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¿Guía espiritual? por TsubasaHatsukoi

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Ese día Dante estaba extrañamente tranquilo, y eso espantaba a Miguel.

Cuando salió del edificio donde se encontraba su estudio se sorprendió al no ver a Dante esperándolo, cuando salió completamente y se dispuso a buscarlo lo vio que venía caminando muy quitado de la pena y a su paso de tortuga, incluso pudo ver que se le salían varios bostezos mientras se acercaba a él. Le colocó la correa a Dante y empezaron a caminar en dirección al parque.

Dante caminaba tranquilo, tan tranquilo que en algunas ocasiones la correa llegaba a arrastrarse y a enredarse entre sus patas, Miguel recogía la correa para que no sucediera aquello y lo seguía a su paso.

Al llegar a la plaza la atravesaron, Hiro no se encontraba en las mesas y al ver que Dante no se detenía, Miguel supuso que se encontraría en el café de tía Cass. Gran fue su sorpresa al ver que el xolo se desviaba de la vereda del parque que iba hasta el café para dirigirse al lado contrario, donde estaba el edificio donde vivían.

Siguió a Dante y los llevó hasta su departamento, entraron al edificio, el guardia los saludo y subieron las escaleras. Era extraño, llevaban casi un mes frecuentando al asiático todas las tardes luego de su trabajo, tal vez ese día Dante no tenía ganas de ver a Hiro, y si Dante no quería ir a verlo no había razón para ir él. ¿O sí?

Entraron en el departamento y tan pronto como el moreno desprendió la correa del collar de Dante, este se fue a dormir a la cama que le había hecho Miguel. El chico acomodó sus cosas, dejó su mochila y su guitarra y se sentó en el sillón que había en el centro de la habitación.

¿Qué se suponía que hacia en las tardes luego del trabajo? Tal vez debería ponerse a lavar la ropa, que si bien, no era mucha, ya tenía acumulada de más de una semana. Llevaba mucho tiempo pasando las tardes con Hiro que ya había olvidado que era lo que hacía en ese solitario lugar antes de conocerlo. Revisó con la mirada el lugar, también debía limpiar un poco, no es como si fuera una persona desordenada y sólo Dante y él vivían ahí, pero el polvo siempre se juntaba.

Soltó un suspiro y se puso de pie, dispuesto a poner algo de música para ponerse a trabajar. Justo cuando estaba a punto de conectar su celular a la bocina, este sonó, anunciando una llamada entrante.

Una llamada entrante de Hiro.

En algún momento de su relación habían intercambiado teléfonos, por si algo pasaba con Dante. 
Contestó de inmediato, obviamente porque tenía el teléfono en las manos.

- ¿Hola? -

¿Miguel?

- ¡Hola Hiro! Hoy Dante no tuvo ganas de ir a la cafetería por alguna razón -

No te preocupes. De hecho, estoy en la universidad -

- ¿En serio? - Dante si que llegaba a sorprenderlo algunas veces ¿cómo es que sabía que Hiro no estaba en su casa?

- Y... te llamo para ver si puedes hacerme un favor -

- ¡Claro! ¿Qué sucede? -

- ¿Puedes traerme unos papeles que dejé en casa? -

- ¿A tu universidad? -

Sí. Acabo de llamar a tía Cass pero está ocupada como para venir y me tomaría mucho tiempo ir hasta allá y regresar.

- Está bien yo te los llevo. ¿Dónde están los papeles?

Tía Cass ya los buscó en mi cuarto, ella te los dará -

- De acuerdo, iré para allá.

Gracias Miguel -

Luego de eso siguieron hablando un poco mientras Miguel caminaba hasta el café, para darle indicaciones a Miguel de como llegar hasta su escuela. Llegó a la cafetería y Cass le entregó rapidamente los papeles al moreno, agradeciéndole repetidamente por hacerle el favor a su sobrino. Tomó un autobús que pasaba por una estación cercana y segun Hiro, este lo llevaría hasta la puerta de la universidad.

Efectivamente, el transporte se detuvo en una parada justo al frente de la gran facultad en la que estudiaba Hiro. Le dio indicaciones para que entrara en el edificio y le dijo el piso en el que se encontraba el laboratorio donde trabajaba.

Al llegar al piso indicado, caminó por el largo pasillo buscando la puerta que le diera una pista sobre donde estaba su chino amigo. Caminó unos cuantos metros y vio en la placa de una de las puertas Hiro Hamada. Si ese no era el laboratorio entonces no sabía en donde chingados buscar. Tocó la puerta suavemente y no pasaron ni 5 segundos cuando un atareado chico abrió la puerta para arrebatarle el legajo con los documentos que traía, regresando dentro de la sala.

- ¿De nada? - Miguel entró en el laboratorio cerrando la puerta detras de él, después de todo Hiro había dejado la puerta abierta.

- Sí, sí, gracias. Lo lamento es que tengo que entregar esto en unos minutos - Hiro tecleaba rápido unas cosas en su computadora, a la vez que revisaba los papeles que recién le había quitado a Miguel. Luego de, a lo mucho, dos minutos, Hiro cerró su computadora, tomó los papeles más algunos otros que estaban en su escritorio repleto de cosas y se dirigió a la puerta - Espera unos minutos aquí no tardo. Siéntate donde puedas. - y salió rapidamente.

Miguel se quedó solo en ese lugar, le dio una mirada rápida al lugar y entendió el porqué de haber usado la palabra "puedas", donde puedas sentarte. Hiro tenía un desastre en ese lugar, al parecer había un sillón pegado a la pared pero no podía asegurar si en verdad era un sillón, estaba cubierto de papeles y piezas metálicas de todas formas y tamaños. Todos los muebles del lugar se encontraban en las mismas condiciones así que no había muchas opciones para tomar asiento.

Esperaba que nadie más aparte de Hiro trabajara en ese lugar.

Decidió que la mejor opción era el mismo sillón, amontonó un poquito las piezas y papeles que habían en él y las empujó hacia un lado, haciendo el espacio suficiente para poder sentarse, tampoco era como que quisiera mover muho todas esas cosas que no sabía lo que eran.

Ya sentado no supo en que perder su tiempo al esperar a Hiro, cuando hablaban por teléfono este le dijo que podían volver juntos a casa, esa era la razón por la que lo esperara, no era como que se sintiera muy cómodo estando en ese lugar que no tenía nada que ver con él. Se tumbó en el sillón (o al menos todo lo que el mugrero que tenía el chino le permitía) y se puso a ver el techo, sacó sus audifonos y se los coloco para escuchar un poco de música sólo esperaba que Hiro no tardara tanto.

Estuvo curioseando con la mirada todo el lugar, después de todo era algo a lo que no estaba acostumbrado, todo lo que veía era extraño para él. Luego de unos minutos de estar viendo, su mirada se posó en el único espacio del cuarto que estaba completamente impecable. Se puso de pie y se acercó hasta ese estante, quitándose los audifonos. En la repisa había una gorra, que si no se equivocaba, tenía el logo de la universidad de Hiro, estaba algo desgastada pero permanecía intacta a lado de un marco con una foto en él. Una foto de Hiro con un chico alto a un lado de él, Hiro se veía mucho más joven de lo que era ahora y se le veía realmente muy feliz en la imagen.

- Es mi hermano - se asustó cuando escuchó la voz de Hiro detrás de él, no sabía cuanto tiempo llevaba viendo esa foto, ni siquiera se dio cuenta cuando el otro regresó.

- ¿Tu hermano? - Miguel preguntó con extrañeza, después de todo, nunca había oído de él en el tiempo que llevaban de conocerse.

- Sí - Hiro se había acercado lo suficiente a Miguel, tanto que tomó el marco entre sus manos, viéndolo tiernamente. El mexicano sólo lo veía con detenimiento - Él falleció hace algunos años... - Miguel quedó mudo ante eso, sin saber muy bien que decir.

- Lo lamento - Hiro negó con la cabeza con una sonrisa triste, unas pequeñas lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos, todavía era duro hablar de eso.

- Me fue muy difícil superarlo pero ahora estoy un poco mejor - luego de decir eso una pequeña lágrima recorrió su mejilla hasta desaparecer en el borde de su rostro - Tadashi también estudiaba en esta universidad, este era su cuarto - se alejó un poco del rincón donde se encontraban para ver el resto de la habitación, aun con el marco entre las manos - Estar aquí me hace recordarlo mucho pero de alguna forma así siento que está conmigo -

- Él siempre estará contigo, mientras no lo olvides su memoria permanecerá intacta... - detuvo sus oalabras para ponerse de frente a Hiro - Si él vive en tu corazón, de alguna forma es como si nunca se hubiera ido - el mexicano tomó con cuidado el antebrazo de Hiro, acariciándolo con lentitud, tratando de reconfortarlo aunque fuera un poco - Estoy seguro de que fue una gran persona, si es tu hermano lo fue - el azabache sonrió ante el último comentario y sin pensar mucho en sus acciones, abrazó fuertemente a Miguel, escondiéndo su rostro en el cuello del otro, esperando que las pocas lágrimas que quedaban desaparecieran. Miguel lo abrazó de vuelta.

El moreno esperó unos minutos hasta que Hiro se calmó para poder llevarlo a casa. En ese momento se encontraban caminando hasta la salida de la universidad, el Hiro de siempre había regresado y ahora hablaban de lo que fuera que pasara por su cabeza.

- ¿Estabas en tu departamento cuándo te llamé? -

- Sí. Hoy cuando salí del trabajo, Dante fue directamente hacia mi departamento, sabía que no estabas en el café. -

- Los perros son muy perceptivos y Dante es un perro muy inteligente. -

- Sí, yo no diría eso. - comentó Miguel con una mueca extraña luego de pensar en algunos de los momentos menos agraciados del xoloitzcuintle - Por lo menos no me arrastró hasta acá. -

- Tal vez sabía que había olvidado mis papeles y no me serías de ayuda aquí. -

- Es raro. - comentó al aire.

- ¿Qué? - eso había descolocado un poco a Miguel, no sabía si seguían hablando de lo mismo.

- No tener a Dante encima nuestro. - y era verdad, ya se había acostumbrado tanto a tener a Dante con ellos, que hasta sentía que le faltaba algo en la mano donde usualmente llevaba la correa del can.

- Lo dices como si fuera una molestia.

- No es eso. Pero siempre fue el que nos juntaba ¿sabes? Lo extraño es no tenerlo a lado nuestro -

- Sí, supongo que tienes razón - después de esa respuesta se dirigieron al estacionamiento para sorpresa de Miguel, que él iba directo a la parada del bus.

- ¿Hiro? - el azabache hizo un sonido indicándole que lo estaba escuchando, oero antes de que el moreno pudiera preguntar hacia dónde iban, vio como Hiro se acercaba a una motocicleta para quitarle el seguro y subirse a ella - ¿Conduces moto? - Hiro asintió a le vez que le extendía un casco a Miguel y le hacía espacio detrás de él - En serio no paras de sorprenderme, chino raro - el asiático soltó una risilla y seguido de eso, Miguel se subió en el vehículo.

- No me gusta usar el autobús, y la facultad está muy alejada como para venir caminando. Y ya nadie usaba esta moto - encendió el motor, y nadie le tuvo que advertir nada a Miguel para saber que tenía que sostenerse, fuerte, de algún lado. Pensó en abrazar a Hiro por la espalda (obviamente para estar seguro de no caerse)  pero al final optó por sujetarlo por los hombros. Y el azabache, al sentir que Miguel estaba bien sujeto, arrancó para dirigirse al café.

Tardaron unos diez minutos en llegar de vuelta, en todo el camino no hablaron, la verdad no tenían ganas de decir nada, simplemente los rodeaba un silencio, pero no era un silencio incómodo. Cuando llegaron el primero en bajar de la moto fue Miguel, a la vez que se quitaba el casco y se lo devolvía a Hiro. Tía Cass ya había cerrado el café, no era muy tarde pero ya estaba lo suficientemente oscuro. Se acercaron lo suficiente a la puerta y fue cuando ambos notsron la pequeña sombra wue se veía tras el cristal.

- ¿¡Dante!? - y ahí estaba el perro calvo, moviendo su cola animadamente, dentro del café de los Hamada, lanzando lengüetadas al cristal de la puerta.

- Nunca te lo había preguntado pero ¿cómo hace Dante para salir de tu departamento cuando va a recogerte? - luego de decir eso el Hamado abrió la puerta, el perro de inmediato de lanzó a ambos para saludarlos.

- Oh, mandé a instalar una puerta para perros. Los primeros días arañaba toda la puerta y la pared de la desesperación de poder salir, y decidí que era mejor ponerle esa puerta antes de que destruyera la casa. - dieron unos pasos y visualizaron a Cass saliendo de la cocina.

- Que gusto que ya regresaran - la mujer soltó una risita al ver al can panza pa'rriba restregandose a los pies de su sobrino - Dante llegó luego de que fuiste a la universidad por Hiro, ha estado esperando a lado de la puerta de desde entonces - dijo aquello mirando al moreno.

- Muchas gracias por cuidar de él señora Cass -

- No tienes que agradecerme - contestó animada - Si me disculpan tengo que ir a terminar de recoger la cocina. Nos vemos Miguel - se despidió con la mano y se reitró por donde vino.

- Hasta luego - Miguel le devolvió la despedida. Se quedaron los dos solos, a unos pasos de la puerta.

- Muchas gracias por lo de hoy Miguel, no sé que hubiera hecho sin ti - Hiro se había acercado al mexicano, mirandolo con gratitud. En todo el rato no le había agradecido apropiadamente a Miguel por lo de la tarde.

- No te preocupes por eso, cualquier cosa que necesites puedes contar conmigo - al decir eso, el moreno colocó su mano libre sobre la cintura, levemente marcada, de Hiro, a le vez que le guiñaba un ojo coquetamente. Hiro enrojeció ante la acción del mexicano pero no se apartó.

- G-gracias - aquello lo dijo con un tono bajito, fue lo único que su cerebro pudo responder.

- Bueno, ya es hora de que me vaya. Vamos Dante - al no llevar la correa de su amigo sólo le hizo señas para que lo siguiera, a las cuales, extrañamente, Dante obedeció. Normalmente cuando estaban con Hiro, era un poco más díficil separarlo del chico.

- De acuerdo... -

- Hasta mañana Hirito - se fue del lugar, con Dante caminando detrás de él, dejando a un sonrojado azabache al borde de la puerta.

 

 


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