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BBC. Él, ella y yo {Johnlock} por amourtenttia

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Capítulo 5.

La primera vez que Rosie se mete en problemas durante las horas escolares es memorable para cada miembro de la familia.


John se encontraba trabajando en la pista de un caso (que Sherlock había catalogado como "poco interesante" pero que para el otro resultaba sencillamente fascinante) cuando recibió una llamada al móvil.

Dejó todo de lado cuando reconoció la voz del director de la escuela de su pequeña.

Salió disparado hacia ésta mientras texteaba al otro padre, informándole lo que sabía en un simple mensaje:

Rosie. Problemas.
Ávila quiere vernos inmediatamente.
JW.

No pasaron más que minutos antes de que Sherlock respondiese con un:

Voy para allá.
SH.

Ricardo Ávila era un hombre ya mayor que dedicó gran parte de su vida en el área educativa. Maestro desde temprana edad y figura oficial de la institución desde entonces. Formó un modesto colegio que, con los años, se volvió uno de los más importantes de la ciudad. No solo por su excelente sistema educativo, en opinión de John, sino por el amplio criterio de su director ante la era moderna. No se mostró incómodo junto a él o Sherlock en ninguna ocasión, e inclusive les ofreció comunicarlos con padres que atravesaban su misma situación. Sherlock tardó un poco en entender realmente a qué se refería, hasta que el mismo Ávila le explicó que no eran los primeros padres primerizos que se encontraba. Debido a este comportamiento Watson se encontró bastante a gusto con la nueva escuela de su pequeña, y pronto el moreno tuvo que admitir que era una buena institución.

Por ello el par resultó verdaderamente preocupado ante el llamado del director que, hasta ese momento, no se había quejado del comportamiento de su niña.

Watson fue el primero en llegar, y solo bastaron pocos minutos para que Sherlock hiciera su aparición. Junto a éste venían su padre y madre.

Éstos habían sugerido pasar la tarde junto con su hijo antes de visitar durante la mañana siguiente a su hija. Mycroft se uniría a ellos para la cena, junto con Greg, John y Rosie.

—Oh, Johnny, cariño. ¿Qué ha ocurrido? ¿Se ha herido?—inquirió la madre del moreno verdaderamente preocupada, y el rubio sospechó que quizá debió ser más claro en su mensaje.

—Está bien. Ella está bien... —Respiró profundo mirando al moreno— El director no me dio muchos detalles. Al parecer se ha metido en una pelea, no física...— aclaró, ante los suspiros sorprendidos por parte del matrimonio

Holmes a alzado una ceja.

—No te atrevas a decirlo—advirtió la madre de éste, robándole las palabras al rubio.

—No lo entiendo. Rosie es una niña muy tranquila... —comentó el padre de Sherlock.

John se enderezó en su sitio mientras asentía a lo dicho. Sherlock observaba a su alrededor con ojo crítico.

—Lo mejor será que entren inmediatamente. Si te parece bien podríamos llevar nosotros a Rosie mientras charlan con el director...—comentó la mujer más calmada.

Watson estaba por negarse cuando el más alto carraspeó ligeramente.

—Si no es una molestia—aceptó, mirando de reojo a su pareja.

Una sonrisa se escapó de los labios de los mayores, el esposo de ella negó ligeramente.

—Ustedes atiendan esto. Mi esposa y yo vamos por Rosamund.

Una vez que el par se aleja el detective y el doctor se dirigen al interior de las instalaciones recorriendo el camino ya familiar.

John puede notar como, a cada paso, el otro parece ponerse tenso. Finalmente llegan al final del pasillo, a unos pasos de la puerta nota una figura apoyada sobre la pared mientras, a su lado, Holmes frunce el ceño.

Reconocería a ese hombre donde fuera.

—Sherlock... —saluda con seriedad el hombre.

—Sebastian...—murmura entre dientes el detective.

Watson frunce el ceño. Su mirada viaja de uno a otro intentando comprender el por qué de aquel ambiente tan repentinamente hostil.

No tiene tiempo de preguntar puesto que el director abre la puerta de su despacho entonces, y les mira complacido.

—Señores. Es bueno que estén ya reunidos... Pasen, pasen...

El trío ingresa a la habitación, siendo Sebastian el último.

—Señor Moran, ¿su esposo...?

—Está en un viaje de negocios... Dijo que si lo encuentra absolutamente necesario mañana mismo estará aquí. ¿Es mi presencia suficiente?

El director asiente, sereno.

—Completamente. Solo le pediré informe de lo que voy a decirles a los tres tan pronto como le sea posible...

Moran asiente.

Una vez que los cuatro están reunidos y el director ha tomado asiento les dedica una mirada a los padres.

—Muy bien señores... Anteriormente les he mencionado la excelente disposición de las niñas en cuanto a las exigencias de nuestra escuela. No puedo más que felicitarles por la educación que han impartido en ellas... No obstante, hoy me he visto en la necesidad de llamarles por un desacuerdo que viene desarrollándose desde hace un tiempo...

—Rosie ha utilizado malas palabras—cuestiona John, afirmando más para sí que preguntando realmente.

Ávila niega.

—Me temo que la discusión no ha nacido a base de insultos, señor Watson... Elise y Rosie han demostrado más bien una... Insana competitividad.

John casi puede respirar tranquilo.

—Es perfectamente normal, teniendo en cuenta quiénes son sus padres.

—¡Sherlock!

—¡Señor Holmes!

El moreno se encoge de hombros mientras que Sebastian le mira frunciendo el ceño.

—No es de extrañar que su hija no pueda guardarse sus opiniones—dice, ácido.

El doctor siente cómo suben los colores a su rostro de pura rabia.

—Tu grandísimo...

—¡Señores!

La estridente voz del director los hace volver a su asiento. John ni siquiera sabe cuándo se ha levantado para encarar al otro.

—No les he llamado para quejarme. Aunque bien podría ahora mismo. Si ustedes como padres no aprenden a relacionarse con otro difícilmente sus hijas aprendan a hacerlo. Es por eso que pedí reunirnos...

—¿A qué se refiere?—cuestiona Sherlock, serio.

—Elise y Rosie han demostrado en varias ocasiones ser las mejores en su clase. Son muy competitivas, sí, pero en lugar de alejarlas mi recomendación es propiciar un trabajo en conjunto con ellas... La rivalidad las hará mejorar constantemente y aprender a trabajar en equipo es una habilidad que francamente han dejado demasiado tiempo de lado.

—¿Qué está tratando de decir, director?—cuestiona Sebastian, luego de unos minutos en silencio.

—Para el fin de ciclo realizaremos una feria de ciencias. Originalmente planeaba excluir a grados menores y cerrarla a alumnos de último año únicamente. Mi idea es permitirles participar solo si trabajan juntas... Así inició su discusión hoy... Cada una asegurándome que puede participar sin ayuda, y desestimando a la otra.

—Rosamund es perfectamente capaz de trabajar ella sola—gruñe Holmes.

Watson se mantiene callado mientras le dedica una mirada de advertencia al otro.

—¿Realizará el proyecto realmente sola o terminará ayudándole señor Holmes?

—¿Realmente cree que funcione? Por lo que dice ellas básicamente se odian.

—Odiar es una palabra muy fuerte, señor Watson... Pero muy bien empleada en esta situación.

—Ellas se negaron rotundamente, de otro modo no necesitaría persuadirnos con esta idea—observó Sebastian.

—Elemental... Necesita de nuestra intervención...—respondió Sherlock.

John rodó los ojos.

—¿Cuánto tiempo tenemos para pensarlo?—cuestionó

—La recepción de proyectos finalizará la próxima semana. Tienen hasta el viernes que viene para dar u a respuesta.

Los hombres soltaron el aliento.

—¿Eso era todo?

Ávila observa al detective serio.

—Espero una respuesta afirmativa que demuestre su disposición para apoyar la mejora en sus hijas, señores. Es todo. Pueden retirarse.

Los tres salieron de la dirección tras la severa mirada del mayor. Sherlock y John se alejaron unos pasos del otro mientras éste sacaba su móvil del bolsillo.

—¿Está realmente fuera o solo continúa huyendo de mí?—gruñe Sherlock al mirarlo.

John lo fulmina con la mirada, exigiendo una explicación que parece no estar dispuesto a dar.

—No pruebes mi paciencia, Holmes... Lo verás cuando él así lo quiera.

Moran no dice nada más, sencillamente se va mientras coloca el teléfono en su oído.

John escucha vagamente una voz que le resulta extrañamente familiar.

—¡¿Qué demonios pasó y por qué no has contestado mis llamadas?!

Casi jura ver una sonrisa muy parecida a la dentadura de un tiburón salir de los labios del pelirrojo.

Sherlock está terminando de escribir un mensaje cuando los ojos de John vuelven a caer en su persona.

—¿Demasiado pronto para pedir una explicación?—cuestiona con sarcasmo.

El moreno rueda los ojos.

—Rosie está con mis padres en casa. Recién les he avisado que llegaremos más tarde.

—Sherlock...

—Quieres una explicación. No soy yo el encargado de dártela.

El doctor le sigue el paso cuando comienza a andar y pronto están de nuevo en las calles de la ciudad.

—¿Quién demonios va a decirme qué coño acaba de pasar ahí? ¿Quién es Sebastian Moran?

Están cruzando una calle cuando un vehículo negro se estaciona a unos cuantos metros de ellos.

John suelta un gruñido por lo bajo.

—Iremos a ver a Mycroft—murmura irritado.

—Iremos a ver a mi hermano—acepta Sherlock.

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