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Rompiendo Las Reglas por AniBecker

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Notas del capitulo:

 

 

 

 

 

Apenas le dio tiempo para arreglarse decentemente para acompañar a Katsunori a esa dichosa comida con algún socio o accionista. Nunca antes lo había llevado a alguna de ellas, cosa que siempre había agradecido, por lo que no entendía por qué ahora sí debía acompañarle. Lo peor, es que tenía que asistir con esa cosa en su cuerpo. Era incómodo y humillante.

Durante todo el trayecto hasta el restaurante, ninguno de los dos intercambió palabra alguna. Una vez allí, el mayor le abrió la puerta cortésmente, cosa que no aprobaba Daiki, esos modales son dirigidos hacia una mujer, no para un hombre, por muy omega que fuera.

Dio su nombre al entrar y en seguida los llevaron hasta una mesa, dónde había cuatro hombres más, uno de ellos acompañado por una señorita que se veía bastante joven para la edad que aparentaba el señor, y tres pelirrojos, el más joven, hijo de los otros dos, tratándose de su amigo de secundaria, Akashi Seijuuro.

Saludó con educación y se sentó al lado de su marido, que en seguida empezó a entablar conversación con los otros alfas de la mesa, mientras que él, junto con la otra mujer se mantenía al margen.

Ya sabía él que esa comida iba a ser de lo más aburrida para él, y se notaba que no era el único. Los hombres sólo hablaban de sus negocios, sin cortarse ni un pelo en decir con orgullo la cantidad de dinero que ganaban, a la vez que se alababan unos a otros por tan gran hazaña.

Poco después, el hombre que venía acompañado por la joven mujer, se despidió, quedando únicamente Katsunori y los otros hombres pelirrojos.

—¿Sorprendido de verme? —le dirigió la palabra al fin.

—Para qué mentir, por supuesto. ¿Qué haces en una comida de puros peces gordos del dinero sucio?

—Si no te hubieras pasado toda la comida tratando de distraerte con tu teléfono, habrías escuchado que, dos de esos peces gordos que tú dices, son mis padres, así que un poco más de respeto —dijo molesto.

—Claro que conozco a tu padre de sobra, de cuando estábamos en secundaria. Lo que me sorprende es que ¿ahora de buenas a primeras resulta que está casado y además es omega? ¿No se supone que tú tenías una madre y que murió cuando tú eras pequeño?

—Una larga historia... —suspiró—. Digamos que era un hijo bastardo hasta que se volvieron a reencontrar, se casaron y tuvieron otro hijo.

—Osea, que tienes un hermano.

—De la misma edad que tu hijo, por lo que tengo entendido.

—¿Cómo sabes que tengo un hijo y qué edad tiene? —abrió los ojos sorprendido.

—Simple, lo dijo tu esposo —Aomine hizo una mueca molesta al escuchar esa palabra—, que por cierto no entiendo qué haces con ese tío.

—Yo tampoco, sinceramente —respondió con simpleza—. Cambiando de tema, ¿qué hay de ti? ¿Te has casado o qué?

—No, la verdad es que no he llegado a encontrar a la persona idónea —sonrió.

—No creo que haya alguien en la faz de la tierra que quiera aguantar al don emperador absoluto —se burló.

—Lo raro es que tú sí hayas encontrado a alguien que te aguante —siguió la broma, para molestarlo.

—Qué gracioso eres, no has mejorado en absoluto tu horrible sentido del humor —fijó su vista en ambos padres de su amigo, quiénes hablaban con Katsunori.

—¿Estás de acuerdo con que tus padres hagan negocios turbios?

—¿Qué quieres decir con eso?

—Pues que... Katsunori no es precisamente trigo limpio, ando detrás de él investigando algunos negocios ilícitos, y por lo que veo, la empresa de tu padre es la otra —explicó, obviando muchas cosas que había descubierto—. Sólo ten cuidado, si no quieres que sus negocios turbios te salpique —se mantuvo un tiempo en silencio, tratando de formular la pregunta que quería—. Por cierto... entonces, ¿tú tienes un hermano que se llama Kagami?

—¿Conoces a Taiga? —Aomine desvió su mirada, nervioso, obviando que él era su alfa destinado.

—Es compañero de clase y equipo de Tetsu.

—Ya veo. A ver cuando me presentas a tu hijo.

—Claro, sin problema —posó sus ojos en advertencia sobre su amigo—. Akashi, estate alerta, lo que sea que se traiga Katsunori, puede salpicar a la empresa de tus padres —Seijuuro iba a protestar para decirle que fuera más específico, pero justamente en ese momento, se acercó hasta ellos Katsunori.

—¿Ya se conocían?

—Sí, estuvimos en el mismo equipo en secundaria, en Teiko. Después, Akashi estuvo en Rakuzan, ¿te acuerdas?

—Ah, es verdad, el capitán del Rakuzan. No te había reconocido. Y entonces, ¿recordando viejos tiempo de secundaria?

—Más o menos.

—Pues venga, nos vamos —tomó del brazo al de cabellos azulados, cosa que no pasó desapercibida por parte de Akashi. Después, estrechó su mano con la del pelirrojo—. Ha sido un placer, como ya les dije a tus padres, seguiremos en contacto.

Ambos salieron del restaurante dirección al establecimiento.

—¿De qué hablabas con él? —cuestionó, una vez se encontraban solos en el coche.

—De nada en particular, de nuestra época en Teiko y demás —respondió con simpleza.

—¿Tenías buena relación con él?

—¿Celoso? —sonrió—. Deja tus estupideces, sólo era mi capitán en secundaria, punto.

—Qué bueno entonces, así no te afectará cuando deje de tratar contigo.

—¿Por qué dices eso? —preguntó con curiosidad.

—Porque en cuanto sepa que tú eres el amante de su querido hermanito, no querrá que te acerques a él —respondió con malicia.

—¿Qué?

—¿No sabías que mis socios son los padres de su amante adolescente y que tu amiguito es su hermano? —adoptó una pose pensativa antes de arrancar el auto—. Es curioso, ¿verdad? Tu amiguito podría ser tu cuñadito pero en realidad lo es de tu hijo.

Claro que sabía que Akashi era el hermano de Kagami, al haber visto a aquel hombre alto y pelirrojo supo que se trataba de su padre, y, además, al saber quién era el socio de Katsunori, entendió y comprendió que eran hermanos.

Y por supuesto que sabía y esperaba, era lo más lógico, que Akashi le dijera mil y una cosas si se enteraba que Kagami era su alfa destinado.

—Así que deja tu egoísmo a un lado si no quieres perder la amistad de tu amigo y hasta el cariño de tu hijo —dijo con cinismo en sus palabras.

—Deja de decir tonterías —giró su rostro molesto, mientras observaba por la ventanilla.

.

.

—¿Te encuentras mejor? —cuestionó levemente Kagami, observando con preocupación al de cabellos celestes.

—Sí... gracias por todo, Kagami-kun —respondió, sin levantar su mirada aún del suelo.

—No tienes que darme las gracias, ven vamos, te acompaño a casa —le ayudó a levantarse.

—Kagami-kun, yo... —si no llega a ser porque el pelirrojo lo tenía sujeto, se hubiera caído desplomado al suelo.

—¡Kuroko! Hey, Kuroko, ¿qué es lo que te pasa? Por favor, despierta —estaba asustado, su amigo se encontraba desmayado y no sabía qué hacer. Para un poco de tranquilidad, su compañero empezó a recobrar la consciencia nuevamente—. Joder Kuroko, qué susto me has dado, ¿qué te pasa, qué sientes? Dime a quién llamo, por favor.

—Me siento algo mareado...

—Seguro que se trata por la impresión de ver a tus abuelos, tranquilo, te voy a llevar a casa, ¿sí? —no notó con la temperatura elevada, y además, un leve aroma a vainilla—. Maldición, Kuroko, estás entrando en celo.

Debía actuar rápido, se encontraban en un centro comercial, con Kuroko medio desmayado, con fiebre, y encima en celo.

.

.

Mientras tanto, en el coche, Aomine aún discutía con Katsunori.

—Que sí, déjame ya en paz, ¿está bien? —respondió molesto.

—No te dejo, y ya te he dicho más de una vez que a mí con ese tono, ¿te queda claro? Te has vuelto demasiado rebelde.

—Siempre he sido así —en ese momento, su teléfono comenzó a sonar. Lo sacó de su bolsillo viendo que lo llamaba un número que no tenía registrado—. Ka... —iba a pronunciar el nombre del pelirrojo, pero prefirió obviarlo—. ¿Por qué me llamas?

Katsunori bufó, molesto y celoso —Encima tiene la desfachatez de llamarte. Maldito mocoso. Cuelga a hora mismo —quitó la mano del volante para tratar de arrebatarle el teléfono, sin éxito.

—¿Qué? —detuvo la mano de su marido—. ¿Qué es lo que has dicho? Joder, escúchame, pásame a Tetsu ahora mismo. Me importa una mierda, que me lo pases te he dicho —gruñó, impaciente. El joven alfa obedeció—. Tetsu, ¿qué te pasa, cómo estás? Bien, ahora mismo vamos a por ti, ¿vale? Tómate tu supresor, y quiero que te encierres en el baño, echa el pestillo ahora mismo hasta que lleguemos, ¿bien? Tú no te preocupes, en seguida estoy ahí. Pásame a Kagami. Escúchame, quiero que tú también te encierres a la espera de que lleguemos. Más te vale que a Tetsu no le pase nada, ¿te queda claro?

—¿Qué cojones está pasando, Daiki? ¿Qué le pasa a Tetsuya?

—Entró en celo, debemos ir a por él ahora mismo, se encuentran en el centro comercial de la plaza.

Tan rápido recibieron la llamada, fueron hasta el lugar indicado.

—¿Dónde está Tetsu? —preguntó al pelirrojo, que se encontraba custodiando la puerta que daba al baño público masculino. Llevaba un supresor inyectable de emergencia para alfas.

—Está dentro, y encerrado, yo me he quedado aquí fuera para controlarme y evitar que alguien entrara.

—Más te vale que no le hayas hecho nada a mi hijo —amenazó Katsunori, queriendo entrar también, pero siendo detenido por Daiki.

—Ya has visto que no le ha hecho nada, y tú también te quedas aquí hasta que Tetsu se calme, es su primer celo, le ha pillado fuera de casa y debe estar muy asustado —sin más, ingresó dentro del lugar, pidiéndole a su hijo que le abriese la puerta—. Ya está, ya está. Ya estoy aquí —lo abrazó—. ¿Te tomaste tu supresor? Bien, tómate este también. Tranquilo, ya va a pasar, y en seguida nos vamos a casa, ¿vale?

Tetsuya ni si quiera habló, tan sólo dejó abrazarse y apretó el abrazo con el mayor, tratando de tranquilizarse.

—¿Qué es esto? ¿Alguien te ha hecho algo? ¿Ha sido Kagami? —se alarmó al ver restos de sangre en su nariz.

—No, Kagami-kun no me hizo nada... ni él ni nadie. Me sentí mal, me mareé y me comenzó a sangrar la nariz. Después entré en celo.

—Vale, tú no te preocupes. En cuanto te calmes, nos vamos.

En cuanto el dulce aroma a vainilla dejó de ser fuerte, pidió ayuda a Katsunori para llevarlo al coche hasta casa. Agradeció a Kagami con la mirada antes de marcharse del lugar.

—¿Te encuentras mejor? —el de cabellos celestes asintió—. Me voy a quedar aquí contigo.

—¿Te vas a quedar con él todo el tiempo? Al menos tienes que ir a dormir conmigo.

—No —respondió rotundo—. Entiende, está experimentando su primer celo, quiero estar con él, cuando se trata del primero, es conveniente que tenga cerca a un omega marcado, para que los síntomas no se agraven y se calme con más rapidez.

—Como digas entonces, pero no quiero a ese alfa mocoso por aquí mientras Tetsuya esté en celo.

—Créeme que soy el primero que no quiero que ataquen a mi hijo, por supuesto no iba a permitirle la entrada.

El mayor no respondió, sólo se acercó al adolescente, dándole un beso en la frente, para marcharse después.

—Me duele... —murmuró Tetsuya revolviéndose bajo las mantas con molestia.

—Es normal, pero ya verás que pronto hará efecto el supresor —se metió con él en la cama, abrazándolo con cariño. Cuando un omega experimentaba su primer celo, estar cerca de otro ya marcado, hacía que su malestar amenguara y lo calmara.

Lo que le extrañó, fue el sangrado nasal y la fiebre, esos no eran síntomas del celo. Pero en ese momento lo que quería es que se pusiera bien, el pobre se sentía asustado.

Pasada la noche, los síntomas del celo habían cesado por unas horas, por lo que el menor podía dormir con algo más de tranquilidad. Aomine únicamente fue a su habitación a cambiarse de ropa, para después volver con él y hacerle compañía.

—Ahora debes estar más atento, ya sabes cómo se manifiesta el celo, debes tener cuidado, y más ahora que tienes novio —hizo una mueca de disgusto.

—Lo sé. Aunque confío en Kagami-kun, sé que él nunca me haría nada en contra de mi voluntad.

—Y no lo dudo —eso era cierto, ya que cuando él mismo entró en celo por encontrarse con su destinado, por más que le pidió —y que se avergüenza de su maldito instinto omega— que estuviera con él, el pelirrojo aguantó con mucha fuerza de voluntad y no le hizo nada—. Pero nunca debes fiarte de los alfas, sea quien sea.

—¿De papá tampoco?

—De ninguno —lo abrazó más fuerte—. ¿Por qué habías llorado antes cuando fuimos a por ti, tenías miedo? —sintió las manos de su hijo apretarle la camiseta.

—Fui con él al centro comercial, y nos encontramos a... los abuelos. Pasé de largo en cuanto los vi, y más por la mirada que me echó él. Me molesta y no me molesta, ¿sabes? Porque, ¿por qué me debería doler que alguien a quién no conozco ni si quiera me salude?

—Lo siento... —susurró con culpabilidad—. Toda la culpa es mía, soy el peor padre del mundo...

—La culpa no es tuya, es de ellos, que nos echaron de sus vidas. Da igual, no sé lo que es que les importe, así que no me tiene que afectar nada que venga de ellos —cerró los ojos, sintiendo como su cuerpo se empezaba a relajar debido al supresor—. Ahora que me llegó el celo... ¿puedo pedirle a Kagami-kun que me marque?

—¿Qué? ¡De eso nada! —levantó la voz alarmado—. Ni se te ocurra dejarte marcar por él.

—¿Por qué no? Es mi novio.

—Porque aún eres un niño que no sabe nada de la vida. Una marca es algo muy serio, es una unión invisible que tienes con tu alfa.

—No soy ningún niño —se defendió molesto—. Ya sé que no te gusta Kagami-kun, sólo había que ver las dos cenas que tuvimos con él, pero es mi novio y te tienes que aguantar. ¿Por qué no quieres que sea mi novio ni que me marque?

—Porque puede que él no sea el adecuado, que ninguno de los dos estéis enamorados de verdad, o que sí lo estéis, pero que con el paso del tiempo os enamoréis de alguien más, y una vez que esté la marca, es algo que no puedes deshacer.

—Lo dices como si supieras qué pasará en el futuro. Tú no serás capaz de hacer algo en contra para impedir nuestra relación, ¿verdad? —Daiki iba a responder, pero Tetsuya siguió hablando—. Porque si haces algo para separarme de Kagami-kun por puro capricho tuyo, no te lo pienso perdonar en la vida.

—No pienso hacer nada —fue cuanto dijo, y la conversación terminó ahí.

Ahí tenía la afirmación de su mayor miedo; había oído por palabras de su hijo que, si se entrometía en la relación con Kagami, no se lo perdonaría, y lo odiaría para el resto de su vida. Ya sabía que una posible relación con el alfa era imposible, debido a la gran diferencia de edad que había entre ellos, también porque estaba Katsunori de por medio y, por último, la confirmación en que su hijo lo odiaría.

.

A la mañana siguiente, revisó cómo se encontraba Tetsuya, le indicó que se tomara el supresor y que en los próximos días no fuera a clase y descansara. Se intentó serenar después de las palabras de su hijo, y fue hasta su habitación.

Katsunori ya se había marchado, era la oportunidad perfecta para ordenar toda la información que tomó el día de ayer en el despacho de su marido para seguir con su investigación.

Contrastando todos esos archivos, y con la comida que tuvieron ayer, confirmó que la empresa americana que estaba asociada a la de su esposo no era otra que la de los padres de Akashi y Kagami.

El hombre con el que comieron ayer, Kagami Tora, era el que llevaba ese negocio junto a su marido Akashi Masaomi y su hijo Akashi. Se sentía mal por el pelirrojo, y más aún por Akashi, ya que era su amigo y lo conocía desde secundaria, pero esa era una información valiosísima que debía llevar a comisaría.

Kuroko se encontraba mejor debido a los supresores, por lo que pensó que era el mejor momento para ir a llevar dicha información. Fue hasta la oficina de su tío, entrando sin llamar a ella, interrumpiendo a Ryo, que le estaba ofreciendo una taza de café a su pareja, junto con Satsuki y Wakamatsu. Estaba el equipo al completo, eso era bueno.

—Recién sacada del horno —soltó el pendrive en el escritorio de madera.

—¿Qué es esto? —cuestionó Imayoshi tomando el pequeño aparato entre sus manos, frunciendo el ceño.

—Una muy valiosa información sobre Katsunori. Ahí está la empresa con la que está asociada —respondió orgullo sentándose en uno de los sillones enfrente del mayor.

—¿Cómo la has conseguido? ¿Qué locuras has hecho, Dai-chan? —el tono de preocupación de Satsuki se hizo presente en la oficina.

—¿Qué? ¡No he hecho nada! Conseguí entrar en su oficina y lo saqué todo de su ordenador.

—¿Es eso cierto? Me parece algo muy simple lo que dices.

—No he hecho ninguna —dijo molesto. Quizá sí hizo una, fue ofrecerse a su marido para desviar la atención del por qué lo encontró en su despacho—. Fue fácil entrar por una ventana mientras él estaba en el trabajo.

Imayoshi cogió la pequeña memoria y la conectó a su ordenador, revisando cada carpeta, una por una.

—Ahí tenéis todo, nombres, inversores, accionistas, cuentas, movimientos bancarios... Efectivamente, la empresa americana que íbamos tras ella, es Tiger Corp., su dueño es Kagami Tora, con el que ayer tuve el honor de comer. Además, está casado con Akashi Masaomi, dueño de la empresa Akashi Corp., la cual también está asociada a ésta. Ambos son los padres de Akashi, con quién estuve en Teiko, podría sacarle información que pudiera saber.

—Interesante... ¾intervino Wakamatsu—. Pero aquí se ve cómo está siendo el títere de Katsunori, me imagino que no sabe que le está robando y que en unas malas, quién tendría de perder sería él.

—Así es. Claro que no se imagina que está haciendo con su empresa y su nombre lo que quiere. En una investigación normal, Katsunori saldría ileso de dicha trama, siendo Kagami Tora junto con Akashi Masaomi, los únicos culpables.

—No me puedo creer que Akashi-kun no se hubiera dado cuenta de todo eso. Tanto él como su padre son empresarios muy experimentados como para caer en una trampa tan sucia —comentó Satsuki.

—Eso es algo que también me ronda la cabeza.

—Pero gracias a esta información, se puede ver cómo Katsunori es quién dirige los hilos de todo...

—Efectivamente. Aunque todavía se debería investigar más a fondo, pienso que aún hay muchos cabos sueltos.

—¿Cómo conseguirás más información? —se preocupó nuevamente Momoi, porque su amigo se dejara hacer cualquier cosa.

—Primero pensé en tratar nuevamente la amistad con Akashi, podría decirme sin él quererlo, algunas cuantas cosas. Además, como amigo, no me gustaría que saliera afectado en todo esto por culpa de Katsunori.

—Está bien —afirmó Imayoshi dejándose caer en su cómodo sillón—, encárgate entonces, pero te repito que sin locuras.

—No estoy haciendo ninguna locura. Y ahora me voy, he dejado a Tetsu solo en casa.

—¿Se encuentra enfermo? —preguntó con preocupación la fémina.

—Acaba de experimentar su primer celo —los otros dos omegas presentes, hicieron un pequeño gesto de tristeza, ya que obviamente, en su tiempo, lo habían experimentado.

—Sí, mejor vuelve con él, es bueno que tú estés con él —Aomine asintió, despidiéndose de sus amigos con la mente puesta en su hijo, le quedaban tres días más con malestares para el de cabellos celestes.

Antes de regresar nuevamente a su casa, prefirió realizar una llamada telefónica a su antiguo amigo Midorima Shintarou, para hacerle algunas consultas con respecto a Tetsuya, se había quedado un poco preocupado con que hubiera tenido sangrado nasal, fiebre o incluso cansancio. Sólo esperaba que fueran preocupaciones innecesarias de padre abnegado, y que en realidad no ocurriera nada malo detrás. 


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