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Harry Potter y el misterio del diamante. por Maryk0k0

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El jaleo que estalló ante Harry al abrirse el retrato casi lo hace retroceder. Al segundo siguiente se vio arrastrado dentro de la sala común por doce pares de manos y rodeado por todos los integrantes de la casa de Gryffindor, que gritaban, aplaudían y silbaban.

—¡Tendrías que habernos dicho que ibas a participar! —gritó Fred. Parecía en parte enfadado y en parte impresionado.

—¿Cómo te las arreglaste para que no te saliera barba? ¡Increíble! —gritó George.

—No lo hice. —respondió Harry. —No sé cómo...

 Pero Angelina se abalanzaba en aquel momento hacia él

—¡Ah, ya que no soy yo, me alegro de que por lo menos sea alguien de Gryffindor...!

—¡Ahora podrás tomarte la revancha contra Diggory por lo del último partido de quidditch, Harry! —le dijo chillando Katie Bell, otra de las cazadoras del equipo de Gryffindor.

—Tenemos algo de comida, Harry. Ven a tomar algo...

—No tengo hambre. Ya comí bastante en el banquete.

Pero nadie quería escuchar que no tenía hambre, nadie quería escuchar que él no había puesto su nombre en el cáliz de fuego, nadie en absoluto se daba cuenta de que no estaba de humor para celebraciones... Lee Jordan había sacado de algún lado un estandarte de Gryffindor y se empeñó en ponérselo a Harry a modo de capa. Harry no pudo zafarse.

Cada vez que intentaba escabullirse por la escalera hacia los dormitorios, sus compañeros cerraban filas obligándolo a tomar otra cerveza de mantequilla y llenándole las manos de patatas fritas y cacahuetes. Todos querían averiguar cómo lo había hecho, cómo había burlado la raya de edad de Dumbledore y logrado meter el nombre en el cáliz de fuego.

—No lo hice —repetía una y otra vez—. No sé cómo ha ocurrido. Pero, para el caso que le hacían, lo mismo le hubiera dado no abrir la boca.

Una mano le llevó a rastras y lo jaló hasta los sillones, Harry iba a gritarle a quien lo jalaba pero lo llevaba a las habitaciones de chicos, cuando se dio cuenta que era una cabellera castaña se dejó guiar por ella.

Hermione cerró la puerta de su habitación.

—Tenemos algo importante de que hablar.—dijo ella a  los chicos.

Ella cerró la puerta aun con el abucheo de los demás. Su amiga le miró sorprendida, esperaba que ella comprendiera que él no puso su nombre el cáliz de fuego.

—Hoy acaban de incinerar la sala común de Slytherin. Hablaban de una revuelta por ser tú el nuevo campeón.

—Sé de eso.—dijo Harry.—“El Slytherin” estuvo allí y no es por eso.

Ella le miró con complicidad.

—¿”El Slytherin” tomó imagen de Sirius Universe?

Recordaba que Universe interrumpió en el gran comedor e iba con sus ropas chamuscadas, llevaba ollin en su rostro.  Seguramente venia a interrumpir en ese momento pero McGonagall se hizo cargo rápidamente. Caminó hasta le ventana donde observó el campo de Quidditch, allí vio una enorme esfera rosada pero lo ignoró, estaba más ocupado pensando en que fue obligado a participar en el torneo que pensar en espejismos.

—Sí. Dijo que atacaron a Gagnon. A Garnette* Gagnon. El Slytherin le salvó junto con otras dos chicas.—dijo Harry a Hermione.—Y—yo no puse mi nombre en el cáliz de fuego. ¡“El Slytherin” dijo que podría haber mortífagos en el colegio! ¡Que Rosier y Selwin están bajo la maldición imperius! ¡Incluso dice que es probable que sean más de uno!

Se sentó al lado de la cama de Ron, él estaba realmente asustado. Era un plan magníficamente bien diseñado para asesinarlo. Un excelente plan a decir verdad. Hermione le miró con lastima.

—Colagusano no trabaja solo.—dijo Harry con la garganta seca.—Estoy seguro que eso quiso decir “el Slytherin” a Dumbledore. Moody dice que se trata de un mago o bruja excepcionalmente talentoso para engañar al caliz de fuego. El único contento es Ludo Bagman.

—¿Ludo Bagman?

—Oh si. Estaba contentísimo. “El Slytherin” le alzó la varita mágica. Se puso agresivo.

Hermione se tapó la boca debido a la sorpresa, ella volteó a ver a una esquina donde estaba la figura de un hombre, Harry miró sorprendido y se dio cuenta que se trataba de Ron.

—¿Lo ves, Ron?

Su amigo salio desde las sombras, parecía molesto por alguna razón pero parecía recapacitar sobre algo.

—¿Entonces, de verdad no pusiste tu nombre en el caliz?

—¡NO!—dijo Harry.—“El Slytherin” dice que podría quererme muerto. Le gritó a Maxime que no se trataba de un juego sino… ¡sino del planteamiento de un asesinato! 

El rostro de Ron se volvió sombrio, la muchedumbre se escuchaba lejana, como celebrando el anunciamiento a su muerte. Hermione estaba bastante callada y miró a Harry como evaluando si en realidad todo lo que dijera fuera una mentira, Ron ladeó la cabeza.

—¡Por supuesto que se trata de él!—murmuró con voz baja pero le entiendieron claramente.

—¿Crees que se trata de Colagusano?

—No lo creo.—dijo Ron con el rostro palido.—Estoy seguro, tan seguro que fue él con ayuda.  ¡Ludo Bagman podría ser un mortifago…! Hablaré a mi padre.

—Y no hay forma de poder comunicarme con Sirius.—dijo Harry a Hermione.—Acuerdense. Acuerdense que Hedwig f—fue…

Recordaba con enfado que su lechuza fuera golpeada. Era de las cosas que ponían a Harry de mal humor pero esta vez le daba terror. Estaba seguro de lo que decía “el Slytherin”. El mortifago no estaba trabajando solo. Hermione ahogó un gemido de enfado.

—¿Cómo esta Gagnon?

—Según él, esta bien. Y se llama Bob pero creo que es un nombre falso.  Moody cree que es un Gryffindor.

—Es normal que ahora se cuida, porque si hay un mortifago en Hogwarts no le conviene dar su nombre en primer lugar.

—¿Eso crees?

Ron y Hermione parecían bastante pensativos pero el martilleo incesante los sacó de sus pensamientos, su amigo Ron abrió la puerta y allí estaban los gemelos.

—Estamos esperando los detalles.—dijo Angelina que estaban contentos.

Era increíble, Harry estaba en medio de una crisis.  Una crisis sobre el plan para asesinarlos y ellos festejaban a lo grande sobre aquello sin saber nada.

—Vamos a la sala común.—dijo Hermione a Ron.—¿Está bien que te dejemos solo?

—Si. Tengo que ordenar las cosas de mi cabeza. Lo siento pero estoy cansado. 

 

Al día siguiente, cuando bajó para desayunar, fue recibido en medio de aplausos por medio de aplausos por parte de los Gryffindor, sus orejas se pusieron de color rojas y al parecer no era lo único que se pusieron rojas, sus mejillas ardían a más no poder. Los Hufflepuff en cambio le abuchearon y gritaban apoyando a Cedric. Y más para allá estaba Garnette Gagnon con sus dos amigas pero ella estaba bastantemente preocupada. Más para allá estaba Universe tan preocupado como lo estaba antes, por alguna razón llevaba las manos vendadas.

Harry estaba demasiado preocupado por que Gryffindors y Hufflepuffs fueran a pelearse. Ron y Hermione estaban a su lado, era lo único que lo ponía feliz, que sus dos amigos estuvieran con él, apoyándolo ahora que le pondrían en medio de una jaula en un coliseo esperando verlo morir.

Bueno, quizá estaba exagerando.  

Aunque las clases de Herbologia, encantamientos eran horribles la profesora Sproud apoyaba a su alumno, se sintió que estaba en paz en Cuidado de criaturas mágicas donde Hagrid habia llevado unicornios bebés a la clase. Gagnon estaba mucho más encariñada con los potrillos.

—¿Y que pasó con los escregutos?—dijo una chica de Slytherin.

—Murieron.

—¡Yay!—gritaron de alegria varios incluido a Gryffindors.

Los potrillos parecían aburrir a los niños, incluido a Universe en el que pasó uno y le mordia su cabello y no parecía darse cuenta, sus dedos parecían que dolían.

—¡Universe!—gritó Gagnon mientras uno pasó a su lado sin hacerle daño.

—¿Qué?

El unicornio en particular pasaba a su lado, su pelaje dorado estaba cambiando a uno de color plateado y al parecer quería ser acariciado cosa que el niño lo hizo.

—El unicornio se te acerca.

—Es normal. A los uniconios bebes les importa un bledo si eres hombre o mujer.

—¡Oh!

Sin embargo, ellos intentaron acariciar a los unicornios dorados y huían, parecían querer protección de las niñas, Harry intentó tocar uno y casi es golpeado por uno. Las niñas parecían realmente enamoradas por la clase de Hagrid.

—¡Por fin tenemos una buena clase…!—dijo Gagnon a sus amigas.—Son tan lindos…

Hermione puso los ojos en blanco de desesperación, las chicas eran las únicas que podían darles de comer a los unicornios, bueno, ellas y Universe quienes parecían tener aprecio por el chico o más bien por su cabello, sin embargo los unicornios de gran tamaño relinchaban cuando el regordete niño pasaba, el otro le mostraba el cuerno amenazadoramente. Cuando la clase se acababa, apareció una chica de piel blanca y una joya en su cabeza.

Era la asesina de los escregutos.

No parecía ser conciente del todo de los chicos que estaban con ellos ni de Hagrid que en esos momentos tenia una mirada llena de cólera. La chica parecía gruñir pero llevaba una gran bolsa de frutos para dárselos a los unicornios. Los animales mágicos no parecían huir de ella. Universe parecía indeciso y se acercó a ella poco a poco.

Las niñas que estaban en el corral parecían preocupadas por la intromisión de ella.

—¿Qué demonios es eso?—dijo Malfoy sorprendido.

Los unicornios parecían que ella estaba bien que estuviera con ellos. Parecía bastante calmada con los unicornios.

—Caballo… e—eres… caballo…

El rostro de sorpresa de Universe era tanto como la de los demás.

—M—me… gustan… caballo… me gustan… c—cere—cerezas…

Pero lo que ella llevaba no eran cerezas, eran manzanas rojas. Al parecer ella estaba aprendiendo a hablar, Universe caminó sigiliosamente hasta ella pero fue inexperadamente tarde. La chica gema volvió su cuerpo hasta donde estaba él con el rostro desencajado.

—H—ho—hola…

La chica tiró las manzanas y pateó a Universe en la nuca y le enterró la cabeza hacia la mugre, huyendo al bosque, Hagrid intentó ir detrás de ella pero su velocidad no se comparaba nada que haya visto, no era posible que pudieran ir tras ella. Hermione sacó su varita e intentó utilizar hechizos pero no habia dado en ninguno.

—Eso fue patético, Universe.—dijo Malfoy mofándose de él.

—Al menos intenté ir tras ella.—dijo Universe molesto limpiándose el rostro.

—¿Ella?—dijo Parkinson asqueada.—¿Esa cosa es ella?

—No me culpes, pero es mucho más mujer que tú.—Rossend con la mochila en brazos mientras que Universe se reia.

La cara de Parkinson fue un poema. La risotada de todos los de Gryffindor fue contagiada por algunas de Slytherin. Ella fue y sacó la varita mágica para golpearle a Rossend pero sabiendo que el chico podría ser un experto duelista y perfecto maestro marcial, era imposible que le hiciera daño. Hagrid detuvo la pelea.

—Paren de una vez.—dijo Hagrid y luego miró con enfado a Ron y Harry.—¿Ven que si habla?

—Pero… parece una niña.—dijo Hermione.—Una niña que aprende a hablar.

—Lo que sea.—dijo Hagrid.—Llevo días buscándola y nada.

—Llevamos semanas sobre ella.—dijo Rossend a Hagrid.—¿Crees que tengas suerte…?

Universe le habló al oído a Rossend, el parecía sorprendido de lo que él pedia pero el chico parecía bastante convencido.

—Hagrid. Necesitamos a los potros de unicornio.

—¿Qué…? No puedo. Tengo que devolverlos al bosque.

—Necesitamos a los potros. Parece ser que ella los prefiere y gusta de los potros.

—¿Y quien no?—dijo Gagnon.—Son lindos.

Los chicos parecían asqueados por los unicornios pero no eran los únicos, Hermione y varias chicas de Slytherin no parecían compartir su adoracion por ellos.

—Si, son lindos a sus ojos.—dijo Rossend.—Ella quiere cuidarlos…

—Mató a mis escregutos. Ella fue.

El guardabosque parecía enfadado de verdad. Nunca habia visto a Hagrid tan enfadado, parecía un niño grande con barba, Harry sabia que la mayoría de los estudiantes de Gryffindor y Slytherin no querían a los escregutos y celebraban su asesinato.

—Entonces mis felicitaciones a tal heroína.—dijo Malfoy tomando su mochila.—Vamos a clases.

—Ese bastardo sin corazón.—murmuró Universe mientras tomaba su mochila.—Pero si era una heroína, grandísimo…

Hagrid parecía temblar de coraje, Ron tomó su mochila pero le dedicó a Hagrid una cara de disculpa, Hermione se quedó con él.

—No hagas caso, Hagrid.

—Si. Los escregutos son más emocionantes que los potrillos de unicornios.

—Queremos al menos dos potrillos, profesor.—dijo Rossend tomando su mochila también.—Ella les quiere… otra loca que se cree madre…

El profesor de cuidado de criaturas mágicas dirigió su mirada hacia el bosque donde estaba ella, quizá esperando que todos se marcharan para ver a los unicornios y darles de comer como lo haría cualquier madre normal. Quizá por su color oro, plata y blanco ella les confundia con sus hijos.

Durante la clase de pociones fue bastante asqueroso. Las dos clases seguidas de pociones habian convertido en terribles para Harry, Ron y Hermione. El rostro de Snape era inusualmente ceñudo a Universe, sus amigos se habían observado las miradas asesinas del profesor.

—¡Antídotos! —dijo Snape, mirándolos a todos con sus fríos ojos negros de brillo desagradable—. Ahora deben preparar sus recetas. Quiero que las elaboren con mucho cuidado, y luego elegiremos a alguien en quien probarlas...

Los ojos de Snape se posaron en Universe, y éste comprendió lo que se avecinaba: Snape iba a envenenarlo. Universe puso el rostro lleno de enfado.

—¡Ya le he dicho que no he sido yo!—dijo Universe con vemehencia.—Yo no soy un meta como se llame.

—No me quieras ver la cara de estúpido, Universe. Has sido tú. ¡Tu entraste a la sala de Dumbledore…!

—Profesor.—dijo Gagnon a Snape.—Él que apagó el fuego maldito y aprendió a Selwin y Rosier no fue Universe.

El profesor Snape miró a Harry con ira recordando cuando pasó lo de la selección de campeones y lo recordaba. Recordaba cuando “el Slytherin” le habia callado cuando pasaba lo del torneo.

—Era la misma voz y rostro grasoso de Universe.

Una risa se extendió por los mismos Gryfifndor y Slytherin, Harry esperaba oir al Slytherin decirle que no estaba tan grasoso como su cabello pero dudaba completamente de él, Universe habia tenido una sonrisilla pero volvió a poner una cara seria.

—Y—ya… en serio. No es posible.—dijo una de las amigas de Gagnon.

—¿Entonces quien fue?

—Se trata de una chica.—dijo la otra amiga Gagnon.—La chica que me salvó era una hermosa chica de cabello negro y un diamante en su ombligo. Era tan hermosa y alta, que no compara con… esto.      

—Ademas que solo las niñas pueden salvar a las otras. Las escaleras tienen un encantamiento anti niños. Como bien sabe.

El profesor Snape parecía molesto pero Universe miró con aprensión a Rossend, el chico parecía confundido.

—¿Una chica?—dijo Rossend a Gagnon.—Eso es imposible. Solo somos… tres… somos tres…

Miró a Universe con sorpresa.

—Pero Sayuni esta con Alexander.—dijo Rossend.—A menos que hable de Rose Mary pero esa loca de los oraguntanes…

—Creo que hay niñas que confunden todo.—dijo sonriente.—Tenían que ser niñas. Son todas unas tontas.

Hubo aprobación por parte de varios hombres, Hermione apretó los puños con enfado.

—Pero si fuiste…

—¿Quieres callarte, Ross?

El niño le miró con nerviosismo. Luego  tocaban la puerta de las mazmorra, no habia tiempo que Snape le recriminará nada, luego le apuntó su ganchuda nariz hacia Colin y clavó los ojos en él.  Entró en el aula, sonrió a Harry y fue hacia la mesa de Snape.

—¿Sí? —preguntó éste escuetamente.

—Disculpe, señor. Tengo que llevar a Harry Potter arriba.

—A Potter le queda otra hora de Pociones —contestó Snape con frialdad— . Subirá cuando la clase haya acabado.

Colin se ruborizó.

—Señor..., el señor Bagman quiere que vaya —dijo muy nervioso—. Tienen que ir todos los campeones. Creo que les quieren hacer unas fotos... Harry hubiera dado cualquier cosa por que Colin no hubiera dicho las últimas palabras.

—Muy bien, muy bien —replicó Snape con brusquedad—. Potter, deje aquí sus cosas. Quiero que vuelva luego, usted y Universe van a probar el antídoto.

—Disculpe, señor. Tiene que llevarse sus cosas —dijo Colin—. Todos los campeones...

—¡Muy bien! —lo cortó Snape—. ¡Potter, coja su mochila y salga de mi vista!

Harry se echó la bolsa al hombro, se levantó y se dirigió a la puerta. Al pasar por entre los pupitres de los de Slytherin, vio la inscripción «POTTER APESTA» brillando por todos lados, el no sabia de donde habian sacado eso.

—Es alucinante, ¿no, Harry? —comentó Colin en cuanto Harry cerró tras él la puerta de la mazmorra—. ¿No te parece? ¿Tú, campeón?

—Sí, realmente alucinante —repuso Harry con pesadumbre, encaminándose hacia la escalinata del vestíbulo—. ¿Para qué quieren las fotos, Colin?

—¡Creo que para El Profeta!

—Genial —dijo Harry con tristeza—. Justo lo que necesito. Más publicidad.

—¡Buena suerte! —le deseó Colin cuando llegaron. Harry llamó a la puerta y entró.

Era un aula bastante pequeña. Habían retirado hacia el fondo la mayoría de los pupitres para dejar un amplio espacio en el medio, pero habían juntado tres de ellos delante de la pizarra, y los habían cubierto con terciopelo.  

Era un aula bastante pequeña. Habían retirado hacia el fondo la mayoría de los pupitres para dejar un amplio espacio en el medio, pero habían juntado tres de ellos delante de la pizarra, y los habían cubierto con terciopelo. Detrás de los pupitres habían colocado cinco sillas, y Ludo Bagman se hallaba sentado en una de ellas hablando con una bruja a quien Harry no conocía, que llevaba una túnica de color fucsia.

Como de costumbre, Viktor Krum estaba de pie en un rincón, sin hablar con nadie. Cedric y Fleur conversaban. Fleur parecía mucho más contenta de lo que la había visto Harry hasta el momento, y repetía su habitual gesto de sacudir la cabeza para que la luz arrancara reflejos a su largo pelo plateado. Un hombre barrigudo con una enorme cámara de fotos negra que echaba un poco de humo observaba a Fleur por el rabillo del ojo.

Bagman vio de pronto a Harry, se levantó rápidamente y avanzó como a saltos.

—¡Ah, aquí está! ¡El campeón número cuatro! Entra, Harry, entra... No hay de qué preocuparse: no es más que la ceremonia de comprobación de la varita. Los demás miembros del tribunal llegarán enseguida...

 —¿Comprobación de la varita? —repitió Harry nervioso.

Dos chicos más de 17 años habían llegado al lugar, se trataban de miembros de Beauxbatons y Dunrstrang, eran una chica de piel oscura y grandes coletas perteneciente a Durstrang y un chico de piel blanca bastante más afeminado que Universe del colegio de Beaxbatons.

—Los campeones, 5 y 6 han llegado.—dijo Ludo Bagman.—Les presentó a la señorita Iva Sirakov y al señor Chevelier Bellerose.

De verdad que Bellerose era sumamente afeminado, parecía una chica pero era bastante snob, no entendia porque recordaba a Perla: la chica que derrotó a la perla del ojo de tigre porque eso era él, solo que muy acentuado. Sirakov en cambio parecía coquetearle a Krum pero él le ignoró.

—Habrá una pequeña sesión fotográfica. Esta es Rita Skeeter —añadió, señalando con un gesto a la bruja de la túnica de color fucsia—. Va a escribir para El Profeta un pequeño artículo sobre el Torneo.

—A lo mejor no tan pequeño, Ludo —apuntó Rita Skeeter mirando a Harry.

Tenía peinado el cabello en unos rizos muy elaborados y curiosamente rígidos que ofrecían un extraño contraste con su rostro de fuertes mandíbulas; llevaba unas gafas adornadas con piedras preciosas, y los gruesos dedos — que agarraban un bolso de piel de cocodrilo— terminaban en unas uñas de varios centímetros de longitud, pintadas de carmesí.

—Me pregunto si podría hablar un ratito con Harry antes de que empiece la ceremonia —le dijo a Bagman sin apartar los ojos de Harry—. El más joven de los campeones, ya sabes... Por darle un poco de gracia a la cosa.

—¡Por supuesto! —aceptó Bagman—. Es decir, si Harry no tiene inconveniente...

—Eh... —vaciló Harry.

—Divinamente —exclamó Rita Skeeter.

Ella intentó llevarlo hasta donde estaba un armario pero dentro de allí había alguien más. Parecía que no quería estar allí en esos momentos y parecía abochornada, el profesor Dumbledore se adelantó hasta donde estaba ella para sorpresa de Rita Sketter y él.

—Esto es una situación incomoda.—dijo el profesor Dumbledore.—Podría salir de allí, por favor.

Una chica de piel azul había salido de allí, en medio del armario, ella parecía una persona snob con bastante petulancia, llevaba un vestido pero claramente tenía una gema en su cuello y parecía ser una chica con mucho dinero y clase. Ella no parecía enloquecida como las otras dos, sino simplemente se parecía a Perla. Ella era sumamente pedante que su rostro parecía ser similar a la Draco Malfoy, como si arrugar la cara fuera un signo de elegancia y posición.

—Esto es absolutamente vergonzoso.—dijo ella mirando a su entorno.—Pero hay motivo para mi auto impuesta misión.

—¿Su misión?—dijo Dumbledore alzando la ceja.

La reportera no parecía perder su tiempo y empezó a escribir sobre la intromisicion en el armario, Harry quería ver lo que escribia pero no podía llegar a su altura, se sentía mucho más pequeño de lo que realmente era.

—Así es. Por años he vigilado el lugar de reposo eterno de mi diamante. –dijo con una voz bastante aristocrática.—Pero he tenido que venir a… este… lugar… porque necesito hablar con “él”. Sí, creo que es el termino correcto para referirse a ese can…

—¿Quién es usted?—dijo Dumbledore sorprendido.

—Soy zircón azul.—dijo con una voz aun más snob.

—Oh, ya he escuchado sobre usted.

—Espero haber oído cosas buenas. Señor…

—Soy el profesor Dumbledore.—el ofreció su mano para sacarla de allí.—He escuchado maravillosos halagos por parte de Sirius Universe.

—Sé que eso es mentira, pero me halaga, Profesor. 

La reportera parecía molesta por aquel articulo.

—Profesor Dumbledore.—dijo Rita con picardía.—Espero poder realizar la entrevista a Harry Potter sobre su participación en el colegio…

—Veo que estamos en un aprieto.—dijo Dumbledore con la misma petulancia que Zircón.—El examinador de varitas llega en un momento a otro y estamos atendiendo un asunto importante.

—Si pero…

—Quisiera preguntarle.—dijo Dumbledore a zircón. —Qué hacia usted en ese armario.

—Intentaba no llamar la atención y hablar con Sirius. Es de vital importancia.

—¿Y no pudo esperar?

—No. No puede esperar y me enteré por el mismo: que no habría como todos los años, un descanso por navidad. Me urge en verdad atender mi petición hacia… él. Es el único que aparentemente entiende mi situación. Una situación que ofendería a mi diamante.

Cuando dijo diamante suponía que era la chica que salvó a Gagnon, ahora entendía que el Slytherin podría ser una chica. ¡No era totalmente gay! Eso había sacado una sonrisa de sus labios.

—El señor Universe debe estar en la clase de pociones.

—Recuerdo que él pone total atención en esa materia.

—Si, claro.—dijo Harry recordando que posiblemente estaría envenenado.

—No es mi infortunio molestarlo pero necesito.—recalcó en la palabra necesito.—Hablar con él.

—Claro que sí. Mandaré a un estudiante que le envie a las mazmorras, pero le voy a pedir que no venga de este modo, si un estudiante o profesor le hubiera visto, ellos habrían atacado a la brevedad.

—Es verdad, corria el riesgo. Y le aseguro que Sirius Universe es capaz de molestarse demasiado.  Pero por favor entienda que mi labor por resguardar la integridad y honor de mi diamante finado, es primero que mi bienestar propio.

¿Entonces el diamante estaba muerto? Harry sintió que su magullado orgullo se volvió a sentir más magullado.  

—Sirius debió contarle la situación actual.—dijo Dumbledore con el ceño levemente fruncida.

—Claro. 3 chicas enfermas. Una de ellas esta en el bosque aun. Un asesino en medio castillo paseándose a sus anchas. Lo entiendo. No crea que no conozco los detalles.

El profesor Dumbledore afirmó con la cabeza y en ese instante llegó el señor Olivander, muy contento de librarse de Rita Skeeter, Harry se apresuró a volver al aula. Los otros campeones ya estaban sentados en sillas cerca de la puerta, y él se sentó rápidamente al lado de Cedric y observó la mesa cubierta de terciopelo, donde ya se encontraban reunidos cuatro de los cinco miembros del tribunal: el profesor Karkarov, Madame Maxime, el señor Crouch y Ludo Bagman. Rita Skeeter tomó asiento en un rincón. Harry vio que volvía a sacar el pergamino del bolso, lo extendía sobre la rodilla, chupaba la punta de la pluma a vuelapluma y la depositaba sobre el pergamino y Zircón salió de allí acompañada de otro alumno de Ravenclaw que estaba allí por si había algo que se ofreciera.

—Permitanme que les presente al señor Ollivander —dijo Dumbledore, ocupando su sitio en la mesa del tribunal y dirigiéndose a los campeones—. Se encargará de comprobar sus varitas para asegurarse de que se hallan en buenas condiciones antes del Torneo. Harry miró hacia donde señalaba Dumbledore, y dio un respingo de sorpresa al ver al anciano mago de grandes ojos claros que aguardaba en silencio al lado de la ventana. Ya conocía al señor Ollivander. Se trataba de un fabricante de varitas mágicas al que hacía más de tres años, en el callejón Diagon, le había comprado la varita que aún poseía.

—Mademoiselle Delacour, ¿le importaría a usted venir en primer lugar? —dijo el señor Ollivander, avanzando hacia el espacio vacío que había en medio del aula. Fleur Delacour fue a su encuentro y le entregó su varita. Como si fuera una batuta, el anciano mago la hizo girar entre sus largos dedos, y de ella brotaron unas chispas de color oro y rosa. Luego se la acercó a los ojos y la examinó detenidamente.

—Sí —murmuró—, veinticinco centímetros... rígida... palisandro... y contiene... ¡Dios mío!...

—Un pelo de la cabeza de una veela, —dijo Fleur— una de mis abuelas.

De forma que Fleur tenía realmente algo de veela, se dijo Harry, pensando que debía contárselo a Ron.

—Sí —confirmó el señor Ollivander—, sí. Nunca he usado pelo de veela. Me parece que da como resultado unas varitas muy temperamentales. Pero a cada uno la suya, y si ésta le viene bien a usted... Pasó los dedos por la varita, según parecía en busca de golpes o arañazos. Luego murmuró: —¡Orchideous! —Y de la punta de la varita brotó un ramo de flores—. Bien, muy bien, está en perfectas condiciones de uso —declaró, recogiendo las flores y ofreciéndoselas a Fleur junto con la varita—. Señorita Sirakov, sigue usted.

La chica avanzó como si se tratase de un juego, Igor Karkarov le miró como si se hubiese arrepentido de la decisión de usarla a ella. Ella parecía bastante confiada en ganar en el torneo y fue hasta donde estaba el señor Olivander.

—Si… de los fabricantes de Gregorovitch Un excelente fabricante, aunque su estilo no acaba de ser lo que yo... Sin embargo... Levantó la varita para examinarla minuciosamente, sin parar de darle vueltas ante los ojos. –Madera de pino, 24 centimetros, rigida con nucleo de fibra de dragón. ¡Papilionem!

Una hermosa bandada de mariposas que posaron en las cabezas de los brujos pero poco salieron por la ventana alegremente.

—Bien. Señor Diggory, ahora usted por favor… ¡Ah!, veamos, ésta la hice yo, ¿verdad? —dijo el señor Ollivander con mucho más entusiasmo, cuando Cedric le entregó la suya—. Sí, la recuerdo bien. Contiene un solo pelo de la cola de un excelente ejemplar de unicornio macho. Debía de medir diecisiete palmos. Casi me clava el cuerno cuando le corté la cola. Treinta centímetros y medio... madera de fresno... agradablemente flexible. Está en muy buenas condiciones... ¿La trata usted con regularidad?

—Le di brillo anoche —repuso Cedric con una sonrisa.

Harry miró su propia varita. Estaba llena de marcas de dedos. Con la tela de la túnica intentó frotarla un poco, con disimulo, pero de la punta saltaron unas chispas doradas. Fleur Delacour le dirigió una mirada de desdén, y desistió.

—Señor Bellarose. Por favor.

El muchacho afeminado apareció con su varita que se trataba de una varita bonita, parecía ser que él si le daba mantenimiento a su varita mágica, una costumbre normal para los de Beaxbatons.

—Una excelente varita de Acacia, 30 centimientos de largo, agradablemente flexible con núcleo de crin de unicornio. Excelente para encantamientos avanzados. ¡Cerasius!

Un agradable olor a flores invadió el cuarto, Harry se dio vuelta si se trataba del Slytherin pero en realidad no. Se trataba del encantamiento que hizo el señor Olivander cuando pudo ver los pétalos de flor que caían grácilmente.

—Excelente.—le entregó la varita a Bellerose.—Señor Krum, usted es el siguiente.

Con paso firme fue hasta donde estaba el anciano. Le tendió su varita con una mano.

—Sí... ¿Madera de carpe y fibra sensible de dragón? —le preguntó a Krum, que asintió con la cabeza—. Bastante más gruesa de lo usual... bastante rígida... veintiséis centímetros... ¡Avis!

La varita de carpe produjo un estallido semejante a un disparo, y un montón de pajarillos salieron piando de la punta y se fueron por la ventana abierta hacia la pálida luz del sol. —Bien —dijo el viejo mago, devolviéndole la varita a Krum—. Ahora queda... el señor Potter

Harry se levantó y fue hasta el señor Ollivander cruzándose con Krum. Le entregó su varita. —¡Aaaah, sí! —exclamó el señor Ollivander con ojos brillantes de entusiasmo—. Sí, sí, sí. La recuerdo perfectamente. Harry también se acordaba. Lo recordaba como si hubiera sido el día anterior.

El señor Ollivander se había quedado muy sorprendido de que a Harry le fuera tan bien aquella varita. «Curioso —había dicho—... muy curioso.» Y sólo cuando al fin Harry le preguntó qué era lo curioso, le había explicado que la pluma de fénix de aquella varita provenía del mismo pájaro que la del interior de la varita de lord Voldemort.

Harry no se lo había dicho a nadie. Le tenía mucho cariño a su varita, y no había nada que pudiera hacer para evitar aquel parentesco con la de Voldemort, de la misma manera que no podía evitar el suyo con tía Petunia. Pero esperaba que el señor Ollivander no les revelara a los presentes nada de aquello. Le daba la impresión de que, silo hacia, la pluma a vuelapluma de Rita Skeeter explotaría de la emoción.

El anciano mago se pasó mucho más rato examinando la varita de Harry que la de ningún otro. Pero al final hizo manar de ella un chorro de vino y se la devolvió a Harry, declarando que estaba en perfectas condiciones.

—Gracias a todos —dijo Dumbledore, levantándose—. Ya pueden regresar a clase. O tal vez sería más práctico ir directamente a cenar, porque falta poco para que terminen...

Harry se levantó para irse, con la sensación de que al final no todo había ido mal aquel día, pero el hombre de la cámara de fotos negra se levantó de un salto y se aclaró la garganta.

—¡Las fotos, Dumbledore, las fotos! —gritó Bagman—. Todos los campeones y los miembros del tribunal. ¿Qué te parece, Rita?

—Eh... sí, ésas primero —dijo Rita Skeeter, poniendo los ojos de nuevo en Harry—. Y luego tal vez podríamos sacar unas individuales.

Las fotografías llevaron bastante tiempo. Dondequiera que se colocara, Madame Maxime le quitaba la luz a todo el mundo, y el fotógrafo no podía retroceder lo suficiente para que ella cupiera. Por último se tuvo que sentar mientras los demás se quedaban de pie a su alrededor. Karkarov se empeñaba en enroscar la perilla con el dedo para que quedara más curvada. Krum, a quien Harry suponía acostumbrado a aquel tipo de cosas, se escondió al fondo para quedar medio oculto. El fotógrafo parecía querer que Fleur se pusiera delante, pero Rita Skeeter se acercó y tiró de Harry para destacarlo. Luego insistió en que se tomaran fotos individuales de los campeones, tras lo cual por fin pudieron irse.

Cuando bajo a cenar encontró a Universe rabiar de coraje, parecía que iba a matar a alguien pero cuando lo vio se calmó. Allí estaba la chica llamada zircón y lo único que podría escuchar era un reproche.

— … ¿Cómo piensas mover el palanquín si necesitas la gema de mi hermoso diamante?

—Tengo mis métodos.

—¡Si piensas moverlo por la fuerza vas a destruirlo…!

La cara de Universe se contorsionó hasta tal punto de la desesperación. El campeón de Beauxbatons le miró como si fuera poca cosa pero ahora que lo veía quizá era por la chamarra rosada que se había puesto para cubrirse del frio y la bufanda de un tono más pálido.


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