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Una cuestión de pelos por Orseth

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            Después de desayunar Draco decidió pasar un rato a solas y para hacer eso fue a caminar por los campos de Quidditch en donde el equipo de Hufflepuff practicaba un rato; con la capucha subida se sentó en las gradas viendo a los chicos volar y hacer piruetas, observó a Marcus Flint de su propio equipo sentarse tres bancas abajo con un grupo de amigos a observar el juego y de inmediato pensó que el chico era feo y antipático, no así con Cédric Diggory que paso cerca de su grada como una ráfaga, pensó en la manera tan distinta en la que ambos chicos portaban el uniforme de Quidditch y entonces cayó en cuenta con espanto de lo que estaba pensando.

            -¿Qué diablos me sucede? –pensó con angustia, sin moverse de su lugar y solamente estrujándose las manos- ¿Qué hago aquí viéndoles las piernas a los jugadores?... ¿me estoy volviendo un anormal como Potter?... ¿Cómo es eso posible si me gustan las mujeres?... o al menos así era hasta que comenzó esto ¿será también un efecto del hechizo?... no, no puede ser –Rectificó mentalmente sacudiendo la cabeza con firmeza- Eso no puede ser, yo soy normal, soy un sangre pura y el único invertido aquí es Potter y claro, los que no han salido del armario… yo soy normal, yo soy normal…

            Siendo domingo decidió pasar el resto de la mañana en su habitación, hasta que a medio día fue mandado llamar a la dirección.

            -¿Llegaron mis padres?

            -No lo sé –respondio Goyle- la profesora McGonagall solo me dijo que fueras.

            Muy a su pesar se levantó de la cama y salió de Slytherin para dirigirse a la oficina del director, iba preparado para lo peor pero grande fue su alivio cuando solo vio a su madre.

            -Mamá.

            Narcisa le bajó la capucha y miró en silencio el par de orejitas blancas que curiosamente estaban agachadas hacia adelante para luego mirar a Dumbledore.       

            -Usted  me ha explicado lo que le ha pasado a mi hijo, pero no me ha dicho que va a hacer al respecto.

            -Señora Malfoy, usted es una magnifica bruja y por lo tanto sabe los alcances de las pociones de sangre, sabe que lo único que podemos hacer es tratar de averiguar quién está detrás de todo esto y para lograr eso necesitamos la total colaboración de Draco.

            -Pero es que no puedo imaginar quien fue –exclamó viéndolos alternativamente.

            -Mi hijo está bajo su cuidado y lo menos que espero es que este a salvo en este lugar; afortunadamente mi esposo está de viaje y él no es tan comprensivo como yo, espero que para cuando él regrese este penoso asunto ya esté solucionado y que la persona que hizo esto sea castigada como se debe –concluyó levantándose haciendo que Draco hiciera lo mismo.

            Ninguno dijo nada en lo que salían de la oficina de Dumbledore, pero cuando estuvieron lo suficientemente lejos…

            -Mamá yo…

            -¿Cómo es posible que el director me mande llamar para esto? –exclamó molesta- la situación allá afuera esta tornándose cada vez más difícil por los rumores que circulan cada vez con mayor intensidad del regreso de quien tu sabes, tu padre está en Francia ocupándose de unos negocios, lo menos que espero Draco es que tú te portes bien.

            -¿Pero yo que hice? ¡Aquí lo victima soy yo!

            -Es cierto que le exigí a Dumbledore la solución a este problema, pero también es tu responsabilidad arreglar esto y no me importa que hagas pero óyelo bien Draco, cuando tu padre regrese espero que estás… cosas -dijo señalándole las orejas- hayan desaparecido, porque si no es así él no estará para nada contento.

            -¿Le vas a contar?

            -Obvio no, no es necesario darle más problemas.

            -Yo… creí que tú me entenderías.

            Narcisa vio el gesto triste y decepcionado de su hijo y entonces exhaló un suspiro.

            -¿Y por qué crees que le exigí a Dumbledore tu recuperación?... ¿y por qué crees que no le contaré nada a tu padre?... pero este asunto es muy grave hijo, estamos hablando de una poción de sangre ¿te das cuenta?

            -Ya lo sé, no soy tonto ¿pero qué quieres que haga?

            -¿Qué soluciones esto? –respondio con gesto un tanto sarcástico a pesar de ser su querido hijo- mira Draco, averigua quien fue, alguna idea has de tener -Draco ya no dijo nada, estaba cansado de repetir que no tenía la mas mínima idea- Ya no eres un niño, eres un jovencito y aunque presionaré a Dumbledore hasta el cansancio, tu también debes ayudar; una poción de sangre no es cualquier cosa y si tu padre se entera… ¡por Merlín!... también pasaré a hablar con Severus, quiero saber qué opinión tiene de esto y pedirle que te ayude; no quiero alejarme pero tengo un viaje programado con una asociación de beneficencia pero regresaré en una semana, haré lo posible por hacerlo antes, mándame una lechuza todos los días, mantenme informada.

            -Sí mamá –respondio mas a fuerza que de ganas mientras recibía un beso en la frente.

 

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            A la hora de la cena Harry y Ron se reunieron con Hermione en el comedor, pues ellos se habían pasado la tarde seleccionando las escobas de Quidditch que iban a darse de baja.

            -Me muero de hambre –exclamó Ron mientras se sentaba a la mesa.

            -Yo también –dijo Harry frotándose las manos listo para hincarle el diente a lo que fuera que apareciera cuando Dumbledore llegara.

            Ante el silencio de Hermione ambos chicos levantaron la vista para verla.

            -¿Qué sucede? –pregunto Harry.

            Ella no respondio, solo lo miró y discretamente miró a los lados, entonces Harry hizo lo mismo dándose cuenta de que muchos alumnos le dirigían miradas furtivas y otras de plano ni disimulaban.

            -¿Y ahora que hice? Se supone que ya me habían “perdonado” lo del torneo –dijo haciendo comillas con los dedos.

            -Es que no es eso.

            -¿Y entonces?

            -Harry me enteré de algo, pero te lo diré después de la cena.

            -¿Y por qué no ahora?

            -Porque no creo que sea apropiado.

            Draco llegó acompañado de sus tres amigos para sentarse en el lugar acostumbrado.

            -¿Y Pansy? –preguntó mientras hacía a un lado su cola peluda para no sentarse en ella.

            -Ni idea –respondio Blaise sentándose a su lado- oye Draco…

            -¿Mmm?

            -¿No sientes algo raro?

            -¿Cómo qué? –pregunto mirándolo viendo que Blaise miraba a las otras mesas, entonces hizo lo mismo dándose cuenta de que muchos intentaban mirarlo con disimulo y otros de plano lo hacían descaradamente.

            -¿Y ahora que tanto me ven? –Exclamó molesto- mis orejas ya no son novedad.

            -¡Chicos! –dijo Pansy llegando en ese momento.

Dumbledore llegó y dio comienzo a la cena.

-Tengo algo que contarles.

-Me chilla la panza –dijo Draco sirviéndose un vaso de leche- no comí nada en la tarde, con la visita de mi mamá hasta se me fue el hambre ¿Qué ibas a contarnos Pansy?

-Mejor come, luego platicamos.

Draco asintió mientras se servía un bollo relleno de crema y cubierto de ajonjolí tostado, pero aunque la cena transcurrió tranquilamente para la mayoría, hubo dos alumnos que después de unos minutos de comenzar a cenar, se apresuraron a terminar para poder irse de ahí y alejarse de todos aquellos mirones que comenzaban a incomodarlos; quien se fue primero fue Draco y a los pocos minutos Harry.

-Ay comí mucho –dijo Draco camino a su casa seguido de sus amigos- espero no morir de indigestión.

-No, te morirás por otra cosa –exclamó Pansy.

 

___________________________

 

-Ni siquiera porque pasé bien dos pruebas dejan de mirarme raro –dijo Harry camino a la torre de Griffindor.

-Te miraban raro por otra cosa Harry.

-¡Oh si Hermione! ¿Qué era lo que nos ibas a contar?

Hermione miró a los lados viendo que no hubiera nadie, los chicos la miraron y por inercia también miraron a su alrededor, entonces ella los jaló a un salón vacio.

-Escuché algo –dijo cerrando la puerta- bueno, más bien me contaron algo.

-¿Qué cosa? –pregunto Ron.

-Es algo sobre Malfoy… o más bien sobre ti y Malfoy –añadió viendo a Harry.

-¿Yo y Malfoy?

-Más bien sobre ti, Malfoy y sus orejas de gato.

-¿Y qué oíste?

Hermione los miró y después su rostro se puso colorado constatando que a pesar de ser muy amigos, había cosas que eran difíciles de hablar con los chicos.

 

_______________________

 

Los Slytherin llegaron a su casa y a punto de tumbarse en un sofá de la sala común, Pansy dijo:

-Vamos a su cuarto, quiero contarles algo.

-¿Y aquí no se puede? –pregunto Blaise.

-No.

Intrigados todos subieron a la habitación.

-¿Es algún chisme? –pregunto Crabbe trepándose a su cama.

-Y uno muy gordo –respondio ella sentándose en la cama de Draco esperando a que él hiciera lo mismo después de verlo aventar su túnica a una silla.

-¿No puede esperar? Tengo sueño –dijo él recargándose en su cabecera después de subir los pies a la cama.

-Me enteré de algo –exclamó ella sin hacerle caso- no sé si sea verdad, en todo caso es rumor de pasillos.

 

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-Una chica de Griffindor me contó que una niña de Hufflepuff le dijo que una chica de quinto año de Ravenclaw escuchó algo.

-Espera, espera ¿Qué? –Interrumpió Harry- ya parecen los recados de Ron.

-Ay Harry, es que no es tan fácil decirte lo que me contaron.

-Pues solo dilo y ya.

Ella suspiró y después de mirarlo unos segundos se armó de valor o al menos eso intentó.

-No es que sea cierto, es más yo no lo creo.

-Estás empezando por el final.

-Harry me dijeron que alguien habló sobre el hechizo de Malfoy y que había una manera de romperlo y que tú tenías que ver en eso.

-¿Yo?... ¿y yo que pitos toco ahí?

-Pues… es justo sobre eso lo que dijeron.

-¿Qué? No te entiendo nada, bien sabes que yo no le hice nada a Malfoy.

-Ya lo sé Harry, más bien te mencionaron como la cura.

-¿Yo? –volvió a repetir con el ceño fruncido.

-Sí.

-¿Y según cómo si se puede saber?

 

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            -Ya desembucha Pansy –dijo Draco quitándose los zapatos con sus propios pies- me choca cuando la haces de emoción.

            -Bueno –respondio ella subiendo una pierna a la cama- alguien mencionó en el baño el supuesto antídoto de tu hechizo gatuno.

            -¿Qué? –Exclamó enderezándose- ¿es cierto lo que dices?

            -Es cierto que me lo dijeron, mas no sé si sea verdad.

            -¿Qué mas oíste? ¿Quién lo dijo era hombre o mujer?

            -Fue una chica quien lo oyó de otras chicas en el baño, quienes lo oyeron de otra persona y ahí se pierde el rastro.

            Los chicos se miraron sorprendidos haciendo sonreír  Draco.

            -¡Entonces si hay una cura!

            -Pues yo no sé, pero mencionaron a Potter.

            -¿Potter? –Repitió frunciendo el ceño- ¿y él que vela tiene en el entierro?

            -Una muy grande me imagino.

            -¿Qué?

            -Bueno mira, el asunto es así… para que el hechizo se rompa Harry Potter tiene que…

 

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-¿Tengo qué? –Pregunto Harry viendo a Hermione quedarse a mitad de la frase- ¿Por qué la haces tanto de emoción?

-De acuerdo… para que el hechizo se rompa… tienes que cogerte a Draco Malfoy.

-¿¡Qué?!

 

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-¿¡Qué?! –Exclamó Draco horrorizado- ¿¡de donde sacaste eso?!

-No es cosa mía, el chisme dice que Potter tiene que metértela.

Draco se levantó boqueando como pez fuera del agua y Blaise notó que hasta la cola se le había erizado.

-¿Quién dijo eso? –Pregunto Blaise desde su cama- es decir, ya sé que fue un chisme pero ¿sabes quien fue la primera persona?

-No, solo sé que fue una chica de quinto de Ravenclaw.

-¡Es una abominación! ¡Una aberración!... ¡una… una…! –vociferó caminando de un lado a otro manoteando como loco y con la cola esponjada a más no poder- ¿¡pero qué les he hecho yo para que inventen semejante monstruosidad?! –Preguntó deteniéndose en seco para después volver a caminar de un lado a otro- ¡no les basta con mi desgracia, ah no, todavía hay que burlarse más del pobre Draco Malfoy! ¿¡Qué he hecho yo para que la vida se ensañe conmigo, porqué el destino es así de cruel con los inocentes y desvalidos?!

 

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-¿¡De donde sacaste semejante locura?!

-¡Cállate Harry, nos van a oír! –dijo Hermione haciéndole señas de que bajara la voz.

-¿Hablas en serio Hermione? –pregunto Ron también sorprendido.

-Yo solo digo lo que oí y eso lo aclaré desde un inicio.

-¿Pero quién lo escuchó, tienes el nombre? –pregunto Harry aun exaltado.

-No.

-¿Y entonces por qué creen en lo que cualquier gente dice? ¡Y más en algo como eso!... parece increíble que se mofen de mi sexualidad de esa manera –concluyó con las manos en la cintura y caminando de un lado a otro.

-¿Y qué haremos? –Pregunto Ron- no podemos dejar que sigan esparciendo esos rumores sobre ti y el hurón-gato… digo, no es por él, es por ti.

-Eso es prácticamente imposible en un colegio con cientos de alumnos–respondio ella- más bien hay que llegar a la fuente y ver qué tanto de lo que se dice es cierto.

Y así los tres salieron de ahí decididos a cumplir con su nueva misión.

 

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-Soy el hazmerreir de todo el colegio… -gimoteó Draco sentando en su cama con los codos en sus rodillas y sus manos en su cara.

-No te preocupes Draco, todos saben que no eres anormal –dijo Crabbe mejorando en nada el ánimo del rubio.

-Pero ¿Qué hay con lo de la poción de sangre? –pregunto Goyle mirándolos alternativamente.

-¿Qua hay con eso? –pregunto Draco.

-A lo mejor es verdad, digo para romper un hechizo así, pues…

-Mejor vámonos a dormir –intervino Blaise levantándose- se está haciendo tarde y mañana es lunes.

-¿Y le decimos al profesor Snape eso que están diciendo? –pregunto Goyle.

-¡No! –Exclamó Draco alzando la cara- ¡Qué nadie se atreva a decirle!

-Bueno, no creo que ningún alumno se atreva a ir con él y contarle –dijo Blaise.

-Entonces me voy –dijo Pansy levantándose- Draco cariño, tranquilo ya verás que todo se mejorará.

-Pues no veo como.

Cuando Pansy se fue, los demás comenzaron a prepararse para dormir sin saber que decirle a su amigo para confortarlo.

-Duerme Draco, mañana será otro día –dijo Blaise.

Asintiendo en silencio Draco se preparó para dormir.

 

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A la mañana siguiente Draco hizo de tripas corazón y arribó al comedor con toda la fuerza que su magullada dignidad le permitió y ni siquiera volteo a mirar la mesa de los Griffindor para ver si Harry ya se había enterado o no, pues el tan solo imaginarlo le daba tanta vergüenza que hacía que se le erizara la cola; a medio desayuno entro el correo y un águila llegó hasta su lugar, pensó que seguramente era carta de su padre pues no reconoció la lechuza que siempre enviaba su madre, así que quitó el sobre y lo guardo en su bolsillo, por ahora no necesitaba más preocupaciones.

El día transcurrió dentro lo más normal posible, pues los cuchicheos estaban a cada vuelta de la esquina y qué decir de evadir a Potter y su grupito, aunque no fue nada fácil en la clase que compartieron, sin embargo logro concluir su día sin haber atacado ninguna pluma y sin haberle lanzado un hechizo aturdidor a nadie.

Fue hasta que se acostó y apago la luz que recordó la carta de su padre, así que sin más remedio se levantó y buscando su túnica sacó el sobre doblado en cuatro.

“Hola Draco”

Espero que estés disfrutando tu peluda existencia, porque lo que soy yo estoy disfrutando como nunca el ver que por más que te retuerzas no puedes ni podrás encontrar la solución a este hechizo, a menos claro que hagas lo que dicen los rumores… porque si, déjame decirte que lo que dicen por ahí no es solo un chisme, es la verdadera solución a tu problema de aquella poción de sangre, pero no creo que te cause mucho conflicto el abrirte de piernas para Potter pues yo sé muy bien que tú también ya gozas de esos placeres prohibidos y que tanto llegaste a criticar… no niegues que ya miras a los hombres desde otra perspectiva y antes de que la agarres con él, déjame aclararte que él no tiene la más mínima idea de lo que está pasando, allá tú si quieres ir a contarle.

Déjame decirte querido Draco, que al final te has convertido en aquello que más detestas: un anormal que gusta de los penes y que terminara dándole el culo al famoso niño que vivió.

 

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-¿Crees que ya la haya leído? –Pregunto Evangeline- en el desayuno no lo hizo.

-Yo creo que si, a fin de cuentas hoy o mañana no importa, lo hará de todos modos –respondio Chloe desde su cama sonriéndole a su amiga antes de apagar su lámpara.

 

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Draco se quedó como ido mirando la carta bajo la luz de la vela, leyó el contenido por lo menos unas quince veces antes de bajarla y recargarla en sus piernas, entonces se levantó y camino hasta la cama de Blaise.

-Blaise… Blaise… -susurro moviéndolo de un hombro.

-Mmm…

 

 

 

 


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