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Algún día por Princess of hell

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    Al mirar a través de uno de los ventanales del pasillo ya había comenzado a llover, incluso tronaba cada tanto y los relámpagos iluminaban temporalmente mi andar. Lluvia y una despedida. Me hacía acordar a aquellas patéticas películas de drama que a veces nos obligaban a ver.
    Mis pasos se detuvieron frente a una puerta específica. No quería sentirme así. Odiaba sentirme de ésta manera. Mi mano se deslizó por la madera blanca. ¿Por qué mientras más lo pienso se hace más difícil? ¿Por qué todas mis acciones tienen consecuencias negativas? ¿Por qué nunca pienso fríamente antes de actuar?
    Pero no. No iba a cambiar el destino. No hay vuelta atrás. Esto es a lo que me propuse. Es lo mejor para mí y para todos.
Vi por última vez el sobre entre mis manos. ¿Cuándo fue que todo cambió?

    ―Hoy entregan los promedios. ¿No estás nervioso? ―Preguntó Matt a su amigo.
    Ya había pasado otro año en el orfanato y ahora Near se había integrado a las clases. Los tres cursaban en grupos diferentes, la relación entre ellos se había distanciado.
    ―No, para nada ―respondió totalmente calmado. ―Ya sé que soy el mejor ―dijo con arrogancia.
    Caminaban por los pasillos sin un destino específico. Hasta que un alboroto y griterío los hizo sobresaltarse.
    ― ¡Escuchaste eso! ―exclamó uno de los niños que pasaban. ― ¡Al parecer hay un nuevo sucesor!
    Mello lo miró sorprendido y luego miró a su amigo para ver si sabía algo, sin embargo éste le respondió encogiéndose de hombros. No tenía idea. Lo abandonó en el medio del pasillo y comenzó a correr para donde siempre se encontraban las planillas con las calificaciones. Al llegar vio atentamente la lista frente a él. Siempre mostraban todas las notas y promedios generales de todos y cada uno de los niños del orfanato que rindieran exámenes y se encargaban de resaltar, como si de una competencia se tratase, a los tres mejores posicionándolos en lugares. Él siempre era el primero y estaba orgulloso de serlo ya que el que fuera el mejor sería el sucesor de L.
    La ira lo invadió al ver que no era así, que alguien había superado todas sus notas. Se enfureció mucho más al ver de quién se trataba. Su orgullo se fue por el suelo, había sido superado por alguien menor que él y encima recién llegado.
    Escuchó unos pasos que se aproximaban. Él se quedó para escuchar, pero luego se arrepintió.
    ―Muy bien Near. Te felicito ―dijo Roger orgulloso del pequeño. ―No esperaba menos de ti. ―El chico iba caminando junto a él mientras sonreía. Era una grata sensación estar entre las mejores calificaciones.
    ―Gracias señor Roger ―respondió y luego se despidió de su director.
    Entró al salón ya que aunque se lo habían avisado aún no lo había apreciado con sus propios ojos. Se sorprendió al ver quién se encontraba allí, ensimismado, como si estuviera en su propio mundo.
    ―Hola Mello ―lo saludó con su acostumbrada amabilidad, sin pensar la respuesta que tendría.
    ― ¿Por qué? ―preguntó con la voz dolida. El más chico lo miró sin comprender. ― ¿Por qué lo hiciste? ―elevó más la voz y apretó sus puños conteniendo la rabia. Sabía que no era su culpa, que no lo hacía intencionalmente, pero en esos momentos lo único que se le atravesó por su mente era que alguien estaba estorbando en su camino.
    ― ¿Qué cosa? ―preguntó confundido. Sin saber que aquella pregunta inocente cambiaría completamente su historia.
    ― ¡No te hagas el idiota! ―le gritó ya sin poder contener la ira. Luego se abalanzó sobre el cuerpo débil de su víctima y tomándolo de la camisa lo comenzó a sacudir. ― ¿Por qué te metes en mí camino? ¿Por qué quieres arruinar mi vida? Todo era mejor cuando no estabas ―todas estas frases eran repetidas una y otra vez acompañadas de insultos. Pero cuando gritarle no le bastó comenzó a aumentar la fuerza de su agarre y luego prosiguió a golpearlo.
    El chico debajo de él no sabía cómo reaccionar. Intentó hablarle pero de nada servía, no era escuchado. Su fuerza tampoco ayudaba de mucho. Después de querer escapar y no lograrlo se resignó, se cansó de intentarlo. Dejando de sentir dolor, olvidando todo lo que había pasado en esos años, ignorando casi por completo todas sus emociones.
    Y entonces fue como si el tiempo se hubiese detenido. Mello seguía golpeándolo con rabia y Near simplemente se dejaba hacer. Cerró los ojos, sabía que era algo temporal. Una vez que se cansara se iría.
    ― ¡Mello qué estás haciendo!
    Ambos voltearon a ver quién había interrumpido la escena. Matt miraba desconcertado a su amigo. Sin pensarlo corrió y tiró fuerte del rubio para sacarlo de allí. Nadie dijo nada. Luego de chasquear la lengua se retiró de la habitación.
    ―Near ¿estás bien? ―se sentó a su lado ayudándolo a incorporarse. El chico de cabello blanco estaba totalmente ausente. ― ¿Near? ―Lo llamó una vez más y se sorprendió al verlo.
    Lágrimas se deslizaban por sus mejillas, sus ojos estaban colorados. Sollozos casi inaudibles se lograron percibir en la habitación donde estaban solamente ellos sentados en el suelo. Matt lo abrazó en un intento de consuelo y pudo oír un leve quejido debido los golpes que había recibido.
    ―Perdón ―se disculpó pero aun así no se soltó de su agarre.
    Su rostro pálido y perfecto ahora estaba lleno de lastimaduras y rastros de sangre, seguro su cuerpo también estaría cubierto de múltiples moretones. Su contextura delgada y pequeña lo hacía ver frágil y débil. Sus lágrimas y sollozos partirían el alma a cualquiera que lo viera.
    ― ¿Quieres que le diga a Roger? ―Le dolía delatar a un amigo pero le dolía aún más ver a Near en aquel estado. Él simplemente negó.
    Le dolía. Por alguna razón aquello le dolía. Luego de esos años de confianza y amistad, que pasara esto, era inesperado. No le dolían los golpes, eso era solo dolor físico; lo que dolía más era el hecho de que Mello le mostrara aquella mirada cargada solamente de odio y rencor. Luego de decirle tantas veces que lo quería, de compartir tantas cosas juntos, de que llegaran a entenderse tanto, realmente le dolía. ¿Cómo es que las cosas llegaron a terminar así?
    No podía calmarse. Por más que lo intentaba, las lágrimas continuaban y los sollozos iban en aumento.
    ―Por favor no llores ―suplicó Matt mientras le sujetaba el rostro para mirarlo fijamente a los ojos. ―No me gusta verte así ―. Limpió delicadamente las lágrimas con sus dedos. Logró que el menor se serenara. El ver sus ojos esmeraldas le traían una paz y tranquilidad inmediatas, su mirada estaba cargada de preocupación pero, por sobre todo, de bondad. ―No quiero que llores por ese idiota.
    El silencio reinó en la habitación. Near ya estaba más tranquilo, cada tanto sollozaba, pero sus lágrimas se habían detenido. Ambos estaban muy cerca el uno del otro. Matt seguía sosteniendo las suaves mejillas del chico de cabello desordenado entre sus manos. No sabía qué era, pero estaba seguro de que Near lograba transmitirle algo agradable.
    ―Matt ¿podrías alejarte un poco, por favor? ―dijo con la voz algo apenada.
    Inconscientemente se había acercado invadiendo su espacio personal a tal punto que sus respiraciones se mezclaban haciéndose una.
    ―Perdón ―se disculpó, pero no sabía a ciencia cierta por qué. Si era por lo que había hecho o por lo que estaba a punto de hacer.
    Dejó de pensar en lo que estaba bien o lo que estaba mal y se acercó más a su compañero. Near quedó inmóvil, no sabía cómo reaccionar. El pelirrojo llegó a rozar sus labios, sintiendo mil y un cosas en aquel simple roce. Pero todo se vio interrumpido cuando un brusco tirón de su brazo los separó. Ambos miraron al causante, uno con molestia y otro con sorpresa.
    ―Nos vamos ―pronunció en tono severo Mello mientras se llevaba a rastras a su amigo de aquel lugar.
    Near quedó sentado en el suelo mirando por donde ambos se habían ido luego inconscientemente sus labios se curvaron en una sonrisa.
    Irónico.


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