Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

RinHaru week 2018 por Yaoi lovers

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Que rápido pasan los días, antes de que pueda darme cuenta uno nuevo inició y es momento de publicar.

Espero que lo disfuten tanto como yo escribiendo.

Esta vez se sentía mucho mejor preparado para afrontar las complicaciones que pudieran presentarse durante el tiempo que estuviera en Australia, además de lo mucho que había mejorado durante esos años que había regresado a Japón, así que partió sintiendo mucha más seguridad que la primera vez.
 
Estaba entusiasmado por la nueva experiencia que le ofrecería el viaje ahora que era mucho más maduro y que más que nunca se sentía decidido sobre lo que haría en el futuro, sin mencionar que esta vez no huiría de sus amigos ni les ocultaría lo que ocurriera durante los meses que durara su estancia.
 
Las cosas marchaban bien, sus entrenamientos eran efectivos y la comunicación con su familia y amigos se mantuvo constante, la excepción era Haru, pues por más que había tenido intenciones de llamarlo o mandarle algún mensaje seguía pensando que lo mejor sería esperar hasta el momento en que se encontraran nuevamente.
 
En más de una ocasión se había detenido cuando su dedo se acercaba a la pantalla sobre el número del azabache o cuando estaba a punto de enviar ese mensaje en que le contaba sobre sus experiencias y lo ansioso que estaba por poder volver a competir juntos. Estaba consciente de que no podía llamarlo tanto como deseara pues ambos tenían mucho trabajo con las prácticas y su vida universitaria así que había decidido anotar todo lo que quería decirle para no olvidarlo.
 
Tomó una libreta y día tras días llenaba un par de páginas que esperaba en algún momento enviar al chico hasta que, tras pasar una semana completa, se dio cuenta de que terminaba por escribir al menos una carta cada día. Le avergonzaba pensar en ello y prefirió comenzar a guardar cada una de esas cartas en una caja de la que nadie sabría sobre su existencia.
 
Para antes de volver la caja había sido llenada y ocultada entre el resto de sus cosas, cuidando que no pudiera ocurrirle nada pues, aunque nunca se las entregaría al destinatario, tenía el deseo de conservarlas para así tener un recordatorio de los sentimientos que experimentó durante esos días.
 
En ningún momento mencionó esos escritos durante el tiempo que pasó con Nanase cuando volvió a Japón para el invitacional, pero había sido capaz de contarle la mayor parte de cosas que deseaba así que no tenía problema con ocultarlo.
 
Estaban entusiasmados por compartir sus nuevas experiencias y Matsuoka apenas podía contener sus ganas de llevar al chico de vuelta a Australia para mostrarle muchas cosas más que en ese rápido viaje que habían realizado juntos varios meses atrás. Tal era su emoción que no dudó un instante antes de invitar a su amigo a pasar unos días en su departamento, a lo que el azabache no se negó, coincidiendo con el otro sobre comentarlo con su entrenador para ajustar fechas.
 
Fue así como decidieron esperar un par de semanas después del terminó de curso, acordando que el descanso sería de una semana por lo cual tendrían mucho más tiempo para realizar todo lo que el pelirrojo estaba planeando.
 
Cuando la fecha acordada llegó el pelirrojo fue al aeropuerto a recibir a su compañero y, tal como había prometido, fueron rumbo al departamento en que ahora el chico residía. Al llegar descansaron un poco antes de empezar con las actividades que había planeado con anticipación, serían sólo unas cuantas pero a Rin le parecía importante para poder seguir con el resto.
 
Visitaron diferentes lugares para que el chico pudiera conocer ese país que tantos cambios había provocado en Nanase, además de aprovechar para hacer que saliera de su zona de confort y se atreviera a realizar actividades y probar platillos que nunca antes había hecho.
 
La estancia durante esos días había sido agradable y disfrutó cada una de las nuevas experiencias compartidas. De verdad esperaba con ansias el día en que ambos compartieran el escenario mundial y tuvieran la oportunidad de hacer esas y muchas cosas más en diferentes lugares.
 
El tiempo había pasado tan rápido que ya se encontraba empacando sus pertenencias, además de algunas cosas que compró para regalar a sus amigos cuando volviera, antes de poder volver a Japón. El pelirrojo insistió en que debía proteger los obsequios, pese a no ser demasiado frágiles, y mandó al chico a buscar entre sus cosas algo que pudiera utilizar.
 
Fue así como terminó buscando entre cajas y papeles guardados en un estante en el que también se encontraba la caja llena de cartas. Haru buscaba entre las cosas asegurándose de que las piezas quedaran suficientemente protegidas y en un momento mientras intentaba buscar entre una de las cajas más alejadas terminó por sacar aquella que Rin no se había esforzado por ocultar.
 
Él no acostumbraba revisar entre las pertenencias ajenas y esa no hubiera sido la excepción de no ser por el ligero golpe que le dio al objeto mientras removía la caja que le interesaba, provocando que un par de sobres se asomaran por la orilla. Sólo pensaba regresar el contenido a su lugar pero ver su nombre escrito en el exterior del sobre llamó su atención, causándole curiosidad y provocando que mirara con atención.
 
Tenía la misma apariencia que la que había observado años atrás cuando Sousuke llegó con una carta de parte del pelirrojo y no pudo evitar que la nostalgia lo invadiera. Recordaba a la perfección las palabras del chico en esa carta y una disimulada sonrisa se dibujó en sus labios mientras sostenía el sobre.
 
Estaba tan ensimismado que ni siquiera notó cuando el pelirrojo fue hacia donde estaba, sorprendido por su expresión mientras miraba las cajas que se encontraban en el suelo.
 
—¿Qué haces, Haru? Aún quería mostrarte un último lugar antes de ir al aeropuerto, si sigues perdiendo el tiempo no podremos hacerlo —se cruzó de brazos mientras lo miraba esperando que por fin le prestara atención.
 
—¿Por qué no la enviaste? —le mostró el sobre mientras lo miraba con curiosidad—. Si es por la dirección pudiste pedírsela a Makoto o decirlo directamente, es tonto hacer una carta y ponerla en un sobre si no piensas enviarla.
 
—¿De dónde sacaste eso? —estaba avergonzado, tan concentrado había estado en mostrarle a Nanase todos los lugares especiales o importantes para él en ese país que ni siquiera había pensado en la posibilidad de que las encontrara.
 
—Estaba en esta caja, la quité porque quería revisar la que estaba detrás —volvió hacia donde estaba el contenedor abriéndolo para poder regresar el contenido a su lugar sin poder evitar la sorpresa a ver que estaba llena—. ¿De verdad no enviaste una sola carta? ¿Para qué las escribiste si no pensabas hacerlo? —estaba confundido y no pudo evitar acercarse un poco más hasta estar apoyado en el suelo justo a la altura de la caja.
 
Removió un poco entre las cartas pues aún no podía creer que hubieran tantas y grande fue su sorpresa al descubrir que todas y cada una de ellas estaba dirigida hacia él. Muchas ni siquiera tenían un sobre o la estampilla pegada en él, pero incluso las hojas sueltas tenían su nombre escrito en varias partes.
 
El pelirrojo no sabía que decir, ni siquiera pudo moverse al notar como su acompañante seguía sacando sobres y hojas de la caja sin poder separar un sólo momento su mirada de lo que sacaba. Estaba sorprendido por la expresión que tenía, pues sólo la había visto cuando se trataba de nadar o al ver una gran cantidad de agua.
 
Seguía detenido ahí sin poder decir nada mientras el azabache comenzaba a acomodar los sobres unos sobre otros pegándolos a su cuerpo mientras buscaba alrededor de la habitación como si buscara algo.
 
—¿Qué estás haciendo? —por fin pudo hablar motivado por la acción de Haru, quien había acercado la maleta donde guardaría los regalos para sus amigos y comenzaba a llenarla con el contenido de la caja.
 
—¿No es obvio? Voy a llevármelas —no se tomó el tiempo para mirarlo, simplemente seguía acomodando los sobres y Separándolos de las hojas sueltas buscando hacer espacio en la maleta para que sus regalos pudieran viajar también en ella.
 
—¿¡Huh...!? ¿¡Te volviste loco!? Deja eso, es vergonzoso —se puso a su altura e intentó cerrar la caja para detener la labor del azabache pero él se lo impidió alejándola de su alcance—. ¿En qué estás pensando? No puedes llevártelas.
 
—Son para mí, lo que significa que tengo todo el derecho de quedármelas. Deberías ser tú quien pidiera permiso para tenerlas —no se detuvo ni un instante hasta poder guardar todas, evitando que el pelirrojo lo detuviera o intentara sacar las que tenía guardadas.
 
—¡No puedes llevártelas! Son demasiadas, no cabrán en la maleta —se había resignado a que Nanase las guardara pero aún así haría lo posible por convencerlo de dejar algunas—. Lleva sólo unas cuentas, puedo guardar las demás y te las enviaré después.
 
—Las llevaré en mis bolsillos y entre mi ropa si es necesario —se aferró a la maleta sin intenciones de devolverle a Matsuoka las cartas.
 
—Deja de ser infantil, no necesitas todas. Todo lo que escribí te lo dije personalmente cuando nos vimos en Japón, no necesitas conservarlas —no era del todo mentira, en verdad le contó todo aquello que era importante, pero esas cartas le resultaban vergonzosas pues había sido demasiado sincero mientras escribía y no quería que viera esa faceta.
 
—Eres tú quien está siendo infantil —lo miró a los ojos enfrentándose a él mientras protegía las cartas como el mayor de los tesoros—. Recibí una sola carta tuya en aquél entonces y fue sólo porque Sousuke la llevo, no estoy dispuesto a dejarte todas estas —durante todos estos años no había podido olvidar las palabras que Matsuoka le dedicó en esa carta, habían significado mucho para él y quería atesorar cualquier cosa que hubiera hecho pensando en él.
 
El carmín subió por el rostro del pelirrojo hasta sus mejillas, obligándolo a mirar en otra dirección para ocultar su reacción.
 
—Haz lo que quieras entonces... Sólo date prisa, debemos irnos —aun evitando su mirada se levantó de donde estaba antes de caminar hacia la puerta del departamento.
 
Una vez que el azabache logró guardar todas sus cosas partieron rumbo a la costa, ese lugar que tanto le gustaba visitar a ambos y frente al que había confesado sus planes para el futuro. Se sentaron en la arena observando el paisaje unos instantes en completo silencio, sobraban las palabras en ese momento pues sus miradas se encontraron durante breves instantes transmitiendo todo lo que tenían por decir.
 
Cuando fue hora viajaron hasta el aeropuerto y Rin no perdió la oportunidad para intentar convencer por última ves al chico de abandonar el contenido de su maleta. La negativa no se hizo esperar, acompañada de un gesto bastante infantil por parte de Haru mientras se aferraba a su tesoro.
 
No pudo hacer más que resignarse mientras el azabache abordaba el avión. En el último instante antes de hacerlo sus miradas volvieron a conectarse con la promesa de volver a encontrarse pronto grabada en ellas.
 
En el interior del avión Nanase leía las cartas con su característico semblante inexpresivo aunque interiormente su corazón latía de manera acelerada mientras un discreto sonrojo adornaba sus mejillas. Eran cosas simples en realidad, pero las palabras del chico era tan intensas y sinceras que sus sentimientos salían a flote sin poder evitarlo.
 
Quizá siempre sería un secreto que guardaría para evitar la vergüenza que el hecho le causaba, pero mantenía guardada aquella carta que Yamazaki le había dado durante su infancia y probablemente haría lo mismo con todas las que llevaba a Japón. Le gustaba pensar en el futuro que compartiría con el pelirrojo y mucho más disfrutaba el saber que él también pensaba en ello.
 
Sin importar lo que les deparara el futuro ambos seguirían adelante y seguramente volverían a encontrarse, y no sólo porque sus caminos eran sumamente similares, sino también porque el destino se empeñaba en reunirlos de una u otra manera. Después de todo, mientras siguiera nadando él y Rin volverían a encontrarse, y quizá en ese futuro sería capaz de hablar de sus sentimientos y dejar de ocultar de una vez por todas lo que ese chico ruidoso causaba y nadie más podía.
Notas finales:

Esto fue todo por hoy. Espero haya sido de su agrado y podamos leernos mañana.

Hasta entonces. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).