y se preguntó por un instante, cómo era que los dos se habían enamorado. Pero restándole importancia a esos asuntos, bajó nuevamente a su granja, en donde aún no encontraba algo que pudiese llevar como presente, aunque fuera por cortesía.

Al no poder decidirse, Pete fue al supermercado, en donde Sasha se encontraba como de costumbre regañando al pobre Jeff, siendo apoyada por la hija de los dos. Tal vez el ser reprendido por ambas mujeres todo el tiempo, era la razón por la cual Jeff estaba a menudo en la clínica y en la iglesia. Al ver que el granjero entró, las dos mujeres se acercaron a él y lo saludaron amablemente; cambiando totalmente su expresión de hacía unos instantes. Pete compró una barra de chocolate y salió rápidamente de allí, declinando la invitación de las rubias a tomar el té con ellas.

Con barra de chocolate en mano, no muy seguro de que le fuera a gustar al doctor, pero al menos era mejor que no llevar nada; Pete entró a la clínica sintiéndose muy nervioso. Se dio cuenta en el último instante de que era la primera vez que veía al doctor, desde que los dos decidieron ser pareja.

—¡Hola! — Saludó una vocecita chillona, la cual provenía de un niño que se encontraba sentado en el sofá de la sala de espera.

—Hola, Stu ¿cierto? — Pete había visto al niño frecuentemente en distintos lugares del pueblo, pero nunca se había detenido a hablar con él por demasiado tiempo. En ocasiones también saludaba a Ellen su abuela, aunque tampoco había formado una amistad grande con ella. El niño era el hermano menor de Elli y la persona a la que ella más adoraba en la vida; según lo que la enfermera le había contado.

—¡Sí! ¿qué haces por aquí? ¿acaso estás enfermo? — Preguntó curioso el niño.

—Eh, no realmente. Solo pasaba a saludar al doctor

—Ya veo. Mi hermana me contó que está muy contenta porque el doctor tenía un nuevo amigo. Seguramente hablaba sobre ti.

—No lo sé, pero espero que sea así. — Pete le sonrió al niño.

—¿Sabes? Yo también estoy feliz de que seas amigo del Doctor Trent, él siempre se ve muy triste y solo…

—Entiendo…— Ya era la segunda vez que Pete escuchaba eso de un niño. En ese momento, pensó que tal vez, ellos tenían la capacidad de ver los sentimientos de las personas de una manera en que los adultos no podían.

—¿Sabías que pronto será su cumpleaños? — Agregó Stu. —Elli y yo estamos planeando darle un genial obsequio. ¡Así ya no se sentirá triste!

—¿Su cumpleaños? ¿cuándo es? — El granjero se alteró al escuchar esa nueva información. Tenía que hacer algo para el cumpleaños del doctor también, y no podía ser cualquier cosa. Pero más que todo, le había tomado por sorpresa y también se frustró un poco; al darse cuenta de que no sabía siquiera cuando era el cumpleaños de la persona que amaba.

—Será el día diecinueve de este mes

—Tendré que comprarle un bonito obsequio también. Stu, toma te regalo esto en agradecimiento por haberme avisado sobre el cumpleaños del doctor. — El mayor sacó la barra de chocolate de su bolsillo y se la entregó al niño; pensaba en que era bueno agradecerle por el valioso dato que acababa de proporcionarle.

—¡Gracias Pete! — Agradeció Stu, mostrando un rostro iluminado en alegría.

—Bueno, es mejor que me vaya, ya visitaré al doctor otro día.

—Cuídate Pete, y ven a jugar un día a mi casa ¿sí?

—Prometo que lo haré pronto. — Dicho esto, el granjero salió de la clínica sin haber visto a su pareja. En ese momento era más importante pensar en su regalo. Tenía pocos días para planear algo excepcional.

—¿Qué haré? En realidad, no tengo ni idea de lo que le gusta al doctor, salvo por la leche. Pero una simple botella de leche no es suficiente para obsequiarle en su cumpleaños. — Hablaba para sí mismo, mientras caminaba por el pueblo.

—Es que ni siquiera le he regalado nunca nada a un hombre. Aunque por otro lado, yo soy un hombre, si fuera yo ¿qué me gustaría que me dieran como obsequio? — El granjero comenzó a pensar en algo que le gustaría, pero se frustró mucho más al darse cuenta, de que él mismo era una persona sumamente aburrida y mediocre; al no tener gustos muy marcados por algo en especial.

Pete pensó en que un libro podía ser una buena opción, pero luego se dio cuenta de que no tenía la menor idea de qué tipo de libros le gustaban al doctor. Entonces se le ocurrió ir preguntando por allí a las personas que se encontraba. Joyería, flores, licor, comida, y muchas otras cosas más; fueron las respuestas que recibió, pero ninguna terminaba de convencerlo. Pensaba en que era realmente difícil pensar en algo adecuado, si no sabía que le gustaba; pero tampoco podía ir y preguntarle directamente.

Al día siguiente, Pete continuaba con el mismo dilema, pero decidió preocuparse por su granja de momento; por lo que fue nuevamente al supermercado para adquirir las semillas de la temporada. Muy contento regresó a su granja con paquetes de semillas de berenjena, camote y zanahoria. Como ya había preparado el campo previamente solamente ocupó el resto del día sembrando y regando. Estaba realmente satisfecho porque al fin había aprendido a sembrar de la manera correcta, y a cuidar las plantas. Esperaba que esta vez, no tuviera que pedirles ayuda a sus amigos, los duendes de la cosecha.

Por otro lado, su vaca estaba feliz y saludable. A Pete le encantaba cepillarla y acariciarla, esperanzado en que uno de esos días sería capaz de ordeñarla. Precisamente se encontraba en el establo cuando escuchó que tocaban a la puerta, por lo que salió a ver de quien se trataba.

—¡Hola Pete!

—Oh, hola señor Barley, ¿cómo está? — Saludó Pete cortésmente al anciano, quien había llegado a visitarlo a su granja.

—Estoy muy bien gracias. Pete, quería pedirte un gran favor, espero que no te importe.

—¡Claro! Lo que sea si es algo que pueda hacer.

—Ven conmigo. — El anciano caminó hacia la salida de la granja y Pete lo siguió, para encontrar que amarrado a la cerca, había un hermoso caballo color castaño, con la crin un poco más oscura que el resto de su pelaje. –Pete, este caballo desde hace unos días no quiere comer y se le nota muy triste, además de que no me hace caso alguno. Pensé en que, un cambio de ambiente y de dueño le ayudará. ¿Podrías cuidarlo por mí durante un tiempo? — Preguntó el anciano.

—¡¿Cuidarlo?! ¿Yo?

—¡Por supuesto! Es muy sencillo Pete: solo tienes que darle heno, sacarlo de vez en cuando, y cepillarlo diariamente. Además, si quieres podrás usarlo para transportarte, y también si te haces bueno cabalgando, podrías participar en las carreras que se llevan a cabo al final de la estación. ¡Son muy divertidas! — Explicó Barley, tratando de convencer al granjero.

—No estoy muy seguro señor…

—También te pagaré, no pretendo que lo cuides gratuitamente. ¿Aceptas? Nos harías un enorme favor. — Insistió el anciano.

—¡De acuerdo, cuidaré de él! — Aceptó Pete, no muy convencido de que fuera una buena decisión.

—¡Excelente! Por cierto, este caballo no tiene nombre, así que también te pediré que le des uno.

—¿Un nombre? ¿Cuál será bueno? — A Pete se le daba pésimo eso de poner nombres, por esa razón ninguno de los animales que tenía habían sido nombrados. —Se llamará: Otoño. — Dijo el granjero, nombrándolo según la estación en la que se encontraban, puesto que fue la primera palabra que se le vino a la mente al ver a su alrededor.

—Otoño será. — Aceptó el anciano con una sonrisa complacida. —Muchísimas gracias Pete, lo dejaré en el establo, ¡espero que los dos se lleven muy bien! — Barley llevó al equino hasta el establo y lo dejó allí, para luego despedirse de Pete no sin antes repetirle las instrucciones de cuido del animal. El granjero aún no estaba contento con la idea, pero no podía hacer nada, ya había aceptado. Luego de que el anciano se fue, Pete entró al establo del caballo y comenzó a cepillarlo. Para su fortuna, el animal reaccionó positivamente a las caricias del cepillo.

—Creo, que nos vamos a llevar bien después de todo. — Sonrió el granjero.


Poco a poco la granja de Pete iba creciendo y estabilizándose. Decidió ir a visitar a los enanitos y a contarles todo lo que había ocurrido. Los hombrecitos lo felicitaron y le dieron algunos otros consejos para cuidar de sus animales y plantas; y también le recordaron que podía pedirles ayuda cuando lo necesitara.

Pete se despidió de los hombrecitos, estaba tan contento, que decidió comenzar a practicar como cabalgar. Al principio estuvo muy temeroso, incluso tuvo que ir nuevamente con Barley, para que le enseñara como se hacía. El anciano le proporcionó una silla de montar, al ver que Pete muy ignorante, intentaba cabalgar sin silla.

En total habían pasado ocho días desde que Pete decidió aprender a cabalgar, y ya lo hacía bastante bien, por suerte "Otoño" era un caballo bastante dócil y no le costó demasiado aprender a montarlo. Pero entre eso, el cuido de las plantas y de los animales; el cumpleaños del doctor había quedado en el completo olvido.

Ese día estando en el establo con su vaca, Pete comenzó a cepillarla y notó que sus ubres estaban bastante hinchadas. Al tirar de una un chorro de blanca y tibia leche salió de la misma. Los ojos de Pete se iluminaron y corrió a buscar una cubeta y un banquillo; se sentó y comenzó a ordeñar su vaca por primera vez. También se había preparado con Barley para este momento, y había practicado unas cuantas veces con las vacas del anciano.

Finalmente abrazando a su vaca, no podía evitar sonreír estúpidamente al imaginarse lo que el doctor diría cuando él le regalara la primera leche de su vaca.

—¡El doctor! — cayó en cuenta. —¡No puede ser! Me ocupé tanto que olvidé completamente su cumpleaños y es mañana. Ya no tengo tiempo para buscar un regalo. Supongo que al menos este año tendrá que conformarse únicamente con esta leche. — Se resignó, al aceptar que para él iba a ser imposible encontrar un regalo a tiempo. Decepcionado de sí mismo, al haber sido tan descuidado de olvidar algo tan importante; Pete corrió a guardar la leche recién ordeñada en su refrigerador. Ya se la llevaría al doctor día siguiente.

Decidió en cambio, continuar con su práctica cabalgando a su nuevo caballo. Pero para su desgracia, se encontraba bastante distraído por lo que recién había pasado y al intentar que el caballo fuera a más velocidad, este corrió muy rápido y frenó de golpe; por lo que Pete no pudo sostenerse y cayó al suelo a algunos metros de distancia del animal.

Desafortunadamente, Pete aterrizó sobre su propio brazo, lo cual le causó un enorme dolor. Tendría que hacerle una visita al doctor en ese mismo momento. Pensaba que era lo peor que podía pasarle, pero no tuvo elección y con su brazo siendo taladrado por un agudo dolor, salió camino a la clínica.

—¡Hola Pete! — Saludó la enfermera al verlo entrar –¡Por la Diosa! ¿qué te ocurrió? — Preguntó alarmada, al ver que el hombre entró con una cara que mostraba cuanto dolor sentía en ese momento, y también venía aferrado su brazo con la otra mano. —¡Doctor venga rápido!

—¿Qué ocurre Elli? ¿Por qué los gritos? — El doctor salió de su consultorio, con su rostro serio como siempre; pero su expresión cambió a sorpresa, al ver a Pete en aquellas condiciones. —¿Qué ocurrió Pete? — Interrogó también, mostrando gran preocupación.

—Estoy aprendiendo a cabalgar y durante la práctica de hoy, me caí y aterricé sobre mi brazo. — Explicó Pete un tanto avergonzado. –Pero no creo que sea algo serio, no me duele tanto. — Mintió, aunque en realidad estaba a punto de llorar del dolor que sentía.

—¡Eso lo decidiré yo! — Exclamó Trent, con un deje de molestia en su tono de voz. Tomó a Pete del brazo sano y le arrastró hacia su consultorio. El doctor cerró las cortinas tras de sí, ante los ojos de una confusa Elli; quien en mucho tiempo, no había visto al doctor expresar tanta preocupación.

Luego de revisar el brazo de Pete meticulosamente, le aplicó un ungüento y le dio a beber una medicina para el dolor, finalmente vendó su brazo también.

—Tienes suerte de que haya sido solo un golpe. No sé qué sería de ti si te fracturaras un brazo ahora que tienes tanto trabajo. — Le reprendió un poco.

—Sería mi ruina. — Pete rio nerviosamente. —Muchas gracias por atenderme doctor.

—Pete, cuídate por favor. No sé qué haría yo si tú sufrieras un accidente grave. — El hombre cambió su tono serio, por uno más apacible y preocupado; al igual que la expresión de su rostro, lo cual hizo que Pete se sonrojara.

—Prometo que me cuidaré lo mejor que pueda.

—Pete, ¿por qué no habías venido a verme? — Preguntó el doctor, acercándose poco a poco al rostro de Pete. —Pensé que te había dicho que esperases un par de semanas, pero ha pasado más de un mes.

—¡Lo siento! He estado realmente ocupado, tenía muchas ganas de venir a visitarlo, pero no me fue posible ¡En verdad lo siento! — Se disculpaba una y otra vez. Sintiéndose culpable al mentirle y no aceptar que en realidad, se había olvidado totalmente de él, por estar concentrado en su caballo y su granja.

—Entiendo. En ese caso no tienes que disculparte, pero realmente te extrañé. — Ante estas palabras, Pete se sonrojó aún más, y la cercanía del rostro del contrario no ayudaba de mucho.

—Yo, también lo extra…— al granjero no le dio tiempo de terminar la frase, ya que sus labios fueron tomados por los del doctor en un fogoso beso; que demostraba cuán ciertas eran las palabras que el hombre acababa de pronunciar. Realmente parecía que había estado esperando por mucho tiempo por besar a Pete, ya que movía sus labios y lengua de una manera casi salvaje, muy contrario a su calma personalidad.

—Te quiero Pete, no sabes cuánto. —Susurró a sus oídos al separarse.

—Yo, también. Pero doctor, no debió hacer eso; Elli pudo habernos visto. — Le reprendió suavemente, sin llegar a mirar directamente al rostro del doctor.

—Elli sabe que no debe entrar cuando cierro las cortinas, así que estamos seguros. No tienes por qué preocuparte. — Trent le sonrió amablemente, cosa que hizo a Pete sorprenderse un poco.

—Espero que así sea, realmente no me gustaría que alguien llegase a vernos.

—Pete, mañana…

—¡Lo sé! ¡lo sé! — Interrumpió el granjero.

—¿A qué te refieres?

—Sé que mañana es su cumpleaños. Confieso que no encontré nada que pudiese regalarle. ¡Disculpe! Prometo que lo compensaré el año próximo.

El doctor no pudo resistir el impulso y abrazó a Pete fuertemente, mientras sonreía abiertamente. Más de lo que jamás le había sonreído ni a Pete, ni a ninguna otra persona jamás.

—Pete, ¡eres tan ingenuo!

—¿Por qué lo dice?

—No necesitas regalarme nada, el hecho de tenerte conmigo es más que suficiente. Aunque no voy a negar que me hubiera gustado verte mucho antes. — Dijo el doctor, de una manera bastante dulce para ser él, y sin dejar de abrazar al granjero.

—Pero, yo quería darle algo, de verdad. Significa mucho para mí, aunque me vi en aprietos y me di cuenta de que realmente no sé mucho sobre usted. — Confesó cabizbajo.

—Tienes razón, pero con el tiempo nos iremos conociendo mejor. Por ahora, y si me dejas terminar quisiera hacerte una invitación.

—¿Una invitación?

—Verás, tengo un colega en el pueblo siguiente, al que voy a visitar de vez en cuando para compartir descubrimientos médicos. ¿Te gustaría acompañarme esta vez? Partiré mañana.

—¿Lo dice en serio? ¡Me encantaría! — Casi gritó. –Pero mi granja…

—Es cierto, no tomé en cuenta a tus animales y plantas…— Se notaba la decepción en el rostro del doctor, quien se reprendía internamente, al no haber pensado en algo tan obvio.

—¡Puedo pedir ayuda! —Se apresuró a decir Pete. — ¡Por favor, déjeme acompañarlo! — Por suerte, recordó que sus amigos los duendes, podrían ayudarlo los días que se fuese de viaje. Casi se pone eufórico de la alegría de saber que podría compartir con el doctor, en un pueblo en el que nadie lo conocía.

—¡Está decidido entonces! Por favor trata de estar listo mañana temprano, tomaremos tu herida de hoy como excusa y diremos que vamos a ver al Doctor Hardy, quien sabe mucho más sobre cómo tratar fracturas. — Trent le guiñó un ojo a Pete y este le sonrió divertido.

—¡Gracias por permitirme ir con usted! Le prometo que estaré listo muy temprano.

—Entonces vete ya Pete. Solo, una última cosa…

—¿Sí?

—Te dije que dejaras de llamarme doctor.

—Eso, es algo muy difícil de hacer doctor. — Dicho esto, fue Pete el que se atrevió a darle un beso fugaz para luego salir de allí como alma que lleva el diablo. Trent quedó estupefacto, mirando como el granjero abandonaba el lugar.

"¡Iré de viaje con el doctor! ¡Qué felicidad!"

Continuará…

Notas finales:

Cuando escribí el fic originalmente, pensé en que si está basado tanto en HM Friends of Mineral Town y HM Back to Nature, ¿por qué no incluir un HM más?
Así que me pareció buena idea el que Pete y el Doc tuvieran un poco más de privacidad yendo a Forget-Me-Not Valley, el pueblo en el que se desarrolla la historia de HM Ds y Ds cute.


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