Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Rompiendo Las Reglas por AniBecker

[Reviews - 27]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

—Tetsu, hablé con Midorima, y me dijo que vayamos mañana para hacerte un chequeo —comunicó Aomine una vez regresó a casa.


—¿Para qué?


—Pues para asegurarnos que todo esté bien. ¿Cómo te encuentras?


—¿Un chequeo sólo porque me haya llegado el primer celo? Se supone que es lo más normal del mundo —respondió el de cabellos celestes.


—Bueno, pero nunca viene mal realizar un chequeo, así que mañana vamos a la consulta de Midorima, ¿de acuerdo?


—Mañana tengo un entrenamiento especial con el equipo, me será imposible.


—Me da igual, vamos a ese chequeo y después te vas al entrenamiento.


—¿Desde cuando antepones algo por encima del básket? Tú con mi edad pasarías de ese chequeo e irías a jugar al básket, importándote poco lo que te digan, ¿o me equivoco?


—Desde que tengo algo más importante que el básket. Y no te miento, si tuviera otra vez tu edad, obviamente sólo tendría en mi cabeza el básket, pero ahora es diferente, así que mañana vamos a ese chequeo, te guste o no y es mi última palabra —dijo con completa seriedad—. Ya llamé al instituto para decir que no asistirás a clase, no olvides tomarte el supresor, ¿de acuerdo? Ahora descansa.


.


.


Kagami realizó algunas llamadas a Kuroko el día anterior, pero no pudo hablar con él, sólo un mensaje fue respondido con un Me encuentro bien, mañana nos vemos Kagami-kun.


Y, aunque ese mensaje decía que el día de hoy se incorporaría, las clases habían terminado y el de cabellos celestes no había aún aparecido. Se sentía preocupado, seguía tratando de comunicarse con él, pero no había forma.


Terminó de guardar sus cosas, regresaría a casa rápido, pasaría por casa de Kuroko para saber de él y recogerle e ir al entrenamiento.


—Hey, Taiga —saludó un pelirrojo que se encontraba apoyado sobre un auto de color negro.


—¿Sei? ¿Qué es lo que haces por aquí? —miró a ambos lados antes de cruzar la calle e ir hasta el mayor—. Te hacía en Kioto, ¿todo bien?


—¿No te dijeron nada? Vinimos a Tokio, para quedarnos. Nuestros padres serán socios de una empresa de aquí.


—Por qué no me extraña que no me dijeran nada —suspiró—. ¿Y entonces, qué haces aquí?


—Vine a verte, ¿es que hay algo de malo? ¿Quieres ir a comer? Yo invito y me cuentas.


—Debo regresar pronto para un entrenamiento.


—Hay un restaurante en esta misma calle, más cerca imposible —insistió.


—Está bien, vamos —aceptó. Ambos caminaron calle abajo hasta dicho restaurante, pidieron mesa y se sentaron a esperar lo ordenado.


—Y bien, ¿qué me cuentas de ti? ¿Qué tal en Seirin y en el equipo?


—Todo bien. Me gusta el equipo. Y entonces vendrán a vivir aquí a Tokio... ¿y vivirás con los viejos?


—Pues sí, ¿qué tiene de malo? —Kagami se rio—. ¿Por qué te ríes?


—¿Hasta qué edad tienes pensado vivir con ellos? Que tienes 32 años, Sei...


—¿Esa es la forma de decirme que te has cansado de vivir solo y que quieres compañía? —se burló.


—Ni de coña, estoy muy bien viviendo solo. ¿Y tú qué, me vas a hablar de ti?


—Pues si te soy sincero... no sé qué narices estoy haciendo con mi vida —suspiró, decaído.


—¿Por qué dices eso? Sólo mírate, diriges una de las empresas de tu padre, el nuestro te tiene también en mente para la suya, tienes dinero, buena posición, estudios... ¿Qué más quieres?


—Encontrar a alguien con quién compartir mi vida —respondió con algo de tristeza—. Amar a alguien y también sentirme querido.


—Si lo que quieres es encontrar a tu destinado, no es tan bonito como parece...


—¿Qué quieres decir con eso?


—Encontré a mi destinado... —los ojos del pelirrojo de menor estatura se abrieron de sorpresa—. No pongas esa cara, que tengo novio.


—Ya veo... —dio un pequeño sorbo a su copa de vino—. Y ese omega destinado, no es tu novio.


—Para ser exactos, es el padre de mi novio... —Akashi casi se atraganta con el nuevo sorbo que le dio a su copa.


—Espera, ¿qué? ¿Me dices que estás saliendo tanto con padre e hijo?


—¡Claro que no! Sólo estoy saliendo con mi novio, no con su padre —se revolvió con algo de desesperación sus cabellos—. Pero cómo quisiera salir con él...


—¿Tu suegro sabe que ambos son destinados?


—Lo sabe, entró en celo la primera vez que fui a su casa.


—Y me imagino que él te rechazó —más que una pregunta, fue una confirmación.


—Está casado. Bueno, divorciado, pero ahora nuevamente está con el padre de su hijo.


—¿Y por eso estás con su hijo?


—Ya dije que no —se exasperó—. Estoy con él porque me gusta... pero no puedo evitar sentirme atraído por él, mi alfa quiere estar con él. Además, está como quiere, las cosas como son.


—¿Te doy un consejo? Si no estás enamorado de tu novio, sincérate y habla con él, dile que estás enamorado de otro pero, ¿qué piensas hacer con respecto a tu destinado? Si dices que es mayor que tú, y que está casado. ¿Él está interesado en ti?


—Su omega no puede evitar sentirse atraído por mi alfa... pero me dice una y otra vez que es imposible por la diferencia de edad y porque estoy con su hijo.


—Es que es de lógica, Taiga. Estás con su hijo, te lleva el doble de edad y además está casado —dijo Akashi—, ¿qué esperas, que te diga así que acepta ser tu omega? ¡Eres un puto crío, Taiga! Lo mejor es que dejes de jugar con ese chico, y te olvides de tu destinado.


—Ha sido mala idea de venir a comer contigo —revisó su teléfono, comprobando la hora—. Me marcho, debo irme al entrenamiento. Nos vemos.


Akashi se quedó con la palabra en la boca. Miró ambos platos, aún sin terminar. Se terminó su copa de vino de un gran sorbo y llamó al camarero para pagar la cuenta. Después, salió dirección a una inmobiliaria, había cambiado de opinión, prefería irse a vivir por su cuenta, o quizá a casa de Taiga en lo que encontraba algo.


.


.


.


A regañadientes, Kuroko fue llevado por Aomine hasta la consulta de Midorima. Casi nunca se sentía enojado, pero en esta ocasión lo estaba.


Se encontraba bien, incluso los síntomas del celo habían pasado, y él debería estar yéndose en ese mismo momento para el entrenamiento.


—¿Todo está bien, Midorima? —insistió Daiki, algo impaciente—. ¿El cansancio, el mareo y demás?


—A ver, de momento todo parece normal —empezó a hablar el de cabellos verdes—, ha sido su primer celo, aunque un poco retrasado, pero cada omega es un mundo y puede venirle antes o después su celo. Pero cuando tenga los resultados sabremos con seguridad todo.


—¿Y cuándo estarán?


—No tiene carácter urgente, por lo que estarán en unos días. No te preocupes que en cuanto estén y reciba, y te llamaré-nanodayo.


—Gracias, Midorima.


—¿Puedo irme ya, por favor? —pidió Kuroko, mirando una y otra vez la hora de su móvil.


—Deberías guardar reposo, díselo tú, Midorima.


—Bueno... sinceramente, debería al menos guardar un día de reposo, lo mejor es que no realices ejercicio alguno, al menos hasta que tengamos los resultados y también estés completamente recuperado del celo, ¿de acuerdo?


—Pero hoy es un entrenamiento especial, teníamos un partido de entrenamiento contra otro instituto.


—Tetsu, ya te había dicho que primero está la salud, ¿está bien? Y si Midorima te dice que no debes jugar, no juegas y punto —aseveró con molestia Aomine—. ¿A dónde te crees que vas? —detuvo al de cabellos celestes a punto de abandonar la consulta.


—No voy a jugar si eso es lo que te preocupa, sólo quiero ir a verlos jugar, por favor. Dejo aquí mis cosas si eso es lo que te preocupa.


—Que sepas que voy a llamar a Kagami para que esté al tanto y te prohíba jugar. Anda, ve.


—Gracias —le sonrió, antes de abandonar el lugar.


—Por cierto, Midorima, este... ¿podrías hacerme unos análisis?


—¿Qué tipo de análisis? ¿Te encuentras mal-nanodayo? —se preocupó el de cabellos verdes.


—No, sólo... quisiera saber si estoy embarazado. Han pasado pocos días y en el test aún no saldrán los resultados, y en unos análisis sí podría saberlo.


—No sabía que estabas buscando tener otro hijo.


—Y no lo estoy buscando.


—Vale, pero dime, si no quieres embarazarte por qué no tomas anticonceptivos.


—Porque no necesitaba tomarlos hasta que el maldito de Katsunori se le ocurrió la idea de tener otro hijo.


—No me puedo creer que hayas vuelto con él. ¿Por qué?


—Por Tetsu...


—¿Desde cuándo te dejas manipular de esa forma? Así no era tu carácter antes. Si tu marido te obliga a tener hijos, o te obliga a estar con él, debes pararle los pies.


—Que sí, que sí, ya sé. Me estoy tomando anticonceptivos, pero antes me pilló de improvisto —se levantó, tratando de evitar la conversación—. Mejor vengo otro día para que me realices los análisis, cuando esté en ayudas, ¿verdad? Sí, mejor que me los hagas cuando tengas los resultados de Tetsu.


—Te vas porque no quieres seguir conversando, pero allá tú. Y no te preocupes, en cuanto estén, te llamo por los resultados de Tetsuya. Y también te haré esos análisis.


—Gracias —sin más, se despidieron. Después, prefirió seguir a Tetsuya. No es que no confiara en su palabra de que no iba a jugar ese partido de entrenamiento, pero se quedaba más tranquilo si iba él también.


.


.


.


Kuroko iba calle abajo mirando su teléfono, atento al chat del grupo de su equipo. También tenía mensajes y llamadas de Kagami y de la entrenadora. Había prometido que no jugaría, pero al menos asistiría al partido, se sentía mejor si podía verlo con sus propios ojos.


Iba tan pendiente de su teléfono, que no se dio cuenta que cruzaba con el semáforo rojo. Cayó en cuenta cuando sintió un fuerte frenazo.


—¿Se puede saber en qué estabas pensando al cruzar en rojo? —gritó con furia el conductor, asustado de casi atropellar a alguien—. Oye, ¿estás bien? Ni te he rozado. ¿Hey? —se acercó al joven, que se había quedado impresionado. Sus manos apretaban con fuerza su camiseta, y sus ojos no paraban de temblar—. Joder...


Podía oler perfectamente el aroma a vainilla que el de cabellos celestes desprendía, y su alfa interior podía entender a la perfección; estaba ante su omega destinado.


—Tú... tú eres...


—¡No te acerques! —exclamó, dando un paso hacia atrás.


—No te voy a hacer nada, de verdad —para tratar de tranquilizar a su alfa, se inyectó un supresor de emergencia—. Sólo quiero ayudarte, no puedo dejarte aquí en mitad en tu estado, acabas de entrar en celo. Es peligroso, déjame que te lleve a casa, o al hospital si prefieres, hay uno aquí mismo.


—¡Te he dicho que no te acerques!


—Está bien, está bien. ¿Qué te parece si te metes dentro de mi auto? Yo me quedaré fuera, y llamas o llamo yo a alguien de tu familia.


—¡Tetsu! —Aomine, que había salido poco después que él—. Aléjate, ¿qué mierdas te pasa?


—¿Daiki? ¿Lo conoces?


—¿Akashi? —mientras se cercioraba que Tetsuya se encontraba en perfecto estado y no había sido atacado, miraba fijamente los movimientos del pelirrojo—. Claro que lo conozco, es mi hijo. Ya te dije que debías regresar a casa, el celo no se te terminó de pasar parece.


—¿Tu hijo? Joder... No, él entró nuevamente en celo porque él es...


—Qué puta pesadilla, en serio. Parece una maldita broma.


—¿Qué quieres decir con eso?


—Tetsu, ¿te encuentras bien? ¿Te hizo algo?


—No... estoy bien...


—Espera, voy a llamar a Midorima y regresamos al hospital.


—Daiki, déjame y os llevo a dónde necesites.


—No gracias, el hospital de Midorima está aquí mismo.


—Daiki, está en celo, déjame que te lleve a casa, por favor —Aomine observó a Tetsuya, respirando agitadamente mientras ocultaba el rostro en su pecho, y el aroma a vainilla.


—Está bien. Ven Tetsu, vamos a casa —ambos entraron en los asientos traseros del coche, indicándole a Akashi la dirección.


Una vez llegaron, padre e hijo entraron en la casa y, una vez le dio un supresor de emergencia, salió a hablar con el pelirrojo, que no se había movido de la puerta hasta saber que todo estaba bien.


—¿Cómo se encuentra? Lo siento, yo... yo no le hice nada.


—Está bien, ya se encuentra más tranquilo. Justo acababa de tener su primer celo, y por tu culpa ha vuelto a tenerlo.


—Eh, no es mi culpa. Yo me lo crucé por casualidad. Él estaba bien, fue en cuanto nos vimos... él es mi destinado, Daiki.


—Akashi, me importa poco que sea tu destinado, tiene sólo dieciséis años, es un crío, no aceptaré una relación así.


—¿No crees acaso en el destino?


—El destino es un hijo de puta —respondió, suspirando—. Gracias por habernos traído, mejor será que te regreses.


—Daiki, por favor, cuando se le pase el celo, me gustaría poder hablar con él, por favor —le pidió, tomándole del brazo para evitar que entrara en casa—. Ya sé que es tu hijo, pero entiéndeme a mí, es mi destinado, no puedo simplemente obviar todo.


—A veces no sirve de nada el destino, créeme.


—Puedo esperar, si lo que temes es que le haga algo, puedo esperar hasta que sea mayor de edad, en serio.


—Akashi, en serio, mejor dejarlo estar. Dejadnos tranquilos, por favor —se libró del agarre de su amigo y entró con rapidez a su casa.


—Quisiera poder hablar contigo con más calma, por favor —pidió a su amigo, justo cuando ingresaba en su casa.


El destino era un maldito perro, no tenía suficiente con que su destinado fuera un adolescente de la misma edad que su hijo, sino que ahora, el destinado de Tetsuya era un adulto de la misma edad que él. Para rematar, ambos destinados, eran hermanos.


Lo que él diga, una maldita broma pesada.


—¿Cómo te encuentras? —le preguntó mientras le acariciaba los cabellos con ternura.


—¿Quién era él, de qué lo conoces?


—Es un antiguo amigo de secundaria, pero tú quédate tranquilo, que él no se te va a acercar.


—Yo no quiero estar con él, yo quiero estar con Kagami-kun —trató de borrar a la fuerza los pensamientos que se le acababan de pasar por la cabeza de que si Tetsu saliera con Akashi, él podría estar con Kagami sin tener remordimientos.


—Tú tranquilo, tú no tienes que salir con alguien que no quieras, sea o no sea tu destinado, ¿sí? Yo no dejaré que se te acerque si tú no quieres.


Ahora, tendría otro quebradero de cabeza más, y es alejar a otro dichoso destinado.


—Descansa, ¿vale?


.


.


.


Aprovechando que Tetsuya descansaba tranquilamente y que Katsunori aún no había regresado del trabajo, tomó un balón de básket y fue hasta una cancha callejera.


La de tiempo que hacía no jugaba al básket. ¿Por qué dejó de jugar al deporte que más amaba? Ya había perdido la cuenta de cuánto tiempo hacía de ello, y cómo era de que había sobrevivido hasta ahora sin volver a jugar.


Botó un par de veces, para después tirar a canasta, encestando. Parece que no había perdido práctica. Siguió encestando absorto hasta que una voz detrás de él le hizo volver a la realidad.


—Vaya, así que era verdad lo que decía Kuroko con que eras muy bueno en la secundaria jugando al básket —dijo Kagami apoyado sobre una de las vallas metálicas que daban acceso a la cancha.


—Sigo. Sigo siendo muy bueno. ¿Qué haces aquí? —se puso nervioso y falló el tiro, rebotando en el aro y yendo botando hasta los pies del pelirrojo—. ¿No teníais un partido de entrenamiento?


—Así es, pero ya terminó —tomó la pelota entre sus manos, haciéndola girar sobre su dedo índice—. Y mi casa está justamente enfrente, por si no recuerdas, ya que vivías en el edificio de al lado.


—Ya veo. ¿Y qué tal fue?


—Ganamos, por poco, pero ganamos —sonrió—. ¿Qué tal... está Kuroko? No me responde a los mensajes o llamadas.


—Sigue con síntomas de celo, pero ya se encuentra mejor —obvió decirle que su hermano, era el destinado de Tetsuya.


—Qué bueno, me tenía un poco preocupado.


—Le diré que preguntaste por él.


—¿Te vas?


—Debo regresar, tengo cosas qué hacer.


—Cualquiera diría que estás huyendo de mí —se interpuso en su camino—. ¿Por qué no juegas un one on one contra mí? Así veo qué tan bueno eras en tu juventud —se burló.


—¿Me estás llamando viejo? Chaval, no tienes nada qué hacer contra mí, el único que puede vencerme, soy yo, así que prepárate para morder el polvo —respondió con una sonrisa, mientras se remangaba su suéter.


—A ver si eres capaz de aguantar mi ritmo —dijo feliz Kagami, aceptando el reto—. ¿Al mejor de tres?


Ambos se pusieron a jugar sin parar, reto tras reto. Aomine no cabía de felicidad, hacía tiempo que no sentía esa sensación al jugar al básket, por no decir que nunca había jugado contra alguien como Kagami, tan igual y distinto a él al mismo tiempo. Le recordaba tanto a su juventud...


No se dio cuenta de que habían estado jugando durante dos horas sin parar.


—¡Exijo la revancha! —exclamó Kagami dando un gran sorbo de su bebida deportiva.


—Já, para que veas, que este viejo te ha ganado todas las veces —dijo burlándose del pelirrojo—. Tienes mucho que aprender, mocoso.


—Bueno, si me enseñas estaré encantado de aprender, entonces —el moreno sin darse cuenta, se encontraba acorralado entre el cuerpo del alfa y de la valla metálica—. ¿Te das cuenta de las cosas que tenemos en común?


—Vas por mal camino... —respondió con titubeos.


—¿Por qué? Joder, Aomine, ¿me vas a negar que por mucho que intentes no vas a poder alejarte de mí? No podemos luchar contra el destino, y lo sabes.


—Sí se puede luchar contra el destino —murmuró, alejando la mano que le estaba acariciando el rostro—. Kagami, no podemos tener nada, por muy destinados que seamos, entiende... Te llevo el doble de edad, estoy casado y tú estás con mi hijo.


—Y aún así, no puedes evitar sentirte atraído por mí, lo mismo que yo lo estoy de ti. Tu omega y mi alfa se necesitan, y lo sabes. Necesito la necesidad de que tú me necesites.


No sabe en qué momento llegaron a casa del pelirrojo, ni cuándo su ropa y la de Kagami se encontraban vete tú a saber en qué lugar. Pero lo que tenía claro es que no iba a separarse, ni dejar de besarlo.


Lo necesitaba, tanto él como su omega lo necesitaban. Necesitaban todo de él.


Manos desesperadas en caricias que querían abarcar todo el cuerpo contrario, recorrerlo, reconocerlo como suyo. Alfa y omega estaban envueltos entre el aroma a canela y chocolate.


Palabras susurradas entre gemidos ahogados de placer, dos almas demostrándose que se necesitaban el uno al otro. Una atracción, una conexión única, inexplicable para cualquier persona ajena a unos destinados.


Caricias, sonrisas, suspiros y miradas llenas de excitación y lujuria a través de aquellos orbes zafiro que se reflejaban en los rubíes.


Mucha experiencia a lo largo de su vida, pero ninguna como la que acababa de sentir. Una sensación única transmitida por una persona especial.


A simple vista, parecía el típico encuentro entre dos amigos sexuales, pero la atracción de dos destinados va más allá de eso. 


Aomine entonces entendió que, por más que se quisiera autoconvencer, no se podía luchar contra el destino. 

Notas finales:

Aclaración: Akashi y Kagami son medio hermanos. Akashi es hijo de Masaomi, que es omega, y de Tora Kagami, que es alfa. Kagami es hijo de Tora y de otra mujer. Tora se divorció de su mujer al reencontrarse después de muchos años, con Masaomi y descubrir que tenía un hijo con él. Seijuuro no quiso cambiarse el apellido Akashi por el apellido Kagami. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).