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Sin miedo a quererte. por Girlyfairly

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Elle Lawliet, recién mudado de Inglaterra no entendía que es lo que hacía siguiéndole los pasos a un muchacho al cual acababa de conocer. Había confiado en que su abuelo no le daría permiso tan pronto le llamó por teléfono, pero contrario a lo que pensó, el mayor había sido demasiado permisivo y solo le pidió que llamase para saber si regresaría para la hora de la cena o si comería en la casa de su amigo. Y Light sonrió al escuchar al dulce anciano porque Elle había puesto la llamada en alta voz, olvidando que Watari no era sus padres, quienes ya se sabían las manías del azabache y el tono que usaba a través del teléfono cuando quería zafarse de algún plan pero quería culparlos a ellos con el típico "lastima, mis padres no me dieron permiso."

—¡Mira, allí está mi casa!— anunció el castaño señalando con su dedo a la casa que estaba al cruzarse la calle, y Lawliet, quien en todo el camino había estado pensando en sus cosas logrando no prestar atención a la infinita platica de Light, no pudo continuar ignorándolo cuando sintió una mano rodeándole la muñeca jalándolo con prisas para cruzarse la amplia y vacía calle, acercándose más a la valla de manera que rodeaba por completo la casa, ésa que era más pequeña que la de su abuelo, pero aún resultaba ser grande si Lawliet lo comparaba con el apartamento donde solía vivir. -es bonita, ¿no?- comentó sonriendo quedándose de pie en medio del camino de baldosas que dirigían a la entrada una vez que habían cruzado la puerta de la cerca, notando que su amigo paseaba su vista en el amplio y verde patio, el cual estaba rodeado de copiosos pero ordenados arbustos, y como toque final, bajo las dos ventanas estilo francesas ubicados al frente habían dos largas macetas de barro conteniendo unas bonitas y coloridas flores que Lawliet no conocía, pero que dichos colores combinaban perfecto con el color taupe profundo de las paredes.

—Si... son hermosas, la verdad—  comentó caminando despacio por el adoquín, tomando entre sus manos una flor de un naranja chillante, parecida a una rosa pero que cuyos pétalos eran pequeños y en mayor cantidad. 

—Mi mami les dedica al menos una hora cada mañana... ella dice que siempre encontró relajante lo referente a la jardinería, y mi padre le prometió una casa con un amplio jardín cuando aún eran novios... — Lawliet dejó de prestar atención de nuevo cuando Light nuevamente se había ido por las ramas, comenzando a contar cosas del noviazgo de sus padres. —pero mi padre terminó comprando una casa cuyo suelo era árido, y tuvieron que invertir para poder dejarlo en como es ahora, dicen que cuando yo nací aún estaban cavando algunas partes y aplanando otras para rellenar con tierra negra, por eso casi me muero de tanto polvo cuando tenía pocos meses de nacido.

—No me digas— suspiró, subiendo los tres cortos escalones para quedar frente a la gruesa puerta de madera, la cual en el medio lucía una pesada aldaba de metal, la que el castaño tomó para golpear la puerta con ella.

—Si, te lo juro, casi me muero— comentó inocentemente, sin percatarse del sarcasmos inyectado en las palabras del azabache, quien no pudo sacar de su error a su nuevo amigo porque antes que pudiese decir algo, la puerta se abrió, dejándose ver una mujer de cabello marrón que debía rondar los cuarenta, pero que se mantenía en buena forma.

—Sabía yo que esa voz solo podía ser la de mi Luz— su aguda voz hizo que el azabache arrugase la nariz incomodo, caso contrario pasó con Light, quien sonriendo se dejó envolver en un cálido abrazo antes que un sonoro beso fuese plantado en una de sus mejillas. —Ya quiero que sean las vacaciones de nuevo, extraño tenerte en casa—  lo apretó con más fuerzas ante la incómoda mirada del azabache, quien prefirió voltear hacia otro lado.

—Pero si las clases acaban de empezar— sonrió, jadeando por la falta de aire cuando su madre lo apretaba con más fuerzas hasta que decidió soltarlo luego de plantarle un nuevo estridente y largo beso en la misma mejilla. —mira mami, él es el amigo de quien te hablé— continuó haciéndose a un lado presentando al azabache, sin molestarse en limpiar la posible marca de labial rosa que había quedado en su piel. —Se llama Elle Lawliet. Elle, ella es mi madre, Sachiko Yagami.

—Un gusto, señora Yagami— extendió su brazo para estrechar su mano con la sonriente mujer antes que la misma los invitase a pasar

—¿Sabias que Elle nació en Inglaterra?— la voz de Light captó nuevamente la atención de su madre, quien sonreía ampliamente al verlo tan emocionado. —Elle, dinos algo en inglés— pidió el castaño haciendo dar un respingo al distraído azabache.

—Si, c-claro... ¿cuál es tu nivel de ingles?— preguntó antes, aún los tres de pie en el pequeño pasillo de entrada el cual enfrente tenía los escalones forrados de alfombra de un blanco hueso mientras a un lado había un umbral en forma de arco que conectaba con la sala de estar.

—Lo que le sigue a nulo— respondió Light con sinceridad.

—Ok... bueno, ¿que podría decir?— masculló, llevando un pulgar a sus labios. —¡ah ya!, have you ever tried not to talk for at least fifteen minutes? (¿Alguna vez has intentado no hablar por al menos quince minutos?)— su acento parecía haber dejado maravillado a Light, pero tragó grueso cuando vio la sonrisa desaparecer del rostro de la señora Yagami.

—Quizá mi hijo no hable inglés, pero para que lo sepa joven Lawliet, yo viví tres años en California mucho antes de casarme— con el entrecejo fruncido retomó sus pasos dirigiéndose a la sala, haciendo que el castaño parpadease rápidamente confundido, siguiendo a su madre.

—¿Que dijiste?... mamá, ¿que dijo?, ¿por qué nadie me dice?— se detuvo y sintió a Elle chocando detrás de él una vez su madre también había detenido sus pasos, volteándose para sonreírle ampliamente a su hijo.

—Nada bebé, dice que no le gusta la comida japonesa ni sus creencias... sabes cómo me pongo cuando se meten con mi cultura— explicó, tomándole una mejilla con una mano, limpiándole disimuladamente con el pulgar el labial que andaba marcado. —Ve a tu habitación y ayúdalo en lo que dijiste, yo en un momento les llevó las galletas— Light asintió sonriendo, pero tan pronto ella se dio la vuelta para seguir su camino hacia la puerta blanca al otro lado de la sala, Lawliet sintió un suave golpe en su brazo como reprenda por su comentario, encontrándose rápido sus ojos con los de Light, quien lo veía con el entrecejo fruncido, sintiendo Elle raro el verlo tan serio pues no le quedaba, no cuando todo el tiempo andaba tan sonriente.

Aunque la mayor preocupación de Lawliet no era lo amenazante que el castaño podía lucir, más bien era la vergüenza que sentía por su tontería, no pudo sostenerle la mirada a la señora Yagami cuando ella había subido hasta la habitación a dejar un plato de galletas con dos vasos de leches, Light se había levantado de la cama para recibirla sonriendo como siempre, en cambio Lawliet fingió estar demasiado concentrado en el escritorio de madera donde el castaño lo había dejado, junto a todos los cuadernos que él le había prestado, deseando convertirse en avestruz y enterrar la cabeza en el suelo tal y como salía en la caricaturas.

Las galletas estaban exquisitas, y luego de al menos cuarenta minutos escribiendo, fueron un buen bocadillo junto al vaso de leche que Light le había entregado desde que su madre lo había llevado, para luego volver a lanzarse a la cama con celular en mano. Y Lawliet veía que aún le faltaban tres cuadernos, arrugando la nariz automáticamente de solo pensar que aún le faltaba más por escribir cuando la mano ya le dolía, ¡las clases habían empezado hace tres semanas, joder!, ¿¡por qué habían escrito ya tanto!?

Siguió con su deber por al menos media hora más, deteniéndose solo para hundir su galleta con chocolate en la leche y luego comerla, aunque algo también había captado su atención, de vez en vez veía por el rabillo del ojo a Light, quien acostado boca abajo en su cama, había flexionado los brazos para apoyarse en sus codos y levantar la parte superior de su torso mientras entre manos mantenía un celular, sobre el cual sus dedos pulgares se movían con rapidez, deduciendo Elle que debía encontrarse mandando mensajes con alguien, aunque lo que realmente llamaba la atención al azabache era verle la sonrisa que tenía en el rostro, una muy distinta a la que le había mostrado durante todo el día, sonreía como nervioso, emocionado y ansioso.

—Pensé que ibas a ayudarme— opinó para romper el silencio, aunque se preguntó a los segundos el porqué lo había hecho si era lo más callado que había estado el castaño en todo el día.

—Dije que te ayudaría prestándote mis cuadernos, no escribiendo, nuestras letras no se parecen—  ni siquiera alzó la vista por leer el mensaje que se mostraba en la pantalla, el cual le habría hecho lanzar un gritito si hubiese estado solo.

—Es de mala educación hablar con alguien y no despegar el rostro de esos aparatos, ¿sabias?— se había ladeado sobre el asiento para poder ver al castaño, pudiendo ver cuando éste pareció sonrojarse avergonzado.

oh... lo siento mucho— se disculpó rápidamente dejando el celular en cama —es solo que... es que era importante que leyese ese mensaje... pero te estaba prestando atención...— continuó excusando con rapidez mientras se sentaba sobre el colchón, guardándose el teléfono en el bolsillo.

—No te estoy preguntando— se encogió de hombros antes de girarse nuevamente para posar su vista en la cantidad de cuadernos abiertos frente a él. -solo te recordaba que si vas a hablar con alguien, al menos tengas la decencia de mirarlo a la cara.- frunció el entrecejo al momento que volvió a tomar su lapicero, era una manía de las personas que él odiaba.

—Ya... lo siento...— masculló, poniéndose de pie y caminando despacio hacia el azabache. —prometo que no lo vuelvo a hacer— dijo al situarse al lado de él, alzando su mano derecha como si de un juramento se tratase.

Lawliet relajo sus facciones, pensándolo por un momento, no creía que estaba siendo justo con Light cuando apenas lo había conocido ese día, es decir, ni siquiera le había dado tiempo al castaño para conocer lo que le gusta y disgusta como para ponerse así por algo que Light no sabia que podía molestarle tanto. -Está bien.- musitó unos segundos después, pero dio un respingo cuando sorpresivamente había sentido unos brazos rodeándolo de manera muy animada... que rayos...Light lo estaba...¿¡abrazando!?, estuvo a punto de empujarlo, pero quizá alguien arriba aún no se olvidaba de él, porque antes de que hiciera una tontería, Light terminó con aquel contacto. Suficiente tenía con el posible y justificable odio que la señora Yagami debía tenerle como para ganarse ahora también el de Light, más cuando éste le estaba sonriendo tan amplio de nuevo.

—Oye... ¿no te gustaría continuar mañana?— dijo apoyando su trasero en una de las esquinas del escritorio, la única que no estaba invadida de cuadernos. —hay un partido de fútbol en la cancha de nuestra escuela, nuestro equipo está inscrito en un torneo y hoy se enfrentarán al primer lugar.

—No me gustan los deportes— tomó de nuevo su lapicero para continuar, dejando claro que no tenía interés por ir, más cuando se suponía que él solo había ido a esa casa a ponerse al día con las clases, no a hacerla de mejores amigos que van a todas partes con el chico que recién conocía.

—¡Oh, vamos!, ¡a mí tampoco pero será divertido!— aseguró, colocando una mano sobre el escritorio para encorvarse y dejar su rostro cerca del azabache, quien asustado se hizo para atrás ante la repentina cercanía.

—No Yagami, yo solo termino y me regreso a mi casa— intentó recuperar la compostura, no demostrar que lo ponía incomodo ver tan de cerca esos grandes ojos miel, a los cuales, si éramos sinceros, le había sido difícil decirles que no. 

—¡Por favor!— apoyó ambos codos sobre la madera y juntó sus manos en forma de súplica —será solo un momento, lo prometo, cada tiempo dura solo veinte minutos porque será un partido amistoso.

—¡Ya te dije que no!— espetó, sobresaltando al castaño. —ve con tus amigos, tú y yo no lo somos, apenas nos conocemos— rodó los ojos antes de comenzar a tomar sus cuadernos y regresarlos al maletín que había dejado en el suelo a un lado de la silla. No había terminado pero ya no le importaba, lo poco que conocía a Light le daba la impresión que no lo dejaría en paz hasta hacerlo decir que si, y él no quería ser participe de eso.

Aunque contrario de lo que pensó, el castaño no insistió más, en cambio solo se irguió y regresó sus pasos, tomó una revista del librero ubicado al lado de la cama y luego se acostó en ella comenzando a hojearla. Lawliet, aún guardando sus cosas, detuvo sus acciones por un momento repasando en lo que acababa de decir y odiaba esa sensación desagradable que le provocaron sus propias palabras

—Light...— llamó suave, acercándose despacio, provocando que el castaño se colocase la revista por completo sobre el rostro. Lawliet suspiró. —niño, a mí no me vas a chantajear llorando—  advirtió serio, pero no por ello se quedó quieto, se encorvó con cuidado apoyando las manos sobre el colchón para no caer de lleno sobre el castaño, solo quería saber si eran ideas suyas o si realmente estaba sollozando.

—¡No estoy llorando!— graznó, tomando con fuerza la revista por si acaso al otro se le ocurría arrebatársela. Y no, no estaba llorando, pero solo porque estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para retener las lágrimas, pero admitía que aquellas palabras le habían calado.

—¡Entonces quítate la revista!— dijo exasperado al mismo tiempo que la tomaba de la parte de arriba, comenzando a jalarla hacia un lado, mientras Light lo hacía para mantenerla pegada a su rostro.

—¡No!— gritó de nuevo, y Elle Lawliet bufó, no creyendo que el mismo estuviese siendo partícipe de algo tan infantil, porque era justo lo que pensaba de Light en esos momentos, que era un infantil, y entonces era justo lo que él también era, y aún sabiéndolo, no le importo, jaló con más fuerzas pero esta vez la revista se rompió, aunque lo que lo paralizó no fue el sonido del folio rasgándose, fue más bien que en ese momento la puerta se abrió.

Light jadeó sorprendido, y sin importarle el daño a su revista, se sentó sobre el colchón como un resorte por miedo a que hubiese sido su padre el que había entrado por aquella puerta, el problema es que en el brusco movimiento pasó llevándose a Elle, golpeándole la nariz con su cabeza al levantarse, haciendo que el pobre azabache cayese sentado en el suelo.

—¡Mamá!, ¡me asustaste!— llevó una mano a su pecho sintiendo lo rápido que latía su corazón al tiempo que su respiración estaba acelerada.

Pero Sachiko no dijo nada, en cambio solo entró a la habitación despacio, manteniendo un gesto de intriga, hasta que se situó al pie de la cama, frente a su hijo, viéndolo con las mejillas sonrosadas pero los ojos cristalinos —Light... estabas...¿llorando?

—¿¡Qué!?, ¡No!— se defendió rápidamente negando frenético con la cabeza para no preocupar más a su madre.

—Entonces, ¿que hacían?— preguntó esta vez más calma, paseando sus ojos entre su niño, y el muchacho que aún estaba sentado en el suelo, sosteniéndose la nariz. —Quizá el joven Lawliet pueda explicármelo— continuó, acuclillándose frente al azabache con sus brazos cruzados, sonriendo de una forma que a Elle le erizó la piel.

—Yo... verá, señora Yagami...— carraspeó la garganta, desviando la vista encontrándose con la de Light, esperando que éste entendiese su llamado de ayuda, pero en cambio el castaño solo lo miró intrigado, por supuesto, él no era como su mejor amigo de Inglaterra que lo conocía como la palma de su mano. —hablábamos con su hijo la posibilidad de ir al partido de fútbol de nuestra escuela esta noche— finalizó, viendo cómo los ojos de Light se abrían de par en par.

—¿Es eso cierto, Light?— dirigió su mirada esta vez a su hijo, levantándose de su posición pero solo para sentarse en la orilla del colchón junto al castaño.

—Si... p-pero yo no creo que sea buena idea— contestó cabizbajo.

—Y yo le insistía que sería buena idea salir— continuó el azabache, sintiendo que le había dado un tic en el ojo ante la actitud de Light, ¿¡que no era él en primera instancia el que quería ir a ese maldito juego!?

—¿Estás seguro?— preguntó suave el castaño y Elle Lawliet asintió, viendo como la sonrisa volvía a aquel rostro. —mami, ¿puedo ir?— se dirigió esta vez a su progenitora, el azabache casi sintió que palidecía sino fuese porque su color natural ya era así, o sea, ¿como?, ¿lo había invitado a ir y ni siquiera tenía el permiso aún de su madre?, aunque no era como si Lawliet no supiese lo que iba a pasar... y pasó, Sachiko asintió sonriente, se preguntaba si alguna vez esa mujer le decía que no a su hijo en algo.

—Iré a prepararles algunos emparedados para que puedan llevar— se puso de pie, pero antes de alejarse, Light la tomó por la muñeca.

—Elle no es fan de los emparedados...¿podrías poner galletas para él?— pidió tímidamente, con esos grandes ojos viéndola directamente.

—No hay problema— sonrió antes de desviar la mirada al azabache que hasta este momento se ponía de pie. —joven Lawliet, ¿podría acompañarme?, su nariz no sangra pero me gustaría asegurarme que no esté fracturada— Lawliet tragó grueso antes de asentir despacio. —muy bien, así Light puede quitarse el uniforme, tal vez podrías prestarle una chamarra a tu amigo, cariño, por las noches siempre es más frío.

Light asintió emocionado, y Sachiko se giró haciendo una señal a Lawliet para que la siguiese. Y sintiendo como si fuese al matadero, siguió a la mujer unos pasos atrás, bajando lento por las escaleras mientras ella tarareaba una canción que el azabache no reconocía, pero que él pensaba que debía ser la canción favorita cada que iba a aniquilar a alguien, porque la señora Yagami tenía razones para hacerlo, primero su mala broma con el inglés, luego de encontrarlo en una extraña posición en la cama de su hijo, el cual tenía los ojos claramente llorosos, si solo era de ver los cuadros que la familia tenía en el estante de la sala para saber que ese castaño era el consentido de la casa, por lo que era normal sentir miedo si se había metido con "la Luz " de esa mujer. 

—¿Gustas esperarme aquí o quieres acompañarme a la cocina?— detuvo sus pasos en medio de la sala, deteniéndose el azabache abruptamente aún detrás de ella.

—Como usted lo prefiera—  sonrió intentando ocultar sus nervios, era una suerte que sus dedos de los pies estuviesen ocultos bajo los zapatos, sino la señora Yagami hubiese sido testigo de la forma en la que se movían inquietos.

—Quédate aquí— le indicó señalándole el largo sofá color crema, en donde Elle tomó asiento sin rechistar, hundiéndose entre los múltiples cojines. —Tu nariz se está poniendo roja, mejor iré por hielo— sonrió, preguntándose Elle como alguien tan intimidante podía lucir tan buena gente.

Y la vio desaparecer de nuevo tras aquella puerta blanca que en el medio tenía una ventana redonda, permitiéndose él relajarse un poco, sin la mirada asesina de la señora Yagami y sin la agobiante voz de Light. Pero antes de que echase su cabeza contra el respaldar, una de las fotografías situada en la pequeña mesa de madera frente al sofá llamó su atención, alzó la vista hacia la puerta de la cocina solo para asegurarse que la señora Yagami aún no regresaba antes de tomar la fotografía enmarcada de forma simple, pero no era el marco lo que le había atraído, era la imagen en sí, en ella se mostraba a un hombre con un espeso bigote, cabellos perfectamente peinados hacia atrás y unos sencillos lentes sobre sus ojos, un hombre bastante erguido, deduciendo Elle que debía tratarse del padre de Light ya que la señora Yagami, con unos años menos, estaba a su lado tomándole del brazo, mientras que sobre los hombros, el mismo formidable hombre cargaba a un sonriente Light de al menos unos ocho años, quien tenía una mano sobre la cabeza de su progenitor tal vez para asegurarse que no caería, mientras con la otra parecía saludar a la cámara, los tres en un espacio abierto, parecía un parque, o algo parecido según Lawliet, aunque lo que realmente él no dejaba de ver era como los tres sonreían, e inevitablemente sintió su pecho comprimido, hasta que la imagen se empañó porque sus ojos se nublaron.

—Aquí está... el hielo— susurró lo ultimo al percatarse de las notables lágrimas que bajaban por las mejillas del muchacho que había dejado en la sala, quien de manera apresurada dejó el cuadro en su lugar y se limpió las lágrimas con la manga de su saco. —¿Está todo bien?— preguntó con un tono maternal, acercándose despacio hasta sentarse al lado del joven.

—Si, lo siento por el atrevimiento— se excusó rápidamente, fingiendo una sonrisa al tiempo que tomaba la compresa fría que la mujer le entregaba para colocársela en la nariz.

—¿Seguro?, ¿si necesitas hablar...— pero el azabache negó rápido con la cabeza antes de dejarla acabar, y la mujer de cabellos marrones suspiró. —bien, pues yo sí necesito hablar contigo— continuó, ahora más seria, y era justo lo que Elle estaba esperando que no pasase.  —Tengo la impresión que no te agrada mi hijo— empezó y el azabache negó lento con la cabeza, que el castaño le desagradase era algo muy fuerte, solo había logrado desesperarlo un poco pero no a ese punto. —te aseguro que no entiendo el porqué nadie le habla, aunque quizá yo lo estoy viendo desde el punto de vista de una madre que lo ama, pero cuando me llamó por teléfono después de mandarme los mensajes, te juro que hace mucho no lo escuchaba tan emocionado, y mira que él se emociona por todo— rió por un momento.

—Su hijo no me desagrada, se lo aseguro— y era cierto, apenas era su primer día, consideraba que demasiadas cosas habían pasado y no quería imaginarse de qué más podría ocurrir si seguía juntándose con Light, ¿pero como dejarle de hablar?, el chico no le había hecho nada malo hasta el momento.

—Pero sé que quien quería ir a ese partido era él, no tú, que solo lo estás acompañando para quedar bien conmigo— ¡atrapado!, los ojos de Elle se abrieron de par en par, y sus labios se movieron intentando articular una excusa pero nada salió. —no te preocupes, no estoy molesta, pero te pido que no lo vuelvas a hacer— hizo una pausa y estiró un poco su cuello para asegurarse de no escuchar a nadie venir por los escalones. —escucha, como madre quisiera que mi hijo estuviese lleno de amigos, y desde hace un año le he insistido para cambiar de institución, pero él no ha querido porque es ahí donde ha estudiado toda su vida, pero es su último año, créeme que un año más sin que nadie le hable no le afectará.

—¿Me está pidiendo que deje de hablarle a su hijo?— preguntó confundido.

Pero antes de que Sachiko se pudiese explicar, ambos escucharon los pasos apresurados de alguien descendiendo por las escaleras, poniéndose los dos de pie al saber de quién se trataba.

—¡Ya estoy listo!— anunció tras aparecer por el umbral, llevando puesto un pantalón jeans negro junto a una camisa roja y una chamarra color blanco encima. —Mira Elle, traje esta para ti—  extendió su mano para entregar al azabache la gabardina oscura que traía en ella. —tengo una que es color crema, pero tú tienes un aire sombrío, así que creo que la negra se te verá mejor–- sonrió, pero Elle se mantuvo serio pues no sabía si debía tomar aquellas palabras como un cumplido, una seriedad que Light notó al instante. —Aunque si quieres que traiga otra puedo hacerlo, solo pensé que esta te gustaría más, pero tengo muchas otras en mi closet, ¿gustas subir y elegir una?— habló con rapidez, dispuesto a regresarse a su habitación para enmendar su error, pero una mano le rodeó la muñeca deteniendo sus pasos.

—El negro está bien—- tomó la gabardina de las manos del castaño y no pudo evitar sonreír por lo larga que era, llegándole a las rodillas, solo le hacía falta el sombrero para sentirse por completo como el inspector Gadget. —¿nos vamos?— aún no estaba convencido de ir, a él no le gustaban esas cosas, pero sin ofender a la señora Yagami, deseaba con urgencias salir de esa casa donde no había hecho más que cagarla.

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Light caminaba despacio para poder leer su celular de vez en vez, pero apartándolo cada que deseaba decirle algo al azabache, quien arrastraba los pies al caminar encorvado con las manos dentro de la gabardina. Ambos sabían que estaban cerca cuando el bullicio que se llevaba dentro de las instalaciones podía ser escuchado aún en la calle, fue hasta entonces que Light apresuró sus pasos, indicándole a su amigo que también caminase más rápido si es que querían llegar a tiempo, y Lawliet acató la orden bajo la idea de "a mal tiempo darle prisa".

Pero no estaba seguro si le agradaba estar en la escuela por horas de la noche, de por sí le desagrada en la mañana, verla tan llena cuando el sol ya se había ocultado era el doble de malo. Y como alguien sin voz ni voto fue tomado por la muñeca para ser arrastrado por el castaño, abriéndose paso ambos entre la multitud de alumnos de ambas instituciones, hasta que lograron entrar a los graderíos, buscando desde arriba un lugar vacío.

—Mira, sentémonos acá— señaló Light unos asientos siempre en la parte superior, donde todos se encontraban alejados, pero esta vez Lawliet no se dejó arrastrar, en cambio detuvo al castaño al tiempo que arrugaba la nariz no de acuerdo con el puesto que Light quería ocupar ya que era un espacio que estaba detrás de una pequeña pared, por lo que resultaría difícil ver el juego, aunque peor que eso, al ser un lugar que nadie usaba, parecía que había sido tomado como basurero. 

—Allá hay otros asientos vacíos— señaló el azabache aún sujetando a Light por la muñeca, mostrándole los puestos que estaban al bajar unos cuantos escalones, casi en medio de los graderíos, pero Light tampoco se dejó arrastrar.

—No... yo no puedo sentarme ahí— indicó con rapidez, ganándose una mirada extrañada por parte del más alto. —Te aseguro que desde aquí también veremos bien— intentó persuadir al pelínegro, pero éste, haciendo más fuerzas, comenzó a jalarlo gradas abajo.

—No jodas, Yagami, no me has hecho venir hasta aquí para que nos quedemos en el peor puesto— prácticamente el menor se sentó de golpe ante el brusco jaloneo del otro, aunque parecía no importarle lo adolorida que se sentía su muñeca cuando el azabache al fin lo soltó, más bien su atención fue captada por la manera en que sus compañeros de alrededor se desplazaron un poco a modo de quedar alejados de él, algo que parecía solo Light había notado. —¿sucede algo?— interrumpió monótono Elle cuando se percató que su acompañante en lugar de tener los ojos puestos en el partido que acababa de empezar, veía fijo al suelo.

—No, nada— alzó la cabeza dedicándole una sonrisa, y Lawliet no quería asegurar nada cuando aún no lo conocía bien, pero había encontrado un poco fingido ese gesto.

Pero prefirió no decir nada, en cambio intento entender el juego ya que estaban ahí, Light parecía saberse las reglas demasiado bien para ser alguien que no le gustaba el fútbol, y Lawliet trataba de llevarle el hilo a todo lo que le decía pero a veces hablaba demasiado rápido.

Los graderíos comenzaron a animarse mediante el juego avanzaba, había tanto movimiento y ruido que Lawliet comenzaba a sentirse sofocado, en ocasiones se sobresaltaba cuando el alumnado se ponía de pie gritando o brincando como celebración de un gol, hasta le parecía que Light era el único normal pues él solamente aplaudía ante alguna anotación, pero esa actitud "normal" le resultaba extraña viniendo de alguien como el castaño, que como su madre había dicho, se emocionaba por todo, mínimo esperaba que lo jalonease de la camisa o le gritase al oido como todos los demás, pero en ningún momento pasó, aunque sus ojos miel brillaban de emoción, en ningún momento perdió la calma a lo largo de los cincuenta minutos que estuvieron sentados. 

—Bien, ¿nos vamos?— llamó Elle rápidamente poniéndose de pie cuando el silbato final se dejó escuchar.

—¿Queee?, p-pero la gente aún no sale... nos costará salir si no esperamos que la entrada se descongestione— intentó explicarse cuando sintió que el azabache lo tomaba nuevamente de la muñeca.

—No importa, nos abriremos paso— continuó, poniendo al castaño de pie caminando de lado para no pisar a las personas aún sentadas, jalando a Light detrás de él hasta que llegaron al camino de gradas cortas que llevan a la salida, pero que se detuvo cuando los agudos gritos de la mayoría de chicas se apoderaron del lugar, haciendo que el azabache cerrase los ojos y arrugase la nariz incomodo.

Y no era para menos, todo el público femenino se emocionó cuando la puerta de la valla de metal en la cancha se abrió, y el camino de gradas cortas se vio invadido de chicas gritando al momento que los jugadores de ambos equipos comenzaron a ascender . Primero el equipo local, el de la institución Daikoku guiado por su capitán Shunnsuke, el chico alto, gallardo y bronceado de cabellos claros que traía suspirando a muchas chicas, y quien había logrado atraer los ojos de Light, quien con el corazón a mil no lo perdía de vista mientras lo veía aún algunos escalones abajo, sonriendo y saludando a las chicas que gritaban más alto a su paso, no pudiendo evitar el castaño sentirse celoso de que esa sonrisa de dientes perfectos fuese dedicada a alguien más. Y Lawliet al estar más ocupado en tratar de ocultarse en sus propios hombros debido a los estridentes gritos, no se percató del dilema que podía leerse en los ojos del castaño, quien se mordía el labio inferior nervioso, hasta que aquel muchacho le robó el aliento al pasar junto a él, al momento en que aquellos penetrantes zafiros se posaron en los suyos color miel, pero que las miradas lograron sostenerse solamente por dos segundos antes que Shunnsuke bajase sus ojos rápidamente, viendo al castaño siendo tomado por la muñeca por el pálido chico que tenía al lado, y aunque el capitán del equipo siguió subiendo sin mostrar mayor interés a ese gesto, Light si sacudió rápidamente su mano para soltarse de su amigo, quien no parecía estársela pasando bien debido a todo el alboroto, así que tan pronto ambos equipos subieron, Light se aseguró de buscar rápidamente la salida con él.

La calle no se encontraba tan abarrotada como el interior de la institución, sin embargo había bastante movimiento, alumnos saliendo o entrando, otros comprando cualquier souvenir o comida de los vendedores ambulantes que aprovechando el evento habían puesto su pequeño puesto. Lawliet comenzó a caminar por la acera sin importarle si Light lo seguía o no, total, la casa de su abuelo quedaba a cuatro cuadras, no podía perderse, pero Light aún no quería irse.

—¿No quieres una banderilla?— se situó repentinamente frente al azabache haciéndolo detener los pasos abruptamente, Elle giró su rostro hacia donde Light le señalaba, el pequeño puesto donde un sonriente hombre parecía no dar abasto con la cantidad de gente que quería comprarle.

—Son pasadas las siete de la noche.— comentó luego de levantar la manga de su gabardina para ver su reloj de muñeca. —a esta hora el exceso de harina es demasiado pesada para el cuerpo, además no sabemos si ese hombre se lavó las manos antes de prepararlas, como tampoco sabemos la calidad de la salchicha ni que tan viejo es el aceite en donde se están friendo, ¿aún quieres banderillas?

—Si— contestó rápidamente el castaño mostrando sincera emoción, borrando la sonrisa ladina en el rostro del azabache preguntándose si ese niño no se habría caído al nacer, porque estaba seguro que algo no debía estar bien con él. —en realidad mi comida rápida favorita son las hamburguesas con mucho queso, y muchas papas fritas, pero no veo ningún puesto y el único restaurante cercano está a tres cuadras, por lo que nos tomaría más tiempo llegar hasta allá...— el azabache rodó los ojos, pero aprovechó el más ínfimo instante de pausa para poder hablar.

—Como quieras, pero ve tú, ni loco me meto en ese cúmulo de personas.— suspiró fastidiado, tomando asiento en la orilla de la acera, teniendo cuidado de no pisar el agua que corría por la cuneta.

—Está bien... pero promete que no te irás— pidió, extendiendo una mano hecha puño solo con el meñique alzado, ganándose una mirada extrañada por parte de Lawliet que lo veía desde abajo.

—¿Lo prometo?— masculló dudoso pero el castaño no bajó la mano

—¡Promételo con el meñique!— dio un zapatazo sobre el asfalto que hizo a Lawliet dar un leve respingo por semejante gesto infantil.

—Si, como sea, lo prometo— alzó su propia mano y unió su meñique con el del castaño, quien sonrió convencido antes de alejarse para comprar su tan querida banderilla.

Pasaron algunos minutos desde que se había alejado de Elle para situarse al final de la fila, la cual pese a ser larga se estaba movilizando bastante rápido, solamente faltaban tres personas para llegar hasta el principio de la cola, el lugar se seguía llenando, y se escuchaba las voces de las personas venir de todas partes, pero fue la plática de las chicas delante de él que llamaron por completo su atención.

—Ya te dije amiga, no puedo comer eso—- intentó explicar por segunda vez la alta chica de cabellos rubios a la otra muchacha que le acompañaba. —gracias a que nuestro colegio ganó, Ryuo me ha dicho que el entrenador les dio permiso de llevar un invitado a la celebración— sonrió con picardía, viendo con complicidad a su amiga quien rápidamente entendió el significado del sonrojo en las mejillas de la rubia.

—¡No me digas que él te pidió que lo acompañaras!—- exclamó la más baja, gritando al mismo tiempo que su amiga cuando ésta asintió frenéticamente.

Y los ojos de Light se abrieron de par en par alucinado, emocionado, ansioso. Se salió de la fila y regresó sus pasos casi corriendo hacia donde había dejado a su amigo.

—¡Elle!— se encorvó apoyando sus manos en sus rodillas intentando recuperar el aliento.

—¿Y tu banderilla?— fue lo único que se le ocurrió preguntar, no prestando atención al brillo que traían los ojos de Light o a sus sonrojadas mejillas, aquí la verdadera pregunta era ¿¡donde estaban la jodida banderilla por la cual lo había dejado ahí esperando!?

—De pronto ya no tenía ganas de ella— contestó calmo, y Lawliet tuvo que morderse la lengua para no decirle todo lo que quería gritarle. —Solo venía a decirte que si quieres marcharte puedes irte, yo creo que iré a cenar con alguien.

—¿Crees?— enarcó la ceja y se cruzó de brazos, imaginándose que debía tratarse como lo que le hizo por la tarde, armando planes sin haber consultado primero.

—Aja, es que aún no estoy seguro—- comentó cabizbajo haciendo círculos imaginarios en el suelo. —pero lo más probable es que si, solo debo hacer una llamada y así...

—Entonces hazla—- interrumpió el azabache, entrecejo fruncido.

Y aunque Light no quería hacerlo frente a su amigo, no tuvo opción bajo esa penetrante mirada, por lo que aún emocionado sacó su celular para comenzar a llamar a uno de los pocos números que tenía en la categoría de favoritos

—Ummm, qué raro, parece que el celular está apagado— masculló, alejándose el teléfono para poder ver en la pantalla si es que acaso era su aparato el que estaba fallando.

Lawliet se quedó en silencio, pero sus facciones se relajaron cuando vio la desesperación que parecía haberse apoderado del castaño, quien no se daba por vencido, marcando el mismo numero para luego llevar el teléfono a su oreja mordiendo su labio cuando la llamada era desviada, repitiendo las mismas acciones al menos unas seis veces hasta que el azabache le tomó la mano para evitar que sus pulgares se moviesen sobre la pantalla. 

—basta, quizá se quedó sin pila— dijo de manera suave, con sumo cuidado.

—¡Si!, seguro es eso—- contestó sonriente, haciendo que Elle se preguntase cómo podía sonreír tan amplio si sus ojos sugerían lo contrario. —creo que mejor regreso a casa, de seguro olvido encender su celular— continuó, tratando de animarse él mismo. —Pero de igual forma te agradezco mucho que me hayas acompañado aunque no querías venir— Lawliet desvió la mirada, apenado. —te veré mañana, Elle— su rostro cayó de lado levemente y sus ojos se entrecerraron al momento que sonrió por última vez.

—Light...— llamó suave pero lo suficientemente audible para que el castaño se girase de nuevo. Pudo sentir esos enormes ojos miel atravesándolo, viéndolo expectante mientras él guardaba silencio, pensando bien lo que diría. —tengo hambre— comenzó, creyendo que debía estar muy idiota para lo que diría. —¿quisieras acompañarme por una hamburguesa al restaurante que me dijiste?—- seguramente se iba a arrepentir de esto luego, seguramente si, se iba a arrepentir de ello, seguramente...no... verlo llenarse de emoción nuevamente parecía haberlo valido.

—¡Por supuesto!, pero debemos darnos prisa sino quieres que el exceso de harina le haga daño a tu cuerpo— Lawliet negó lento con la cabeza desconociéndose por lo que acababa de hacer, en estos momentos podría estar yendo camino a la tranquilidad de su nuevo hogar, no siguiendo los pasos del castaño de nuevo. —Y entonces hay una hamburguesa que le llaman "la spicy" la cual es demasiado picante, hasta los hombres más rudos lloran con ella, y también hay una que le llaman "la hugemeat" que es enorme, yo nunca me la puedo comer toda.

—Espero que te refieras a la hamburguesa— bromeó el azabache codeando a su nuevo amigo.

—¿Eh?—- pero el castaño no pareció entender, contrario a los ojos de Elle que sugerían picardía, los de Light lucían intrigados mientras seguía su andar al lado del azabache.

—Es que dijiste que nunca te la puedes comer toda—- explicó despacio el pelínegro, tratando de hacer entender al castaño en donde estaba el chiste de su comentario.

—¡Ah si!, es que es demasiado grande y gruesa— comentó ingenuo al creer que había entendido, fingiendo con sus manos que tomaba frente a sus labios una hamburguesa de gran tamaño.

Y Lawliet no quiso sacarlo de su error, iba a ser demasiado incómodo estar siendo visto por esos enormes ojos color miel mientras él intentaba explicarle el chiste del doble sentido en sus palabras, porque estaba seguro que su grupo de amigos de Inglaterra no habrían dudado en carcajearse si lo hubiesen escuchado, y Lawliet hubiese adorado estar entre ellos para reír y bromear hasta que le doliese el estomago. Sin embargo no pareció molestarle el hecho que Light no fuese como sus amigos, quizá el castaño hablaba mucho y a veces lo desesperaba, pero entendía que no lo hacía por maldad, más bien en varias ocasiones había visto que Light aún era algo ingenuo, pero a la vez genuino, a decir verdad, el castaño comenzaba a agradarle más de lo que se atrevía a aceptar.


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