Hay voces.
Hay luces.
Charles no sabe lo que son o por qué están ahí.
Se siente como un marco en blanco. No porque sea puro, sino porque la superficie del cuadro está llena de tantos colores que el contenido empieza a perderse, y el marco a caerse. La pintura está casi en ruinas.
No sabe cómo sentirse al respecto. En realidad, no sabe ni siquiera si puede sentir.
Solía haber algo. Algo importante.
Hace tan solo un momento atrás, Charles recordaba lo que era. Ahora esta vago en su memoria, en su conciencia, pero no puede descifrarlo.
Ni cuando trata con fuerza.
Por un momento, Charles puede sentir un toque suave, pero eso no puede ser verdad. Nadie lo ha tocado suavemente en lo que parece ser una eternidad. Sólo habian bisturís y jeringas. Agujas.
Aunque no pueda recordar lo que eran esos objetos. Es como saber el alfabeto de una lengua que ya no puedes hablar.
Charles quiere recordar lo que estuvo en su mente todo ese tiempo. Era algo importante, está seguro de ello.
De repente, de la oscuridad infinita, la conciencia de Charles es golpeada con un calor extraño. Como agua tibia mezclándose en su oscuridad.
De alguna manera eso trajo confort a Charles. Hay un eco del otro lado, parecía venir de otro mundo, si es que hay algo así allá afuera.
<Charles>
Alguien está tirando de él, la sensación es por demás incómoda. Charles no quiere ir. Sólo desea sucumbir profundamente en esa quietud aterciopelada.
<Charles>
Era como si los párpados de Charles estuvieran pesadamente cerrados, aunque él no tenga un cuerpo o, al menos, no cree tenerlo. Pero alguien sigue tirando de él, y Charles no puede irse tranquilamente.
<Charles>
De repente, hay una grieta. Y es así que Charles ve una luz deslumbrante en su mundo oscuro, y recuerda lo que él intentaba rememorar desde hace un tiempo.
<Mi nombre es Charles.>
Eso es lo que trataba de recordar. Él tiene un nombre. Y es Charles.
No hay nada más allá, y Charles se aferra a eso.
<Tu nombre es Charles>, dice la extraña presencia.
<Mi nombre es Charles>, repite. Si pudiera sentir felicidad, o alivio, los sentiría.
Alguien lo está sosteniendo por encima de la oscuridad, manteniéndolo hacia la luz brillante. Dándole un propósito.
<Mi nombre es Charles.>
Es más fácil aferrarse de esta manera.
<Mi nombre es Charles.>
Sin embargo, por alguna razón, la oscuridad parece halar a Charles con más fuerza en sus garras. Charles intenta mantenerse hacia la luz, pero ésta se va oscureciendo.
De repente, algo del otro lado intenta sujetarlo hacia la luz. A pesar del objetivo en común, la luz parpadea peligrosamente.
Por alguna razón, Charles puede sentir un olor a hierro.
Extraño. No sabe lo que es. Le recuerda a algo, a alguien, pero Charles no sabe a quién.
<Mi nombre es Charles.>
Entonces, hay una voz que Charles escucha y que no es la suya. No hay una razón particular por la que no tuviese que ser la suya, pero Charles sólo sabe que pertenece a otra persona. Ella le susurra:
<Quédate.>
Charles quiere quedarse. Él sigue mirando hacia la luz, esperando, expectante. Él cree que toda su existencia está parpadeando como una vela siendo ferozmente soplada por el viento, pero Charles se esfuerza por resistir.
La oscuridad puede esperar un poco más.
Porque alguien le ha pedido que se quedara.