No había escuchado ese nombre antes, estaba intrigada, ya quería conocer a su compañera. Uno de sus amigos leyó con quien le tocó, hizo una mueca y luego dijo un comentario muy extraño.
-Qué mala suerte tienes Elena.
Después de eso se fue, ella no tomó importancia a ese comentario y fue a su cuarto para empacar sus cosas y mudarse a la otra habitación.
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Ya se encontraba fuera de su habitación, le había tocado una de las más alejadas en el cuarto piso. Con las llaves que le habían dado abrió el cuarto.
Era una recamara muy bonita, el tapiz de las paredes era beige, el piso tenía una alfombra roja, había dos camas matrimoniales a los lados, una tenía las sábanas negras (la izquierda) mientras otra doradas (derecha). Pegado a la pared en cada lado había un escritorio suficientemente grande como para dos personas. Del lado derecho alejado del escritorio estaba el baño, y del lado izquierdo a la altura del baño el ropero. Para finalizar en medio del cuarto había una mesa de madera para dos personas.
A Elena le pareció un lugar muy bonito, y por lo que notaba su compañera aún no había llegado, eso pensó hasta que escuchó el sonido de la puerta abriéndose.
De ella entró una figura femenina, no se podía ver como era debido a las ropas holgadas que vestía, una sudadera con capucha cubría su rostro, y en su mano derecha traía la maleta.
-Mucho gusto, soy Elena, imagino que eres Nahiara.
La chica asintió manteniendo su cabeza abajo.
-Espero que nos llevemos bien.
Le dedicó una sonrisa y le extendió la mano para saludarla, vio como la chica se quedó inmóvil por unos segundos hasta que muy lentamente alzó su mano para estrecharla con la de Elena. Esta se sorprendió, sus manos eran suaves y delgadas, además de frías.
-Todavía no eligió una cama, así que elige la que quieras.
Mostró una sonrisa amable.
Nahiara eligió la cama de la izquierda (la de sábanas negras), la oji-amabr prefería los colores más brillantes, por lo que no le molestó quedarse con la dorada, aunque si la otra chica elegía esa tampoco le importaría.
Elena empezó a acomodar sus cosas en el escritorio y armario, hasta que volteó la mirada a Nahiara, vio que esta se llevaba una mano a la mejilla para después soltar un leve quejido. Eso la preocupó y decidió ir hacia ella.
-¿Te encuentras bien?
Sin levantar la mirada Nahiara asintió débilmente, eso no convenció a Elena, por lo que la tomó de la mano y la sentó en su cama para después retirarle la capucha, en ningún momento Nahiara opuso resistencia, aunque tampoco demostraba entusiasmo.
Cómo suponía, algo no andaba bien, Nahiara tenía la mejilla morada he hinchada, al parece se había golpeado con algo. Rápidamente fue por el botiquín de primeros auxilios para tratarle la mejilla.
Le aplicó una pomada para la hinchazón, intentaba ser lo más delicada posibles.
-Listo.
La chica no hacía nada.
-No me vuelvas a mentir por favor. Seremos compañeras por un tiempo, quiero que podamos confiar entre nosotras y apoyarnos.
La miraba seriamente, no se conocían de nada, pero odiaba que la gente se quedara callada cuando necesitaba ayuda, y más si esas personas eran alguien cercano o sus compañeros.
-Gracias.
La oji-ambar se sorprendió, por fin Nahiara había hablando, solo fue un murmullo, pero eso bastó para que Elena pensara que era la voz más dulce que había escuchado.