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'KKM! Cortejo {WolfYuu} por amourtenttia

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Notas del capitulo:

¡HOLA! Quisiera disculparme por la efusividad de las negritas, pero estoy contenta de subir otro capítulo. Ahora mismo tengo un poco pausado el escribir más, aunque tengo el 7 y el 8 terminados, debido a que empecé a ver de nuevo el anime, y de pasó me entretuve con el manga. Es hermoso en maneras insospechadas, y solo puedo pensar, ¡¿En qué momento el anime me ukeo tanto al rubio violador del manga?! No me dejarán mentir, pero hay veces en las que no puedo con esos comentarios suyos... De cualquier manera, debido a que leí y vi más de ellos, hay cosas que pudiera cambiar. Me doy cuenta del OOC de los dos, de todos, de la vida misma, pero no voy a dar marcha atrás con esta historia LOL. 


Espero sepan perdonar estos monólogos sin sentido.


Como notarán algunos capítulos parecen no tener mucho sentido de la continuidad, pero créanme que intento que se entienda que pasa en la misma semana. O en un mismo tiempo. Como sea, espero disfruten el capítulo.


Por cierto. Esto si es importante. Ya que les comenté sobre que quería subir varios, y creo que lo tendré que posponer un poco para tener al menos otros dos guardados, quería saber si les interesa algún capítulo especial de alguna pareja.


Quiero escribir algo de Shinou y el Gran Sabio -aunque ese capítulo no sé si cuente como especial, porque servirá para luego por x o y razón-, pero también podría ser otra cosa.


¿Les gustaría un capítulo de Yuuri enterándose de que Gwendal y Gunter llevan 10 años juntos? ¿O alguno donde se muestre qué pasó entre Yozak y Conrad mientras su ahijado estuvo fuera? Espero que sí, porque tengo ganas de subir algo así aquí.


Disculpen el pergamino, y gracias por leer.


Ixchel

Wolfram hubiese preferido mil veces no tener que lidiar con el problema delante suyo. La manera insistente en que pasa una mano por su rostro delata su nerviosismo. No quiere pensar en ello. Conrad, a un lado suyo, intenta reconfortarlo. El castaño ha querido asistir a consulta con la médico como parte de los preparativos de su boda y Wolfram se ha visto acompañándolo originalmente por buena voluntad. Solo para arrepentirse en el segundo en que su sobrina ha dicho que se quede, para revisarlo también.
 
—Creí que habías realizado los estudios antes —confesó su hermano, mirándolo curioso, mientras Wolfram fruncía el ceño
 
—Esperaba que Yuuri estuviese dispuesto a venir a acompañarme —admitió en voz baja, luego gruñó- ¡En serio no necesito saberlo ahora!
 
Conrad sonrió ante la audible queja, mientras a unos metros Gisela les dedicaba una mirada antes de sonreírles. El mayor negó ligeramente. Su hermano tenía un punto, pero ella estaba en lo correcto. El código era claro.
 
"Creo que es de esta manera en cualquier matrimonio" se recordó, luego de que la peliverde le llamara para examinarlo primero.
 
Dio una palmada al rubio antes de dejarlo solo. Siguiendo la figura de la menor a un pequeño consultorio. Una vez solo, el príncipe se hundió en su sitio.
 
Por supuesto que debería haber hecho eso antes. Desde el primer momento. Sin embargo, en los primeros meses, nadie pensaba que su compromiso fuese a llegar a algun lado. Al final olvidó tomarle importancia, y luego prefirió esperar. Si los resultados no eran los que esperaba, siempre podía quedarse con los recuerdos del tiempo en que postergó ese momento.
 
"Aunque no es como si ese fuera el caso ahora" se dijo, frunciendo el ceño ligeramente. Se encontraba sentado con las piernas cruzadas, el rostro demostrando su irritación. Ojos cerrados, labios fruncidos. La imagen perfecta de la inconformidad.
 
—Oh, Wolfram... Ahí estás...
 
La voz de su futuro esposo le hace abrir los ojos. Le dedica una mirada contrariada. ¿Qué demonios hacía él allí?
 
—Gunter me mandó a un chequeo con Gisela. Dijo que formaba parte del entrenamiento, pero no me explicó más... Supuso que Conrad estaría aquí, y podría preguntarle. ¿Has venido con él?
 
Wolfram casi puede ver el momento exacto en que su cuñado se lavara las manos de aquella situación. No podía culparlo. Gunter era sensible con ese tema particular. Sus propios problemas le hacían evitarlo. El que se tomara el tiempo de educar a Youuri ya era lo suficientemente sorprendente como para poder reclamarle algo.
 
—Lo acompaño, sí —admitió, y luego volvió a fruncir el ceño al cerrar los ojos— Pero ahora espero mi turno. Gisela quiere completar mi expediente...
 
Yuuri asintió musitando un suave "Oh", antes de ocupar el lugar a un lado de su prometido. Wolfram no se negó cuando la tímida mano del menor buscó la suya demanera discreta. Entrelazó sus dedos con los suyos mientras esperaban. No había nadie allí, de cualquier manera.
 
—Fue sorprendente—comentó Yuuri,  tras unos segundos, Wolf le miró de reojo— Gunter casi me arrastró fuera cuando supo que Conrad vendría hoy.
 
—No es tan sorprendente, enclenque—admitió— Gunter odia tratar con estos temas...
 
Se quedaron callados unos momentos, cuando el mayor le miró de nuevo le notó sonrojado, y con la mirada clavada en el suelo, evitando la suya.
 
—¿Yuuri?
 
—Había pasado un tiempo desde que me dijiste enclenque-observó el menor, divertido.
 
El príncipe sonrío ligeramente, apretó un poco la mano que continuaba junto a la suya y respondió:
 
—Sigues siendo mi enclenque, aunque tengo que admitir que ya no pareces tan debilucho como antes...
 
—¡No soy un debilucho!
 
Se rieron sin poder evitarlo tras mirarse unos segundos. La familiaridad de los recuerdos los invadieron, alivianando el tenso ambiente. Wolfram agradeció su presencia entonces, ya que finalmente pudo respirar más tranquilo.
 
—Hey, Wolfram... ¿De qué se trata el estudio realmente? —cuestionó Yuuri tras un rato que parecieron horas.
 
El rubio, visiblemente más calmado, se tomo su tiempo antes de responderle.
 
—Son pruebas de fertilidad —explicó, sencillo— Conrad quiere asegurarse de que podrá traer un niño al mundo sin arriesgarse demasiado. Al ser mitad humano, le preocupa que su cuerpo no pueda hacerlo.
 
El Maou le miró preocupado. Ignoró el shock que le provocó pensar en que su padrino planeaba embarazarse pronto. Claro que era sorprendente, ni siquiera podía comenzar a imaginarlo, pero a la vez, la preocupación de que estaba en las mismas circunstancias le sobrecogió.
 
—¿Gunter quiere que me haga esos exámenes? —inquirió entonces, con asombro.
 
El otro asintió lentamente.
 
—Gisela también quiere realizarme las mismas pruebas. No deberías preocuparte tanto... En el peor de los casos, solo necesitarás algún tratamiento para lograrlo. Con tu cantidad de energía es imposible que seas infertil —comentó, externando sus propias ideas en ese momento
 
—¿Por qué vas a hacerlo? —fue la pregunta con la que respondió el otro, soltando el agarre lentamente, Wolfram advirtió su mal humor al instante— Nosotros...
 
—Necesitamos la autorización médica de Gisela para casarnos... Cuando recién nos comprometimos postergué demasiado esta cita, así que ahora aunque nuestros planes sean distintos ella debe dar el visto bueno. Si fuera incapaz de darte un heredero sería un problema —explicó
 
El Maou solamente le escuchó con cuidado, repasando lo que decía y retomando sus propias clases con el consejero. Hasta donde el mayor le había comentado, casi todas las parejas debían realizarse algunos estudios antes de contraer matrimonio. No era tan diferente de la tierra, donde las pruebas de sangre pre matrimoniales eran una obligación.
 
Yuuri quiso indagar más en el asunto, pero el sonido de la puerta abriéndose a unos cuantos metros los obligó a mirar en esa dirección. Conrad salía del consultorio, con una expresión aparentemente relajada. Se notaba algo más tenso que de costumbre. El menor lo observó con curiosidad.
 
—Le anunciaré los resultados en cuanto termine el día... Puede pasar ahora, excelencia —comentó hacia el rubio, quien asintió, tenso
 
Su prometido buscó su mano de nuevo, justo antes de que se pusiera de pie. Dio un suave apretón mientras decía:
 
—Tranquilo, todo saldrá bien —afirmó, con una sonrisa.
 
El rubio realmente quería creerle.
 
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Cuando el Maou salió del consultorio, sintió que era absorbido por una taza de baño de nuevo. En primer lugar, todo el examen había sido bastante exhaustivo debido a que Gisela tenía pocos datos suyos. Lo que un principio se imaginó como una simple extracción de sangre —hecho estúpido, recordando en siglo en que estaban—, resultó en pruebas físicas interminables. Yuuri nunca había sido manoseado de esa manera antes, para su vergüenza total. Ya fuera se preguntó si Wolfram entendería lo que sentía en ese momento, y esa idea le hizo pensar a su vez en su padrino. Ahora comprendía perfecto su expresión.
 
Suspiró bajo mientras se dirigía al despacho. Gunter le había dicho que lo mejor sería retomar su trabajo tan pronto como le fuera posible, pero tras pensarlo, a medio camino, dio media vuelta en búsqueda del futuro consorte. La conversación con Gisela le había resuelto varias dudas, pero había creado algunas otras también.
 
Su examen había resultado provechoso, e incluso ella parecía emocionada mientras lo revisaba. No así como cuando Yuuri quiso saber sobre su futuro esposo. La mirada de la médico se ensombreció ligeramente.
 
"No quiero decir nada hasta confirmarlo, lo lamento". Le dijo ella, cabizbaja.
 
Yuuri no necesitaba ser un genio para saber que las cosas no salieron como ella esperaba, y, al haber sido incapaz de cruzar palabra con el otro al salir del consultorio, Yuuri no intentó preguntar nada, asumiendo que todo estaba bien. Al parecer fue lo contrario.
 
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Wolfram von Bielefeld, contrario a sus hermanos mayores, no era considerado un especialista en una disciplina determinada. Eso era algo que su prometido sabía muy bien, puesto que Conrad no dejaba de hablar maravillas de él en más de una sola área. Él mismo había sido testigo de los múltiples talentos del rubio, hecho que, en su momento, le había causado tremenda gracia, pues le había estado comparado constantemente con el hombre quien le dio un nombre. Así como Conrad —quien a sus ojos era básicamente el hombre perfecto—, poseía un gran defecto, Shibuya Yuuri se juró encontrar el talón de Aquiles del futuro consorte desde los primeros momentos de conocerlo. En cuestión de meses, el Maou podía enlistar una gran cantidad de ellos. Sin embargo, contrario a lo que pasaba con Weller —de quien continuaba huyendo cada vez que comenzaba con su particular humor tan lamentable a sus ojos—, Yuuri terminaba encontrándose a sí mismo excusando esa parte de la personalidad de Lord Bielefed.
 
Era celoso, demasiado... Pero eso hablaba de lo mucho que le interesaba. Se enojaba fácilmente, y eso tenía que ver con lo sentimental que podía ser. Era orgulloso como ningún otro, porque había trabajado duro para ser bueno donde otros no destacaban. Y así podía perder un día entero, solo reconociendo que cada pequeño detalle que decía odiar, no era más que otro atributo que le fascinaba de él. Le interesaba primero solo como objeto de estudio, luego fue evidente que era porque se trataba de la persona que le gustaba. Hoy día se daba cuenta que era el hombre que amaba.
 
Sí, Wolfram podía tener una gran cantidad de defectos. Sí, era absurdo decir que a veces no odiaba alguno de ellos... Pero todo lo malo que pudiera reprocharle, Wolfram sabía compensarlo con creces. Cuando Yuuri pensaba en que era triste que no fuera ni la mitad de famoso como sus hermanos, no podía evitar también agradecer ese detalle. Constantemente se encontraba comparándolo, estúpidamente, con los tesoros escondidos del castillo. Y el Maou admitía solo para sus adentros que, de entre todo Shin Makoku, su futuro esposo era probablemente la piedra preciosa de más valor en todo el reino.
 
Era excelente luchador, no solo con la espada, sino que podía defenderse bastante bien cuerpo a cuerpo —Yuuri sonreía pensando cuando le venció durante su único duelo serio... Porque nunca más volvió a ganarle en algo físico luego de eso—. No era un explorador como Conrad, quien tenía una condición física por encima de lo excelente, pero cuando se trataba de algo que le importaba, Weller le repetía varias veces como era capaz de sobrepasar sus límites para salir victorioso. De acuerdo a los guardias, era atento y observador, rivalizando incluso con los ojos de von Voltaire, quien era conocido como el vigilante perfecto. No solo era un excelente activo en el campo, sino que, de acuerdo a Gunter, era igualmente buen estratega. Yuuri desconocía que se obligó a pulir esa habilidad al estar al frente del pueblo, durante su partida, todo para alcanzar un nivel que considerara aceptable para colocarse a su lado con orgullo. Durante su entrenamiento como cadete, Wolfram destacó en innumerables aspectos, y, para sorpresa de su familia —debido a que no era algo que corriera en su sangre—, mostró aptitudes sobresalientes en el área médica. Yuuri recordaba a veces el día en que Greta apareció en sus vidas, provocándole un esgince que le obligó a usar un bastón por algunos días... Wolfram pareció satisfecho con el trabajo de su sobrina, y no fue sino hasta meses después que el Maou supo por qué ella lucía igualmente complacida con ello.  Él mismo lo dijo en aquellos tiempos... Era un excelente curandero. Y la médico de cabecera no hizo más que confirmárselo cuando le cuestionó sobre ello.
 
"—Lord Bielefeld estaba en mi escuadrón mientras me formaba como médico —le explicó la peliverde en aquella ocasión, y se mostró ligeramente avergonzada al continuar— Julia-san comentaba constantemente que era una lástima que no se quedara con nosotros de manera permanente. Era el mejor en ese momento... Seguramente, con un poco de preparación, podría superarme sin mucho esfuerzo. Es un verdadero talento"
 
Yuuri no necesitaba preguntar qué lo alejó de ese sendero. Wolfram no lo diría en voz alta fácilmente, pero era obvio. Sin embargo, era un poco más complejo de lo que su prometido pensaba. Se unió al área militar imitando los pasos de sus hermanos, a quienes admira profundamente. Eso era cierto... Pero el verdadero motivo detrás de ello era su aspecto físico. El Maou desconocía totalmente la manera en que, incluso a su edad (rondando los 20 años), Wolfram fue juzgado. No dejándose intimidar por quienes afirmaban su belleza le abría las puertas donde fuera, por no mencionar las burlas por ser el consentido de la reina,  Bielefeld se enlistó preparado mentalmente para mostrar su valía en la guerra. No fue parte de las legendarias batallas, pero fue reconocido finalmente como un gran guerrero al saberse que estuvo a cargo de la defensa del Pacto de Sangre, junto con su hermano mayor, quien defendía el pueblo en aquellos momentos. Si Shibuya hubiese prestado más atención a sus clases de historia, seguramente habría sido capaz de darse cuenta de que el Mazoku más joven en ser ascendido a Capitán de un escuadrón —aunque se tratase incluso de su guardia personal, que para ese entonces estaba a las órdenes de Voltaire, quien se negaba a reconocer como adulto al rubio de casi 60 años—, había sido, precisamente, el hombre que en esos momentos estaba buscando.
 
El Maou recorrió los pasillos del castillo con paso calmado, aunque no podía evitar sentirse algo nervioso. El instinto le gritaba que algo malo estaba ocurriendo, pero se negaba a escuchar a esa vocecilla que le gritaba que lo mejor era retomar sus pasos hacia el despacho, y esconderse de lo que venía tras la pila de trabajo que no disminuía. Se obligó a respirar con fuerza cuando llegó a los jardines. El dulce aroma de las flores que la anterior Maou cultivaba llenaba el aire, casi soltó un suspiro cuando sus pulmones se llenaron de la esencia que inundaba el lugar. Había pasado algún tiempo desde que tuviera oportunidad de recorrer aquel sitio... Sus ojos viajaron a través del espacio, distinguiendo las flores que Cheri-sama había nombrado en honor a sus hijos... Su mirada se entretuvo un momento en hermosas flores blancas, mismas que reconoció inmediatamente.
 
"Hermoso Wolfram" se recordó, y cuando su mirada llegó a las flores más próximas a éstas, una distinguida cabellera rubia se dejó entrever a la distancia. Yuuri sonrió apenas... ¿Por qué sabía que le encontraría allí, de entre todos los lugares? Caminó en esa dirección, donde las flores que llevaban su nombre se extendían con elegancia y orgullo, nada similares a él en lo absoluto, si querían su honesta opinión. A los alrededores, no había movimiento alguno. No le extrañó que ni un solo guardia estuviese cerca... Ese jardín bien podría ser llamado "El secreto del Castillo", debido a que uno llegaba solo allí cuando no deseaba ser molestado. Shibuya observó al rubio jugando con los pétalos azules de la "Inocencia de Yuuri" cuando finalmente estuvo en su rango de visión. Se sorprendió ligeramente cuando notó que, con otra mano, una suave película verdecina brillaba sobre su cuerpo. Distraídamente, Wolfram continuaba mirando la belleza que su madre había cultivado...
 
—Realmente captó su esencia... —murmuró, para sí mismo, sin darse cuenta que el otro estaba ya a unos pasos, escuchándolo
 
—No creo ser ni la mitad de bonito —admitió Yuuri, al oírlo, provocando que Wolfram volteara a observarle con sorpresa
 
Para el Maou no pasó desapercibido como la mano que invocaba su magia se alejó violentamente de su cuerpo, y se escondió entre su bolsillo. El rubio parecía verdaderamente asustado, como si no hubiese sido capaz de oírlo ni de broma, hecho que preocupó un poco al más bajo. Intentó reponerse, y Yuuri reconoció cómo se ocultaba bajo esa máscara que ya conocía... La voz de su hermano vino a su mente.
 
"A veces un poco Tsun-Tsun... Otras Dere-Dere".
 
—¿Cómo puedes decir algo como eso? Las flores que madre escogió no te hacen justicia... —dijo rudamente, como si lo dicho por Yuuri hubiese sido todo un insulto a su propia persona
 
El Maou sonrió ligeramente ante el comentario del mayor, antes de encogerse de hombros y decir:
 
—Si para esas vas, "Hermoso Wolfram" es poco para ti... No tienen ni la mitad de tu belleza, aunque tu madre sí acertó en algo aquí....
 
Wolfram le miró sin comprender, mientras que el otro se sentaba aun lado suyo. Observó a Yuuri dar un vistazo por todo el sitio, lo imitó a su vez, interesado.
 
—En comparación, sí que es el más hermoso.
 
Bielefeld sintió que el rostro se le enrojecía, y ahogó un quejido de sorpresa. Nunca dejaba de sorprenderle cuánto había cambiado su relación con el otro... Aunque era muy feliz por ello... El pensamiento que le siguió fue inevitable.
 
—No sé si hermoso sea la palabra adecuada —musitó, en voz baja, y se notó inmediatamente que algo había cambiado por completo su estado de ánimo.
 
Yuuri regresó su mirada a él entonces, encontrándose con que Wolfram no le observaba de vuelta. Sus ojos estaban ahora en el suelo, en el espacio que quedaba delante de ambos. Se notaba triste, e incluso se atrevía a decir que estaba a un paso de lucir verdaderamente deprimido. Se sintió mal, por no tener idea alguna de cómo remediarlo.
 
—¿Está todo bien? —cuestionó, suavemente, mientras su mano más cercana buscaba la del rubio.
 
Shibuya notó claramente como dudaba una vez que le alcanzó. Pasaron algunos segundos antes de que correspondiera el suave agarre, entrelazando los dedos con los suyos, aliviándolo momentáneamente. Intuía que la cita con Gisela no había ido como esperaba, seguramente Wolfram igual esperaba que preguntara, pero no se atrevió a presionarlo. La médico había dado la misma indicación a los tres pacientes esa mañana... Los resultados que querían se sabrían al anochecer... Pero, si lo que Yuuri pensaba era cierto, su prometido no necesitaba que ella le confirmara nada.
 
Se quedaron en silencio por unos minutos, solamente tomándose de las manos, mientras el sol continuaba iluminando el lugar. Un viento suave mecía los mechones rubios, dándole un aspecto todavía más hermoso al príncipe. Yuuri lo notaba porque no era capaz de alejar su mirada de él... De la manera en que sus ojos adquirían más y más tristeza, pasado otro rato.
 
—¿Wolfram? —llamó, casi en un suspiro.
 
—Creo que... —dijo, finalmente, comenzando a soltar su mano— Lo mejor es esperar...
 
Yuuri imitó sus movimientos, poniéndose de pie al mismo tiempo que él. Le miraba sin terminar de comprenderlo. ¿Estaba acaso huyendo? No era propio de él... Wolfram podía ser miedoso a veces, pero se lanzaba a encarar sus problemas con tal valentía que el otro envidiaba mucho ese super poder. Deseaba responderle con un "De acuerdo", dispuesto a darle el espacio que quería... Pero lo que pensó no correspondió con lo que salió de su boca, frenando los pasos del otro, que comenzaba a alejarse.
 
—¿Tan malo fue lo que dijo? —preguntó, y su mirada mostró la culpa que experimentó por ir directo a ello
 
Wolfram volteó a mirarlo con sorpresa. Su expresión se suavizó al observar los rastros de vergüenza. Ahogó un suspiro cansado que luchaba por salir de sus labios, caminó la distancia que los separaba mientras decía en voz baja, como un secreto entre ambos:
 
—No necesitó decirme nada... Ya intuía que algo así pasaba —confesó.
 
Yuuri le miró con curiosidad, pidiendo una explicación, a lo que Wolfram tomó sus manos, y le guió al mismo sitio donde estuvieran minutos antes. Volvieron a sentarse, ahora más cerca el uno del otro. Probablemente el príncipe encontraba algo de consuelo con sentir su cuerpo cerca suyo, pues le había rodeado con un brazo inmediatamente después, apretándolo un poco contra él, haciendo que Yuuri se tensara un poco. No parecía sentirse mejor en lo absoluto.
 
—Cuando nos conocimos, no quería tener nada que ver contigo —admitió el rubio, en voz baja, deseando que nadie pudiera escuchar lo que planeaba decir a continuación— Era prejuicioso, y tu mismo has visto lo intransigente que puedo llegar a ser cuando algo no me parece... No soportaba la idea de que mi hermano fuera mitad humano, y mucho menos me gustó saber que yo tendría que casarme con alguien igual a él.
 
Aunque Yuuri lo intuía ya, escucharlo de su boca le puso algo triste. No podía reclamarle nada en realidad, dado que él mismo estaba renuente a tomar en serio ese compromiso, en primer lugar. El que el tiempo les abriera los ojos a ambos no cambiaba el hecho de que, en sus inicios, su relación fue un completo caos. Wolfram parecía tan hecho a la idea como él, por lo que continuó:
 
—Nunca he tenido problema con los matrimonios entre hombres. Gwendal quizá tuviera mucho que ver en ello... Antes de que supiera que planeaba casarse con Gunter era algo inconsciente al respecto... Fui prepotente, pero no era como si realmente tuviera una guerra con ellos... Yo... Odiaba pensar que lo que decían sobre mí fuera cierto —confesó, tras un corto silencio
 
—¿Qué demonios tiene la gente en contra de ti? —medio gruñó Yuuri, imaginando al rubio en una edad menor, siendo atosigado por personas que poco o nada le conocían, hablando a sus espaldas, hiriéndolo con palabras...
 
Wolfram casi sonrió.
 
—Como hijo de la Maou, era de esperar que estuviera siempre en la mira... —le recordó— Donde sea que fuera, era reconocido por los demás. Mi apariencia llama demasiado la atención, no tanto como tú, pero seguía destacando aunque tratara de evitarlo...
 
El hijo de Cecilie casi podía mirarse a sí mismo corriendo por esos mismos jardines, décadas atrás, huyendo de su madre. Evitando por cuanto medio podía caer en sus manos, donde le esperaban largas horas de arreglos para dejarlo, según ella, "más hermoso"... Sin saber cuántos problemas le traía aquello fuera de la seguridad del castillo.
 
—Todos afirmaban que algún día caería en los mismos patrones de mi madre... Ocupando mi belleza para casarme con hombres nobles —dijo, y se notó su enfado al decir— Ni siquiera porque se trató de la Maou, la gente dejaba de encasillarla en un solo papel por su aspecto...
 
—Es una mujer hermosa —tuvo que recordarle el menor, tímidamente, sabiendo que la mirada enojada caería en él
 
—Y peligrosa. Muy poderosa... —advirtió Wolfram, con voz seca— Más fuerte que mis hermanos y yo juntos... 
 
Yuuri no podía ponerlo en duda. En todo ese tiempo nada había dado pie a Cheri-sama como para iniciar una pelea, no que alguien quisiera tenerla de enemiga. El actual Maou intuía que era una precaución extra, el no meterse con su familia de manera directa.
 
—Cuando pediste mi mano aquel día, te convertiste en la materialización de mis pesadillas. No solamente eras hombre, eras un hombre con una posición contra la cual yo no podía pelear... Cualquier posibilidad de mantener mi título se desvaneció en el segundo en que el Maou se manifestó durante el duelo. Había echado los dados, y perdí de manera patética.
 
 —Siento justos, no sabías cómo funcionaba ese tipo de combate. Tuve que pasar la noche entera planeando como lanzarme sin temblar de miedo. La idea de luchar contra un guapo príncipe militar no era muy prometedora...
 
Wolfram disimuló bien la sonrisa que se dibujó en sus labios.
 
—En el segundo en que supe lo inevitable de mi posición, debí realizar las pruebas pertinentes... La verdad sigo preguntándome por qué me tomó tanto hacerlo, teniendo en cuenta que pude librarnos del compromiso con eso.
 
Yuuri alzó una ceja, algo le comentó antes, en algún punto, pero todavía no podía creerlo.
 
—¿Habrías estado dispuesto a anularlo?—cuestionó, en voz un poco más alta
 
—No iba a quedar en mis manos—respondió Wolfram— Si resultaba incapaz de gestar a tu hijo, no había necesidad de preguntar mi opinión siquiera... La ley te demanda un heredero, si tu pareja no puede dártelo, no hay nada más que decir sobre ello...
 
—Eso es absurdo. ¿De manera tan terminante? —preguntó, con sorpresa, el mayor asintió — Dime, Wolfram... Si sabías todo esto, ¿por qué lo retrasaste?
 
El rubio guardó silencio por lo que parecieron décadas para el otro. Suspiró por lo bajo, antes de que su mano libre despeinara su cabello.
 
—Antes estaba tan seguro de la respuesta... —musitó, bajo.
 
—Las pruebas de fertilidad... ¿Sabes los resultados? ¿Lo sabías en ese entonces?
 
—Al principio creí que no tenía sentido hacerlo, porque terminarías conmigo de cualquier manera... Pero sí... Incluso antes de lo nuestro, ya me imaginaba algo como esto.
 
—Wolfram...
 
—Había escuchado que algunos hombres, incluso cuando son educados de otra manera, desarrollan un instinto paternal fuerte... Yo nunca lo tuve. Adoro a nuestra hija, y sé que amaré también a nuestros hijos, pero fuera de eso... Nunca pude verme de esa manera.
 
—No puedes estar tan seguro. Quizá no todos lo tengan... —intentó consolarlo su novio, notando la tristeza en sus ojos
 
No podía decirle lo que ya sabía. Antes de Greta, mucho antes incluso de su compromiso, él ya tenía ese instinto.
 
—Conrad lo tiene... Puedo asegurarte que de no ser porque se ha cuidado, habría quedado de encargo desde el inicio de su noviazgo.
 
Había cierto tono acusador que Yuuri no pudo pasar por alto. Le desesperaba. Si Wolfram afirmaba algo así, el otro no podía dudarlo. Una idea cruzó su mente entonces, fue apenas un fugaz destello, pero fue suficiente como para sorprenderlo. Estaba seguro de que no necesitaba confirmarlo...
 
—¿Por qué nunca hablaste de esto conmigo? —quiso saber, mientras le observaba apartar la mirada, hundiéndose en su sitio.
 
Yuuri sintió su corazón encogerse cuando notó el húmedo brillo en sus mejillas, lágrimas apenas perceptibles que intentaba ocultar sin éxito.
 
—No podía darte la única arma que necesitabas para alejarme definitivamente... —confesó — Las leyes...
 
—¿A quién le importan las leyes? —replicó Yuuri, tomando su rosteo entre sus manos
 
Wolfram lo apartó de un manotazo, poniéndose de pie.
 
—¡No me querías, Yuuri! ¡No te atrevas a mentirme a la cara! Si hubieses sabido lo fácil que era anularlo, no lo habrías pensado dos veces antes desecharme.
 
—¿¡Ah!? ¿Cómo puedes pensar algo así? ¡Eras mi amigo! ¡Nunca te habría hecho pasar por algo así!
 
El rubio río amargamente. Y se notaba mucho más triste que antes. Shibuya se sintió como una verdadera mierda cuando le dejó solo tras decir de manera terminante.
 
—Eras alguien distinto hace 8 años, Yuuri. Si quieres mentirte de esa manera, yo no voy a detenerte.
 
Wolfram no volvió a mirarlo sin importar lo mucho que lo llamó, y Yuuri estaba tan molesto consigo también que tampoco insistió. Abandonó el jardín con pasos firmes, y pasó el resto de la tarde encerrado en su despacho, negándole a todos el acceso. Nadie pareció extrañarse por su rabieta, dado que, encerrado en su habitación, el futuro consorte batallaba con la misma frustración.

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