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Apuntando a la luna por Fullbuster

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Cuanto más tiempo sentía aquellos sedosos labios rozando los suyos, más perdía la razón. Una parte de él tenía miedo, miedo de lo que pensase su padre si alguna vez se enterase de esto, otra parte… tenía odio, odio por haber visto a Kuroo ligando con chicas en el bar de la universidad o en la cancha de voleibol tras acabar algún partido, pero no podía decirle nada ni reprocharle, él le había dejado y era libre para hacer lo que quisiera, aun así, le dolía y era algo que callaba y sufría en silencio. Sin embargo y pese a todas esas emociones, una sobresalía frente al resto. Estaba contento de estar allí, feliz de tener los labios de su ex una vez más, de poder disfrutarlos aunque fuera una última vez.


- Espérame aquí, voy a ir a por una sudadera. Estás temblando – susurró Kuroo sin poder apartar el roce de sus labios.


- E-estoy bien – intentó hablar el rubio, aunque las palabras se le habían quedado un poco enganchadas. No se había esperado aquel beso – no tengo frío es que… me has pillado por sorpresa.


- No es cierto, me he acercado muy lentamente a ti – sonrió el moreno.


Debía admitir que hasta al propio Kuroo le había sorprendido aquella acción. ¡Claro que quería besarle! Nunca había podido olvidarse de su ex pero… no quería besarle así sin más, por eso había hecho su primer movimiento con mucha lentitud, rozando su mejilla con el pulgar primero casi como si le pidiera permiso para acercarse, acortando la distancia lentamente y rozando primero su labio inferior con el superior de Tsukki antes de atraparlo en aquel dulce beso. Le había sorprendido que él no se retirase, que lo aceptase así sin más.


- ¿A qué has venido, Tsukki? – preguntó entre susurros, con sus labios aún pegados a los de ese rubio que no dejaba de temblar por las miles de emociones que sufría su cuerpo.


- Yo… no lo sé. No sé qué hago aquí.


- Creo… que es mejor que vuelvas a tu casa del Karasuno y descanses. Te prestaré un paraguas. Puedes tomarte el chocolate antes de irte si quieres.


¿Le estaba rechazando? Abrió los ojos con inmensidad al darse cuenta de que Kuroo trataba de quitarle del medio. Primero su novia le dejaba y ahora… hasta el chico por el que siempre había sentido el amor más intenso le echaba a un lado. No podía permitir que simplemente le echase ahora de la casa, que le alejase una vez más, no podría soportar ese dolor pero… conocía bien la debilidad de Kuroo.


- Tetsu – susurró la abreviación del nombre del moreno, ésa que sólo utilizaba cuando realmente se abría a él, cuando bajaba todas las defensas – no me dejes… solo esta noche – susurró con cierto rubor en las mejillas.


Una palabra. Una única palabra era la que desmoronaba todo su mundo. Tsukki solía ser paciente y frío, no era de los chicos que mostrasen emoción, ni siquiera cuando jugaba al voleibol. Siempre se refería a él por su apellido, incapaz de pronunciar su nombre, aunque era algo que le daba igual puesto que todos le conocían por el apellido, sin embargo, cuando pronunciaba su nombre, todo su mundo se venía abajo, su coraza se resquebrajaba y sabía que entonces… estaba perdido, a merced de la inteligencia de ese chico.


- Maldita sea – apartó la mirada Kuroo hacia otro lado para intentar evitar en el embrujo de Tsukki, pero ya era tarde, sabía que había vuelto a caer – puedes quedarte, pero sólo esta noche.


Por suerte para él, Kenma ya debía estar encerrado en su cuarto aunque dudaba que estuviera durmiendo. Seguramente habría vuelto a encender el juego, pero… al menos el resto de sus compañeros estaban por ahí de fiesta. No deberían enterarse de nada y eso le calmaba.


- Vamos a mi cuarto – le aclaró Kuroo.


- ¿A tu cuarto?


- ¿Qué ocurre? ¿No querías quedarte?


- Sí, pero…


¡A su cuarto sólo había entrado cuando mantenían una relación y nunca acababan sólo durmiendo! Eso era lo que le preocupaba a Tsukki aunque Kuroo pareciera más calmado ahora.


- ¿Prefieres dormir en el sofá de la sala conjunta? A mí me da lo mismo, pero es posible que en un rato empiecen a llegar los demás miembros del equipo y te vean aquí. Sería sospechoso ver a alguien del Karasuno por nuestra casa… más siendo tú. Todos aquí saben que saliste conmigo…


- De acuerdo – susurró finalmente Tsukki, caminando hacia las escaleras para dirigirse a la tan conocida habitación de su ex.


Kuroo subió tras él, llevando un par de tazas con chocolate por si le apetecía contarle lo que había ocurrido y de paso, entrar en calor. Todas las puertas del pasillo tenían el nombre de su ocupante, pero aunque no lo hubieran tenido escrito, Tsukki conocía perfectamente dónde se encontraba la del capitán del Nekoma. Al llegar a la puerta, leyó con claridad “Kuroo Tetsurou” y entonces… suspiró intentando armarse de valor para entrar una vez más allí.


Al abrir la puerta, todos aquellos sentimientos que vivió allí llegaron hasta él con intensidad. No había cambiado nada, todo seguía tal cual, con pósters de algunos de los mejores defensas en el voleibol, con camisetas firmadas… una fotografía de su entrenador y su equipo en una de las baldas sobre su escritorio y entonces… se dio cuenta de que lo único que no estaba eran los regalos que él le hizo cuando salían juntos.


- Está tal y como recordaba… más o menos.


- Ya sabes que no me gustan mucho los cambios. Por cierto… quise devolverte algunas cosas que te dejaste aquí pero… nunca encontraba la oportunidad. Está todo guardado en el armario.


- Oh… ya veo.


Kuroo dejó las tazas encima de la mesa de su escritorio y cerró la puerta antes de dirigirse al armario para encontrar aquella caja que guardó hace casi un año. Mientras tanto, Tsukki observaba la espalda de ese chico, agachado frente a una de las últimas baldas del armario tratando de localizar la caja. Encima de la caja pudo ver el gordo libro de leyes y entendió el motivo por el que hoy Kuroo no había salido de fiesta con los demás.


- ¿Tienes examen?


- La semana que viene – comentó Kuroo, suspirando y tratando de sacar la caja que parecía estar demasiado al fondo – ya la tengo – sonrió cuando sus dedos la alcanzaron – bueno… esto es tuyo.


Los dedos de Tsukki tomaron la caja, rozando ligeramente con los del moreno antes de que este soltase definitivamente la caja y se sentase en la silla frente al escritorio. No parecía querer estar muy cerca de él. Quizá no estuviera muy preocupado por la caja o su contenido, pero él ya ni siquiera recordaba qué podía haberse dejado olvidado en la habitación de ese chico. No es que hubiera echado algo concreto en falta, seguramente serían tonterías. Prefirió abrirla para comprobar qué había.


- Oh… vaya… - comentó Tsukki al ver una botella pequeña de licor, fue el primer premio que ganó cuando Kuroo le enseñó a disparar en los juegos de puntería de la feria. Recordar aquello le hizo sonreír – no me acordaba de esto.


- Fue un buen disparo – sonrió Kuroo.


- Supongo que tuve un buen profesor.


¡Cascos de música! Sus cascos antiguos porque tampoco recordaba haberlos dejado allí. Por las caras que ponía Tsukki, Kuroo no estaba muy seguro si querría o no recuperar sus cosas, había algunas cosas de poco valor, cosas que quizá eran algo que hicieron juntos, recuerdos agarrados a esos objetos que podría ser él tampoco quisiera tener. Puede que alguno de los libros los quisiera, pero poco más.


- ¿Y esto? – preguntó Tsukki al revolver entre algunas cosas y encontrar al fondo una de sus viejas camisetas.


- Es tuya.


- Pero… te la regalé, es decir… te gustaba mucho y dormías siempre con ella.


- Dormía con ella porque tenía tu aroma – le confesó Kuroo – pero es tuya. Llévatela.


- Quédatela, Tetsu. Sé que en el fondo te gustaba mucho esta camiseta en concreto. Te la regalé y te la regalo de nuevo – sonrió, elevando el brazo para pasarle la camiseta.


- Prefiero no hacerlo, me recuerda demasiado a ti. Llévatela – le agregó Kuroo.


Inconscientemente, su puño se cerró en esa tela oscura, apretándola con fuerza. Le dolía su respuesta, pero no podía decirle nada, él había sido el responsable de su dolor, él había roto su relación y pese a que aún le amaba, era lógico que Kuroo sólo quisiera alejarse para no volver a sufrir.


- Toma, entrarás en calor.


Kuroo le pasaba la taza con el humeante chocolate. Dudó un par de segundos, pero al final, elevó la mano, tomando la taza y perdiendo su mirada en ella. ¡Sí tenía un poco de frío! Y reconocía que su ex novio siempre había sido demasiado amable, un poco idiota a veces y sobre todo provocador… porque eso era Kuroo, el mayor provocador de todos. Romper sus defensas nunca había sido nada fácil.


Con decisión, dejó la taza de nuevo sobre la primera mesilla que encontró, consiguiendo captar la atención del moreno antes de coger con fuerza el cuello de su camiseta para atraerle hacia él y mirarle con rudeza. Kuroo se quedó estático al ver la violencia que había empleado en sus movimientos, esperando dudoso sobre qué haría.


No esperaba sentir nuevamente el roce de los labios de Tsukki sobre los suyos y ese preciso momento hizo que todo a su alrededor se detuviera. No supo muy bien cómo actuar, ni qué decir, mucho menos qué hacer, estaba paralizado. Supo al instante que debía detenerle, alejarse y darle tiempo. Lo más seguro es que estuviera herido por lo de su novia y sólo estuviera haciendo aquello por despecho, para evitar pensar en el tema pero eso… eso le hacía daño, porque él aún no había podido olvidarle completamente.


- Tsukki… para – le apartó el moreno sacando toda su fuerza de voluntad – no… esto no está bien.


- Tú me besaste primero.


- Mira, Tsukki, estás dolido y lo entiendo, pero creo que no es buena idea. Si avanzamos en esto, te arrepentirás mañana.


- Yo no voy a arrepentirme.


- Eso se dice muy fácil. Sólo nos haremos daño.


- Tetsu… - susurró nuevamente para poder bajar nuevamente esa defensa que ese chico colocaba de manera inconsciente.


Soltó por primera vez su camiseta para poder llevar su mano a la mejilla del moreno. Lo bueno de haber estado saliendo con él, era que conocía todos sus puntos débiles, tanto… como para poder manipularle a su antojo. Rozó con las yemas de sus dedos, consiguiendo que Kuroo cerrase los ojos y se dejase llevar por aquella leve caricia.


- Esta noche quiero estar contigo – le susurró – por favor, no me abandones tú también, no hoy – le rogó con aquella dulce voz con la que sabía que no podría resistirse.


- Maldita sea, Tsukki.


¡Conseguido! Eso es lo que pensó el rubio al sentir nuevamente los labios del moreno sobre los suyos, esta vez en un beso mucho más fogoso y apasionado, uno con el que despertaba aquellos sentimientos que una vez parecieron apagarse y ahora se avivaban con mayor intensidad, tirándole sobre el colchón y colocándose sobre él.


En un segundo, Kuroo pareció darse cuenta de que no estaba bien, estaba cayendo en la trampa de ese rubio manipulador y cuando intentó alejarse una vez más, sintió cómo éste tomaba sus manos y las introducía bajo su camiseta antes de apartar sus gafas y dejarlas sobre la mesilla. Intentó hablar y detener todo aquello, pero Tsukki sabía demasiado bien que si le dejaba hablar, no conseguiría estar con él esa noche y era lo único que deseaba, por lo que se incorporó levemente para poder volver a besarle, evitando así que pudiera entablar cualquier conversación que rompería el ambiente que ya había creado.


Mañana sería otro día y entonces… enfrentaría las consecuencias, pero ahora… sólo deseaba una cosa, ¡volver a sentirse amado como cuando mantenía una relación con su ex novio!


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