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BBC. Él, ella y yo {Johnlock} por amourtenttia

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Capítulo 4.

El día que pasó fue todo tan repentino que no tuvo tiempo de reaccionar siquiera. Al menos, no de reaccionar como hubiese deseado.

Sus ojos se habían cerrado y sus labios habían aplicado presión sobre los ajenos.

Antes de que sus manos alcanzaran las que tomaban su rostro estas se habían alejado.

John abrió los ojos con sorpresa, mientras Sherlock le analizaba.

Claro, tenía esa mirada.

Su cerebro estaba trabajando a mil por hora, y Watson no pudo evitar pensar que él era todo lo contrario.

¿Cómo puedes analizarme en este jodido momento?

Quizá sus ojos son mucho más expresivos de lo que recuerda.

—Querías que te besara. ¿O querías besarme?—cuestiona Sherlock, y luce sinceramente confundido.

Es como un balde de agua fría.

Está por afirmar que por supuesto él no quería besarle, pero tenía una promesa con sí mismo, con Mary...

Ninguna mentira saldría de su boca.

—Dudo mucho estar confundiendo las señales, John—continúa el moreno, sentándose de nuevo sobre su sillón, cruzando las piernas mientras el doctor guarda silencio.

Su primer beso con Sherlock, y éste fue quien tomó la iniciativa.

El mundo se estaba volviendo loco.

—Eres un imbécil.

El rubio esboza una sonrisa sin poder evitarlo, y el otro le observa.

—Realmente esperaba ganarte al menos en eso...

Holmes alza una ceja.

—Quería besarte yo primero.

El moreno parece entenderlo entonces, y luego le mira nuevamente con curiosidad.

—¿Qué diferencia habría en ello?

Watson niega por lo bajo, y alza las manos rendido.

—No haría ninguna diferencia, solo... Pensé que se sentiría bien hacerlo.

Sherlock parece confundido de nuevo, y toma su taza de té casi al mismo tiempo que Watson. Toma un trago mientras frunce el ceño.

Habla justo cuando el otro continúa con la porcelana en los labios.

—Siempre puedes hacerlo tú la próxima vez...

Ha sido un verdadero reto no escupir nada luego de oír eso. Se levanta de su lugar cual resorte.

—Es tarde. Debo ir por Rosie.

—John. Te tomas 12 minutos en ir y venir.. Y falta media hora...

—Iré por leche—informa, tomando su abrigo del perchero

—Fuiste al supermercado ayer—le recuerda Sherlock

—Pasaré tiempo de calidad con ella. Es bueno para las niñas de su edad... No te atrevas a decirlo—advierte, y voltea a verlo mientras cierra la boca lentamente— Solo. No.

Se termina de arreglar y está por salir del departamento cuando el moreno dice:

—No puedes huir para siempre de tus sentimientos, John Watson...

El más bajo le fulmina con la mirada.

—¿Ahora eres un experto?

—Intenté hacerlo hace algún tiempo... Mira donde terminé.

Watson mentiría si dijera que eso no le hizo sentir bien. Su pulso le delataba. Y ese estúpido sonrojo.

—Volveremos para la cena—es lo único que puede responder, luego de algunos segundos, mismos que Holmes usó para alcanzar su violín y comenzar a tocar una concida melodía.

Las notas características de La Mujer hicieron eco en el 221B... Pero no pasaron muchos segundos para que se notara la variación en las notas.

Era una pieza totalmente distinta, una pieza que quizá nadie hubiese escuchado antes.

No estaba terminada.

Y quizá si, comenzaba con notas que alguna vez dedicó a alguien más pero, ahora mismo...

A cada nota el palacio mental de Sherlock se abría paso ante sus ojos. Todo tan perfectamente ordenado como siempre, y con habitaciones enteras que comenzaban a llenarse fácilmente.

Pasó por toda el área central, esa donde los crímines eran la parte principal.

Subió escaleras, y miró miles de archivos perfectamente acomodados.

Pasó de largo, y llegó a un área que recientemente había inaugurado.

Todo era tan llamativo, quizá hasta infantil.

Era una sección entera de su palacio, no un cuarto más... Era un todo indescriptible.

Entró a la habitación ya tan familiar, esa donde guardó cada melodía nueva desde que ella llegó a su vida.

Varias hojas se encontraban en un cesto, listas para ser eliminadas. Otras más estaban acomodadas en el escritorio, donde un bolígrafo bailaba entre los dedos de Holmes mientras reescribía una y otra vez, sin estar satisfecho con el resultado.

Continuaba tocando suaves notas de aquella canción que estaba casi lista.

Sonrió sin notarlo, mientras sus dedos se deslizaban por las cuerdas. Su mente demasiado ocupada en su palacio, y los ojos firmemente cerrados.

Nadie nunca escuchó ese precioso concierto, donde, por primera vez, interpretaba la dulce canción: 《Él, ella y yo.》By: S. Holmes

Salvo quizá unos oídos jóvenes, que reconocían el sonido del violín de su padre a metros de distancia.

—¿Pasa algo, Rosie?—cuestiona el doctor, mirando con preocupación a la menor.

Está tan inusualmente callada.

La pequeña rubia le mira con ojos brillantes, y sonríe encantadoramente mientras niega divertida.

Esa melodía es hermosa sin duda.

—Papá debería tocar un día para mí...—murmura para sí, pero el mayor le oye.

Intenta aguidizar el oído, pero es tarde. Ha alcanzado a oír apenas una nota, y reconoce también quien está detrás de aquel concierto.

Sonríe con discresión.

Holmes guarda un baúl en casa desde que Watson le amenazó con tirar todas las partituras que no tienen nada más que rayones.

Si su hija supiera lo que él ha visto.

"Todas esas canciones, son para ti" piensa, recordando cómo ha batallado para leer los títulos, hasta que reconoció:

Mi querida Watson.

Repentinamente. Tiene ganas de besarlo. O ser besado de nuevo.

—¿Estás lista?—cuestiona, tras recoger la mochila de la niña.

Han pasado gran parte del día en una pequeña plaza, no muy lejos de Baker S.

Rosie asiente con seguridad. Watson sonríe.

—Vamos a casa.

Y la menor sonríe exactamente igual.

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