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Harry Potter y el misterio del diamante. por Maryk0k0

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Habían cambiado la decoración del Gran Comedor. Como era Halloween, una nube de murciélagos vivos revoloteaba por el techo encantado mientras cientos de calabazas lanzaban macabras sonrisas desde cada rincón. Se encaminaron hacia donde estaban Dean y Seamus, que hablaban sobre los estudiantes de Hogwarts que tenían diecisiete años o más y que podrían intentar participar. Más de uno de los de Beauxbatons había puesto su nombre en el cáliz y también de Dungstrag,  Universe que estaba allí quería probar suerte pero se suponía que era un niño de 14 como él, cuando puso su pie fue repelido hacia la puerta.

—Bueno… eso comprueba que es verdad.—dijo Universe sobándose la cabeza.—No importa que haga. ¿Lo han visto? ¿Podrían dejar de molestarme?

Los gemelos Pink estaban enfadados, por alguna razón se marcharon dejándolo solo. Fred y George estaban viendo a Universe con admiración.

—¿Hiciste poción para envejecer?

—¿Poción para envejecer?—dijo sorprendido.—Podría decirse que envejecí un poco pero nah. No pasó nada. Bien por mí, mal por ellos.

Se sacudió el polvo y volvió donde venía. Universe parecía más tranquilo y se llevó a la boca una clase de pastillas y se dio cuenta que eran vitaminas.

—¿Qué clase de dulce come?—se admiró Ron.

—Son vitaminas muggles.—le respondió Harry.—¿Él hizo poción para envejecer?

—Sí, parecía un chico grande.—dijo Gagnon.—Parece que Universe compró la poción envejecedora.

—No debe ser tan buena como la de nosotros.

—No estoy muy convencida de que funcione, ¿Saben? Seguro que Dumbledore ha pensado en eso —les advirtió Hermione.

—¿Listos? —les dijo Fred a los otros dos ignorando a Hermione, temblando de emoción—. Entonces, vamos. Yo voy primero...

Harry observó, fascinado, cómo Fred se sacaba del bolsillo un pedazo de pergamino con las palabras: «Fred Weasley, Hogwarts.» Fred avanzó hasta el borde de la línea y se quedó allí, balanceándose sobre las puntas de los pies tomó aire y dio un paso para cruzar la línea.

Durante una fracción de segundo, Harry creyó que el truco había funcionado. George, desde luego, también lo creyó, porque profirió un grito de triunfo y avanzó tras Fred.

Pero al momento siguiente se oyó un chisporroteo, y ambos hermanos se vieron expulsados del círculo dorado como si los hubiera echado un invisible lanzador de peso.

Cayeron al suelo de fría piedra a tres metros de distancia, haciéndose bastante daño, y para colmo sonó un «¡plin!» y a los dos les salió de repente la misma barba larga y blanca. En el vestíbulo, todos prorrumpieron en carcajadas. Incluso Fred y George se rieron al ponerse en pie y verse cada uno la barba del otro.

—Se los advertí. —dijo la voz profunda de alguien que parecía estar divirtiéndose, y todo el mundo se volvió para ver salir del Gran Comedor al profesor Dumbledore. Examinó a Fred y George con los ojos brillantes. — Les sugiero que vayan los dos a ver a la señora Pomfrey. Está atendiendo ya a la señorita Fawcett, de Ravenclaw, y al señor Summers, de Hufflepuff, que también decidieron envejecerse un poquito. Aunque tengo que decir que me gusta más su barba que la que les ha salido a ellos. Fred y George salieron para la enfermería acompañados por Lee, que se partía de risa, y Harry, Ron y Hermione, que también se reían con ganas, entraron a desayunar.

—¿Alguien de Gryffindor se ha presentado?

—No.—dijo Hermione a Ron.

—Corre por ahí el rumor de que Warrington se ha levantado temprano para echar el pergamino con su nombre. —le dijo Dean a Harry. —Sí, hombre, ese tipo grande de Slytherin que parece un oso perezoso...

Harry, que se había enfrentado a Warrington en quidditch, movió la cabeza en señal de disgusto.

—¡Espero que no tengamos de campeón a nadie de Slytherin!

—Y los de Hufflepuff hablan todos de Diggory —comentó Seamus con desdén—. Pero no creo que quiera arriesgarse a perder su belleza.

En el vestíbulo estaban lanzando vítores. Se volvieron todos en sus asientos y vieron entrar en el Gran Comedor, sonriendo con un poco de vergüenza, a Angelina Johnson. Era una chica negra, alta, que jugaba como cazadora en el equipo de quidditch de Gryffindor. Angelina fue hacia ellos, se sentó.

—¡Bueno, lo he hecho! ¡Acabo de echar mi nombre!

—¡No puedo creerlo! —exclamó Ron, impresionado.

—Pero ¿tienes diecisiete años? —inquirió Harry.

—Claro que los tiene. Porque si no le habría salido barba, ¿no? —dijo Ron.

—Mi cumpleaños fue la semana pasada —explicó Angelina.

—Bueno, me alegro de que entre alguien de Gryffindor —declaró Hermione—. ¡Espero que quedes tú, Angelina!

—Gracias, Hermione —contestó Angelina sonriéndole.

—Sí, mejor tú que Diggory el hermoso —dijo Seamus, lo que arrancó miradas de rencor de unos de Hufflepuff que pasaban al lado.

—¿Qué vamos a hacer hoy? —preguntó Ron a Harry y Hermione cuando hubieron terminado el desayuno y salían del Gran Comedor.

—Aún no hemos bajado a visitar a Hagrid —comentó Harry. —Bien —dijo Ron—, mientras no nos pida que donemos los dedos para que coman los escregutos...

A Hermione se le iluminó súbitamente la cara.

—¡Acabo de darme cuenta de que todavía no le he pedido a Hagrid que se afilie a la P.E.D.D.O.! —dijo con alegría.—¿Quieren esperarme un momento mientras subo y cojo las insignias?

Al cabo de quince minutos Hermione traía sus insignias pero vio con terror la masacre que había alrededor de la casa de Hagrid, Ron y Harry reian de lo bonito que recordaban al vampiro enfermo, Ron ya no llamaba a Draco despectivamente como Malfoy sino como le dijo Perla, a Harry le pareció ver una enorme esfera rosada salir del lago a toda velocidad.

—No sé si el vampiro enfermo acaba de intentar presentarse.

—No lo dudes que lo haya hecho en la noche.

La risa se acabó al instante.

Sangre, veneno, agujas punzantes clavados en el suelo. Los escregutos de cola explosiva que Hagrid estaba criando fueron asesinados, todos alrededor de un enorme monstruo que tenía su piedra en la frente. Hagrid estaba luchando con ella, la chica le mordía del hombro provocándole daño a Hagrid pero él no se quedaba atrás, él la tenía tomada de los brazos intentado quitárselos, los gritos de ambos eran ensordecedores, pero al ver la cantidad de sangre de Hagrid ellos corrieron para evitar que él se dañara.

—¡Detente Hagrid! ¡No sabe lo que hace!

La chica gritó en un idioma que parecía imposible y luego entiendió lo que dijo.

—¡AYUDA! ¡AYUDAME ROSE!

Ron había golpeado a la chica gema con una pedrada, Hermione le lanzó un expelliamus haciendo que ella corriera hacia el bosque prohibido con la sangre en la boca ella.

—¿Estás bien?

—Sí, si.—dijo Hagrid con la voz pastosa.

Los chicos estaban más preocupados por la herida de Hagrid, la piel de él se veía doloramente mutilada pero él no prestaba atención al dolor sino a los escregutos que ya hacían mutilados en el suelo.

—No sobrevivió ninguno, han sido…

—Hagrid…—dijo Harry.—Ella no sabía lo que hacía…

—Esa cosa sabía perfectamente lo que hacía…—dijo Hagrid molesto.—Regreso al castillo, la selección de campeones empieza a las 5 y necesito prepararme. Buen día.

—¡HAGRID!

El profesor de cuidado de criaturas mágicas había cerrado la puerta de un porrazo, Hermione parecía tan molesta como él pero rompió a llorar, Harry le tomó del hombro, Ron fue y le tocó la puerta con molestia.

—¡Hagrid! ¡Sal de allí! ¡Has hecho llorar a Hermione!

Tocó la puerta con enfado.

—¡Hagrid!

—Ron, ven aquí.—dijo Harry.—Es obvio que está molesto con la… con ella.

Harry y Hermione se quedaron allí a recoger a los escregutos, Ron estaba buscando si había sobrevivientes, sin embargo no habia nadie vivo. Ninguno dijo nada, los cuerpos de los escregutos estaban acomodados, no sabían si Hagrid quería darles entierro o simplemente aprovechar las corazas de los escregutos o hacer algo más con ellos, los chicos estaban trabajando duro sin decir una palabra, respetando la perdida de su amigo.

Al final habían quedado más de más de 3 docenas, no había quedado ninguno escregutos habían sobrevivido al ataque de la chica gema demente, se parecía bastante a la chica que conocieron hacía poco pero era bastante robusta y Harry estaba seguro que ella hablaba con claridad pidiendo ayuda.

Una sombra se apareció detrás de él, se dio vuelta sobre sus talones y vio a Hagrid con lágrimas en los ojos.

—¡H—hagrid!—exclamó Hermione aventando la pala.

—L—lo s—siento.

Hagrid y Hermione se abrazaron con afecto, era obvio que Hagrid no iba a molestarse con ellos, ambos lloraban por lo que acababa de pasar, con los escregutos siendo asesinados era normal que él estuviera molesto. La chica de la piedra en su cabeza se marchó al bosque prohibido, nadie podría saber qué estaba haciendo con los escregutos o porque les atacó pero para ser justos, ellos eran seres agresivos contra cualquiera que se acercara a ellos.

Harry se acercó a Hagrid y también le abrazó hasta donde podría abrazarlo.

—Y—yo f—fui con la directora de B—beauxbatons y les encontré así.—dijo Hagrid a Harry.—Y m—me puse como loco… y—yo pelee con ella pero no po—podía decirme porque lo hizo.  

—Ella es como los monstruos que perseguían a los elfos domésticos. –dijo Ron tocándole el hombro.—No sabe nada de lo que hace.

—Creíamos que los problemas se habían ido.—dijo Harry a Hagrid.

—¿Los monstruos…?—dijo Hagrid.—¿Ella era uno de los tres monstruos?

—¿Tres monstruos?—dijeron al unisonó.

Hagrid miró a los chicos con incredulidad también. Al parecer los profesores no sabían muy bien sobre ellos o sabían muy poco.

—El profesor Dumbledore nos lo dijo.—dijo con sorpresa.—Pero ella habla. Dijeron que eran monstruos dementes, ella hablaba perfectamente.

—Tal vez tiene un grado de locura.—dijo Harry a Hagrid.—Nosotros hemos visto a los monstruos.

—Solo sé que han sido aniquiladas.—dijo Hagrid.

—Solo dos de ellas.—dijo Hermione.—Pero no es aniquiladas, simplemente les han contenido.

—Si, claro.—dijo Hagrid molesto y mirando a sus escregutos muertos.—Le hablaré a ese Slytherin quien está detrás de esto.

Sintió que su corazón se aceleró más rápido. ¿Eso quería decir que Hagrid conocía el nombre del Slytherin? Miró a Ron y Hermione quienes habían afirmado con la cabeza, era su momento, era hoy o nunca pero no sabía formular la pregunta.

—¿Y estás bien?—dijo Ron.—Tu herida.

—Tenia esencia de dictamo y me aplique una gran cantidad.

Dicho eso vio que Hagrid se habia puesto ropas limpias y al parecer también se metió al baño, tenia el cabello húmedo, ¿Cuánto tiempo duraron allí? Miró su reloj, increíblemente llevaban allí desde el desayuno y eran casi las 5 de la tarde.

—¿Hagrid te has puesto perfume?—preguntó Hermione.

—¿Qué?

Él se había puesto un poco avergonzado por la pregunta de ella.

—Quizá me puse mucho, déjame quito un poco…

Tomó un pañuelo y se quitó el perfume. Era un poco extraño que Hagrid se haya puesto un poco de perfume. Ron le miró con sorpresa.

—¿Con quién ibas?

—I—iba a acompañar a Olimpe. La directora de Beauxbatons. Aunque creo que ya se adelantó.

—¿Vas a ir al baquete de Halloween?—dijo Harry a Hagrid.

—Sí. También hoy es la selección de los campeones.

Hagrid miró el reloj.  

—Y—yo me quedaré con los escregutos.—dijo Hagrid.—Ustedes vallan al banquete, allí dirán quienes son los tres campeones.

—Hagrid.—dijo Harry aprensivamente.—¿Quién es el Slytherin que está cazando a las monstruos?

Hagrid ladeó la cabeza.

—No lo conozco pero parece un hijo de muggles.—dijo Hagrid.—Él está en tu curso, Harry. Es bastante callado y sus trabajos son flojos.

—¿Estamos hablando del mismo Slytherin?—dijo Harry.

—Oh, sí. No sabía que tuviera tanta fuerza.—dijo Hagrid.—No es que los corra, pero tienen que cenar.

—Claro, claro.—dijo Ron.—¡Es hora de cenar!

—¿Vas a estar bien?—le dijo Hermione mientras que Hagrid volvia a tener lagrimas en sus ojos.

—Si, si. Voy a estar bien.  

Los chicos regresaron al gran comedor corriendo, el banquete de Halloween les pareció mucho más largo de lo habitual. Quizá porque era su segundo banquete en dos días, Harry no disfrutó la insólita comida tanto como la habría disfrutado cualquier otro día. Como todos cuantos se encontraban en el Gran Comedor a juzgar por los cuellos que se giraban continuamente, las expresiones de impaciencia, las piernas que se movían nerviosas y la gente que se levantaba para ver si Dumbledore ya había terminado de comer. Harry sólo deseaba que la cena terminara y anunciaran quiénes habían quedado seleccionados como campeones para pensar en él. ¿Cuánto tiempo iba a mantenerlo en secreto? Volteó a ver a la mesa de Slytherin, era extraño pero la mitad de sus compañeros de Slytherin no estaban, incluyendo a Selwin, Rosier y Universe. Gagnon tampoco estaba allí con ellos y Malfoy parecía muy cómodo hablando con Victor Krum, como quien le habla a un amigo.

Cuando por fin, los platos de oro volvieron a su original estado inmaculado. Se produjo cierto alboroto en el salón, que se cortó casi instantáneamente cuando Dumbledore se puso en pie. Junto a él, el profesor Karkarov y Madame Maxime parecían tan tensos y expectantes como los demás. Ludo Bagman sonreía y guiñaba el ojo a varios estudiantes. El señor Crouch, en cambio, no parecía nada interesado, sino más bien aburrido.

—Bien, el cáliz está casi preparado para tomar una decisión —anunció Dumbledore—. Según me parece, falta tan sólo un minuto. Cuando pronuncie el nombre de un campeón, le ruego que venga a esta parte del Gran Comedor, pase por la mesa de los profesores y entre en la sala de al lado —indicó la puerta que había detrás de su mesa—, donde recibirá las primeras instrucciones.

Sacó la varita y ejecutó con ella un amplio movimiento en el aire. De inmediato se apagaron todas las velas salvo las que estaban dentro de las calabazas con forma de cara, y la estancia quedó casi a oscuras. No había nada en el Gran Comedor que brillara tanto como el cáliz de fuego, y el fulgor de las chispas y la blancura azulada de las llamas casi hacía daño a los ojos. Todo el mundo miraba, expectante. Algunos consultaban los relojes.

—De un instante a otro —susurró Lee Jordan, dos asientos más allá de Harry. De pronto, las llamas del cáliz se volvieron rojas, y empezaron a salir chispas. A continuación, brotó en el aire una lengua de fuego y arrojó un trozo carbonizado de pergamino. La sala entera ahogó un grito. Dumbledore cogió el trozo de pergamino y lo alejó tanto como le daba el brazo para poder leerlo a la luz de las llamas, que habían vuelto a adquirir un color blanco azulado.

—El campeón de Durmstrang —leyó con voz alta y clara— será Viktor Krum.

—¡Era de imaginar! —gritó Ron, al tiempo que una tormenta de aplausos y vítores inundaba el Gran Comedor. Harry vio a Krum levantarse de la mesa de Slytherin y caminar hacia Dumbledore. Se volvió a la derecha, recorrió la mesa de los profesores y desapareció por la puerta hacia la sala contigua.

Se apagaron los aplausos y los comentarios. La atención de todo el mundo volvía a recaer sobre el cáliz, cuyo fuego tardó unos pocos segundos en volverse nuevamente rojo. Las llamas arrojaron un segundo trozo de pergamino.

—La campeona de Beauxbatons —dijo Dumbledore—es ¡Fleur Delacour!

—¡Es ella, Ron! —gritó Harry, cuando la chica que parecía una veela se puso en pie elegantemente, sacudió la cabeza para retirarse hacia atrás la amplia cortina de pelo plateado, y caminó por entre las mesas de Hufflepuff y Ravenclaw.

—¡Mira qué decepcionados están todos! —dijo Hermione elevando la voz por encima del alboroto, y señalando con la cabeza al resto de los alumnos de Beauxbatons que lloraban.

Universe apareció en medio de la cena mientras que todos estaban aplaudiendo, parecía ser un niño travieso, tenía las dos rodillas llenas de polvo, el cabello chamuscado y la ropa estaba tiznada con la varita en la mano y los ojos vidriosos ¿Qué demonios estaba haciendo fuera de la cena?

Cuando Fleur Delacour hubo desaparecido también por la puerta, volvió a hacerse el silencio, pero esta vez era un silencio tan tenso y lleno de emoción, que casi se palpaba. El siguiente sería el campeón de Hogwarts... Y el cáliz de fuego volvió a tornarse rojo; saltaron chispas, la lengua de fuego se alzó, y de su punta Dumbledore retiró un nuevo pedazo de pergamino.

—El campeón de Hogwarts —anunció— es ¡Cedric Diggory!

—¡No! —dijo Ron en voz alta, pero sólo lo oyó Harry: el jaleo proveniente de la mesa de al lado era demasiado estruendoso. Todos y cada uno de los alumnos de Hufflepuff se habían puesto de repente de pie, gritando y pataleando, mientras Cedric se abría camino entre ellos, con una amplia sonrisa, y marchaba hacia la sala que había tras la mesa de los profesores. Naturalmente, los aplausos dedicados a Cedric se prolongaron tanto que Dumbledore tuvo que esperar un buen rato para poder volver a dirigirse a la concurrencia.

Durante los aplausos, Sirius Universe fue retenido por Snape y hasta fue tumbado desde las escaleras, parecía que tenia un mensaje que decirle al director pero McGonagall y habló con ella, cada palabra del chiquillo ella componía una cara de absoluto terror, luego miró al director pero les hizo una seña que los atendería luego.

—¡Estupendo! —dijo Dumbledore en voz alta. —Bueno, ya tenemos a nuestros tres campeones. Estoy seguro de que puedo confiar en que todos, incluyendo a los alumnos de Durmstrang y Beauxbatons, darán a sus respectivos campeones todo el apoyo que puedan. Al animarlos, todos ustedes contribuirán de forma muy significativa a...

Pero Dumbledore se calló de repente, y fue evidente para todo el mundo por qué se había interrumpido. El fuego del cáliz había vuelto a ponerse de color rojo. Otra vez lanzaba chispas. Una larga lengua de fuego se elevó de repente en el aire y arrojó otro trozo de pergamino.

Dumbledore alargó la mano y lo cogió. Lo extendió y miró el nombre que había escrito en él. Hubo una larga pausa, durante la cual Dumbledore contempló el trozo de pergamino que tenía en las manos, mientras el resto de la sala lo observaba. Finalmente, Dumbledore se aclaró la garganta y leyó en voz alta:

—Harry Potter.

 

Recordaba con vergüenza como él había pasado en medio de todos los alumnos, él no podría haber burlado al juez del torneo de los tres magos, pero aun asi, salio su nombre en él. Los profesores Dumbledore, Madame Maxime, Karkarov, Crounch, Snape, Bagman, y Moody, Harry estaba demasiado asustado, ¡El jamás puso su nombre en el caliz de fuego! Sus tímpanos estaban demasiado dañados al escuchar los reproches de Fleur Delacourt.

—¡Extraordinario! —susurró Ludo Bagman apretándole el brazo—. ¡Absolutamente extraordinario!

—¡He dicho que no he puesto mi nombre en el caliz de fuego!—gritó Harry.—¡En verdad no me interesa participar!

—«Pego» es evidente que ha habido un «egog» —le Fleur a Bagman con desdén—. Él no puede «competig». Es demasiado joven.

—Bueno... esto ha sido muy extraño —reconoció Bagman, frotándose la barbilla impecablemente afeitada y mirando sonriente a Harry—. Pero, como saben, la restricción es una novedad de este año, impuesta sólo como medida extra de seguridad. Y como su nombre ha salido del cáliz de fuego... Quiero decir que no creo que ahora haya ninguna posibilidad de hacer algo para impedirlo. Son las reglas, Harry, y no tienes más remedio que concursar. Tendrás que hacerlo lo mejor que puedas.

Puso las manos sobre el rostro, evidentemente el que le puso su nombre quería verlo muerto. La puerta sonaba insistentemente pero nadie abria.

—¡Abran la condenada puerta!

El profesor Dumbledore hizo un movimiento de varita y en ella entro Universe que parecía muy enfadado con la situación, como si a él también saliera perjudicado y la profesora McGonagall que venia blanca como la cera.

—¡Albus…! ¡Una tragedia…!

—Por favor, Minerva… ¿Sucede algo, señor Universe?

—La sala común de Slytherin acaba de ser incendiada por fuego maldito.

Los rostros de Snape, Dumbledore y Moody era horrorosa. El niño estaba sonriendo pero cuando se dio cuenta que no era una sonrisa, era una mueca parecida a una sonrisa malvada se alertó.

—¿Quién lo provocó…?—dijo Snape.

—¡Deja quién la provocó!—exclamó Moody.—¿Hay muertos?

—No.—dijo Universe con una voz madura, mucho más menos normal a la común pero debía ser por la rabia.—Gagnon está en la enfermería y dos chicas que estaban allí. No sé como demonios lo hizo Rosier pero la escalera que da a las habitaciones de chicas las incineró. Logré rescatarlas y detener a Rosier y detener el fuego. Selwin está en mal estado… Tiene una crisis.

Los profesores Moody y Snape se vieron con sorpresa.

—No quiero alarmar a nadie, pero creo que Selwin y Rosier estaban bajo la maldición imperius de un mortifago.

Universe miró a Dumbledore quien parecía darse golpes con la palma de la mano.

—¿Recuerda, profesor? ¿Mi última carta…?

—Sí, lo siento mucho.

Los dos estaban intercambiando miradas, casi significativas, como si se leyeran el pensamiento el uno al otro.

—¿Qué hay del prefecto y el premio anual?—dijo Snape con agresividad a su alumno.

—Como señoritas, adulando a Viktor Krum.

Él se cruzó de brazos, parecía esperar órdenes del mismo profesor Dumbledore. Los demás profesores parecían muy ufanos con aquella situación.

—¿Han despertado las chicas?—le dijo Albus a McGonagall.

—No pero Poppy dice que se encuentran a salvo.—dijo con una voz profundamente preocupada.—Selwin es el más preocupante de los cinco pero está bien.   Harry, ¿Tu pusiste tu nombre en el cáliz?

—No, no lo hice.

—¿Le pediste a algún alumno mayor que echara tu nombre en el cáliz de fuego? —inquirió el director, sin hacer caso las caras de Karkarov.

—No —respondió Harry con vehemencia.

—¡Ah, «pog» supuesto está mintiendo! —gritó Madame Maxime.— ¡Evidentemente, alguien tenía mucho empeño en que «Hogwag tuviega» el doble de «opogiunidades»!

El Slytherin se sujetó de los cabellos y caminó hasta donde estaba Madame Maxime, con el rostro desencajado de coraje.

—¡ESTO NO SE TRATA DE UN JUEGO, SEÑORA!—gritó Universe.—¡Se trata de la vida de un adolescente que está en juego!

Él no era Sirius Universe, sino “el Slytherin”. Parecía conveniente tener la imagen de Universe por ser demasiado versátil, a Snape le había engañado pero parecía que el profesor Dumbledore sabia de su verdadera identidad. El Slytherin se cruzó de brazos viéndose mucho más maduro y varonil que Universe, incluso mucho más abierto que Karkarov y Maxime.

—Hoy.—dijo “el Slytherin” tras un largo silencio.—Intentaron matar a tres chicas. Metieron a  Potter en el cáliz de fuego y posiblemente tenemos a dos muchachos de Slytherin bajo la maldición imperius. Si tanto quieren ganar este jueguito… elijan otros dos campeones, esto se puede resolver.

—No se puede, Universe.—dijo Moody.

—Soy Bob.—bravuconeó Universe apuntándose con el dedo pulgar y mirando feo a Moody.

—No hay ningun Bob…—interrumpió Snape.

—¡Tu! ¡Cállate!—dijo “el Slytherin” a Snape todo ceñudo.

La cara de Snape fue extraordinaria. El profesor Moody tenía los dos ojos sobre el rostro de Snape y vio cómo su piel cetrina se volvía roja de coraje, su mueca de enfado se volvió aún mas contorsionada. Los profesores Maxime y Karkarov estaban lividos por su contestación.

—¡Universe no le hablaría así a Snape!—gritó Moody con una risotada. 

El profesor Snape iba a hechizarlo pero Dumbledore le detuvo, Moody seguía riéndose, para ser justos NADIE le había hablado mal al terrible profesor de pociones.

—Bien… Bob.—dijo Moody calmadamente viéndolo con su ojo mágico.—Creo que eres de los pocos que ve lo que veo.

—Vengo olisqueando a un mortifago desde el campeonato de “como se llame el futbol mágico”.—dijo con enfado.—Posiblemente no sea uno.

El silencio volvió a apremiar pero fue roto por la risotada de Ludo Bagman, el parecía que aquello era ridículo en eso, Universe o más bien, “el Slytherin” le apuntó con la varita mágica.

Ludo Bagman, que parecía muy nervioso, se alzaba sobre las puntas de los pies y volvía apoyarse sobre las plantas.

—Pero, ¡Qué cosas dicen!

—No creas que no me fijo en ti, Batman.—dijo con enfado.—¡El único contento aquí porque Potter esté en el torneo eres tú!  

Él parecía querer que la tierra se lo tragase, Harry se ocultó detrás de sus manos. Todo era cierto, el que lo metió en el torneo quería verlo muerto. ¿Qué clase de castigo le habían puesto? El profesor Dumbledore le hizo bajar la varita mágica.

—No creo prudente que acuses a nadie…—dijo Dumbledore queriendo pronunciar una S.—Bob.

—Evidentemente, el que hecho el nombre de Potter en el cáliz fue un completo imbécil. Un imbécil osado.—dijo Bob a Dumbledore. 

—No, fue una bruja o un mago competente el que echó el nombre del muchacho en el cáliz.—dijo Moody al joven. –Fue hábil pues consiguió engañar a un objeto mágico extraordinario para hacerle olvidar al cáliz de fuego que sólo compiten tres colegios tuvo que usarse un encantamiento confundidor excepcionalmente fuerte... Porque creo estar en lo cierto al suponer que propuso el nombre de Potter como representante de un cuarto colegio, para asegurarse de que era el único en su grupo.

“El Slytherin” le miró evaluándolo todo, luego vio al profesor Dumbledore.

—¿Potter va a tener que participar? ¿No? Se supone que es un contrato, una maldición. Un juramento inquebrantable pero no lo hizo él. Entonces se puede romper.

—No se puede romper.—dijo Crounch quien parecía bastante callado.—Debe participar o morirá.

Los profesores guardaron silencio. Evidentemente los campeones, Fleur, Victor y Cedric sabían de ese convenio, pero no Harry. Él no quería participar.

—Bien.—dijo Bob.—Elijan a sus otros dos representantes, y así el torneo de tres magos quedarían en 6.

El profesor Moody se movió hasta donde estaba Karkarov, el profesor Dumbledore estaba anonadado.

—Pero el cáliz ha sido apagado hasta el siguiente torneo.—Ludo inquirió.

—¿Y es difícil elegir a dos campeones así nada más?—dijo Bob.—Se puede hacer un contrato… podrían seleccionarlos los propios profesores.

—Esa idea me gusta mas.—dijo Karkarov.

Pog mi, de acuegdo.

Los profesores Maxime y Karkarov estaban hablando con Ludo Bagman, parecían que estaban de acuerdo con la idea del Slytherin sobre poner a otros dos campeones del colegio, a priori de seleccionar a otros dos campeones, ni Crounch ni Bagman parecían quererlo pero para ser justos, era una gran idea. Solo que debía enfrentarse a chicos de 17 años y el tenía tan solo 14.

—Iré a ver a las chicas.—dijo Bob al profesor Dumbledore.

—¿Estan graves?

—La más afectada fue Gagnon pero esta bien, ella no se quemó. Pero creo que fue en venganza. Ella es hija de muggles.

—Lo comprendo.—dijo Dumbledore.—Ve con cuidado.

—Claro. Estoy alerta.

El chico salió con el rostro de Snape. El profesor Snape quería ir detrás de él pero Dumbledore le detuvo. El profesor Moody le vio salir con sorpresa.

—Es obvio que no es Universe.—dijo Moody.—Ese chico se junta con Rosier y Selwin.

—El señor Universe es bastante timido.—dijo Dumbledore.

—Yo diría un pequeño granuja inútil.—dijo Moody.—Pero ese mocoso, es capaz, inteligente. ¿Es de Slytherin?

—Yo pienso que es más Gryffindor que muchos aquí.

—Oh, Gryffindor.—dijo Moody.—Era de suponer… Creo que hay un Robert en Gryffindor… no lo recuerdo…

Según Hagrid, el Slytherin era realmente de esa casa y de cuarto año. Aunque le habia confundido un poco, la voz del Slytherin era mucho mas cambiada que la voz de ahora. Parecia que Universe hablaba pero su voz era mucho más madura.

—Bien, bien… Tengo a mis alumnos… saldgé un segundo…—dijo Madame Maxime.—Escucha las instgucciones sobge el togneo

—Iré también. Víktor te dejaré solo.

—Bueno, ¿nos ponemos a ello, entonces? —dijo frotándose las manos y sonriendo a todo el mundo—. Tenemos que darles las instrucciones a nuestros campeones, ¿no? Barty, ¿quieres hacer el honor?

El señor Crouch pareció salir de un profundo ensueño.

—Sí —respondió—, las instrucciones. Sí... la primera prueba...

Fue hacia la zona iluminada por el fuego. De cerca, a Harry le pareció que se encontraba enfermo. Se lo veía ojeroso, y la piel, arrugada y reseca, mostraba un aspecto que no era el que tenía durante los Mundiales de quidditch.

—La primera prueba está pensada para medir su coraje —les explicó a Harry, Cedric, Fleur y Krum.  —así que no les vamos a decir en qué consiste. El coraje para afrontar lo desconocido es una cualidad muy importante en un mago, muy importante... »La primera prueba se llevará a cabo el veinticuatro de noviembre, ante los demás estudiantes y el tribunal. » A los campeones no les está permitido solicitar ni aceptar ayuda de ningún tipo por parte de sus profesores para llevar a cabo las pruebas del Torneo. Harán frente al primero de los retos armados sólo con su varita. Cuando la primera prueba haya dado fin, recibirán información sobre la segunda. Debido a que el Torneo exige una gran dedicación a los campeones, éstos quedarán exentos de los exámenes de fin de año.

El señor Crouch se volvió hacia Dumbledore.

—Eso es todo, ¿no, Albus?

—Creo que sí —respondió Dumbledore, que observaba al señor Crouch con algo de preocupación—. ¿Estás seguro de que no quieres pasar la noche en Hogwarts, Barty?

—No, Dumbledore, tengo que volver al Ministerio—contestó el señor Crouch—. Es un momento muy dificil, tenemos mucho trabajo. He dejado a cargo al joven Weatherby... Es muy entusiasta; a decir verdad, quizá sea demasiado entusiasta...

—Al menos tomarás algo de beber antes de irte... —insistió Dumbledore.

—Vamos, Barty. ¡Yo me voy a quedar! —dijo Bagman muy animado—. Ahora es en Hogwarts donde ocurren las cosas, ya lo sabes. ¡Es mucho más emocionante que la oficina!

—Creo que no, Ludo —contestó Crouch, con algo de su sempiterna impaciencia.

 —Harry, Cedric, les recomiendo que suban a los dormitorios —les dijo Dumbledore, sonriéndoles—. Estoy seguro de que las casas de Hufflepuff y Gryffindor les aguardan para celebrarlo con ustedes, y no estaría bien privarlas de esta excelente excusa para armar jaleo. Buenas noches.


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