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Errores del Pasado por Yushurija

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James Potter se encontraba en la sala a medianoche, a su lado se hallaba una botella de whisky muggle, su favorito, pues el sabor entre agrio y dulce era agradable a su paladar así como la sensación de quemadura al bajar por su garganta. En sus manos llevaba el pequeño vaso con algo del líquido alcohólico, era color miel y tenía dos hielos que empezaban a derretirse. James observaba el fuego de la chimenea, el cual danzaba y se crispaba, sus ojos brillaban con tanta intensidad al fulgor de los recuerdos de su juventud. Sin embargo ¿Qué hacía a altas horas de la noche tomando una botella de whisky y observando el fuego mientras vagaba por sus recuerdos de colegio? El culpable de todo aquello fue ese extraño sueño que había tenido en cuanto se acostó, un sueño que ya no recordaba en su totalidad, solo un bello rostro pálido con el cabello negro oscuro que estaba de espaldas a él. Solo el hecho de recordarlo le hacía fruncir el ceño, ese hombre seguía atormentándolo día y noche ¿Qué acaso no se cansaba de invadir sus pensamientos, sus sueños y su vida? ¿Cuántas veces tendría que repetírselo mentalmente que no fue era culpable? Él se lo merecía, fue él quien se lo buscó. Maldita sea.

 

Al día siguiente un pequeño Harry Potter se acercó decididamente a Arcturus Black, iba hablar con él sin importarle si el chico quería o no. Malfoy los siguió hasta donde Harry arrastró al Black que no puso tanta resistencia como se suponía que cualquiera lo hubiera hecho, incluso Draco los seguía de manera tranquila. Llegaron hasta cerca del lago negro donde a lo lejos se asomó un enorme tentáculo y sacudió las pacíficas aguas, sin embargo, los chicos hicieron caso omiso a eso.

-¿Se te ofrece algo?- preguntó Arcturus con su característico tono serio, en su rostro no se veía ninguna alteración de expresión. Harry se volteó a verlo y no pudo evitar notar los rasgos de su padrino en el rostro del chico, pero con la diferencia de labios y corte de cabello. El chico era bello a pesar de su edad, pues sus rasgos andróginos y las características que poseían los de la familia Black lo hacían parecer casi una niña.

-¿Y bien, Potter?- habló ahora Malfoy, Harry movió la cabeza para ver ahora al rubio quien tenía el rostro afilado pero seguía siendo también lindo ¿Qué acaso parecer niña era requisito para ser de Slytherin? Cuando escucó unos tosidos de sus amigos Harry salió de sus pensamientos y también se puso serio.

-Yo…a pesar de que mi padrino y tu padre se lleven mal, quiero que seamos amigos- habló. Había cedido ante la opción de que Regulus y Sirius arreglaran sus diferencias y volvieran a tratar como hermanos tal y como habían nacido, pero conociendo el orgullo de los Black y sus resentimientos, no pasaría.

-¿Solo eso?- hubo un leve cambio de expresión en Arcturus, pues frunció levemente el ceño ante la petición de Harry, como todo un Potter e influenciado por alguien como Sirius, seguro en esa petición no se daría por vencido, pero de igual manera él quería conocer al ahijado de su tío, así tendría, quizá, una excusa para conocer a la “decepción” de la familia Black. Arcturus suspiró y extendió su mano hacia Harry que la vio sorprendido y después lo volteó a ver a él- Si quieres que seamos amigos, entonces toma mi mano- dijo y Harry no perdió tiempo, apretó la mano de Arcturus y así ambos sellaron su improvisada amistad.

-Entonces ¿Ya somos cercanos a estos leones?- se escuchó a Malfoy y ambos voltearon. Draco sonrió abiertamente y puso sus manos en la nuca- Es el paquete completo, Potter. Tú te tendrás que acostumbrar a mí y Arcturus a tus amigos- se podía notar que Draco no era como su padre, pues a pesar de su parecido con Lucius, poseía la bondad de su madre, Narcisa.

 

A lo lejos, en una oficina con la ventana que daba la vista al lago negro, Severus observaba aquella tierna escena. Pues, aunque Harry fuera hijo de James Potter y ahijado de Sirius Black, poseía los ojos y sonrisa de Lily Evans. Sus ojos brillaron al recuerdo de aquellas aceitunas maduras, y en sus pequeños labios rosados, se dibujó una leve sonrisa. Aunque a pesar de haber querido a Lily, una persona más ocupaba sus recuerdos, alguien a quien también amó y era el recuerdo más doloroso de su pasado. Unas risas infantiles llamaron su atención y regresó su mirada al frente, los chicos se iban riendo y platicando, como si fueran amigos de toda la vida. Sus sonrisas inocentes, las caras sonrojadas y su linda estatura de la tierna edad de once años le hicieron sentir melancolía y a la vez, tristeza. Involuntariamente se tocó el vientre y acarició suavemente y con ternura. Estaba vacío, sí, pero no siempre fue de esa manera. Una lágrima escapó de sus ojos, quería huir de aquella terrible pesadilla pero simplemente ya formaba parte de él. No había salida.

Alguien tocó la puerta llamando su atención, con rapidez retiró su mano de su vientre y su expresión volvió a ser tosca y seria. Con un fuerte “Adelante” la puerta se abrió y por la entrada vio a Albus Dumbledore, su rostro se mostraba afligido, daba pena, pues con su edad y arrugas le daban un toque de alguien totalmente arrepentido. Sus viejos ojos se mostraban brillosos debido a las lágrimas que se asomaban.

-Severus- susurró. Severus solo se limitó a voltearse completamente para verlo directamente a los ojos- Por favor…promételo- las súplicas del anciano hicieron fruncir el ceño a Severus- Promete que no te vengarás…es solo un niño inocente…

-¿Qué piensas que soy, Albus? Ya te dije, no haré nada de eso pero si es parte de la profecía que te dijo Trelawney, entonces no hay manera de evitarlo- dijo- ¿Crees que yo también deseo terminar de esa manera?- Albus cerró los ojos, unas lágrimas resbalaron por sus mejillas y apretó los puños. Lo hombros del anciano se empezaron a sacudir y le faltó equilibrio para estar de pie, por lo que terminó recargándose en la mesa que estaba a su lado- Albus…-

-Encontraré una manera…sea lo que sea, evitaré “ese” desenlace- se limpió las lágrimas y volteó a ver a Severus con decisión- Nadie saldrá lastimado, si tú, ni él. Lo prometo.

-Albus…no hagas algo estúpido-

-No lo haré, solo tengo que encontrar una manera fácil- se acercó a Severus y lo tomó por los hombros suavemente- Tú no volverás a pasar penas, y tampoco el niño sufrirá desamores- una de las manos de Albus bajó el vientre de Severus y acarició levemente- Estoy seguro que hubiera sido un excelente Slytherin como su padre- Dumbledore le sonrió tristemente, y Severus solo suspiró con pesar.

-O también un perfecto Gryffindor como lo era él- Albus abrazó a Severus ante lo dicho por él, pues aunque hubiera pasado el tiempo, seguía doliendo el recuerdo.

 

En la noche, Severus salió de su habitación y fue a dar un paseo al bosque prohibido. La luna brillaba más de lo usual y con ella, las estrellas. A diferencia del día, en aquel momento llevaba u pantalón y camisa de seda azul que contrastaba con su blanca piel y en su pecho, se notaba leves tonos rosados así como en sus mejillas y punta de la nariz. Estaba descalzo, sin embargo, el tacto con el pasto húmedo era agradable. Recorrió un largo camino, pasó incluso por un pequeño riachuelo y siguió caminando por un campo de margaritas hasta llegar a una zona rodeada de árboles frondosos, algunas florecitas moradas y amarillas. En el centro del lugar, había un círculo imperfecto de hongos, y en medio de estos, una lápida. Severus se inclinó y acarició la piedrilla fría, pero para él era cálida. En su imaginación pudo escuchar la bella risa infantil de un bebé, acariciar la lápida era como si tomara unas diminutas manos o tocar suavemente el estómago regordete del infante.

-Severus…-el susur´ró de un hombre lo hizo salir de aquellas preciosas sensaciones y volteó a ver a su acompañante- Yo…

-No hace falta que lo digas, Lupin- se levantó y se acercó a él- Tú solo me ayudaste, el culpable es ese desgraciado hombre que tienes por amigo- caminó hacia Remus pero decidió pasarlo de largo- Eso solo fue un grave error cometido por mi ingenuidad y la estupidez de él.

-Tú no tuviste más culpa que creer en su amor- susurró Remus. Aunque él solo había ayudado a Pomfrey, aun así le seguía doliendo que una criatura inocente y sin culpa haya tenido que pagar las acciones de un adulto irresponsable.

-Bueno, las cosas pasan- respondió Severus y se fue. Remus, en cambio, se acercó a la lápida y al igual que Severus, la acarició. Después suspiró y se siguió al pelinegro hasta el Colegio, donde cada uno, sin despedirse o dirigirse siquiera una mirada, se fue a su respectivo cuarto.

En la lápida de piedrita se podía leer con letras doradas y grandes:

“Colin Snape Prince”

Notas finales:

Espero les haya gustado.

¡Nos vemos en la próxima! :D


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