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Marcando Territorio por Tsuki no Megami

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Notas del capitulo:

Hola hermosas personas, con ustedes otro capítulo que espero sea de su agrado. 

 

 

Quiero agradecer sus bonitos comentarios, aunque no los he respondido debo decirles que si los leo y me da gusto saber lo mucho que les agrada la historia y les aseguro que aunque tarde en actualizar este fic tendrá un final tarde o temprano. 

El amor del tigre hacia su leon.


Con el nuevo dia en todo su esplendor, un joven leon se preparaba para su gran noche, aunque no seria su primera vez, en esta ocasion lo harian como pareja oficial. Respirando profundamente comenzo la rutina con un largo baño de esencias florales seguido de colocarse el traje color perla que tenia toques dorados resaltando su linaje, como ultimo detalle puso el brazalete en su tobillo y el anillo sobre el dedo anular.


Una vez que estuvo satisfecho bajo al comedor a saludar a sus padres, al verlo tan impecable el emperador sintió un cosquilleo recorrerle el cuerpo, su hijo se veía como un ángel y el aroma que desprendía resultaba muy atrayente pero con un aire infantil. —Buenos días padres, hoy Taiga me llevará a desayunar estaré de regreso en la tarde.


—Ese mocoso no sabe que hay tradiciones, en esta casa se come en familia —sentenció el supremo gobernante, según él molesto porque uno de sus hijos saldría desde temprano—. Si digo que no, es no.


—Mira Tetsu-chan llegaron por ti, ve a saludar yo me encargo de tu padre —un tierno beso y un cálido abrazo fue la despedida entre madre e hijo.


Con calma bajo el mini escalón de la entrada siendo escoltado por un apuesto tigre hasta su vehículo. Durante su trayecto se lanzaban palabras amorosas junto a miradas sugerentes, comieron bajo la sombra de un árbol alejados del bullicio de la ciudad, gracias a la fresca brisa consiguieron un instante de descanso bien abrazaditos.


Por la tarde Kagami acompaño a su joven amante hasta su casa, recordándole que esa noche tiene una cita con él, se despidieron con un casto beso en la mejilla, el gran Akashi que los observaba desde un balcón esbozo una sonrisa de satisfacción ya que el tigre respetaba a su hijo al mismo tiempo que derrochaba amor.


Cuando la luna estaba en su punto mas alto, cada especie se reunía alrededor del gran árbol para escuchar los últimos nombramientos, sentencias y matrimonios para después dar inicio a la carrera de cortejo, con sólo unos minutos de sobra Ryota llego acomodándose junto a su hermanito ganándose una mirada severa de su padre junto a la sonrisa pícara de su madre.


—Puedo suponer que te fue bien con Aomine-kun, hueles mucho a él y ese rostro de felicidad te delata —hablando en voz baja, molestaba a su rubio hermano.


—¡¡Tetsucchi!! Que cosas dices —quería hacerse el desentendido, pero los intensos ojos azules lo acecharon hasta que confesó—. Si me fue bien, contento, Daicchi dijo que aún me guarda una sorpresa.


—Me da gusto por ti, sólo espero que sea amable contigo.


Le iba a reprochar pero al escuchar su nombre camino hasta el alfa león quien lo presentaba como miembro de su familia e hijo mayor de los Akashi. —A partir de este momento el es mi primogénito, al igual que Tetsuya gobernará con sabiduría y fuerza —una solemne reverencia dio por asentado dicho anuncio, finalizando así los comunicados de esa noche dando inicio a la salvaje correteada.


Aquellos que ya tenían a su pareja elegida se fueron directo al lugar que sería su nidito de amor, entre ellos estaban un lujurioso tigre junto a un no tan inocente león. —Taiga estas seguro que podemos usar el castillo ¿Donde irán tus padres? —Preguntaba siguiendo al pelirrojo por las escaleras hasta su habitación.


—No te preocupes en estos casos van a la casa cerca del lago, es el lugar favorito de mamá, por esa razón... —abriendo la puerta de la recamara lo dejo pasar cerrando con seguro una vez que ambos estuviesen dentro, tumbandolo contra el colchón le aprisiono con su cuerpo—. Esta noche no me voy a contener grita todo lo que quieras nadie va a oírte.


Ni tiempo le dio de responder, con una asombrosa velocidad dejó al león desnudo y a su merced, lo torturó besando cada uno de sus rosados pezones hasta que quedaron duros de color rojo, descendiendo muy lentamente a su paso dejaba un camino de besos bien marcados, consiguiendo extraerle unos sonoros gemidos en respuesta.


—Taiga ooh Taiga mng Taiga aaah —su cuerpo se arqueo y sus garras salieron al sentir que su sexo era engullido por una hábil boca que le proporcionaba placenteras succiones. Perdido en esas sensaciones no se percato de la intromisión a su recto hasta que los hábiles dedos tocaron su próstata haciendolo gritar derramando su semen sobre el rostro del tigre.


—Taiga yo lo sie...siento no quería... no fue mi... intensión.


—No te preocupes gatito, lo que sigue te hará ver estrellas —ni lento ni perezoso, doblo sus piernas al punto que sus rodillas tocaran los hombros, de esa forma comenzó a penetrarlo tan rápido que se podía escuchar el golpeteo de los testículos estrellándose en los glúteos de Tetsuya.


La gran habitación se lleno de un fuerte aroma a cedro y caoba ligeramente mezclado con lilas y rosas, los cuerpos comenzaban a perlarse por el sudor e incluso unas gotas de sangre caían debido a la intensidad del coito, sus garras se incrustaban en la piel del otro pero eso no les detuvo de continuar su actividad fue mas un precursor de su pasión. Ni un solo rincón de la habitación quedó sin ser utilizado como soporte, hasta la alfombra quedó hecha trizas cuando ambos amantes en su forma animal hicieron el amor.


—Tetsu tengo algo que preguntarte ¿Es cierto que los leones pueden hacerlo hasta cien veces?


El joven león entendió a donde quería llegar, regresando a su humanidad le respondió con voz suave y seductora. —Puedes averiguarlo tú, si en verdad eres un tigre.


Esa provocación fue suficiente para kagami quien siendo humano penetro sin piedad a su lindo Tetsu, en un giro sorpresivo Taiga se encontraba recostado en el piso mientras su pareja le proporcionaba sexo oral, la inexperiencia no fue problema lo que asombro al príncipe fue la longitud del miembro, daba pequeñas succiones al mismo tiempo que se preguntaba si sería capaz de caminar luego de ser invadido tantas veces por esa enormidad.


Al recordar lo bien que se sentía tenerlo dentro suyo, dejó de masturbarlo para colocarse sobre el y penetrarse a placer, el rostro asombrado del mayor lo hizo feliz, tiempo después ambos se encontraban en un delicioso vaivén, las embestidas continuaron hasta la madrugada su último orgasmo llegó poco antes del amanecer, fatigados pero con una gran sonrisa durmieron abrazados.



La unión de la pantera con su jaguar.


Los rayos de sol entraban por la ventana del joven Ryota apenas lo notó se puso en pie pues debía salir temprano y aclarar las cosas con un moreno seductor, el tibio baño con aceites perfumados le dejó la piel fresca junto a una mente lúcida. Como no quería ser sermoneado por sus padres, se escabullo por el castillo tomando sólo unas frutas como aperitivo y salió sin ser visto, en su habitación dejó una nota para su madre ya que no deseaba preocuparlo. Tomando la ruta mas corta llegó al territorio de las panteras, se quedó cerca de la mansión de los Aomine meditando como iba a pedir una audiencia con el sucesor del alfa.


—¿Qué hace un lindo bocadillo como tu afuera de la casa de nuestro líder? Vienes a robar o quizá prefieres un encuentro antes de la luna —dando unos pasos mas cerca del rubio, lo olfateo percibiendo un aroma característico—. Estas marcado, pero no es algo que a nosotros nos afecte.


Estaba por mandarlo al averno cuando unos fuertes brazos lo rodearon por la cintura y un bonito ramo de rosas azules le fue presentado. —Lamento la espera, debía terminar unas cosas antes de venir —el posesivo beso dejo sin aliento a un sorprendido jaguar—. Sentarou puedes ir a buscarte otra presa, no tendrás lo que es mío.


El centinela retrocedió al ver los ojos azules amenazantes mas el aura asesina, hizo una reverencia marchándose a continuar su guardia, Aomine se puso frente al rubio exigiendo la razón de su descuidada aparición. —Vine porque necesito hablar contigo además de... —respirando hondo dejo salir las palabras en un hilo de voz—. Ofrecerte una disculpa por mi comportamiento.


—No es necesario, con el simple hecho que estés aquí me basta —de un momento a otro se ubicaban recargados en un frondoso árbol besándose con anhelo, el calor iba aumentando hasta que el olor de las flores le hizo recordar porque salió en primer lugar—. Vamos a dejar el ramo como mamá, después te llevaré a un lugar mas tranquilo y privado.


—Aominecchi es muy dulce dándole regalos a su mamicchi —la radiante sonrisa que llevaba en su rostro podía competir con la calidez del sol de medio día.


Llegaron a la entrada de la mansión, las grandes puertas abrieron paso a los felinos enamorados. —Mañana es el aniversario de mis padres, pero como voy a estar muy ocupado con esto —estrujandole el trasero con una mano—. No creo ser capaz de felicitarlos.


—¡¡Aomine Daiki!! Donde crees que estás tocando —completamente sonrojado por la irá y la vergüenza estaba por golpearlo cuando una voz tranquila los interrumpió.


—Daiki cariño, tu padre quiere hablar contigo puedes ir al estudio —la mujer de tez media clara, ojos verdes y cabello oscuro se quedo de piedra al ver quién acompañaba a su hijo, rápidamente inclino la cabeza a modo de saludo—. Su alteza no sabía que nos visitaría.


—Lamento importunarlos yo...


—Yo lo invite a salir, no contaba con que a ese sujeto se le ocurriese pedir mi ayuda, como sea iré a ver que quiere —gritándole desde las escaleras se fue al cuarto donde ya lo esperaban.


—Lo mejor será que me vaya, ustedes tienen cosas que hacer —entregándole el ramo de flores, con una alegre y melodiosa voz le dijo—, feliz aniversario mi lady, con su permiso me retiro.


Dando media vuelta camino a la salida siendo alcanzado por la pantera quien lo tomo por el brazo llevándolo por la extensión de bosque hasta un arroyo repleto de coloridas flores, ahí Daiki no perdió el tiempo y fue directo a devorar el exquisito cuerpo del rubio. En la mansión Yozora maldecía a su hijo por lo mal educado e irrespetuoso que es, su amada esposa lo calmaba diciéndole que eran idénticos en todo por eso nadie dudaba que son padre e hijo.


—Al menos te trajo un bonito obsequio ese mal agradecido.


—Me lo dio el príncipe Ryota, es todo un caballero además nos felicito por nuestro aniversario no es lindo —la cara del alfa se descompuso al enterarse por que su retoño tenía tanta prisa por salir. Dejando pasar su enojo se dedico a mimar y cumplír cada petición de su querida Halibel.


En el arroyo la pareja de gatos tenían una batalla campal sobre el césped, como buenos amantes se dejaron llevar por sus hormonas entregándose a su pasión. —Daicchi ooh Daicchi... no está... así no aagh.


—Sólo un poco, lo mejor vendrá después del sermón además... —moviendo el pubis más rápido se acerco a su oído susurrandole—, estas apretando tan exquisito que no me puedo detener.


Dicho eso, dieron un par de vueltas sobre el pastizal terminando su encuentro casi al anochecer ya que el moreno de ojos azules no lo quería soltar, prometió cumplirle cualquier petición que tuviese con tal de ser libre y regresar a casa. Corriendo con todas sus fuerzas llegó a su hogar, comió algo rápido, dándose un fugaz baño y cambiándose de ropa, pego la carrera de su vida para llegar a tiempo al lugar de ceremonia. Luego de recibir las burlas de su hermanito y ser presentado como hijo del emperador, fue guiado por Aomine hasta su mansión donde lo encerró continuando sus travesuras de la tarde.


Desgarrando cada prenda que llevaba un acalorado rubio, la pantera gruñia en complacencia. —Serás mío gatito, después de hoy nadie podrá tocarte sin mí permiso —sosteniendolo en vilo contra la pared, engullo el miembro deleitándose con los gemidos del jaguar.


Cuando estaba por terminar Daiki lo elevo aún más, usando su lengua marcaba la circunferencia del año para después hundirse en el, entraba y salía con gran ahínco, los gritos de Ryota le daban un impulso extra. —Daiki espe... espera voy aaah... para agh —antes de derramar su esencia fue bajado lentamente, unos carnosos labios se estamparon a los suyos dejándolo viendo estrellas, al separarse le fue ordenado recostarse en la cama.


—Recuerdas que una vez en tú casa mencioné tenerte con las piernas bien abiertas, pues ese día a llegado, este es mí hogar, mi cuarto, mi cama y un buen día tu no saldrás de aquí nunca te quedaras para siempre —acomodándose mejor lo penetro viendo el deseo en los ojos dorados, estaba seguro que el era la persona indicada, daría su vida por preservar la suya, manteniendolo a salvo de todo y de todos.


Una vez iniciada la actividad el único sonido que hacía eco ahí, era el de sus cuerpos juntándose una y otra vez, en diferentes maneras mostraban su pasión, una mutua felacion, de espaldas al colchón, en cuatro, sobre los muebles, en el baño, la alfombra, viendo al espejo, cambiando a su forma animal lo hicieron sobre un árbol, la sala y hasta el comedor fueron lugares idóneos para demostrarse amor.


Cada rincón que ocupaban terminaba impregnado del aroma a madera, sándalo, con notas de mandarina y menta, de vuelta en su habitación Ryota restregaba su cuerpo sobre el otro buscando una última ronda. —Mi linda rubia te voy a tomar la palabra empalandote tan fuerte que tus ojos se pondrán blancos.


—No lo digas Daiki, házmelo una y otra vez, quiero sentirte dentro hasta que agh...


Sin terminar la frase una salvaje pantera lo embistió sin misericordia hasta que ambos quedaron satisfechos descansando plácidamente. Esa sería la primera luna de muchas que los felinos tendrían como pareja.

Notas finales:

Gracias por leer :) 


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