Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Rompiendo Las Reglas por AniBecker

[Reviews - 27]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

—Ma… ¿Mamá? —preguntó con miedo al pensar que lo estaba perdiendo, pero su sorpresa fue mayúscula cuando corroboró que la mano morena se había vuelvo a mover, que no había sido un movimiento reflejo como muchas otras ocasiones había ocurrido. No, había movido la mano de verdad, y los ojos se abrieron con lentitud mostrando esos hermosos orbes zafiro.

.

.

Dentro de su letargo, a lo lejos podía oír unos sollozos y una voz que para él era muy conocida. Una voz que le daban impulsos para forzar a su cerebro para abrir sus ojos.

La claridad de la habitación lo deslumbró, y le costó enfocar hasta que dejó de ver borroso. A su lado, estaba Tetsuya llorando. ¿Por qué? ¿Algo le había pasado? Quería gritar, quería preguntarle por qué lloraba, quería poder levantarse, pero aún se sentía sin fuerza para poder hacerlo.

Mamá… esa palabra que detectaba y amaba a la vez… se sentía tan cálida… Hacía años que no era llamado así. No recordaba por qué ni cuándo dejó de llamarlo de esa forma, pero qué reconfortable sonaba oírlo de nuevo.

—Despertaste… —murmuró, parpadeando varias veces más para cerciorarse de que no se trataba de un sueño—. ¡al fin despertaste! —exclamó, echándose encima lleno de felicidad—. Voy a avisar a Midorima-san —tan rápido como salió el pequeño omega de la habitación, llegó acompañado por el médico y el enfermero.

—Aomine —sonrió, sin ocultar ni una pizca de su alegría—. Espera, voy a quitarte esto. A ver, expulsa el aire, ¿vale? —con cuidado, le retiró el tubo que lo mantenía entubado—. Sentirás un poco de molestia, pero pronto se te pasará —le revisó las pupilas también, y las constantes en el monitor—. Bienvenido de vuelta.

—¿Tet…su? —deletreó con voz ronca, notándose el tiempo que llevaba sin articular palabra y la ligera molestia de la entubación—. ¿Qué ha…?

—¿Recuerdas lo que pasó? —cuestionó Takao, rezando porque sí recordara y su memoria no se hubiera visto afectada.

—Sólo… recuerdo que me dolía todo, tenía frío… ¿Los bebés? —exclamó preocupado.

—Tranquilo, están bien. Kagami-kun se los llevó porque era su hora de comer —explicó el omega.

—Te realizamos una cesárea de urgencia, entraste en eclampsia y la placenta se desprendió. Has estado dos meses en coma, Aomine.

—¿Dos meses? ¿Y el trasplante?

—Todo está bien, ¿no me ves? —dijo suavemente Kuroko sonriendo—. Mientras tú estabas dormido me hicieron el trasplante y salió bien, ¿verdad, Midorima-san?

—Así es, no tienes por qué preocuparte, todo salió bien. Debemos esperar un par de meses más para poder hablar de que ha sido un éxito, pero sí, de momento, todo parece indicar que va todo como esperábamos.

—Me alegro tanto… —murmuró, con algo de ensoñación.

—Te voy a hacer un pequeño reconocimiento —le tomó de las manos—. Apriétalas. Bien, ahora suelta… Bien. Ahora, trata de levantar el brazo derecho lentamente. Y ahora el izquierdo. Vale. Hacemos lo mismo con las piernas, primero la derecha y después la izquierda.

—¿Todo bien, Midorima-san?

—Sí, todo parece indicar que está bien todo, no perdiste memoria ni tampoco sensibilidad ni movilidad. Necesitarás un poco de rehabilitación, y también te haré unas pruebas para corroborar de que todo esté perfecto.

—Me alegro tanto —volvió a derramar lágrimas Tetsuya, esta vez de felicidad—. Tenía tanto miedo de que no despertaras… —se echó sobre su pecho. Aomine, con su mano izquierda, lo abrazó—. No sabes lo preocupados que hemos estado por ti.

—Y yo me alegro de que tu trasplante haya salido bien, y estés bien —lo atrajo más hacia él—. Y que los bebés también lo estén.

La puerta fue abierta bruscamente, dejando ver a un agitado pelirrojo. Rojo y azul se cruzaron después de tanto tiempo, y los orbes rubíes se tornaron vidriosos, no pudiendo retener las lágrimas.

—Aomine… —sin cuidado alguno sin poder retener la emoción, también se echó sobre el moreno, aplastando en el proceso a Kuroko, que trató de librarse para no aguantar el peso del pelirrojo—. No sabes la felicidad que me da ver que por fin despertaste. Me has hecho tanta falta —besó sus labios, su rostro, su cabello…

—También me alegro de verte, tigre —sonrió, correspondiendo al abrazo y aceptando los besos.

—Me alegro de que despertaras, Daiki —dijo Akashi desde la puerta.

—¡Claro! Aún no los conoces —fue hasta su hermano, quién tenía una mano sujeta en el cochecito de los pequeños, que lo terminó por entrar en la habitación. Tomó primero al bebé de cabellos azulados—. Ayúdame, Kuroko —el mencionado tomó entre sus manos a su hermanito, y lo colocó entre él y el moreno—. Te presento a Daisuke. Es idéntico a ti, ¿eh? —después, tomó al otro mellizo e hizo lo mismo al otro lado del moreno—. Y éste es Taisuke, se parece a mí.

—Kazunari, vamos —dijo Midorima a su omega.

—¿Por qué?

—Porque es un momento familiar, no pintamos nada más aquí. Además, debemos seguir trabajando —después, se dirigió a Daiki—. Aomine, cualquier molestia, dolor, o cualquier cosa, házmela saber, luego venimos a revisar que siga yendo todo bien.

—Me alegro muchísimo de que despertaras, Ao-chan —sonrió el enfermero—. Bienvenido de regreso.

—Midorima espera, también salgo con vosotros —Akashi quiso dejarles privacidad. Era su amigo, se alegraba de que despertara, y era su cuñado y a la vez suegro visto de esa forma, pero sabía que ahora mismo, no pintaba nada ahí, era un momento para que estuviera con su alfa y sus hijos, sus tres hijos.

—¿Daisuke y Taisuke? —miró primero a uno, y después al otro, sin que una sonrisa boba y tierna abandonara su rostro.

—Sí, bueno… espero que no te haya molestado que los nombrara yo en vez de tú, seguro tendrías otros nombres elegidos… —se llevó la mano a su nuca—. Es que no sabíamos cuando despertarías, por eso les puse esos nombres. Los elegí así porque como cada uno se parece a uno, que tuvieran una parte de nuestros nombres, y también que se parezcan entre ellos ya que son hermanos.

—Ni yo los hubiera elegido mejor, son perfectos —con un poco de dificultad para incorporarse, besó sus cabecitas—. Son hermosos.

—Ya te lo dije antes, pero como estabas dormido no lo recordarás. ¿El color azul es un gen dominante o recesivo?

—¿Por qué preguntas eso, Kagami-kun? —cuestionó con intriga Kuroko—. No sabía que entendías.

—¡Oye! —fingió molestia—. Pues, porque tus tres hijos, han heredado el color de tus ojos —padre e hijo se miraron.

—Es verdad, aunque a los mellizos aún no se sabe si les cambiará el color o no.

—Bueno, algo mío debían tener, ¿no? —dijo sonriendo, mientras trataba de acomodarlos mejor para que siguieran con su sueño.

—Daisuke se parece a ti. Mejor dicho, es clavado a ti, parece tu mini copia.

—Y Taisuke la tuya, así que no te quejes, que has salido ganando; que de un hijo, ha salido idéntico a ti, mientras que yo, de dos, sólo uno de ellos —hubo risas generales.

—Por cierto… —interrumpió el pequeño omega, algo cohibido—. Quería pedirles perdón. Todo esto ha sido por mi culpa, si no hubiera sido tan orgulloso y te hubiera entendido.

—También ha sido culpa mía, debí ir con la verdad por delante, te hice mucho daño.

—Todos tuvimos un poco de culpa en todo esto —intervino Kagami—. Yo debí ser franco y no aceptar salir contigo. Te tenía mucho aprecio, pero no te quería. Y tampoco haberte estado engañando a tus espaldas, yo malmetí en vuestra relación de padre e hijo.

—Pero soy un mal padre, le quité el novio a mi propio hijo y me embaracé de él. Además… hasta quise abortarlos a ellos.

—No me quitaste nada porque Kagami-kun no era en realidad nada mío —posó sus orbes celestes en el pelirrojo—, siempre fue tuyo.

—¿Por qué querías abortar a los bebés? —preguntó confundido Kagami—. Iban a salvar a Kuroko.

—Perdóname, Kagami, pensé que ambos eran tuyos y yo quería salvar a Tetsu, aunque no lo quisiera, necesitaba asegurarme un hijo de Katsunori. Aunque… en el fondo creo que no hubiera sido capaz.

—Hey ya, no te atormentes, míralos; tienes a los tres, y están aquí, sanos, es lo que de verdad importa —tomó su mano y la besó varias veces. Debía confesar que, internamente, se sentía con un nudo en el pecho al haberse enterado que su omega tuvo pensamientos de abortar a sus cachorros.

—Eso —animó Kuroko—, nos tienes aquí —sonrió levemente—. Todos juntos.

Se sentía lleno de felicidad, tenía todo lo que podía pedir; su alfa destinado, quién a pesar de todo sigue a su lado, y sus hijos, los tres.

.

.

Transcurrieron otros dos meses más, en los que Aomine estuvo con la rehabilitación. Aún debía ejercitar más su cuerpo y ganar masa muscular perdida por el coma, y por el embarazo, pero ya no necesitaba la ayuda de una muleta para poder caminar.

Una vez le dieron el alta, se fue a vivir al apartamento de Kagami. Sus pensamientos eran irse al antiguo apartamento donde vivía con Kuroko cuando se divorció, pero el pelirrojo insistió en que así con él era más fácil para cuidar a los bebés, además, así estaba cerca de su hijo.

Y que Akashi don absoluto insistiera hasta la saciedad que Tetsu se fuera a vivir con él, tampoco ayudó mucho. Daiki quería que Tetsu viviera con él, su enfermedad estaba reciente, aparte de que era menor de edad y no se sentía preparado para que su hijo abandonase el nido. Pero el alfa adulto tenía muy claro que ya no iba a soltar a su omega tan fácilmente.

Aún se encontraba de baja, por lo que quitaba carga a Kagami, que debía seguir sacando adelante sus estudios, al igual que Tetsuya, que menos mal no tuvo que perder el año realizando un examen de rendimiento al finalizar el curso.

Satsuki iba muy seguido a su casa para visitarlo y ayudarlo en lo que necesitara con respecto a los pequeños, a los cuales estrujaba entre sus brazos, llenaba de besos y fotografiaba cada vez que podía. Como mejor amiga y casi hermana, estuvo muy preocupada por su salud, y agradecía enormemente que hubiera salido todo bien, tanto para él, como para Tetsuya.

Por otra parte, debía hacer una visita muy importante, y era visitar a Katsunori en la cárcel. Debía contarle de primera mano que el trasplante de Tetsuya había sido un éxito y que había superado la enfermedad. Además, debía también mostrarle una foto y presentarle a Daisuke, a fin de cuentas, también era su hijo y tenía todo el derecho.

No es que ambos se hubieran perdonado, ambos se habían hecho daño mutuamente y estaban lejos de aceptar un perdón por parte del otro, pero al menos, Katsunori había aceptado su derrota y le cedió de una buena vez el divorcio, esta vez, el verdadero, oficialmente, se encontraban divorciados.

Por fin era libre, por fin podía pensar en su propia felicidad, teniendo una vida junto a su alfa y sus hijos.

.

.

.

5 años después…

Habían pasado cinco años, en los que Tetsuya gozaba de buena salud, aún con controles periódicos, pero no había sufrido ninguna recaída. Había terminado la preparatoria y entró a la universidad, actualmente cursando el último año en la carrera de educación infantil. Adoraba a los niños y quería poder tener su propia guardería.

Cuando terminó la preparatoria, se fue a estudiar a Kyoto, donde Akashi controlaba una sucursal de la compañía de sus padres y comenzaron una relación seria. Al año se casaron, ante las protestas de Aomine alegando que era demasiado pronto aún para que su bebé se casara. Y después, tuvieron un hijo; Akashi Eiji, tan parecido a su padre en físico y color de cabello. Todo el mundo se alertó y preocupó en que si el embarazo podría afectar a la calidad de vida de Tetsuya, pero Midorima dio el visto bueno y todo el embazo salió satisfactoriamente, y el pequeño bebé, no heredó la enfermedad.

Por otra parte, Kagami después de terminar la preparatoria se inscribió en la academia de bomberos, le apasionaba la adrenalina que desprendía ese trabajo y la satisfacción de querer salvar vidas.

Por un tiempo, Aomine se dedicó al cuidado de los mellizos, hasta que tuvieron la edad de ir a la guardería, que fue cuando el moreno se reincorporó de su excedencia en la estación de policía.

Ambos eran sumamente felices, desde que nacieron los mellizos llevaban viviendo juntos, e incluso el pelirrojo marcó al moreno, aunque por desgracia portara dos marcas en su cuello, ya que la que tenía hecha anteriormente, no podía revocarse.

Pero eso no les impidió ser felices junto a los mellizos y Tetsuya. Kagami y Kuroko habían arreglado sus diferencias y se llevaban bien, sin remordimiento alguno. Además, para Taiga Daisuke era también su hijo y éste lo llamaba como tal, aunque el niño supiera quién era su padre biológico.

.

Un auto de color gris metalizado cruzaba una verja que perimetraba una gran casa de dos plantas. Se detuvo frente a la puerta de un garaje, y de él bajaron con rapidez dos niños de cinco años, que salieron corriendo hasta unas personas que se encontraban en el porche delantero de la casa.

—No corráis de esa forma —protestó Aomine saliendo también del lugar del copiloto. Kagami empezó a sacar las maletas—. No tienen remedio, me agotan.

—Vamos déjalos, sólo están contentos de venir a la casa de sus abuelos —dijo Kagami viendo como los mellizos saltaban a los brazos de su padre y Masaomi-san.

—¡Abuelo! ¿Es verdad que nos vas a enseñar a nadar? —preguntó con emoción Daisuke.

—Claro que sí, de aquí a que acabe el verano, vais a saber nadar perfectamente —respondió el hombre, con casi todo su cabello antes rojizo, cubierto ahora por canas blancas.

—¿Podemos ir ya? ¡Yo quiero bañarme en la piscina, hace mucho calor! —gritó Taisuke dando pequeños saltos tomado de los brazos de Masaomi.

—¿Qué hay primero de mi beso? —pidió a los niños, que ambos le dieron un sonoro beso a ambos adultos.

—¿Qué tal el viaje? —salió de la casa Akashi, acompañado de Tetsuya.

—¿Ya llegaron? Pensé que vendrían en la tarde —dijo Taiga a su hermano.

—En realidad llegamos anoche.

—¡Tetsu-nii! —exclamaron los mellizos en cuanto lo vieron salir—. ¿Podemos jugar con Ei-chan?

—Que ya os he dicho que no es vuestro nuevo juguete, no podéis jugar con el bebé —regañó Daiki, saludando a su primogénito primero para después tomar entre sus brazos a su primer nieto.

Akashi Eiji, el primer hijo de Seijuuro y Tetsuya, un bebé precioso de tan sólo tres meses de nacido. Con el cabello rojizo como su padre y los ojos se predecían azules.

—Lo que yo diga, gen dominante. Al final todos los descendientes tendrán ojos azules —murmuró Kagami.

—Es herencia familiar —le sonrió con una sonrisa orgullosa—. Y que sepas que tu hijo o hija también tendrá los ojos azules como yo.

—Ya verás como no, será la excepción que rompa la regla. Porque aquí somos mucho de romperlas en algunas ocasiones —lo miró levantando una ceja mientras sonreía.

—Si te refieres con romper las reglas a que un omega adulto mantenga una relación con un alfa adolescente, o que un omega adolescente tenga una relación con un alfa adulto… quizá sí.

—Un momento, ¿habrá futuro bebé? —preguntó con asombro Seijuuro.

—¿Cuándo pensaban decirme que tendré otro hermanito?

—¿Sorpresa? —rieron Kagami Aomine—. Me enteré ayer. Ya lo sospechaba y me hice una prueba.

Todos los integrantes se emocionaron y los felicitaron, y entraron dentro de la casa. Una vez acomodados en sus habitaciones, bajaron a la terraza donde se sirvió el almuerzo, donde no faltó el brindis por la nueva noticia. En la tarde, todos fueron a la gran piscina que había en el jardín de atrás, como habían acordado.

Taiga mantenía sus brazos por debajo del vientre de Daisuke, quién golpeaba el agua con sus pies y manos tratando de aprender a nadar, yendo en dirección a Masaomi, quién lo esperaba con los brazos abiertos.

—Tienes que hundir los brazos y volverlos a sacar, no golpear el agua —explicaba el pelirrojo a Daisuke, que rectificó—. Así, muy bien, ahora te voy a soltar, ¿vale?

—¡No, no me sueltes papá Taiga, que me ahogaré! —se asustó.

—No te vas a ahogar, tú sigue haciéndolo así. Ve hasta el abuelo.

—¿Y si me canso?

—Pues yo evito que te ahogues. Venga, a la de tres, ¿vale? —después de la cuenta, lo soltó, y el niño comenzó a bracear y patalear más fuerte, hasta que llegó a los brazos de Masaomi.

—Muy bien hecho, Daisuke-kun. ¿Ves como era fácil?

—¡Otra vez, otra vez! —exclamó con emoción por haberlo conseguido.

—La última vez, que ahora es el turno de Taisuke-kun. Ahora tienes que ir hasta tu padre —repitió el mismo procedimiento, llegando hasta Taiga, quién lo recibió entre sus brazos.

—¿Ya sé nadar?

—Hay que seguir practicando, no se aprende en un día —Daisuke asintió dejando ver una sonrisa mellada, y salió de la piscina.

Mientras, Daiki se relajaba bajo una sombrilla, tumbado tranquilamente en una tumbona, con Taisuke durmiendo prácticamente encima de él. Tetsuya, a su lado en otra tumbona, alimentaba al pequeño Eiji.

—Tanto que quería aprender a nadar y míralo, durmiendo —comentó el moreno moviendo al niño, que sólo se quejó entre sueños y afianzó su agarre más a él.  Kuroko sonrió.

—Bueno, se nota que tenía sueño, pero en cuanto se le pase, verás que no querrá salir del agua. ¿No deberías quitarlo de encima?

—No está todo el peso sobre el vientre, así que no hay problema.

—Me parece curioso, que mi futuro hermanito se un año de diferencia con mi hijo —sonrió levemente.

—¿Eso te parece mal?

—No, para nada —respondió con rapidez—. Sólo me recuerda a un compañero de clase que tengo en la universidad, que su tío es más pequeño que él.

—¿Qué tal las clases en la universidad y el bebé? Sabes que yo puedo hacerme cargo de él siempre que lo necesites.

—A veces un poco ajetreo, sobre todo cuando tengo que estudiar y el bebé no nos deja dormir, pero no hay problema. Lo sé, y no es que sea malagradecido por la ayuda, pero tú también tienes lo tuyo con los mellizos, y más ahora con el futuro bebé.

—Nah, ¿qué es lidiar con estos dos monstruitos? Los tengo ya domesticados —ambos soltaron una carcajada. Daisuke llegó hasta ellos, moviendo a su hermano y tirándole del brazo para despertarlo.

—¡Oni-chan, despierta! Ven conmigo a la piscina.

—Daisuke ya, le vas a hacer daño. Vete tú con el abuelo y Taiga, luego más tarde va él.

—Pero yo quiero que aprenda a la misma vez que yo a nadar —el pequeño pelirrojo, con tanto tirón, abrió sus ojitos, enfurruñado.

—¿Vienes conmigo a nadar, o no?

—Está bien —se levantó, sin muchas ganas de ir a nadar.

—Por cierto, ¿dónde está tu maridito tijeras locas? No lo veo por ningún lado, y tampoco a su padre.

—No tengo ni idea —negó con su cabeza, con una ligera sonrisa adornando su rostro—. Estarán haciendo cosas de padre e hijo.

—Tú sabes dónde está, conozco era cara, Tetsu, a mí no me puedes engañar.

Al poco tiempo, ambos alfas pelirrojos salieron de la casa, mirándose de forma muy sospechosa y completamente arreglados con su mejor traje.

—¿Y éstos por qué están así vestidos? —le preguntó el moreno a Tetsu, que se encogió de hombros.

—Debemos dejar el momento de ocio, debemos arreglarnos y salir —habló el patriarca de la familia, con seriedad.

—¿Por qué? —cuestionó sin comprender Kagami—. ¿Qué es lo que pasa, papá?

—Sólo debemos ir a una reunión de última hora.

—Y si es una reunión de trabajo, ¿para qué tenemos que ir todos?

—Porque es de suma importancia esa reunión —respondió Masaomi, tomando una toalla de una de las tumbonas para secarse.

—Si tan importante es, ¿seguro que quieres que vayan también los mellizos? —dijo Aomine, sabiendo como se comportaban en ocasiones sus hijos.

—Por supuesto, todos los miembros de la familia son importantes. Les espero en media hora, el servicio ya les dejó preparadas en sus habitaciones las ropas que usarán.

No hubo ninguna pregunta más ni tampoco ninguna negativa al respecto, como una orden dada a la que no se podía decir que no, el resto de la familia hicieron justo lo que el alfa mayor dijo.

Pasada la media hora acortada, todos se encontraban arreglados de los pies a la cabeza, montaron en un coche que, aunque no se trataba de una limusina, así lo parecía por lo espacioso y las plazas que tenía, dónde podían ir sin problema todos.

Misteriosamente, Tora se acercó a los mellizos, diciéndoles algo, a lo que asintieron. Después, Masaomi les tomó de la mano y se los llevó dentro del hotel donde se encontraban junto con su alfa. Akashi se acercó a Kagami y le dijo que debían ir a registrarse, pasarían ahí la noche porque la reunión se alargaría, dejando solos a Tetsuya y Daiki.

—¿Qué es lo que está pasando, Tetsu? Me estáis poniendo de los nervios con tanto misterio.  

—No es misterio —se acercó el bebé a su rostro, y después volvió a hablar—. Debo cambiar a Eiji-kun. ¿Me acompañas?

Sin responder, lo siguió también dentro del lugar, presuntamente buscando un baño para cambiar al pequeño Eiji, pero en realidad no fue así.

—Dudo mucho que por aquí esté el baño.

—Es que en realidad, no buscamos el baño —comentó, con voz pausada. Dos empleados del hotel les abrieron las puertas de cristal que daban al jardín.

—Pero… ¿qué se supone que es esto? —preguntó Aomine al ver el adornado jardín, con invitados incluidos. Entre ellos, Midorima, Takao, Satsuki, Wakamatsu, Imayoshi y Ryo. Hasta estaban ahí Kise y Murasakibara, a quiénes llevaba mucho tiempo sin ver. También se dio cuenta que estaban los antiguos compañeros de preparatoria de Tetsuya y Taiga.

—Bueno… en realidad no se trataba de una reunión importante, sino de una boda.

—¿Una boda? ¿De quién? —Satsuki se acercó a ellos muy sonriente, tomando entre sus brazos al pequeño Eiji y regresando a su lugar al lado de su esposo e hijos—. ¿Qué significa esto, Tetsu?

—Pues se trata de tu boda, ¿qué más?

—¿Mi boda? Tú sabías, ¿verdad?

—Claro que sabía, pero debíamos fingir para que no sospecharan. Es una sorpresa por parte mía y de Seijuuro-san —respondió—. Entonces qué, ¿vamos o no?

Los mellizos se acercaron también, Taisuke con un pequeño cojín con unas alianzas sobre él y Daisuke con una bandejita con unas monedas doradas.

Un poco cohibido por estar todas las miradas puestas en él, caminó con paso firme hasta donde se encontraba Kagami, quién a su lado tenía a Akashi. Tetsu caminó también a su lado por el pasillo con las sillas de los invitados a ambos lados, y los mellizos delante de ellos.

Una vez a la altura del pelirrojo, esté se giró para tomarle la mano.

—Te juro que estoy igual de sorprendido que tú, no sabía absolutamente nada —confesó Kagami.

La ceremonia dio comienzo, teniendo como padrinos y testigos a Akashi y Kuroko. Y, rodeados de sus familiares y amigos, se dieron el sí quiero, entre vítores y alegría. Ahora, a la marca y a sus hijos, se le unía la alianza que descansaba sobre su dedo anular. Ésta, sí representaba el verdadero amor que tanto Taiga como él se tenían.

.

.

.

No había ido desde entonces, sólo sabía de él por los reportes, pero debía realizar esa visita.

En el control, mostró su placa, dejándole entrar en seguida sin problema alguno. Le indicaron hacia donde debía dirigirse y esperó unos minutos hasta que las rejas que daban a la sala de visitas se abrieron.

—No esperaba verte por aquí, después de tanto tiempo. ¿Qué te trae por aquí, Daiki?

—Estuve viendo el informe del juez y, por buena conducta te redujeron la condena, por lo que saldrás en poco tiempo.

—No estás aquí porque me hayan reducido la condena, ¿verdad? —se echó un poco hacia delante, apoyando sus codos en la mesa—. No habías venido antes ni tan si quiera.

—No he venido antes, pero siempre se te tenía informado de la salud de Tetsu y con respecto a Daisuke.

—¿Qué tal están?

—Justo por eso he venido —del bolsillo de su chaqueta sacó una fotografía y la colocó sobre la mesa.

—Esto es…—abrió los ojos con sorpresa, aunque una sonrisa se dibujó en su rostro—. No me digas que…

—Así es, es nuestro nieto. Se llama Eiji, tiene tres meses —en la foto, salía Tetsuya con el bebé entre sus brazos, y al lado de ellos un sonriente Daisuke.

—Son hermosos, los tres —dijo sin apartar la mirada de sus hijos y nieto—. ¿Puedo quedármela?

—La traje para ti —sonrió levemente.

—Gracias por hablarle a Daisuke de mí, y por permitirme ponerle mi apellido.

—Es tu hijo, que las cosas hayan acabado así entre nosotros no significa que no permita que sepas de tus hijos.

—Gracias —se dio cuenta de la alianza que descansaba sobre su dedo anular—. Veo que te casaste con ese alfa mocoso, ¿no?

—Ya no es ningún mocoso. Y sí, hace una semana.

—Hubieras deseado poder retroceder en el tiempo y así cambiar el pasado, ¿verdad? —preguntó al aire, sin dejar de mirar la fotografía.

—No lo cambiaría —Katsunori levantó la mirada sorprendido—. Porque si no hubiese estado contigo, no existirían ni Tetsu ni Daisuke. Puede que nuestro matrimonio no fuera el mejor, ni que tú te comportaras como un verdadero hombre, pero no me arrepiento porque tengo a mis hijos.

—Pero ese mocoso se interpuso en nuestro matrimonio —dijo con resentimiento en sus palabras.

—De eso nada. ¿Te quise? Pues sí, al principio sí, y la prueba fue Tetsu. Pero Taiga no tiene nada qué ver, nuestro matrimonio estaba acabado antes de que él apareciera. No le eches la culpa a Taiga de lo que tú mismo provocaste con engaños y malos modos.

—Te doy la razón… —confesó. Un oficial se acercó a él diciéndole que el tiempo había terminado y debía finalizar la visita.

—No te guardo rencor, como te he dicho, no me arrepiento de haber estado contigo en el pasado —se levantó del asiento para dirigirse a la salida—. Por cierto, Tetsu dijo que vendría a visitarte dentro de poco, quería mostrarte a Eiji, así que hazte el que no lo sabe, ¿de acuerdo?

—Tampoco te guardo rencor por meterme en la cárcel.

—Fuiste a parar aquí por méritos propios, no te metí porque quisiera. No vayas a hacer ninguna locura para lo poco que te queda para poder salir, nos vemos, Katsunori.

—Daiki —lo detuvo—, gracias. Espero de corazón que seas feliz con ese alfa mocoso.

—Ya lo soy —se giró hacia él, sonriendo—. Te puedo asegurar que lo soy a su lado.

Sí, era completamente feliz junto a Taiga, sus hijos y su nieto.

Era cierto que no se puede huir de tu destino al igual de que las reglas, están para romperlas, como un omega adulto, encuentra su destino en un alfa adolescente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Muchas gracias a quiénes dedicaron un poquito de su tiempo en seguir y leer esta historia, espero haya sido de su agrado :) :) 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).