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¿Guía espiritual? por TsubasaHatsukoi

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- Hiro - un llamado - Hiro - dos llamados - Hiro - tres llamados. Estaba casi completamente seguro que el chino ese lo estaba ignorando, es imposible no escuchar a alguien a quien tienes a menos de 50 centímetros de distancia.

- ¿¡Qué!? - exclamó despegando por fin su vista de su laptop.

Ese día, Hiro no ayudaba a su tía con el café, había decidido aprovechar el día para avanzar con su proyecto para la universidad, llevaba ya varios meses redactando y haciendo pruebas pero aún así le faltaba mucho trabajo por hacer. Y esos últimos días había perdido mucho tiempo por pasar tiempo con esos mexicanos.

Se encontraba en la mesa del parque donde usualmente se ponía a trabajar, Miguel y Dante estaban a su lado haciéndole compañía. Curiosamente ese día Dante estaba muy tranquilo dormido a los pies de Hiro. Sin embargo, el problema ahora era Miguel, que se encontraba tan aburrido que en lo único que pensó sería bueno para pasar el rato, era molestándolo.

- ¿Cuánto más vas a trabajar en tu investigación? - el moreno se dispuso a hablar después de haber captado la atención del otro.

- No lo sé Miguel - Hiro ya había devuelto su mirada a la pantalla.

- Pero ¿te falta mucho? ¿O ya casi acabas? - Miguel estaba de pie, dando vueltas a la mesa donde trabajaba Hiro, con su guitarra colgada.

- No lo sé - ni siquiera lo miraba para contestarle.

- ¿Cuántos meses llevas con eso? - ahora estaba ligeramente inclinado detrás de Hiro, tratando de ver lo que hacía.

- No lo sé - intentaba, con todas sus fuerzas dirigir su atención a los datos que revisaba en la computadora. Pero era imposible con el morenito revoloteándo como un mosquito alrededor de él.

- ¿Por qué no lo sabes? -

- Sólo no lo sé -

- Pero deberías saberlo -

- ¡AH! ¡Siéntate ahí como un buen muchacho y ponte a tocar tu guitarra, yo tengo que trabajar! - se estaba desesperando, era la primera vez que Miguel le causaba tanto problema para trabajar, y él no tenía mucha paciencia que digamos.

Miguel hizo un puchero pero obedeció al chino gruñón. Se sentó en la banca a un lado de Hiro pero con la espalda recargada a la mesa, tomó su guitarra y sin pensarlo mucho, comenzó a tocar la primera canción que pasó por su mente, tal vez gracias al pequeño insecto que acababa de pasar volando frente a su rostro.

La cucaracha, la cucaracha ya no puede caminar - a Hiro sólo se le pudo saltar una vena de la frente al escuchar el primer verso de la canción que había escogido - Porque no tiene, porque le falta ~ - Miguel no tenía por que voltear hacia Hiro para saber que lo estaba observando con una mirada asesina, cualquier persona viva a un kilometro a la redonda podría sentir esa aura negra que desprendía el azabache.

- ¿Tan aburrido estás? - Hiro dejó de lado unos segundos su trabajo para ver fijamente a Miguel.

- Síp - contestó sin pensar.

- ¿No tienes ninguna canción que practicar? - negó con la cabeza - ¿Un libro que leer? - otra negación - ¿Nada? - Miguel negó por tercera vez y Hiro suspiró con pesadez. Regresó sus ojos a la pantalla, retomando su tecleo rápido. Miguel sólo atinó a acomodarse de nueva cuenta su guitarra, disponiéndose a tocar algo, esta vez fueron acordes al azar, lentos, que no llegaran a distraer tanto a Hiro.

No pasaron ni 10 minutos cuando Hiro cerró la pantalla de su computadora, a la vez que se disponía a guardarla en su mochila junto con algunos papeles qie tenía desparramados por la mesa.

- ¿Ya terminaste? -

- No -

- ¿Entonces? -

- Voy a casa, no puedo concentrarme bien - dijo mirando de reojo con reproche al causante de si distracción.

- ¿Quieres que te acompañe? -

- Estoy bien, gracias - puede que le gustara la compañía del mexicano pero ese día realmente se estaba pasando de fastidioso.

- Sí es por mi aburrimiento, ya llevo rato sin molestarte - comentó Miguel bajito, como si lo acabaran de regañar.

- De igual forma, creo que es mejor irme ya - Hiro se había puesto de pie, seguido por Dante que al sentir que el chico se paraba, se despertó de inmediato.

- Bueno... - Miguel tomó su guitarra y le metió en el estuche rápidamente - Hora de irnos Dante - de esa forma, sacó de su bolsillo la correa de Dante para colocársela al can para irse a casa.

Comenzaron a caminar, no dieron ni cinco pasos y Dante se detuvo, clavando sus garras en el suelo y jalando un poco al moreno de paso.

- ¿Qué pasa Dante? - Hiro se detuvo al igual que Miguel. No había razón para ello, ambos iban en direcciones contrarias no había una razón para esperarlos, pero comenzaba a hacerse costumbre formar parte de esas conversaciones entre Miguel y Dante.

Dante tenía la cabeza hacia arriba, mirando intercaladamente a ambos chicos frente a él.

Era torpe pero no estúpido, sentía que algo andaba mal con sus dos humanos, se había formado una especie de tensión luego de que Hiro tuviera que interrumpir sus labores debido a un hostigoso Miguel.

Y Dante notó eso.

Hiro y Miguel no decían nada, se limitaban a ver como el animal los analizaba.

Ambos chicos se encontraban lado a lado frente a Dante, no hombro a hombro, se encontraban ligeramente de frente debido a que se había girado repentinamente para ver al can.

La posición perfecta para ejecutar su plan.

Dante en un milisegundo ya se encontraba corriendo con fuerza, haciendo que Miguel soltara un poco la correa que tenía enrrollada en su mano. Dante corrió pasando por detrás de ambos chicos, dando vueltas alrededor de ellos, enredando la correa en sus piernas, aplicando más fuerza cuando su soga llegó a la parte de las rodillas, haciéndo que Hiro y Miguel quedaran juntos de golpe.

Miguel sujetó con fuerza la correa del perro antes de que este se siguiera moviéndo.

Quedaron juntos, muy juntos. Miguel sostenía su guitarra con fuerza y con la otra mano sostenía la correa de Dante, una de sus piernas había quedado inevitablemente entre las del azabache. Hiro, por su parte, quedó tambáleandose un poco hacia atrás, Miguel era ligeramente más alto que Hiro, pero pesar de eso, pasó sus brazos por encima de los hombros de Miguel por inercia para no caer.

Una posición muy comprometedora, sus rostros habían quedado extremadamente cerca luego de que dejaron de tambalarse. Ambos se sonrojaron de golpe, podían sentir la respiración del otro sobre sus labios y sus ojos se conectaron fijamente por unos segundos. No dijeron nada.

No podían, y no ¿querían? Moverse.

Era una sensación extraña.

Dante movía la cola animadamente desde su lugar, tal vez el sonido de latigazo de la cola del xolo fue el detonante para que Miguel decidiera saliera de su trance.

- L-lo siento, deja quito la correa - murmuró el moreno, a la vez que soltaba la correa y la dejaba caer al piso, desenredándose de sus pies lentamente, así como hubieron salido de ese revoltijo, Miguel agarró la correa de nueva cuenta, no fuera ser que Dante saliera corriendo - Y-yo... - Miguel volvió a hablar, sin saber que decir y tampoco es como si hubiera podido pensar en que decir porque rápidamente fue interrumpido por Hiro.

- ¡Y-yo me tengo que ir! ¡Debo terminar mi trabajo! ¡Nos vemos! - exclamó sin detenerse, y así tan apresurado como habló, salió corriendo atravesando la plaza hasta el café, sin mirar atrás.

Miguel por su parte se quedó de pie sin saber muy bien que hacer, todavía con un leve rubor en sus mejillas. Luego de unos segundos salió de su ensoñación para voltear a ver con reproche al perro que se rascaba las pulgas sin remordimiento. Giró los ojos, y comenzó a caminar en dirección a su departamento.



 


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