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El forense por VidelFujoshi

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Notas del capitulo:

 3r capítulo y las cosas que se comienzan a poner feas :3

A pedido tres cuerpos más para examinar y distraer su mente de lo sucedido con Ouji , casi lo logra, pero el recuerdo de lo sucedido regresa a sus pensamientos al final de su jornada laboral.

Su turno ha terminado y va caminando junto a la peliazul a su departamento, la mujer no deja de contar los crímenes de los que se acusa a Ouji por lo que no tiene forma de olvidarse de lo sucedido.

A ella no le importa la poca participación del forense en la charla.

Ese mal presentimiento de la noche pasada no a disminuido en nada, al contrario, a incrementado conforme pasaban las horas.

Tenía que buscar la forma de entretenerse esa noche.

Y la encuentra.

Cruzando la calle hay un chico que los observa de arriba a abajo a ambos, sin embargo eso no es lo que le llama la atención.

Más bien lo que hace a esas horas de la noche en medio de esa calle solitaria.

Que más daba, su presencia esa noche le caía como anillo al dedo.

La mujer habla como si tuviera cuerda pero se detiene en una esquina, cercas aún de la morgue, al darse cuenta de que él la a dejado de seguir y se a quedado estático mirando a un punto fijo.

-¿y ahora? ¿Qué te sucede? - pregunta la peliazul girando los ojos exasperada, volteando a ver a donde se dirigirán los ojos grises del forense - ¿a quién tanto miras?

Él forense no contesta, analiza al muchacho de arriba a abajo, desde donde está y con la poca alumbracion de la calle solo puede deducir que se trata de alguien joven por la vestimenta ajustada que usaba y por el corte de pelo.

-¿ya viste a ese muchacho? - pregunta la mujer, aún cuando es obvio que es a él a quien su acompañante mira.

El joven se da cuenta que es el centro de atención y suspira, cambia su semblante por uno coqueto y camina directo al pelirrosa y a la peliazul.

-Black... Viene hacia nosotros... - murmura la mujer ocultándose tras el forense por mera inercia.

Él joven llega a ellos y simplemente los saluda, pero el misterio de que hace a esas horas queda resuelto para ambos.

Él joven trae una polera blanca súper delgada y translúcida, ceñida a su torso, su pálida piel contrasta con la noche y sus jeans negros son bastante ajustados a su delgada figura y su cabello muestra un aire rebelde.

Todo lo contrario a lo que dice su rostro.

Ve a ambos, quizás pueda sacar algo de dinero esa noche.

Primer acercamiento con la muerte.

-amigo, ¿se te ofrece algo? - pregunta de forma seductora la mujer, desabotonandose los dos primeros botones de su camisa para mostrar el escote.

El muchacho estaba de muy buen ver.

-no, nada, solo me preguntaba el por qué tan solos - responde con voz dulce y amable pero ambos saben que esa solo es una finta.

-acabamos de salir del trabajo - la mujer aparta un mechón de su cara y lo coloca detrás de su oído.

Es claro la coquetería de ella.

El forense lo nota y frunce el ceño, él había visto primero al joven pelinegro.

-Vamos Bulma, deja la puteria para después - gruñe jaloneandola del codo y comienza a caminar, casi arrastrándola.

Tal parece que el joven se librará de esa, no sólo de andar de prostituto si no también de ser el próximo cuerpo tendido en una de las camillas de la morgue.

-¿¡no tendrás una tarjetita!? - grita la mujer forcejeando para librarse del agarre del pelirrosa pero sin mucho éxito.

-¿eh? Ah si - contesta ladeando la cabeza, saca un cartoncillo de sus pantalones y corre para alcanzar a la mujer.

El forense gruñe y le arranca el papel de las manos y sigue con su camino, dejando al chico sin cliente esa noche.

- ¡sueltame imbécil! - grita usando de todas sus fuerzas para detener al hombre y así liberarse de su agarre.

-vamos a casa, ahora - gruñe señalando el largo camino que aún les quedaba por recorrer, pero la peliazul sólo se cruza de brazos indignada.

-ya no soy una niña pequeña a la que tienes que estar cuidando todo el tiempo

-me importa un bledo, vamos

-argggg, eres tan desagradable cuando te lo propones - bufa y comienza a caminar a grandes zancadas, dejando a atrás al pelirrosa con la tarjeta en manos, su se descuidada un segundo, su hermana era capaz de agandallarle a todos los tipos buenos que le pudieran servir.

Observa la tarjeta y se toma la libertad de sonreír.

En la tarjeta con tonos rosas y azulados viene todo lo que necesita.

Él prostituto a firmado su condena de muerte.

"

Sale de su ensoñación y sin levantarse de su silla ve al muerto, preguntándose si debería de sentir algo por él joven que horas atrás estaba vivo.

Y al igual que el día pasado, no puede comenzar con su trabajo sin una autorización previa por parte de algún familiar que haya venido a reconocer el cuerpo.

Debería de escoger mejor a sus víctimas, pero la verdad es que era más fácil.

Cuando no había nadie que hechara de menos a la persona fallecida, las probabilidades de comenzar una investigación eran pocas.

Coloca sus manos a modo de almohadilla y recarga su cabeza, a logrado olvidar lo sucedido el día pasado, pero ese mal presentimiento no ha desaparecido de su pecho, sin embargo, hace todo lo posible por no pensar en ello.

"A llegado a su casa y cierra la puerta que da a la calle, la mujer a entrado a su habitación cerrando de golpe su puerta, seguramente no saldría de ahí hasta mañana.

Sabe que esos berrinches son pasajeros así que no le toma importancia.

Va a su habitación y enciende la luz.

Las paredes están pintadas de un color café pálido por lo que combina a la perfección con la recámara color caoba, mientras que el el azulejo del suelo es color crema.

Se podría decir que todo el departamento usa ese estilo sofisticado en decoración.

Va a la mesita de noche y saca un paquetito plateado, lo guarda en su bolsillo trasero y saca la tarjeta para verla con detenimiento.

En ella solo se encuentra el nombre del joven, un número de teléfono y una foto de su cintura para arriba.

Él muchacho era de desear.

El cuerpo era perfecto, delgado y de piel nívea, cabellos y ojos negros, y un rostro angelical que no cuadraba muy bien con su trabajo.

Son Goten, una joya sin duda.

Sale del apartamento y va a las calles, espera encontrarse con el muchacho pelinegro para no verse en la necesidad de marcar por su teléfono celular, mucha evidencia que borrar.

Además de que esta vez sería más precavido.

Las calles siguen igual de desiertas, que supersticiones tan más tontas cree la gente de ese lugar.

Si había fantasmas a esa hora, entonces el era un amuleto andante contra espíritus.

En sus 24 años de vida nunca había sido testigo de algo similar a lo que se rumoraba por ahí.

Ni él ni su hermana.

Eran contadas las personas que trabajaban en la morgue.

Al fin llega a la esquina donde vio al muchacho insinuarsele a la peliazul pero no hay nadie.

Que maldita su suerte si alguien ya se lo había ganado.

Continúa caminando por los alrededores pero nada, no estaba.

Resignado, llega a uno de los tantos teléfonos públicos, un poco más retirado de su casa pero más cercano al trabajo y mirando a ambos lados de la calle, al fin se decide a marcar.

Termina de teclear los números, pero antes de que la llamada pudiera entrar, logra divisar al muchacho unas dos cuadras adelante.

Cuelga y sale directo hacia allá, esperando no haberlo confundido con alguien más.

Para desgracia del joven, esa noche le tocó ser Son Goten.

Son frota sus manos en sus brazos en busca proporcionarse algo de calor, la noche está fría y la ropa que lleva no lo abriga en lo más mínimo.

Ojalá pueda irse pronto a su departamento, aunque era de mala muerte, ahí conseguía estar cálido.

Pero antes que nada, debía conseguir el dinero suficiente para pagar el alquiler de ese mes.

Ser prostituto en aquel lugar era él peor trabajo que ofrecía Japón.

Nadie salía de noche.

Nadie más que Black.

Él pelirrosa le llega por la espalda y coloca una de sus manos en los hombros del muchacho.

Él muchacho se sobresalta y voltea a ver inmediatamente hacia atrás, encontrándose con él hombre que se apoderó de su tarjeta.

-perdóname amigo - el pelinegro se disculpa avergonzado, bajando la mirada al suelo - pero necesito el dinero, disculpa si lo ofendí a usted o a su esposa.

Él forense queda sorprendido por la disculpa, se le hace gracioso que haya pensado que la fastidiosa de su hermana era su esposa, pero su expresión dura lo oculta, él va a lo que va.

Muy pronto Son dejaría de preocuparse por el dinero del alquiler.

-sígueme - murmura indicándole con una mano que avance mientras el comienza a caminar hacia un callejón.

El pelinegro duda, pero al final acepta y lo sigue.

Sabe los riesgos que conlleva su trabajo, es consciente de todos los peligros a los que se expone.

El callejón está todavía más oscuro, la luz de la farola está en intermitente y él contra penas puede distinguir por donde va.

-aquí está bien - murmura más para sí que para el pelinegro, da varios pasos hasta quedar frente al chico.

Son entrecierra los ojos para poder ver a su alrededor, pero queda de piedra cuando siente una respiración mezclarse con la suya y una lengua deslizarse por la extensión de mejilla y mandíbula.

-¡o-oye! ¡Esperate! - grita alarmado apartando al forense de un empujón.

El forense se esperaba esa posible reacción del joven por lo que no le tomó importancia y aplicando más fuerza, logra aprisionarlo contra la pared.

El chico lucha para librarse de esa prisión pero es inútil, por cada movimiento que hace es más arrinconado contra el muro.

-¡AYUDA! - grita asustado pero eso solo provoca que sea silenciado por la boca del forense.

Sus gritos son a callados de forma brusca, la boca y los dientes del él le están haciendo daño, sus labios comienzan a hincharse y a sangrar, la mezcla de la saliva de ambos se vuelve homogénea con su sangre.

El forense con sus rodillas bloquea los movimientos de las piernas que intentan alejarlo de él.

Las manos del pelinegro no dejan de  golpear el pecho de forma desesperada, se está quedando sin aire en sus pulmones.

El forense también pasa por lo mismo y se ve forzado a separase del muchacho para proporcionarle a sus pulmones el oxígeno que aclaman.

Ambas respiraciones son aceleradas pero una es más escandalosa que la otra.

El forense no se detiene mucho en recuperar el aliento y aprovechado el momento, comienza a retirar la polera, casi arrancándola del muchacho, donde haya caído es lo que menos les importa.

Los lamentos y súplicas se escuchan por toda la manzana pero la ignorancia de todos los recientes es mucha, ninguno acudirá en ayuda.

Quizás piensan que es alguna alma en pena que salió a vagar por la noche.

Él forense no se molesta en callarlo y de una bofetada lo manda directamente al suelo, coloca sus manos en el botón de sus jeans y los desabrocha, los baja un poco y libera su miembro erecto.

El chico retrocede asustado, sus brillantes ojos negros se cristalizan adquiriendo un efecto brilloso.

-vamos puta de mierda, mamala toda. - ordena tomándolo de los cabellos, sangoloteandolo de forma brusca para arrodillarlo frente a él.

Él chico niega apretando fuertemente la mandíbula, al carajo con el dinero del alquiler, regresaría con sus padres, o de ser necesario viviría en la calle, pero no, nada de eso.

Se arrepentía de haber salido esa noche.

En su plan de trabajo no estaba contemplado meterse con hombres.

-mira jodido puto, no te hagas la difícil que yo se que te gusta.

El forense golpea el pálido rostro del chico e inevitablemente suelta un aullido de dolor.

El quejido queda silenciado pues el miembro del pelirrosa  a entrado en la boca del pelinegro.

Con sólo la mitad, Son siente que se ahoga y unas intensas ganas de vómitar cuando este toca la campanilla de su garganta, el sabor salado del líquido presemimal solo hace que aumenten  las náuseas.

Sus cabellos son jalados para mover su cabeza de adelante hacia atrás mientras que las hebras negras que adornaban su rostro se iban pegando a él, el sudor y las lágrimas estaban dejándole pegajosa la cara.

Su saliva mezclada con el fluido del pene del forense escurre de su boca hasta su garganta.

Su mentón es golpeado por los testículos que de a poco van endureciendose.

Sus sollozos no cesan, el terror que muestran sus ojos es indescriptible.

El forense sólo disfruta el cálido contacto que siente en su miembro, suelta uno que otro gemido ronco, sabe que está apunto de correrse en la boca de Son...

Pero no lo hace.

Algo a regañadientes sale de esa cavidad bucal y suelta los cabellos del muchacho.

Goten cae al suelo y comienza a toser y a jalar aire, se estaba ahogando con ese trozo de carne tocando su garganta.

El forense saca el paquetito plateado de sus jeans y lo abre con su dedo índice y pulgar y de esa abertura saca un preservativo.

Lo coloca en su miembro erecto, sintiendo la saliva y el lubricante escurrir de el.

El chico levanta la mirada indefenso pero al ver lo que le espera, intenta huir arrastrándose por el callejón pero el forense a sido más rápido y lo vuelve a tomar de los cabellos para detenerlo.

El joven chilla de terror y pánico al saber lo que le esperaba pero eso no le sirve de nada.

Él forense le quita los pantalones y le baja los calzoncillos hasta las rodillas, se acomoda como puede entre sus piernas y de una sola estocada entra al cuerpo del pelinegro.

Él grito que su ser suelta no se compara con ningún sonido que haya emitido antes en su vida.

Le a dolido hasta el alma pero eso a él no le importa, marca sus estocadas con un ritmo veloz.

Pesé a todo lo que pensaba, resultó que el chico era virgen, su estrechez se lo confirmaba. "

El condón solo había sido una precaución por si acaso.

Ve el cuerpo desnudo, si el chico estuviera vivo no dudaría en repetir la experiencia.

Lástima que tenía que morir.

Pero la verdad es que era tan mono que hasta muerto se veía violable...

Pero no.

Al final Son quedó tirado en el suelo descalabrado gracias a una piedra de tamaño considerablemente.

La sangre escurría de su boca y cabeza, sus ojos habían quedado entre abiertos y con brillantes lágrimas amenazando con salir de sus ojos.

Ahora que veía bien al pelinegro se daba cuenta de que tenía los ojos cerrados.

No le tomó importancia, quizás alguno de los judiciales o encargados de levantar el cuerpo le debió haber cerrado los ojos.

Se encoje de hombros y se levanta de su silla para comenzar a caminar de un lado a otro comenzado a aburrirse, tenía horas en compañía del muerto y la autorización para comenzar con su trabajo no a llegado.

De su bata saca la tarjeta de los servicios del muchacho, ahora que la veía más detenidamente se daba cuenta de la mala calidad de la imagen de la foto, el Son estaba mucho mejor de lo que se mostraba ahí.

La vuelve a guardar.

Llaman a la puerta y se apresura a abrirla pensando en que quizás la odiosa mujer que tenía por hermana ya traia la autorización en manos.

No hay nadie.

El forense sale y mira a ambos lados del pasillo pero este se encuentra sólo.

Entra de nuevo a su área pero queda petrificado.

Ese no es su laboratorio.

Esta en la oficina de Brief.

¿¡Como carajos llegó ahí!?

Esta parado junto a la pared manchada de rojo y hay un espejo en el muro de enfrente.

Intenta moverse pero no puede.

Su corazón se acelera al ver su reflejo.

Si cabello rosa y sus ojos grises han cambiado a color negro, su tes morena se ha vuelto pálida y su bata a sido reemplazada por un traje sofisticado y caro.

Ese no era él.

El espejo le muestra a él Son con una arma apuntando a la cabeza.

Su cabeza.

Atrás de él siente una respiración rozar su cuello, voltea lentamente pero no hay nadie.

Intenta bajar la mano para alejar la pistola de su cabeza pero es inútil, pesa demasiado.

Vuelve a ver su reflejo en el espejo y detrás de él está Ouji.

-te dije que no sabías en la que te estabas metiendo imbécil, ahora pagarás maldito insecto - escupe sonriendo de forma burlesca, sonriendo con arrogancia.

Voltea de nuevo pero ya no hay nadie.

Regresa su vista al espejo pero ya no ve al peliflama.

Ni a Son Goten.

Otra vez es él.

Sus dedos involuntariamente van presionando el gatillo.

Él cierra los ojos con fuerza preparado para recibir la muerte.

Suena el estruendoso sonido de la bala salir y lo deja con sordera.

Abre los ojos y está sentado en su silla, tal y como estaba antes de levantarse a abrir la puerta.

Pero sigue sin poderse mover.

Mira hacia enfrente y ve que la pared está manchada de sangre, voltea a ver sus manos y se sobresalta al ver que tenía la pistola de Ouji en manos.

Cierra fuertemente los ojos y para cuando los abre todo a vuelto a la normalidad.

Se levanta de golpe y va a su escritorio evitando hacer contacto visual con el muerto, el corazón parece que se saldrá de su pecho.

Saca unas llaves de su bata y abre el único cajón con cerradura.

Adentro está la pistola perteneciente al peliflama.

Suspira y vuelve a cerrar el cajón bajo llave.

Pasa sus manos por su cabello enredando sus dedos, ¿que había sido todo eso?

Estaba claro que no había sido un sueño, juraría que estaba despierto.

Llaman a la puerta y este voltea para observarla con desconfianza.

- ¿quien es? - pregunta ocultando su nerviosismo pero suspira aliviado al escuchar la voz de la mujer.

-abre Black - se escucha del otro lado.

El pelirrosa camina hasta la puerta la abre.

La peliazul entra y va directamente hacia él cuerpo solo para comprobar que lo que le dijeron era cierto.

-valla, con que es cierto - murmura mirando con tristeza a Son - han venido los familiares con una foto de él en manos, están buscando a su hijo.

-...

-dicen que hace tres noches no saben nada de él, ellos ni siquiera son de por aquí.... Dudo que sepan a que se estaba dedicando - murmura con lástima.

-...

-Black, ¿te pasa algo? - pregunta preocupada al ver a su hermano pálido - no tienes color en el rostro y estas todo sudado.

-si,estoy bien - murmura esperando poderse creer el mismo su mentira.

-solo venia para avisarte que ya esta la autorización... Pobres personas, sus padres están desechos, no quiere pasar a verlo... Y el bombón de su hermano.... Digo, su hermano se niega a creer que esta muerto.

-okay, gracias, en un par de horas tendré el informe - murmura acompañándola hasta la puerta para cerrarla tras ella.

Se vuelve a sentar en su silla desesperado sin poder olvidar lo que había vivido.

Haría su trabajo por encima, se olvidaría de abrir ese cuerpo, no estaba de humor para seguir ese día con su pasatiempo.

Diría que el chico había sido violado y asaltado, pero no había rastro alguno del culpable.

Buena idea esa de usar condón.

Notas finales:

Chao! Hasta mañana xd


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