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Vampiros. por Seiken

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Shaka sabía dónde habitaba la abominación y como destruirla para poder eliminar a su rival de amores, al culpable de la caída de Mu, de su muerte, porque de no haberse enamorado de ese toro, su amado aún seguiría vivo, a su lado. 
 
—Una vez me preguntaron que habría hecho si Mu me pidiera estar a su lado, si dejaría todo por estar con él, yo no respondí, pero ahora lo hago, habría hecho todo lo que estuviera en mis manos para ser amado por el. 
 
Kiki le veía en silencio, de rodillas, observando el departamento en dónde habitaba Saga, en donde se encontraba su amado Harbinger. 
 
—Entonces nosotros somos dos, porque haré lo indecible para estar junto a mi toro, aunque tenga que obligarlo. 
 
Eran palabras muy fuertes, pero eran la verdad, los dos harían lo que fuera por sus amores, o para vengar su injusta muerte. 
 
—Es momento de atacar... 
 
*****
 
Saga prendió la televisión de su sala, una pantalla de setenta pulgadas, conectada a la famosa página de series y películas. 
 
Estaba viendo una de las historias que el patrocinaba en secreto, una historia de vampiros, en donde el héroe salvaba a la doncella para al final ser correspondido.
 
La historia que le hubiera gustado vivir de tener un poco más de suerte, si Minos le hubiera correspondido, pero no pasó y comprendía muy bien, que el se lo merecía. 
 
Saga aparecía como un artista invitado, dándose una ducha en una alberca de mármol, que era parte de una de sus casas de verano, en esa historia actuaba como el villano, uno de ojos rojo con cabello gris. 
 
Saga destapó una cerveza, bebiendo de ella, para buscar un poco de comida en el refrigerador, que era carne casi cruda, apenas curada con limón y algunos condimentos. 
 
Escuchando el sonido de la puerta, viendo a Aldebaran con la ropa que le había comprado, tal vez buscaba a su hermano, no lo sabía, pero cuando le dió unas palmadas al sillón, se sentó a su lado. 
 
—¿No puedes dormir? 
 
Aldebaran simplemente negó eso con un movimiento de su cabeza, no podía dormir, estaba cansado y asustado, porque aún había un vampiro, junto al tipo rubio que recordaba de su pasado. 
 
—¿Tienes hambre? 
 
Un asentimiento, por supuesto que tenía hambre, no había comido nada no sabía en cuanto tiempo, ninguno de los toros. 
 
—Esto es carne tártara, puedes tomar si quieres, o cocinar lo que desees en la cocina, mi refrigerador este repleto de comida deliciosa. 
 
Aldebaran se relamio los labios, levantándose de su asiento, tratando de no prestarle demasiada atención, aun estaba sonrojado, haciendo que pensara que era realmente lindo, demasiado dulce para su bien. 
 
—¿Quieres que despierte a tu hermano? 
 
Pregunto cuando después de media hora se levantó de su sillón, para ver que estaba preparando, probando de la salsa y robándose un hotcake, de los que acababa de preparar. 
 
—No, seguramente aun desea estar solo, cuando tenga hambre saldrá a comer, así es el. 
 
Fue su respuesta, sirviéndose comida en un plato, que estaba casi lleno, Saga dejo puesta su televisión y se sentó a su lado, recargandose en la mesa, en sus nudillos. 
 
—¿Estás nervioso? 
 
Le pregunto, aun comiendo de su hotcake, con una hermosa sonrisa en sus labios, que únicamente logro que Aldebaran se sonrojara todavía más. 
 
—Es extraño que alguien como Mu... o como tú, lleguen a encontrarme atractivo, tal vez necesitan lentes. 
 
Trato de bromear, pero Saga no encontró graciosas sus palabras, mirándole fijamente, suspirando. 
 
—¿Porque no crees que puedas ser considerado hermoso?
 
Aldebaran estaba a punto de responderle, sin embargo, repentinamente su televisión estalló cuando los cristales del ventanal salieron disparados en todas direcciones, era Shaka, a su lado estaba Kiki. 
 
—Porque no lo es... no es más que un mastodonte poco atractivo y poco inteligente. 
 
Respondió Shaka por Aldebaran, sus manos unidas en lo que Saga sabía se trataba de un mantra, a sus espaldas elevándose una figura extraña con la energía del universo que era utilizada por él. 
 
—Shura no soporto el tesoro del cielo, me pregunto... si tú lo harás... 
 
Inmediatamente convoco su mayor maldición, robándole los sentidos humanos a Saga, cuyos ojos se nublaron y cuyo cuerpo se retorció como si sufriera una convulsión. 
 
—¡Aldebaran! 
 
Grito Harbinger, saliendo de su habitación, con la ropa que le compro Saga, para ver al otro toro sosteniendo el cuerpo de su salvador, o el que se decía su única esperanza. 
 
—Harbinger... mi dulce toro. 
 
El menor volteo a ver a Kiki, quien vestía ropa extraña de color claro, una bufanda y unas sandalias, como si fuera una especie de monje, lo que no sabía era que esa ropa era ropa de Lemuria y estaba listo para marcharse con el en sus brazos. 
 
—Ven conmigo, ya no hay nada más que hacer aquí. 
 
Estiro su mano, creyendo que le aceptaría sin más, pero cuando retrocedió negando esa orden con un movimiento de su cabeza, entrecerro los ojos, apretando los dientes, para moverse en su dirección, mordiendo su cuello de nuevo, buscando el momento en que su corazón casi dejara de latir, para que ya no le causará más problemas. 
 
—Lo siento, pero no voy a vivir sin ti, no lo acepto. 
 
Harbinger trataba de soltarse, su cuello lleno de sangre, su fuerza abandonando su cuerpo, casi perdiendo en conocimiento, cuando por fin le dejaron ir. 
 
—Vendrás conmigo y volveremos a ser felices... 
 
Aldebaran al ver que el vampiro cargaba a su hermano entre sus brazos trato de evitarlo, para ser golpeado por Shaka, con la palma de su mano, lanzandolo contra la barra de la cocina de Saga. 
 
—No te irá... es más, no saldrás de aquí vivo. 
 
Aldebaran se levantó y le lanzó la sartén caliente, quemando la mano de Shaka, que actuó como si no sintiera dolor, riendo cuando Kiki se marcho con su presa en sus brazos. 
 
—Tu hermano menor será un esclavo y tú morirás sabiendo que todo aquel que te ayuda perderá la vida, porque no eres más que una bestia desagradable. 
 
Aldebaran trago un poco de saliva pero atacó a Shaka, tratando de golpearlo, pero fue recibido por el monje rubio, que con un solo movimiento quebró su brazo, complacido al escuchar el dolor de su rival. 
 
—Eso es... sufre como yo sufro por tu culpa. 
 
Poco después lo sostuvo del cabello, para lanzarlo de nuevo en contra de una superficie, esta vez, contra el otro ventanal, esperando que cayera al vacío, escuchando el placentero crujir de los cristales, pero, viendo, una serie de tentáculos inmensos sostenerlo, evitando su caída. 
 
—Shaka... Shaka... Shaka... 
 
El monje rubio volteo en su dirección con una interrogante en su rostro, para ver cómo su cuerpo aun seguía sin sus sentidos, así que no podía moverse. 
 
—Tu lo has dicho... me quitaste los sentidos humanos, pero no los heredados por mi padre, porque has olvidado que no soy humano, soy un ente del abismo sin nombre, un semidios. 
 
Saga llamo a una docena de ojos y más tentáculos, que se movían alrededor de ambos, como si fueran manos, que de pronto sostuvieron a Shaka entre ellas, rodeándolo por completo.
 
—Te dije que estaba cansado de ti, que te mataría y eso haré... 
 
Saga golpeó entonces la nuca de Aldebarán, no quería que viera lo que le haría a Shaka, quien apenas comprendería el verdadero significado del dolor. 
 

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