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SET ME FREE. [Kaisoo/Top!soo] por UnicornioMorado

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—¿Me contarás qué sucedió? —Kyungsoo le mira desde su balcón, con los brazos cruzados.

¿Está molesto?, JongIn se queda en silencio tratando de organizar sus palabras. Toquetea sus labios para ocultar el puchero involuntario que se ha formado en sus labios.

—Uhm... nada, fue un accidente— la voz del castaño es más chillona de lo normal y Kyungsoo sabe que el menor está tratando de ocultar las ganas de llorar, porque el conoce a ese chiquillo casi tan bien como conoce la palma de su mano.

—¿Te peleaste con ese niño por accidente? —JongIn mira hacia la calle, ocultando su mirada del mayor. Su labio escuece por la pequeña herida, resultado de la pelea.

—Hyung, siempre ocurre lo mismo. — Lloriquea el menor.

—JongIn, no puedes ir por la vida repartiendo puños y patadas a todas las personas que dicen algo que no te gusta. —JongIn lo mira ceñudo, empezando a negar con la cabeza. Kyungsoo piensa rápido en sus siguientes palabras— Papá dice que, ah, ¿cómo era?, cuando te dan una bofetada tienes que dar la otra mejilla... perdonar setenta veces siete, sí, eso.

—Pero... ¡hyung!, se estaban burlando porque voy a clases de ballet— JongIn se enfurruña, cruzandose de brazos. —Ademas dicen que parezco niña porque tengo el cabello largo. —Hyung!, ¿acaso parezco de verdad una niña? — el pequeño chilla, tirando de su flequillo mientras aprieta los dientes— Yo-soy-un-niño, ¡Un niño!

JongIn está molesto, muy molesto. El de verdad intenta ser un niño bueno, es bastante tranquilo y se obliga a mantener la calma aun cuando los demás no dejan de molestarle, pero ese día no lo soporto mas y antes de ponerse a llorar se armo de valor y se defendió, se defendió a si mismo y a su familia. Que le molesten a él no le importa mucho ya, pueden decir todas las tonterías que quieran, pero cuando involucran a sus mamis y a su hermana, la rabia se apodera de Nini. Todo empezó con chistes sobre el ballet, JongIn lo dejo pasar, mencionaron su tono de piel doradito que tanto ama, y también los ignoró, pero entonces el tonto de Lee empezó a decir que su cabello era largo porque él quería ser una niña así como sus mamis quieren ser hombres y eso a JongIn lo volvió loco.

—No les hagas caso. Ellos son unos tontos— Kyungsoo respira profundamente y cierra los ojos antes de volver a hablar— Ellos no ven tu valor. No ven lo que yo veo.

—¿Uh?—JongIn se queda en silencio, parpadea un par de veces y mira a Kyungsoo atentamente, sus ojos muy abiertos.

—Eres un niño de oro, Nini.

—Hyung si me quiere, ¿verdad? — el castaño se inclina sobre sus rodillas, mirando a Kyungsoo con ojos soñadores.

—Si, Jongin. Yo te quiero, con todo mi corazón.

 

~�~

 

 

—Mesa cuatro— le indica Minseok, el ayudante de cocina que contrató su madre Aeri hace ya casi dos años con la esperanza de que cuando el chico se gradúe y tenga el título oficial, se quede con ellos en el restaurante.

JongIn asiente, organizando los platos sobre la bandeja.
No hay muchas personas hoy, pero aun así no tiene siquiera un pequeño descanso. 
Los fines de semana y por las tardes después de clases, o simplemente cuando quiere, JongIn ayuda en el restaurante de su familia. 
Mamá Hayeon es chef.

—Procura no morir, pero ponte nervioso— Minseok sonríe con picardía mientras le entrega el pedido de la mesa siete. JongIn lo mira sin entender, más preocupado por llevar lo más pronto posible los alimentos a la mesa. Minseok hace un gesto con la cabeza y JongIn presiente lo que puede encontrar si voltea. Es decir, no es como si no supiera que Baekhyun y su familia están en el restaurante y que, además, están en una mesa grande, esperando a por otras personas. Si, JongIn está nervioso.

Gira lo más lento que la situación le permite solo para ver a Kyungsoo y a sus padres salir del auto. La expresión en el rostro del chico le dice que está a punto de estallar.

Se apresura a dejar los platos en la mesa correspondiente y se dirige hasta la puerta para abrirla a los recién llegados. Murmura un saludo que sabe no va a ser respondido sin mirar a su hyung.
La madre de Kyungsoo es cortés, JongIn quiere pensar que le ha respondido su saludo con sinceridad y no de forma hipócrita, como lo hace el señor Do.

Siente un escalofrío recorrer toda su columna vertebral cuando el hombre pasa junto a él. Puede ver en la distancia a Minseok sonreír tanto que sus ojos han sido ocultados por sus regordetas mejillas.

JongIn no es una persona de amigos, JongIn solo tiene a mamá Hayeon, mamá Aeri, a su hermana Jungah y a Kyungsoo. Para JongIn, Kyungsoo es su todo, pero hay una sola persona en la que a veces se permite confiar a medias, ese es Minseok. Si, Minseok, porque su primo Jongdae no sirve para nada.

Minseok es mayor por cuatro años, es un chico muy callado y sensato que prepara un par de delicias en la cocina y, según Jungah, su café es el mejor de Corea. Tiene sus sentidos bien puestos y, a pesar de que no suele ser muy hablador, cuando habla lo hace con honestidad y exagerada sabiduría. 
Con sus bromas absurdas se ha ganado de a poco un lugar en el corazón de JongIn. Ha estado allí para subirle el ánimo y darle consejo en situaciones en las que no se permite involucrar a su familia, si, situaciones que llevan por nombre "Kyungsoo".
JongIn nunca ha sido explícito al hablar de ello con Minseok, pero sabe que el mayor no es estúpido y, de hecho, capta el mensaje mejor de lo que debería.

JongIn espera pacientemente su momento y cuando por fin llega, no duda en aprovecharlo. Intercepta al mayor en medio del pasillo que dirige a los baños, toma a Kyungsoo del brazo y lo empuja apresuradamente dentro del cuarto de baño, no sin antes asegurarse de no ser vistos.

—Joder, JongIn, joder— susurra Kyungsoo, con desespero. —¡Estás loco!

Lo besa, lo besa con intensidad, arrebatandole el aliento, así como sabe que a su hyung le gusta y se siente desfallecer porque, aunque la noche anterior ha sido dueño de su cuerpo y la personificación de sus más profundos deseos y fantasías, lo extraña. 
No puede evitar sentir que aunque se adueñe de sus labios, su cuerpo y todo su ser, Kyungsoo no le pertenece y eso lo frustra, lo cabrea enormemente.

—Te extrañé. — y es sincero al decirlo, las palabras salen de lo más profundo de su alma.

—Nos pueden descubrir— la preocupación en el rostro del mayor hace que su corazón escueza.

—No lo harán. — Y cuánto desea que sus palabras sean reales.

Mirando a los ojos del mayor, JongIn le pide al cielo una oportunidad para ser feliz junto a su hyung, ya sea en esta o la otra vida, incluso en la que sigue. Levanta un ruego a cualquier deidad que está dispuesta es escucharlo y conceder el anhelo de su corazón.

Kyungsoo lo abraza, tomandolo por sorpresa. Lo abraza con hermetismo, fuerte y apretado. JongIn lo recibe entre sus brazos y desea que sea suficiente para trasmitirle todo su amor, siente deseos de llorar. La angustia arropa su corazón y lo único que puede hacer es aferrarse al chico menudo de ojos grandes que tiene entre sus brazos.

JongIn hace movimientos para separarse, quiere mirarlo a los ojos, pero Kyungsoo no lo permite.

—Un segundo más— susurra el mayor, con el rostro enterrado en su pecho.

JongIn ama la diferencia de estaturas que hay entre ellos, es perfecta. Aprieta el abrazo, feliz, y pone besos en el rostro de su chico. Una pequeña voz en su cabeza le dice que está siendo imprudente, que se están tardando más de lo debido y que se pueden meter en problemas, su corazón se acelera como reflejo de la oleada de temor que le recorre.

—Debemos salir ya si queremos evitar el inicio de la tercera guerra mundial o el Apocalipsis en el restaurante de mi madre. —JongIn habla de forma jocosa, intentando relajar el ambiente, deseando disimular las sensaciones que en ese instante le revuelven las entrañas.

El mayor asiente y, durante una fracción de segundo, le dedica una mirada lasciva que le provoca un cosquilleo en el estómago y en la punta de los dedos, quizás también en la punta del pene, pero no es momento para pensar en ello.

JongIn lo atrae en un beso, aferrando su estrecha cintura y mordisqueando sus labios, cuando se separan abren la puerta, así, sin más. Son descuidados y lo saben porque lo primero que ven frente a ellos es la cara de Baekhyun, el primo de Kyungsoo. 
Baekhyun los mira con el rostro congelado en una expresión de incredulidad que se suaviza muy rápido, demasiado rápido para su gusto. 

—Asombroso— susurra el joven que lleva el cabello de un ridículo color rosado. JongIn se pregunta cómo es que el padre de Kyungsoo no lo ha sometido a un exorcismo o algo así. El imbécil los observa con una sonrisa extraña pintada en el rostro que le toca mucho las narices. —Como sea, estabas tardando un poco y me enviaron a rescatarte, primito. — se dirige a Kyungsoo, por supuesto.

Kyungsoo asiente, y JongIn trata de concentrarse en respirar con normalidad. 
El pelinegro lo mira y pone un delicado toque en su mano antes de regalarle una pequeña sonrisa fugaz, entonces mira a su primo y se retiran, dejándolo detrás.

JongIn espera el tiempo suficiente como para que el color regrese a su rostro, incluso se moja las mejillas y el cuello con agua del grifo. Finalmente camina con el cuerpo engarrotado hasta la puerta de la cocina, sabe que su expresión debe estar muy descompuesta como para que Minseok sea quien le permita pasar sin decirle "la cocina es sagrada, mantén tus cochinas manos fuera de mi santuario." o algo así. 


JongIn se siente mareado y quizás un poco fuera de control. Lo detesta. Detesta esa mierda de jugar a las escondidas. De estar siempre detrás de la puerta.
Pero se ha convencido a sí mismo de que Kyungsoo lo vale. Kyungsoo vale cada pequeño esfuerzo.

Un apretón en su hombro le hace dar un respingo, es su madre Aeri. Ella le regala una sonrisa llena de ternura que hincha su corazón y se mete entre sus brazos sin dar explicación.

Su madre no necesita explicaciones, las madres siempre lo saben todo. 
La mujer hace círculos en su espalda con sus manos y sisea cerca de su oreja, como cuando era un crío. JongIn podría romperse allí mismo, pero se obliga a ser fuerte. 
Si, debe ser fuerte. Le ha sido otorgada esta prueba porque es lo suficientemente fuerte para lidiar con ella. Él lo sabe.

 

 

 


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