Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Medicina Experimental (Editado) por Izuspp

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Este es uno de mis capítulos favoritos. El festival de juegos artificiales es uno de los festivales románticos del juego, así que es la oportunidad perfecta para Pete ¿o no?


¡Espero que les guste!

Cada día que pasaba, Pete se alegraba más de la decisión que había tomado al mudarse a ese pueblecito, puesto que ahora todo le comenzaba a ir de maravilla. Claro estaba, todo con trabajo duro y mucho estudio. Al cabo de un tiempo Pete al fin consiguió cosechar sus primeras verduras y de ese modo pudo ganar mucho más dinero.

El granjero se había dedicado a buscar hierbas en las montañas durante todo el tiempo libre que le quedaba, para poder venderlas. Su motivación era el poder comprar la dichosa vaca que le daría acceso al doctor. Pete ya se había hecho a la idea del amor que comenzaba a sentir por ese hombre, y es que ya había alcanzado al nivel de amor, no era una simple atracción; estaba seguro de ello.

Luego del festival de la vaca, Pete pasaba como en las nubes pensando en el doctor y eso era lo que le daba energías para continuar trabajando duro. También iba mucho a la biblioteca, al principio quería evitar ir, para no encontrarse con Gray, pero al parecer el pelirrojo había pensado en lo mismo, ya que no se había mostrado por allí. De modo que Pete podía continuar tranquilamente con sus estudios.

Uno de tantos miércoles de investigación, el granjero tuvo la suerte de encontrar al doctor en la biblioteca; quien se encontraba leyendo para sus investigaciones. El médico le comentó que estaba trabajando en una nueva medicina y que cuando estuviera lista le pediría que le ayudara a probarla. Por alguna razón a ese hombre ya le había gustado tomar a Pete como su sujeto de experimentos, pero eso no le molestaba en lo absoluto. Muy al contrario, le alegraba que lo tomara en cuenta y de ese modo poder ayudar tanto al doctor, como al pueblo y  de paso, podría pasar mucho más tiempo a su lado.

—¡Déjelo todo en mis manos doctor! No importa que tanto me enferme por su medicina, ¡todo sea por el pueblo! — Se le escapó decir tontamente al granjero, quien cubrió su boca de inmediato y volteó a ver al contrario, bastante temeroso de haberlo hecho enfadar con su comentario.

—En todo caso, si llegaras a enfermarte de nuevo por mi medicina…—comenzó a decir el doctor, acercándose lo suficiente como para susurrar al oído de Pete – me encargaré de cuidarte…

Pete quien estaba ya temblando un poco de nervios, no se explicaba el por qué había tenido que decirle eso al oído, de esa manera tan sugerente. Tampoco entendía el porqué de la extraña actitud del doctor. Llegó a pensar incluso que el hombre estaba burlándose de él.

—Entiendo. Solo déjeme saber cuándo esté lista la medicina y allí estaré, de momento lo dejo con sus estudios. ¡Lo veré luego! — Se despidió y salió rápidamente de allí, sintiendo que iba a explotar.

—¡¿Qué demonios le pasa a ese hombre?! Me pregunto si a todo el mundo le habla de esa manera, siendo tan serio como lo es… No entiendo por qué hace esas cosas, es como si supiera que estoy enamo…— Pete dejó de hablar en voz alta, solo al darse cuenta de lo que estaba a punto de decir.

Pete pensó en que debía hacer otras cosas aparte de trabajar y estudiar; para distraerse de todo eso. A pesar de que su meta más próxima era comprar una vaca, precisamente porque se dio cuenta de los gustos del doctor; aún creía que todo ese asunto era un disparate. Enamorarse de alguien de su mismo sexo en ese pueblecillo, y no de cualquier persona si no de alguien tan importante como el único doctor del lugar; era simplemente una locura que debía tratar de olvidar.

En ese momento, el granjero decidió ir a visitar a sus amigos los duendes de la cosecha. Además de no haberles agradecido en tanto tiempo por la ayuda brindada, pensaba que era buena idea hacer amistad con ellos. Si lo pensaba bien ni en ese pueblo ni en ningún otro lugar, tenía amigos con quien hablar de sus problemas. Tal vez si lograba obtener la confianza de los hombrecitos, y al ser ellos seres tan antiguos y sabios; pudieren aconsejarle sobre la mejor manera de actuar. Además, ellos no lo juzgarían, puesto que no eran humanos con prejuicios.

Pensó en que la mejor manera de agradecerles, sería llevarles obsequios ¿Pero qué les gusta a los enanitos? se preguntaba. Se planteó el llevarles algún objeto del color que representaba cada uno, aunque inmediatamente descartó la idea creyendo que era una tontería. Por un momento intentó recordar su primer encuentro con ellos, tratando de encontrar el mejor presente para los hombrecitos. Por más que se esforzó lo único que pudo recordar fue el diminuto juego de té estilo inglés que se encontraba en la mesita de la casa de los duendes. Entonces miró la hora y se dio cuenta que muy pronto sería la hora del té, de manera que apostando a su suerte se dirigió a la posada de Doug.

Ignorando los reclamos de Ann por no haberla visitado en tanto tiempo, Pete le pidió a Doug que le vendiera un pastel de fresas. Lo llevaría a la casa de los enanitos para que acompañaran su té. Esperando que fuera el presente adecuado, Pete salió corriendo del lugar hasta llegar a su destino.

—¡Hola! Con su permiso. — Dijo al entrar a la pequeña morada.

—¡Pete! ¡Bienvenido! — Exclamaron siete vocecitas.

—Lamento venir hasta ahora amigos, pero he estado muy ocupado desde que ustedes me ayudaron. Decidí estudiar un poco, para saber cómo cuidar las plantas que ustedes revivieron por mí. ¡Al fin he cosechado mis primeras verduras! — Les comunicó.

Los enanitos lo escuchaban con rostros sonrientes, aun así Pete se sentía bastante incómodo —Ahora que tengo un poco de tiempo libre, quise venir a agradecerles como es debido, les traje este pastel. ¡Espero que les guste! — Estaba un poco nervioso de la reacción que ellos pudieran tener, ahora que lo pensaba, ni siquiera sabía si los duendes comían, o si comían pastel.

—¡Pastel! — Exclamaron los hombrecitos, tomando la caja que Pete les ofrecía y poniéndola sobre la mesa.

—Llegaste a la hora indicada, estábamos a punto de tomar el té y ¡el pastel nos queda de maravilla! — Dijo Chef, con una amplia sonrisa en su rostro.

Pete se sentía aliviado de haber acertado con su obsequio. Los duendes lo invitaron a tomar el té con ellos y Pete aceptó gustoso; llegando a tomarles más y más confianza a medida que pasaba el rato en aquella casita. La noche cayó y Pete se despidió de sus amigos, prometiéndoles que iría más seguido, teniendo esperanza en poder mantener su promesa, ya que era una que les hacía a muchos últimamente y que terminaba sin cumplir. Ahora que lo pensaba, había mucha gente a la que tenía que visitar más seguido. Siquiera terminaba de conocer a todos en el lugar, a pesar de tener ya casi medio año de vivir allí.

—Ser un adicto al trabajo no es bueno…— se decía decepcionado. Caminó hasta su casa, pero al pasar por la granja avícola, pudo oír unas voces conocidas así que decidió averiguar de qué se trataba el alboroto:

—¿Pero por qué? ¿Irás con alguien más? ¿Con quién?

—Eso no es de tu incumbencia Popuri. Lo siento, pero este año definitivamente tengo algo más importante que hacer.

—¿Qué puede ser más importante que ir conmigo al festival de la playa, Kai?

—Tengo mis propios asuntos. Por favor entiéndelo Popuri, todos los años voy contigo y no es como si estuviéramos saliendo juntos o algo parecido.

—¡Eres un estúpido Kai! ¡Te odio! — La jovencita entró corriendo a su casa, y el moreno salió de la granja avícola, encontrándose directamente con Pete en el camino; quien no acató a salir de allí a tiempo.

—¿Pete?

"¡Demonios! Todo me pasa por meterme en donde no me llaman."

—¿Qué haces aquí Pete? ¿No me digas que viste todo lo que pasó? – Por primera vez, Pete vio a Kai expresando algo que no supo identificar si era preocupación, incomodidad, vergüenza; o las tres juntas.

—Me dirigía a mi granja, no pude evitar pasar por aquí y escuchar.

—Ya veo. No creas que soy tan mala persona al hacerla llorar, es solo que siempre ha sido muy apegada a mí y su hermano…—Kai hizo una pausa, pensando en lo que iba a decir. —no es que seamos los mejores amigos. Así que prefiero alejarme un poco de ella por ahora.

—No tienes que explicarme nada Kai, tus razones tendrás. Es solo que, se nota que ella está muy enamorada de ti, aunque tampoco quiero inmiscuirme.  — Pete ni se terminaba de enterar del por qué continuaba allí hablando con el moreno, de un tema tan incómodo y totalmente fuera de su incumbencia.

—Por cierto Pete, mañana será el festival en la playa. No sé si lo sabías, pero todos los años en esta fecha, el herrero se encarga de proveernos con los más hermosos fuegos artificiales que puedas encontrar. Te lo digo yo que he viajado mucho ¡Los fuegos artificiales del viejo son los mejores! — En ese momento, Kai rio enérgicamente, recuperando su ánimo acostumbrado.

—Sí, ya me habían contado sobre eso. — Con tantas distracciones que había tenido, el granjero ni siquiera recordaba la fecha del festival.

—El tema es que, me gustaría que me acompañaras durante el festival. Tengo algunas cosas que quisiera hablar contigo y pienso que el festival es un momento adecuado para hacerlo.

—¡Oh! Bueno, yo…— Pete recordó que el doctor le había dicho que lo vería durante el festival, pero sabía que no podría hablar con él si se encontraba con Kai todo el tiempo.

—¡Vamos! Acepta. De todas formas, no creo que te guste estar solo en un evento para parejas. — Intentó convencerlo.

—¿Para parejas? —Pete comprendió inmediatamente, el por qué Kai le había dicho a Popuri que no estaban saliendo juntos. Pero ¿por qué le pedía acompañarlo a él? se preguntaba.

—No te pongas pálido. No te estoy pidiendo que seas mi pareja ni nada por el estilo. Es solo que como te dije, quiero alejarme un poco de ella y sé que tú estarás solo durante el festival.

—Entiendo…—Ahora Pete se sentía un poco triste, el doctor le dijo que lo vería allí, pero no le dijo que el evento era para parejas. De seguro él iría con Elli. —De acuerdo, nos veremos allá Kai— Se resignó. Entre estar con Kai y estar solo, observando al hombre de quien estaba enamorado, disfrutando junto a la enfermera; definitivamente prefería lo primero.

—¡Excelente! Entonces te veo mañana, que pases una bonita noche granjerito. — El moreno le guiñó un ojo y se acercó, hasta lograr lamer el lóbulo de la oreja de Pete, quien se puso rojo al instante y quedó petrificado sin poder reclamar nada.

—Pero ¿qué le pasa? ¡Eso no es una despedida normal! — Se quejaba solo. Entonces recordó lo que el doctor había hecho en la tarde, el susurrarle al oído, y cayó en cuenta de que era algo totalmente distinto a lo que Kai acababa de hacer. —Ya veo…

Pete llegó a su casa y se acostó deseando que el festival no llegara. Para su mala suerte, esa noche y el día siguiente pasaron volando. Cuando se dio cuenta, ya era la hora de ir al dichoso festejo. El granjero se vistió con una sencilla camisa blanca de botones al frente y manga corta; usando también unos pantalones holgados igual de simples. Hacía calor y pensaba que su ropa de trabajo no era ni la adecuada, ni lo más cómodo que podía llevar allí.

Con algo de temor, bajó por las gradas de piedra que daban a la playa. Ya estaba oscuro, pero el lugar estaba adornado con unas pocas antorchas, que daban la luz suficiente para caminar sin tropezar. Por toda la playa ya se veían las personas que habían llegado a ver el espectáculo, Pete pudo comprobar que eran parejas, más que todo personas ya casadas, y algunos jóvenes que él nunca había visto. Probablemente venían de otros pueblos cercanos; ya que como Kai le había explicado, el evento era uno de los mejores que se podían encontrar.

Pudo ver a Rick y Karen en un lado de la playa, lo cual le sorprendió y le causó un poco de risa. Por otro divisó a Ann acompañada de Cliff. Supuso que debía de haber sido un trabajo duro el convencerlo de asistir; además Cliff no se veía nada cómodo en el lugar. Mary se encontraba sola a la orilla de la playa y moviendo su vista mar adentro, Pete pudo comprobar que se encontraban Saibara y Gray. Estaban haciendo los preparativos sobre una plataforma que habían instalado. Probablemente Mary había invitado a Gray a estar con ella y estaba esperando a que acabaran su trabajo.

¿Pero que les pasaba a los hombres de ese lugar? Todos se la pasaban rechazando o haciéndose rogar de las pobres señoritas. ¿Qué acaso no eran hombres de verdad? Se preguntaba Pete, claro que de inmediato pensó en que no tenía derecho a decir eso en su condición.

—¡Pete! ¡Por aquí, por aquí! — Los pensamientos del granjero fueron interrumpidos por los gritos de Kai, quien se encontraba subido sobre el techo de su restaurante y haciéndole señales a Pete de que también subiera. El granjero algo temeroso, subió por una escalera que había a un lado del restaurante y llegó al techo. Saludó a Kai de lejos, pero tuvo que resignarse a sentarse a su lado, sobre una toalla que Kai tenía ya dispuesta para ambos.

—Es más divertido ver los fuegos artificiales desde acá. — Dijo el moreno con una sonrisa.

—Gracias por invitarme Kai. Pero ¿qué era eso tan importante de lo que querías hablarme? — Preguntó Pete queriendo ir al grano.

—¡Vaya que eres impaciente! Pero bien, te lo diré ya que el espectáculo aún no va a comenzar. Verás, en primer lugar, el otro día con Gray…

—¡No tienes que darme explicaciones sobre eso Kai!

—Pete, creo que con el beso que te di el otro día fue más que suficiente para que entendieras cómo soy. Pero quiero que no pienses mal sobre Gray por favor, yo prácticamente lo obligué a seguirme el juego, así que no creas que él es como yo. — Pete nunca pensó llegar a ver a Kai hablando tan seriamente.

"No estaba pensando nada malo de él en primer lugar, sé perfectamente que eres un pervertido que enredó al pobre de Gray, quien es tan tímido que no pudo defenderse de tus garras" Pensaba Pete, para sus adentros. "Pero tampoco me imaginé que te preocuparías tanto por él." Se admitió sorprendido.

—Ahora, con respecto a mí; tampoco me creas tan mala persona por favor. El resto de los hombres del pueblo me detestan por ser quien soy. Por ser más liberal y vivir mi vida sin restricciones tontas, pero no le hago daño a nadie siendo así. — Continuó el moreno, hablando igual de serio que antes.

—¿Por qué me dices todo esto?

—¿Quién sabe? Tal vez por el hecho de que seas nuevo en el pueblo y probablemente esos hombres ya te habrán llenado la cabeza con ideas malas sobre mí; que terminaste de comprobar con mis acciones pasadas. Solo quiero que no me odies como ellos Pete.

—No te odio Kai, a pesar de las cosas que me has hecho. Aunque sí me asustas un poco. —Admitió. Ante esas palabras, Kai sonrió; pero era una sonrisa distinta a la que había mostrado siempre. Esta se veía sincera y amable, no pícara o lasciva como en otras ocasiones.

—¡Me alegro de que me digas eso! Pete, yo solo quiero vivir mi vida plenamente. Con muchas aventuras y diversión; antes de tener que establecerme y vivir como una persona normal. — De nuevo esa seriedad tan rara volvió a él. —Probablemente en un futuro tenga que casarme con Popuri. Ella es una buena chica, dulce, linda y amable; quien además me conoce como nadie y me acepta como soy. No puedo pedir a otra persona para que esté conmigo el resto de mi vida. Pero antes de que eso ocurra, tengo que disfrutar tantas experiencias como pueda.

—Lo dices como si casarse fuera una obligación, o como si fuera el fin de la vida.

—Al contrario Pete, llega el momento en la vida de todo hombre, en el que tiene que tomar responsabilidades. El día que yo me case, por el bien de mi esposa, mi familia y el mío; dejaré de hacer locuras tontas. Pienso dedicarme de lleno a ser feliz con ellos. Será una felicidad distinta y cuando ese día llegue, quiero asegurarme de no tener nada de lo cual arrepentirme. De haber pasado por muchas experiencias, y eso lo puedo realizar ahora, que soy joven y sin compromisos.

Mientras más hablaba Kai, más sentido le encontraba Pete a sus palabras y acciones. Tal vez Kai era más maduro que él, tal vez ese errante joven tenía toda la razón. Mientras la mayoría de las personas se restringían de todo, él solo cumplía sus deseos; experimentaba y gozaba la vida. Tal vez, él mismo debería comenzar a ser un poco como Kai, reflexionó.

—Es muy extraño pero, siento que tienes razón en todo lo que dices. — Admitió Pete una vez más. —Aunque eso no justifica que me hayas besado sin mi permiso, o que hubieras obligado a Gray a hacer quien sabe qué cosas. — Sentenció.

—¡Vamos Pete! Se nota a leguas que los dos necesitan algo de acción. ¡No me lo niegues! — El moreno regresó a su humor de siempre. Mientras que Pete ya se había sonrojado de la vergüenza causada por el comentario de Kai. Justo cuando estaba a punto de refutarle, se escuchó la primera explosión.

—Mira Pete, ¡ya está comenzando! — Exclamó Kai.

Los dos jóvenes continuaron el resto de la celebración bastante animados. Ahora que Kai había hablado sinceramente con él, y que Pete lo entendía un poco más; no se sentía incómodo al estar con él. De hecho, se la pasó muy bien; Kai incluso había preparado algunos bocadillos para compartir, que por cierto a Pete le parecieron exquisitos. El granjero pasó una velada muy divertida, los fuegos artificiales con sus brillantes colores y extrañas formas, fueron perfectos. Un espectáculo digno de admirar. Sentía que nada podía salir mal esa noche, pero estaba bastante equivocado.

Kai y Pete bajaron del techo un poco después de que la celebración hubo acabado, dando un poco de tiempo para que las personas regresaran a sus casas. Más que todo por aviso de Kai, quien sugirió que era mejor que no lo vieran estando con él, precisamente en esa celebración; así no se harían ideas equivocadas. Después de todo, él se iría pronto, pero Pete tendría que vivir allí por siempre, y no le convenía tener al pueblo en su contra.

El granjero se despidió de Kai regalándole su mejor sonrisa, y prometiéndole que lo que hablaron quedaría entre los dos solamente. Pete se dirigió a las escaleras de piedra para salir de la playa e ir a su casa. La playa estaba ya completamente vacía, salvo por una silueta que pudo divisar un poco más adelante; era una persona que se encontraba sentada sobre dichas gradas.

—¿Doctor? — Dijo Pete muy sorprendido, al acercarse y darse cuenta de quien se trataba. —Me alegro de haber podido verlo hoy. Pero dígame: ¿qué hace aquí aún? El festival terminó hace rato y todos ya regresaron a su casa Y Elli, ¿dónde está? — Interrogó.

—Elli no vino hoy…— Contestó tajante el doctor. Se puso de pie y se acercó un poco más a Pete. El granjero se maravilló ante lo apuesto que lucía el doctor esa noche:  llevaba una camisa color negro con botones al frente similar a la propia, solo que la llevaba desabotonada dejando ver parte de su pecho. Haciéndole juego, portaba unos jeans bastante pegados, que se le veían muy bien para la opinión de Pete; máxime que jamás lo había visto vestido de una manera tan informal.

—¿No vino? ¿por qué? ¿está enferma? — Continuaba interrogando.

—Elli me pidió que la acompañara, pero yo ya tenía otros planes. Así que ella decidió que no quería venir sola. — Nuevamente usó ese tono seco, más que de costumbre. ¿En serio todos los hombres de ese pueblo despreciaban a las mujeres que estaban enamoradas de ellos? pensaba Pete.

—Ya veo…— Pete no supo qué decir. Más por el hecho de que estaba un poco en shock, al descubrir que el doctor estaba involucrado con otra mujer, que ni siquiera se trataba de Elli.

—Pete, sé que eres bastante… —hizo una pausa —que eres muy distraído. — se corrigió. — Pero ¿en serio olvidaste que prometiste venir conmigo al festival?

Los ojos de Pete se abrieron de par en par. No solo por lo que acababa de decir el hombre, sino también por la expresión de tristeza y decepción, que se reflejaba en su rostro; una que Pete jamás había visto.

—¿Disculpe? — El granjero estaba como paralizado. Ni siquiera su lengua quería trabajar en ese momento. Pero aún más importante, era que realmente no lograba recordar cuando había hecho semejante promesa. O cómo se le pudo olvidar algo tan importante; siendo que hubiera dado lo que fuera por haber pasado esa noche con el doctor.

—Recuérdalo, luego del festival de la vaca, frente a tu granja, te dije que te vería aquí…

—Pero, usted dijo, que me vería aquí. Nunca me dijo que me encontraría con usted para pasar el festival juntos…— Logró decir Pete, con un tono de voz bastante bajo, aún en shock y muy nervioso.

—Supongo que fue mi culpa. —Suspiró el doctor. —No te lo dije tan directamente como debí. Aunque pensé que pasarías solo el festival y que me buscarías de inmediato. Pero ni siquiera te vi por aquí, hasta ahora.

—¡Ah! Eso, es porque pasé el festival con Kai… — Dijo casi inaudiblemente. Sintió algo de pavor, al mirar la nueva expresión que se apoderó del rostro del contrario. Ahora era el doctor quien tenía los ojos muy abiertos; mas luego paso de la sorpresa, a verse realmente decepcionado y tal vez, hasta triste.

—Entiendo. Así que, en tampoco tiempo ustedes dos ya llevan ese tipo de relación. Debí saberlo el día en que los encontré a los dos en tu granja.

—¡No es lo que cree! — Se apresuró a aclarar el granjero. —Es solo que…

—¡No me des explicaciones Pete! Cada persona hace con su vida lo que desee. No es de mi incumbencia después de todo.

—Doctor, realmente no es lo que cree. Kai es solo un amigo, lo que pasó aquella vez, ¡usted mismo me lo dijo! Él es así y hace ese tipo de cosas sin permiso. — Continuaba defendiéndose, tan insistente y desesperadamente, que hizo que el doctor se sorprendiera nuevamente.

—En ese caso, me disculpo por haberme hecho falsas ideas sobre ti, y por no haber sido claro con mi invitación la última vez.

—¡No tiene que disculparse! El único que pide perdón soy yo, por ser tan tonto y en consecuencia; haber herido sus sentimientos. — Dijo alzando mucho más su voz.

—Entonces los dos nos perdonaremos y asunto arreglado. — Dijo el doctor, esbozando una pequeña y melancólica sonrisa, a la cual Pete contestó con una enorme y reluciente.

—Pero doctor, si me deja preguntar, siendo este festival especial para las parejas, ¿por qué quiso invitarme a mí? — Interrogó Pete nuevamente, ante la nueva y enorme incógnita que todo eso había generado.

—Eso es porque…— el doctor había vuelto a mostrar una expresión distinta, como si estuviera sintiendo vergüenza, aunque no se notara ningún rubor en sus mejillas, ni temblar en su puño o voz. — porque yo…

Continuará….

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).