Cette Fois
XI
A remarcher sous la pluie cinq minutes avec toi
Madame Maxime me dio tiempo para estar a solas, para llevar mi duelo, con la condición que al final de la semana me pusiera al corriente con los proyectos de clase, investigaciones y tareas. No podía alejarme tanto del castillo como me hubiera gustado, Charly quiso hablar conmigo en estos días, me dijo que esperaba que les diera una oportunidad, a ella y a James para ser una familia, la familia que necesitaba en esos momentos de pérdida.
Me negué.
No sé si sea por mi pérdida, la profunda tristeza que parece nunca va a desaparecer, pero, siento que mis memorias están aún más difusas. Sigo recordando la guerra, mi enemigo, mis amigos cercanos y lo que desataron tan obscuro tiempo; he olvidado los detalles, nombres de algunos compañeros de escuela, deberes que hice en casa de mi tía, clases que tuve en mi infancia.
No me gusta, el que mi otra vida se valla desvaneciendo. No quiero repetir los mismos errores. No quiero perder a... bueno, mi persona importante en este universo acaba de irse... y no sé, no sé si estar agradecido que la partida de Octavio fue por 'causas biológicas naturales' (tremenda estupidez, si me preguntan) o enojarme con el Destino por arrebatarme a la única persona que... que... qué cansancio. Estoy cansado de 'perder'.
Solo quiero gritar.
Quiero decirle al mundo que deje de jugar con mi mente.
Octavio se fue.
Charly es muy insistente en que sea parte de su familia; ¿cómo quiere que me sienta bienvenido si recuerdo aún su rechazo?
En cuanto a segundas oportunidades, no creo en eso, se dijo y se hizo algo, hubo consecuencias, ¿y de pronto se quiere tan solo ignorarlas? Así no funcionan las cosas, menos lazos afectivos, esa espinita sigue clavada y cada que halla un desacuerdo esa espinita resurgirá y hará daño. Y no quiero una relación así, una en donde le recrimine a James, Sirius, Lupin y Charly el que me quieran hasta ahora que pasó mucho tiempo.... cuando desde un inicio no me quisieron... no quisieron al Harry de esta dimensión, ¡incluso murió!, y ahora soy yo quien usurpa su lugar.
...Oh, así que era eso.
Siento que no encajo con ellos, el Harry original murió por su descuido, y yo tomé su lugar... y no quiero terminar como él.
Pero qué digo, yo también soy Harry, de otra dimensión pero Harry Potter... y morí de igual manera... por una estúpida guerra que nunca tuvo pies ni cabeza y que al pasar más y más tiempo, entre más me veo envuelto en este mundo mis memorias de aquella otra vida se van desvaneciendo. Sería mejor olvidar de una vez, iniciar una nueva vida en la que nada me atara a un pasado que pronto no será mío, donde quizá hasta me haga devoto del Gran Lord Riddle.
Merde.
El encierro no es lo mío, me hace delirar y filosofar de una manera mórbida.
Es hora de avanzar, secar las lágrimas que salen sin permiso, y, duele inmensamente pero hay que afrontar la que ahora es mi realidad... en lugar de volverme loco con mis pensamientos.
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Mañana es el día de la tercera y última prueba del Torneo, yo estoy escondiéndome en la Sala de Menesteres de Charly y todos los demás que me estén buscando, hoy es cuando cada campeón pasa el día con su familia... para incentivar la victoria o para secretamente despedirse en caso de alguna complicación en la competencia... yo estoy aquí frente a un piano, en una sala similar a la casa de Octavio con todo y el sonido descalibrado del reloj viejo que colgaba junto a la chimenea, un reloj viejo de cucu; ave ridícula que me sacaba una sonrisa burlona; y con mucha iluminación... toco las teclas del piano que se escuchan desafinadas, el viejo no pasó de enseñarme la escala básica de las notas por nuestro acuerdo; él tocaba y yo cantaba.
--Esa sonrisa, -- escuché a mi espalda --señor Evans, puedo decir con seguridad que es la primera que nos obsequia desde hace mucho tiempo.
Parpadeé confundido, el cuarto no daba la entrada a nadie sin el consentimiento de quien ya lo está usando... seguramente es un hechizo.
--¿En qué puedo ayudarlo, Ministro? -- dije mientras seguía jugando con las teclas.
--La señorita Potter está preocupada, su familia lo está buscando. --decía mientras recorría la sala tan hogareña.
No quise contestar, ya había repetido miles de veces que ellos no eran mi familia (que era la triste verdad) y que no debían tratarme como uno de ellos, no tenían el derecho de saber en dónde me encuentro a cada momento, si algo me preocupa, si tengo miedo o si hay algo que me gustaría hacer, esas cosas las compartía con Octavio y solo porque él era un viejo entrometido.
--Ahí está otra vez, su sonrisa. --exclamó Gaunt con cierto asombro.
--Estoy bien, Ministro, creo que eso es lo que Charly le gustaría saber. --murmuré.
--No soy mensajero, señor Evans. --advirtió.
--Y sin embargo, aquí está, preguntando lo que Charly quiere saber, en este caso, preguntando por mi paradero. --dije con simpleza.
--Si ya iniciado con sus irreverencias, señor Evans, quiere decir que está mejor. --contestó un poco serio --Mañana es el final del Torneo, y se dará un veredicto acerca de mi futuro consorte.
--Está en el programa, así es. --seguí con las notas desafinadas.
--Señor Evans...
--Ministro, luego que termine la competencia marcharé de inmediato hacia mi hogar, en Francia, hay dos Medimagos que han considerado tomarme como aprendiz, a usted ya le he hecho saber que a pesar de estar participando en el Torneo no quiere decir que llegué a aceptar su objetivo principal, además, no creo que el consejo hacia los alumnos de tres prestigiosas escuelas de parte del Ministro de Magia sea ''dejar de lado la Educación'' por una propuesta de matrimonio... o lo que sea que es el otro premio para el vencedor. --dije de corrido, tocando las teclas fuerte y aún más desafinadas.
--Solo quería comunicarle, que como al principio, será a la señorita Potter para iniciar el cortejo de consorte. --anunció mirándome de frente, quizá esperando una reacción.
--Ya había mencionado que Charly era hermosa y poderosa, lo que estaba buscando en su pareja, no me sorprende. --contesté.
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Gaunt es complicado: es distante, es dominante y fácil de impresionar por el poder. No soy poderoso, tan solo tengo experiencia, y ahora que ha entendido que no soy más que un 'niño' decidió anunciar a Charly como ganadora del Torneo de los Tres Magos. Y valla que ganó, mientras Cedric y yo combatíamos por la Copa, Viktor nos derribó a los dos pero Charly había llegado a la zona abierta por el otro lado del laberinto apenas dándonos una mirada cuando corrió hacia la Copa.
Durante la ceremonia felicité a Cedric por su desempeño en el duelo, le dije que Viktor que quería una revancha y a Charly, como seguía hablando con Gaunt desde mi lugar le dediqué una inclinación de cabeza, reconocía que fue astuta y que ganó limpiamente. Bajé del podium y fui con Madame Maxime para decirle que me retiraba de Hogwarts.
No esperé más, ni siquiera esperaré al término del año escolar para regresar con todos los alumnos de Beauxbatons... lo que más quiero es poner distancia entre este lugar, los malos recuerdos y la familia que 'me ha encontrado'... mi deseo es ir a despedirme adecuadamente de Octavio.
Evadí a tantos alumnos y profesores en mi camino a la Carrosa como pude, agradecí que Lupin, Black y Potter estaban más al pendiente de Gaunt y su cercanía con Charly porque sinceramente no sabría cómo despedirme de ellos sin una escena en la que me pidieran quedarme.
¿Que si estoy huyendo? Tal vez.
De los buenos modales nunca he sido partidario... solo en ocasiones, como ya no soy representante de mi Academia ya no tengo que cuidar cada uno de mis movimientos, menos con Gaunt (con permiso o sin él) así que tomé mis cosas y me dirigí a los límites de Hogwarts, como no había nadie cerca, me aparecí a Londres, justo fuera del Caldero Chorreante, entré y me dirigí a la chimenea directamente y luego me detuve.
Respiré profundo, me volví hacia la barra y fui con Tom, le pedí una habitación; necesitaba una ducha, cambiarme por algo cómodo o lo que sea pero sí quería deshacerme de esta ropa 'especial', tomar una ducha y quitar el olor a quemado de mi cabello... mi cabello.
Ya no hay razón para mantenerlo largo, Octavio era quien lo admiraba.
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Los toquidos de la puerta me despertaron. Estaba más cansado de lo que pensé. Me puse los lentes que tenía de emergencia, la posión para la vista se me terminó y no tengo más conmigo, tras un bostezo la abrí y cerré al instante con un portazo que seguramente escucharon hasta el Callejón Diagon.
Recargué mi cabeza en la usada madera para suspirar muy profundo.
--Esa no era la reacción que esperaba, señor Potter. --se escuchó del otro lado.
Abrí la puerta y esta vez dejé espacio para que el no-invitado entrara. No lucía muy impresionado, tan solo levanté una ceja en espera de su siguiente acción.
--Pensé que ya habíamos terminado con esto, pero tengo que preguntar, ¿en qué puedo ayudarlo, Ministro? --balbuceé.
--Me tomé la libertad de pedir el desayuno, le sugiero, señor Potter, --remarcó mientras miraba mis los lentes y el cabello revuelto, recordé mi reflejo de la noche anterior al verme en el espejo del baño además que mi pelo estaría totalmente enmarañado; no tuve el valor de cortarlo; --que se cambie por algo más apropiado que su pijama blanca que si mal no recuerdo era la misma que usó cuando se anunciaron los participantes del Torneo, -- hizo una pausa que me recordó al papá de Draco y a Snape, de mi otra vida --tengo algo que proponerle. --dijo muy seguro de sí mismo.
Quise golpearlo.
--Es Evans, señor Ministro, Evans. --dije más claro.
--Quizá si dejáramos de lado las formalidades, no me equivocaría de nombre. --sugirió.
--Sería una falta de respeto, señor Ministro, si me disculpa, debo cambiarme. --contesté dándole la espalda en busca de mi baúl.
--Adelante. --concedió.
Paré todo movimiento. Me volví a verlo y alcé una ceja incrédulo.
>>Continuará...