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SET ME FREE. [Kaisoo/Top!soo] por UnicornioMorado

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10 - 11

—¡Hyung! — JongIn da saltitos sobre sus pies. No puede contener la emoción. ¡Cielos!, su hyung está en el parque. ¡Podrán jugar juntos!

Kyungsoo gira sobre sus talones y lo mira con una sonrisa triste, el castaño no lo entiende, ¿no está su hyung feliz por verlo?

JongIn quiere acercarse y, de hecho, lo empieza a hacer, pero se detiene, poniéndose un poco nervioso tan pronto como ve a una mujer tomar al pelinegro del brazo. 
Kyungsoo intercambia palabras con ella y es entonces cuando mira a JongIn y corre con una sonrisa de oreja a oreja a su encuentro. 
JongIn siente deseos de abrir sus brazos para recibir al niño con un apretado abrazo. No lo hace. 

—Nini— Le saluda el mayor.

— Hyung, juguemos—  pide el chiquillo tan pronto abre su boca. — Mi noona tiene mi pelota— JongIn señala a su hermana mayor, sentada no muy lejos en una banca con su mejor amiga.

—Espera— exclama Kyungsoo antes de que JongIn empiece a tirar de su brazo —  mi primo, tenemos que jugar con él.

Kyungsoo no quiere jugar con su primo, es mayor que él y por eso cree que puede mandarlo como si fuese su padre, pero sabe que tiene que hacerlo si quiere disfrutar de un poco de tiempo con su vecino.

—Si, hyung. él también puede jugar con nosotros.

Corren, patean, se arrastran en la tierra y para cuando son las seis de la tarde, los niños están vueltos un desastre. 
Los tres están sentados en una banca, la hermana mayor de JongIn reparte emparedados y refrescos a los pequeños. 

—¿Te has divertido hoy, Baekkie? — Kyungsoo mira a su tía, la mujer sonríe encantadora, como siempre.

—Sip. Jugar con los niños pequeños a veces puede ser cool.

JongIn puede ver a la mujer poner los ojos en blanco y tiene que reprimir una traviesa risilla. El primo mayor de su hyung no ha dejado de hablar sobre cuán grande y genial es, y al final siempre es el que más lloriquea como un bebe si pierde en algún juego. Tonto.

Los niños se despiden, los menores con los ojos aguados porque desean estar juntos por más tiempo. 
Jungah, la hermana mayor de JongIn, les promete que pronto volverían a jugar en el parque pero Kyungsoo, a pesar de ser un niño de apenas once años, tiene claro que eso no va a suceder. 
Él ha escuchado todas las veces en que su padre ha hablado sobre "amar al pecador pero no al pecado"... o algo así... ¿qué pecado tan grande pudo haber cometido Nini?, es un niño, los niños son puros, sobre todo Jongin. Jongin es un ángel.

Kyungsoo suspira pesadamente. Su tía le espera, Baekhyun de su mano. Ambos lo miran, quizás preguntándose por qué no se mueve. 
JongIn le mira con un puchero que le rompe el corazón. Kyungsoo no ha dicho nada, pero durante toda la tarde pudo notar como los otros niños evitaban a su Nini y, cada vez que alguno intentaba unirse a su juego, era alejado por su padre o madre.

JONGIN ES UN ANGEL

¿por qué las otras personas no pueden entenderlo?

Kyungsoo balancea su cuerpo dudoso. Mira a todas partes y vuelve sus manos puños, decidido. 
Da una carrerilla hasta donde está el menor y lo rodea con sus pequeños brazos, JongIn devuelve el abrazo, inmensamente feliz. 
Se separan segundos después y entonces el mayor corre hasta donde están su tía y primo sin mirar atrás, siente sus mejillas calientes y una sensación graciosa en el estómago.

A JongIn le dura la sonrisa toda la noche, está seguro de que incluso sueña con su hyung.  
Se atreve, además, a darle las gracias a papito Dios por permitir que su hyung exista, que exista en su vida.

 

~†~

 

—Pensé que hoy cantarías tú, Soo. — La señora Do se caracteriza por ese imperturbable tono calmado y dulce en su voz. Kyungsoo se encoge de hombros.

Acaban de llegar a la iglesia y una de las chicas de la congregación ya está en el púlpito con el micrófono entre sus manos. La adorable Bunny.

—Si no vas a cantar entonces, ¿qué harás? — Kyungsoo mira a su padre, estupefacto. ¿Es en serio?

—¿Escucharte predicar? — el hombre hace una mueca que Kyungsoo reconoce como algo que heredó y luego asiente.

—Está bien, pero...

—Si, papá, ya lo sé. Hago parte una familia ministerial y la salvación es individual, y tenemos que servir a Dios nuestro señor y extender la verdad de su palabra a las naciones— Kyungsoo lo corta antes de que empiece a predicar allí mismo — quiero descansar por el día de hoy.

El señor Do mira a su hijo de manera inquisitiva, como si pudiese adivinar que al chico lo está matando su consciencia, recordándole todos y cada uno de sus pecados. Es su madre quien interviene, permitiéndole respirar un poco más tranquilo "La muchacha canta hermoso, debemos dejarle servir al señor a ella también", la mujer se lleva a su marido del brazo.

Su padre termina de predicar sin que él note siquiera en qué momento inició.

—Los chicos irán hoy a jugar bolos— su padre habla animadamente, con ese entusiasta tono de voz que a Kyungsoo tanto le molesta porque no presagia nada bueno. Están en el auto, se dirigen a algún restaurante para almorzar. — ¿No irás con ellos?, Baekkie estará allí. — A kyungsoo no le apetece responder.

—No.

Su madre suspira pesadamente y él tiene que hacer un esfuerzo sobrehumano para no poner los ojos en blanco.

—Debes relacionarte más con los chicos de tu edad. Comprendo que quieras dedicarte a tus estudios, pero deberías tomarte un descanso de vez en cuando y salir de tu habitación, siempre estás encerrado en esas cuatro paredes, sal y socializa como Baekhyun. Vamos Kyung, podrías salir con él algún fin de semana.

Si ella supiera...

—Si, mamá. Está bien. No te preocupes.

—¿Por qué no haces amigos en la iglesia? — su padre lo mira por el retrovisor, poniéndole incomodo — son muy buenos chicos, de muy buenos hogares.

—Si, son muy buenas personas. — Las palabras de Kyungsoo salen obligadas de su boca aunque no sea la primera vez que las pronuncia, el chico casi puede sentir cómo su garganta se cierra, dificultándole incluso el respirar.

Es lo mismo. Una y otra vez. Las conversaciones son repetitivas y agotadoras. 
Kyungsoo no tiene algo en contra de la iglesia, la religión o Dios mismo. Lo que a Kyungsoo le molesta es la actitud asfixiante de sus padres. 
"Míralo, sus padres son pastores, pero él es el demonio", escuchó en una ocasión porque estuvo durante casi un mes sin dedicarse a ninguna de las labores de la iglesia, solo sentándose en algún lugar muy alejado del púlpito en el que su padre predica y con la mirada perdida.

No, no es el demonio, es solo un ser humano, uno de dieciocho años, cercano a los diecinueve. Quiere disfrutar, reír, equivocarse y ser estúpido, quiere ser joven. Ansía con toda su alma salir de esa burbuja en la que ha sido obligado a permanecer.  Ama a sus padres, pero al mismo tiempo los odia. Creció con la moral dividida en medio de un hogar cristiano y sabe que en algún momento tocará fondo. Kyungsoo cuenta con desespero los días que restan para su graduación y entrada a la universidad, porque eso significaría salir de casa, por fin.

Sabe que algo anda mal cuando escucha los susurros de su padre. 
Mueve sus ojos de un lado a otro mientras se ubica, tratando de encontrar algo que le explique y casi desearía no haberlo hecho, su respiración se corta cuando ve a Jongin revolotear en el interior del lugar.

—¿Qué hacemos aquí? — pregunta Kyungsoo, controlando duramente todas sus expresiones faciales.

—Comer, ¿por qué? — habla su padre mientras salen del auto, y puede identificar un leve matiz de reto en la entonación de su voz. Todo dentro de kyungsoo se tensa, porque él sabe que su padre sospecha y quizás ya lo sepa todo. Posiblemente ya haya escuchado los ruidos provenientes de su habitación mientras se folla a su vecino.

—Oh, no lo sé, pensé que la comida de este lugar podría intoxicar a un hijo de Dios — responde con sorna, acelerando el paso y pasando de largo a Jongin sin responder al saludo de éste cuando ha abierto la puerta de cristal para él y sus padres.

Cruel. Destino cruel.

A Kyungsoo no le toma mucho darse cuenta de que él y sus padres han sido invitados a almorzar allí, de hecho, es lo más lógico. Su padre no pisaría ese lugar por voluntad propia.

—Hola— le saluda Baekhyun en un susurro. Su primo está sentado a su lado. La madre de baekhyun y su madre son hermanas, y hoy es el día "familiar" que sucede una o dos veces en el año, y Kyungsoo se siente incómodo sentado allí en esa mesa. Al final responde el saludo con una inclinación de cabeza.

Durante minutos observa a sus padres intercambiar palabras con sus tíos y a Baekhyun tontear con su hermano mayor, Baekbeom. 
El pedido lo toma Jungah, la hermana mayor de Jongin. 

Kyungsoo siente que pierde la cabeza, sus pensamientos lo asfixian, odia especialmente lo amable y dulce que es la sonrisa de su padre cuando se dirige a Baekbeom, el orgullo de la familia. Toma una gran bocanada de aire y se pone sobre sus pies. Todos interrumpen sus acciones y lo miran fijamente.

—Voy al baño — murmura, de manera irrespetuosa, y se mueve por el lugar como si éste le perteneciera, como si ya hubiese estado allí en muchas ocasiones.

En su travesía, como era de eseperarse, como él lo esperaba, JongIn lo intercepta.
Agarra su brazo con brusquedad y lo empuja al interior del estrecho cuarto de baño y, joder, es un desastre tembloroso con rodillas de gelatina porque sus padres están a unos metros y él está allí, con JongIn, tentando al demonio.

La cercanía del chico es reconfortante, sin embargo. Su abrazo logra comprimir las partes de su ser que amenazan con derrumbarse y sus besos lo sumergen en una bruma que lo atonta lo suficiente como para que la paranoia de ser descubiertos disminuya un poco, solo un poco. Kyungsoo se aferra a él, porque nadie más que él puede devolver la estabilidad a su vida, nadie más puede llenarle de esa paz interna que toda la situación y la mierda que le rodea a diario le roban, nadie más puede abrazarlo y juntar todas las partes separadas que quedan después de ser roto una y otra y otra vez. Solo JongIn sabe cómo repararlo y hacerle sentir que todo estará bien, que es amado e importante.

Lo suelta solamente porque es consciente de que son imprudentes y quizás ya empieza a tardar mucho en volver con su familia. Se permite recorrerlo con sus ojos de pies a cabeza antes de abrir la puerta y sabe que le está dando una mirada caliente que incita al pecado, llena de deseo, y que probablemente el chico sienta que lo ha violado con los ojos pero, joder, ese bastardo le hace arder y nadie puede culparlo, porque el chico se ha teñido de rubio y todos sus rasgos apuestos se han acentuado. Tanta belleza debería ser ilegal.

Kyungsoo siente deseos de estrellar su cabeza contra la pared al encontrarse de lleno con su primo al abrir la puerta, pero no lo hace porque está muy ocupado intentando digerir su corazón, que casi sale por su garganta a causa del susto porque pudo ser su padre. Lo que sin duda si quiere hacer es romperle los dientes a Baekhyun cuando su sonrisa de hijo de puta no se va, pero termina preocupándose más por la falta de reacción de JongIn que por la expresión de bastardo de su primo. 
JongIn tiene los ojos desorbitados y su respiración es agitada, casi parece que se fuese a desmayar allí mismo. Pone un delicado toque en la mano del menor y le regala una imperceptible sonrisa que espera que Baekhyun no note, entonces mira a su primo y con un gesto le indica que ellos se retiran, dejando detrás a un JongIn muy pálido.

—Arréglate el cabello, niño, haz algo contigo — murmura muy rápido Baekhyun antes de salir al pasillo principal que dirige a la mesa donde la familia está ubicada. Están en un punto ciego para los demás. — Sé que no estuviste follando porque nadie puede hacerlo en tan poco tiempo, créeme, lo sé. Pero traes la pinta. — Baekhyun toquetea su cabello y Kyungsoo quiere sacarle los ojos, pero se deja hacer de todos modos.

Llegan a la mesa y se permite temblar un poco de terror ante la mirada de su padre. Quiere pensar que la mano de Baekhyun en su espalda baja es una forma de apoyo mudo. 
Su primo es un bastardo, sí, pero uno de los buenos.

—Oh, aquí están— exclama la madre de Baekhyun, con una sonrisa deslumbrante, esa que heredaron sus hijos.

—Ah, sip. Cuando llegue él ya estaba saliendo, pero lo obligue a esperar por mí. — Baekhyun responde con tono alegre y movimientos relajados, su sonrisa de oreja a oreja.

Ambos jóvenes toman asiento. Kyungsoo se siente ansioso ante las posibilidades de que su primo mayor lo arruine, pero algo en la forma en que el otro toquetea su pierna fugazmente tratando de llamar su atención y el gesto que le hace luego, pidiéndole que cambie su expresión, le obliga a tranquilizarse un poco.

 

~†~

 

11 - 12

Kyungsoo está sentado en su cama, que por cierto no ha ordenado y está toda revuelta.
Tiene un cuaderno entre sus piernas, intentando concentrarse en la tarea de historia. Tiene hambre.

Uno, dos, tres golpes. Se ha asustado. Uno, dos, otra vez. Escucha los pequeños golpes en el vidrio del ventanal de su balcón y corre hasta su armario, necesita el bate de béisbol que el abuelo compró para él. Camina con sigilo hasta el ventanal donde suenan más golpecitos. Toma una gran respiración infundiéndose de valor, él ya no es un chiquillo miedoso, él no tiene miedo. 
Mueve la cortina y un gritito se atora en su garganta cuando ve a JongIn pegado al otro lado del cristal, igual que el pez gordo que se pega a los bordes de la pecera de su madre.

Lo observa incrédulo y tarda más de lo necesario en abrir y darle paso al menor al interior de su habitación. 
Se siente extraño tenerlo allí dentro.

JongIn salta de un lado para otro esperando una reacción del mayor, pero cuando no la recibe se queda quieto. Enlaza sus dedos detrás de su espalda para contener un poco su energía.

—¿Hyung? — JongIn siente un poco de pánico, porque su Soo hyung se ve molesto.

—Nini, ¿cómo llegaste aquí? — Kyungsoo se escucha alarmado.

—Yo... eh...— JongIn no quiere llorar, pero sus ojos se llenan de lágrimas sin que pueda contenerlas.

—No, Nini— el mayor bate sus brazos rápidamente antes de correr a atrapar al niño entre sus brazos— no llores, está bien.

—¿Estás molesto? — JongIn mira al piso con los labios arrugados y la punta de su pequeña nariz colorada.

—No — responde el mayor, con una pequeña sonrisa — estoy sorprendido — JongIn lleva sus manos a su rostro, Kyungsoo todavía lo sostiene cerca, una risa burbujeante escapa de su boca— ¿Cómo has llegado aquí? — vuelve a preguntar el pelinegro. Mirando hacia la puerta de su habitación.

JongIn se encoge de hombros.

—Tomé la escalerilla que mami me compro para ayudarle a cocinar y salte hasta tu balcón. Hyung, soy genial, ¿verdad? — JongIn sigue los movimientos del mayor con sus ojos. Lo ve poner seguro a la puerta, se sorprende un poco pero luego recuerda que los padres de Kyungsoo son malvados y piensa que es mejor que ellos no lo descubran invadiendo su casa.

—Nini, eso pudo ser peligroso— Kyungsoo lo mira ceñudo — pudiste haberte golpeado, o peor, pudiste haber caído.

—Pero no lo hice — canturrea JongIn, sonriendo traviesamente.

Kyungsoo salta sobre su cama y lanza los cuadernos al piso, toquetea el lugar vacío a su lado para que JongIn se siente junto a él. No tarda en hacerlo. 
JongIn observa cada rincón del lugar, la habitación de su vecino está... vacía... no parece la habitación de un niño. ¿Dónde están las montañas de juguetes?, ¿qué hay sobre las figuritas de acción?, algo... 
Hay un bate de béisbol y un balón de basketball. Solo eso.

—Entonces, Nini, ¿a qué se debe tu visita? — JongIn se siente apenado, mamá Hayeon siempre le dice que es de mala educación mirar de esa forma un lugar al que vas por primera vez pero es que, por favor, es la habitación de su hyung favorito. Él debe saberlo todo sobre Kyungsoo.

—Quería estar con hyung — responde JongIn, lanzándose sobre Kyungsoo y aunque lo toma por sorpresa, lo recibe con los brazos abiertos.

—¿Tus mamis saben que estás aquí? — indaga el pelinegro. JongIn hace ese gesto con las cejas que le responde a Kyungsoo antes de que el niño lo haga con su boca.

—Uh, no — la voz del castaño es un susurro casi inaudible. — Hyung, este puede ser otro secreto más... sí, un secreto — JongIn lo mira preocupado.

—Si, Nini. Un secreto, nuestro secreto. — el mayor lo tranquiliza, toqueteando sus cabellos.

—Hyung también podría venir a mi habitación— JongIn suena feliz, soñador — tengo muchos juguetes que seguro te van a gustar.

—Si, JongIn. Eso sería genial pero, recuerda, es un secreto.

JongIn se pone derecho, levanta su barbilla y estira los labios para luego asentir, estando de acuerdo. Kyungsoo ríe porque su vecino es adorable. 


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