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Harry Potter y el misterio del diamante. por Maryk0k0

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Notas del capitulo:

Va de regalo

Al dia siguiente, Harry no se quería despertar. Es decir, iria con Universe. Por todo el cosmos infinito, iria con Sirius Universe. Lo único que podría regordearse es que Universe estaba tan molesto como él. Y para rematar, aquella mañana despertó bastante incomodo.

Le habian dicho que para él estaba prohibido tener que masturbarse pero realmente lo necesitaba en ese momento, amaneció duro como consecuencia de un sueño erotico.

Trató de no recordar su sueño pero “el Slytherin” se había convertido en un joven Snape y se daba apacionados besos candentes. Harry y él jugaban a morderse los labios mientras que el joven Snape le tocaba allá abajo, ahora que estaba conciente que era un doncel y podría tocar ese hoyo debajo de sus nueces podría quedar aun más prendido con ese sueño.

Y luego, cambió al rostro y cuerpo de Universe.

Lo peor es que seguía besándolo y tocandolo como si no fuera nada, podría incluso oler el olor a miel de Universe de su cabello.

Y luego despertó con semejante traidor muy despierto. 

 Ron, quién ya no buscaba traicionarlo una vez más, no le dijo a nadie con iria. Seamus y Dean irían al baile como pareja mientras abrían los regalos de navidad, Harry tomó sus calcetines que tenían el nombre de Dobby.

Pensaba que a Dobby le iria bien donde quiera que estuviera, no tenia idea de donde se encontraba pero dudaba que el elfo supiera leer y escribir, Harry estaba un poco avergonzado pero no sabía que comprarle al elfo pero de todos modos, no sabía donde estaba el elfo domestico.  

—No somos novios.—dijo Seamos a Ron.—Sólo somos amigos con intereses en común.

Si, eso era un pretexto.

—¿Vas a ir tu con Harry?

—No. Él irá con alguien más.—se ruborizó Ron.

—¿Por qué no hablas, Harry?—Dean le aventó una almohada a la cabeza.

Harry sonrió de ironia.

—Porque hoy es un maravilloso día para pasar vergüenza.

Ron se carcajeó pero no le dijo a Seamus ni a Dean a qué se refería. Hermione no se apareció en todo el día, según sus compañeras de cuarto, ella se preparaba el cabello. Y si, seguía enojada con su amigo por decir que saldrían con un par de trols y lo peor es que tenía razón, ÉL, saldría con un trol. Un trol enano.

Cuando bajaron a desayunar, todos le mortificaban sobre con quién iba a salir. Harry le miró feo a Ron como si él hubiera dicho quién porque parecía tan molesto que él no consiguió a nadie y todavía saldría con un chico del que además él era un omega y apenas se haya dado cuenta.

Rossend y Amycus se sentaron al frente suyo.

—¿Es cierto, Potter?—dijo Rossend con molestia.

—¿Acerca de qué?

—Que vas a salir con… Sirius.—dijo Amycus.

Miró feo a Ron pero los gemelos le fulminarón con la mirada a él.

—Él nos lo dijo. Él esta furioso… pero como a veces le da por mentir… pensamos que eso era.

—¿Universe les dijo?

—Si, mandó una carta rápida a Amycus. Sólo quiero saber si es verdad.

—Si.—dijo Harry con la voz quedita que pudo.

Los gemelos se miraron entre sí.

—¿Por qué no vas con Hermione Granger?

—Ella ya tiene pareja.

—Weasley te la puede prestar mientras abres el baile. No tienes porque hacerle pasar un ridículo así.

—Yo no lo elegi. No encontré a nadie. Y Hermione dijo que no.

Los gemelos se miraron entre sí.

—Demonios, Potter.—murmuró Rossend.—El año próximo es el ultimo año de él ¿y piensas mortificarlo hasta el ultimo momento?

Miró a Rossend con sorpresa.

—Yo no lo sabia…

—Él ya tiene pareja.—murmuró entre dientes Amycus.

—Pero él dijo que no perdería su tiempo con bailes…

—No grandísimo animal. Tiene—una—chica.

—Es hermosa.

—Su perla preciosa.

—Y no vas a tomar su lugar ¿Comprendiste?

Él no pensaba tomar el lugar de nadie. Además el más ofendido debería ser Universe, no ellos, Harry vio la mesa de Slytherin donde Universe no parecía querer comer nada del desayuno.

—Ya le viste esa cara… —señaló Rossend.

—O esta pensando en las gemas corruptas o en Malaquite o en mamá o en el estúpido baile.

—Más le vale que busque a nuestra perla o…

-¿Perla?

-Ya sabes, ella es nuestra…

Rossend no quizó entrar más en detalles pero entendió un poco ¿Quizó decir madre?

—¿Qué la busque?—dijo Harry confundido. ¿Por qué tendría que pensar en la madre de esos dos?

—Ella está perdida con nuestro hermano…—dijo Rossend.

—Sabes que ella es bastante capaz para enfrentarse a cualquier cosa.—dijo Amycus.—Ella no es una damisela en peligro.

—Bien, Potter. Te lo advierto, no intentes nada con él. ¿Me oyes?

—Solo será un baile.—dijo Harry.—Donde ambos haremos el ridículo.

—¿Recuerdas lo que te dije cuando destruimos el ojo de tigre?

El afirmó con la cabeza.

—Entenderás que a él no le importa tener parejas, esta dedicado a buscar soluciones ¿Me oyes?

Los gemelos se marcharon, parecían gruesos soldados los dos juntos. ¿Le quería decir Rossend que Universe y el Slytherin eran el mismo? Esperaba que no fuera así, es decir, no es como si no quisiera saber quien era él pero no quería que fuese Universe. Tristemente, Harry fue a vestirse para el gran ridículo, se bañó, se vistió y se peinó rápido. Ron le siguió con la túnica que su madre le habia empaquetado y le habia reducido los olantes.

—Me veo tan ridículo.—dijo Ron molesto viendo a Harry sin pensar que él haría el ridículo aun en túnica de gala.—¿Por qué tu tienes una túnica normal y yo no?

—¿Y has intentado quitarle los volantes a mano?—dijo Dean.

—¡Ya lo intenté!

Los chicos que ya estaban listos esperaron en medio del vestíbulo, Harry quien no habia visto a Hermione la esperó para que terminara de arreglarse pero no aparecía en ningun lado. Él vio su reloj, era tan rápido el tiempo que pasó. Llegó la maldita hora en la que abrirían el baile.

Alli estaba Universe, se mostraba realmente enfadado. Como lo habría estado cualquiera que le obligaran a asistir a un baile obligatorio. Miró a Rita Skeeter que cubria el encabezado junto con su fotógrafo sobre el gran baile de navidad, donde Harry saldrían con un chico bajito, un camaroncito. Se tapó la cara, tenia tanto miedo. Hechizaria a cualquiera que preguntara algo indebido.

—Creía que no saldrías a bailar.—dijo Bellerose a Universe. —¿Quién es tu pareja?

—Tu no.—murmuró molesto.

—No debes tener vergüenza por salir con alguien, yo creo que deberías mostrar alguno de tus habilidades de danza pero supongo que alguien tan gordito no tendría habilidad alguna.

—Pues mi apariencia engaña.—expectó con fastidio.—Soy un explendido bailarin. Lo que me irrita es perder un dia de mi precioso tiempo.

Miró a Harry se mostraba realmente enfadado.

—Valla Universe, parece que no te diviertes con nada.—dijo Ron sorprendido.

—¿Divertirse? Yo no tengo tiempo para eso.

Él ya habia escuchado que Universe odiaba el quidditch, odiaba salir a Hogsmade y si lo hacia era para una compra de urgencia, de verdad se la pasaba en la biblioteca y salía para comer, ir a clases o ir al sanitario pero nunca le habia visto inscripto en alguna actividad o club. Harry ladeo la cabeza. ¿Por qué se la pasaba leyendo y practicando artes oscuras pero no era bueno en nada? Los profesores decían que sus trabajos eran sencillos y flojos, sin esfuerzo ¿Entonces que era lo que él hacia y si era bueno con la magia porque él no parecía bueno con los demás, como si… como si?

Como si se esforzara en mostrar lo que era a alguien más. Fingia lo que él era. Fingia que era otra persona. Fingia imcopetencia pero ese año él no mostraba ser un idiota porque habia otra causa mayor, las monstruos, las chicas perdidas. Parecía cansado y triste, como si él fuera a enfrentarse a las pruebas. Eso era porque él era “el Slytherin”. ¿Pero porque fingir un personaje estúpido?

—¿Y quien es tu pareja, pequeño?

Él se fue a tomar aire. Si, necesitaba todo el aire que pudiera. Los gemelos Pink estaban allí viéndolo como a una presa.

Llegaron unos cuantos de Slytherin subiendo la escalera desde su sala común, que era una de las mazmorras. Malfoy iba al frente. Llevaba una túnica negra de terciopelo con cuello alzado, y Harry pensó que le daba aspecto de cura. De su brazo iba Pansy Parkinson, con una túnica de color rosa pálido con muchos volantes. Tanto Crabbe como Goyle iban de verde: parecían cantos rodados cubiertos de musgo, y, como Harry no se alegró de comprobar habían logrado encontrar pareja.

Se abrieron las puertas principales de roble, y todo el mundo se volvió para ver entrar a los alumnos de Durmstrang con el profesor Karkarov. Krum iba al frente del grupo, acompañado por una muchacha preciosa vestida con túnica azul a la que Harry no conocía.

Por encima de las cabezas pudo ver que una parte de la explanada que había delante del castillo la habían transformado en una especie de gruta llena de luces de colores. En realidad eran cientos de pequeñas hadas: algunas posadas en los rosales que habían sido conjurados allí, y otras revoloteando sobre unas estatuas que parecían representar a Papá Noel con sus renos. En ese momento los llamó la voz de la profesora McGonagall:

—¡Los campeones por aquí, por favor!

Los ojos de Universe que estaban inexpresivos se encontraron con los de Harry. Demonios, hasta él estaba angustiado. Bellerose salía con un chico bastante guapo pero al igual que Universe y él, no parecía gustarle estar allí.

—¿Ya quieres hacer el ridículo?—dijo Universe a Harry.

La profesora McGonagall, que llevaba una túnica de tela escocesa roja y se había puesto una corona de cardos bastante fea alrededor del ala del sombrero, les pidió que esperaran a un lado de la puerta mientras pasaban todos los demás: ellos entrarían en procesión en el Gran Comedor cuando el resto de los alumnos estuviera sentado.

Fleur Delacour y Roger Davies se pusieron al lado de las puertas: Davies parecía tan aturdido por la buena suerte de ser la pareja de Fleur que apenas podía quitarle los ojos de encima. Cedric y Cho estaban también junto a Harry, quien no los miró para no tener que hablar con ellos. Bellerose iba con el chico y si lo recordaba era de Ravenclaw y lo tomaba a él como el caballero. Entonces volvió a mirar a la chica que acompañaba a Krum. Y se quedó con la boca abierta.

Era Hermione.

Pero estaba completamente distinta. Se había hecho algo en el pelo: ya no lo tenía enmarañado, sino liso y brillante, y lo llevaba recogido por detrás en un elegante moño. La túnica era de una tela azul, y su porte no era el de siempre, o tal vez fuera simplemente la ausencia de la veintena de libros que solía cargar a la espalda. Ella también sonreía (con una sonrisa nerviosa, a decir verdad).

—¡Hola, Harry! —saludó ella—¿Qué hace Universe aquí?

Nadie habia volteado a ver a Universe debido a que era alguien cortito pero ahora que su amiga lo habia mencionado, le miraron con sorpresa. El joven Universe traía una túnica de gala negra con botones de oro y un medallón de oro con un diamante rosado en el centro, su cabello estaba en media cola y un sombrero de brujo con la constelación de Orión impresa, de cerca parecía que le estaba saliendo la barba.

—¿Te negaste a salir conmigo para ir con él?—dijo Bellerose ofendido.

—Callate o te pego.—dijo Universe muy ufano.

Cuando se abrieron las puertas del Gran Comedor, Pansy Parkinson miró a Hermione con la boca abierta al pasar con Malfoy, que ni siquiera fue capaz de encontrar un insulto con el que herirla. Ron, sin embargo, pasó por su lado sin mirarla. Cuando todos se hubieron acomodado en el Gran Comedor, la profesora McGonagall les dijo que entraran detrás de ella, una pareja tras otra. Lo hicieron así, y todos cuantos estaban en el Gran Comedor los aplaudieron mientras cruzaban la entrada y se dirigían a una amplia mesa redonda situada en un extremo del salón, donde se hallaban sentados los miembros del tribunal.

Habían recubierto los muros del Gran Comedor de escarcha con destellos de plata, y cientos de guirnaldas de muérdago y hiedra cruzaban el techo negro lleno de estrellas. En lugar de las habituales mesas de las casas había un centenar de mesas más pequeñas, alumbradas con farolillos, cada una con capacidad para unas doce personas salvo una que tenia el tamaño para al menos 20 personas. Ron quien estaba solo miró desde las mesas a Hermione.

Dumbledore sonrió de contento cuando los campeones se acercaron a la mesa principal. La expresión de Karkarov, en cambio, recordaba más bien a la de Ron al ver acercarse a Krum y Hermione. Ludo Bagman, que aquella noche llevaba una túnica de color púrpura brillante con grandes estrellas amarillas, aplaudía con tanto entusiasmo como cualquiera de los alumnos. Y Madame Maxime, que había cambiado su habitual uniforme de satén negro por un vestido de seda suelto de color azul lavanda, aplaudía cortésmente.

Pero faltaba el señor Crouch, como no tardó en notar Harry. El quinto asiento de la mesa estaba ocupado por Percy Weasley. Cuando los campeones y sus parejas llegaron a la mesa, Percy retiró un poco la silla vacía que había a su lado, mirando a Harry. Éste entendió la indirecta y se sentó junto a Percy, que llevaba una reluciente túnica de gala de color azul marino, y lucía una expresión de gran suficiencia.

—Me han ascendido —dijo Percy antes de que a Harry le diera tiempo a preguntarle y con el mismo tono que hubiera empleado para anunciar su elección como gobernador supremo del Universo—. Ahora soy el ayudante personal del señor Crouch, y he venido en representación suya.

—¿Por qué no ha venido él? —preguntó Harry. No le apetecía pasarse la cena escuchando una disertación sobre los culos de los calderos.

—Lamento tener que decir que el señor Crouch no se encuentra bien, nada bien. No se ha encontrado bien desde los Mundiales. No me sorprende: es el exceso de trabajo. No es tan joven como antes. Aunque sigue siendo brillante, desde luego: su mente si que es la misma de siempre. Pero la Copa del Mundo resultó un fiasco para el Ministerio, y además el señor Crouch sufrió un revés personal muy duro a causa del comportamiento indebido de su elfina doméstica, Blinky o como se llame. Como era natural, él la despidió inmediatamente después del incidente; pero, bueno, aunque se las apaña, como yo digo, la verdad es que necesita que lo cuiden, y me temo que desde que ella no está en la casa su vida es mucho menos cómoda. Y a continuación tuvimos que preparar el Torneo, y luego vinieron las secuelas de los Mundiales, con esa repelente Skeeter dando guerra. Pobre hombre, está pasando unas Navidades tranquilas, bien merecidas. Estoy satisfecho de que supiera que contaba con alguien de confianza para ocupar su lugar.

Harry estuvo muy tentado de preguntarle si el señor Crouch ya había dejado de llamarlo Weatherby, pero se contuvo. Aún no había comida en los brillantes platos de oro; sólo unas pequeñas minutas delante de cada uno de ellos. Harry cogió la suya como dudando, y miró a su alrededor. No había camareros. Observó que Dumbledore leía su menú con detenimiento y luego le decía muy claramente a su plato:

—¡Chuletas de cerdo! Y las chuletas de cerdo aparecieron sobre él.  Captando la idea, los restantes comensales también pidieron a sus respectivos platos lo que deseaban. Harry le echó una mirada a Hermione para ver qué le parecía aquel nuevo y más complicado sistema de cena, que seguramente implicaría más trabajo para los elfos. Pero, por una vez, Hermione no parecía acordarse de la P.E.D.D.O. La fundación con la que ayudaría a los elfos domesticos a tener salarios dignos y mejores condiciones laborales y sobre todo que no fueran convertidos en vino: estaba absorta en su charla con Viktor Krum, y ni siquiera parecía ver lo que comía. Harry se dio cuenta de que hasta entonces no había oído hablar a Viktor, pero en aquel momento lo estaba haciendo, y con mucho entusiasmo.

—Bueno, «nosotrros» tenemos también un castillo, no tan «grrande» como éste, ni tan «conforrtable», me «parrece» —le decía a Hermione—. Sólo tiene «cuatrro» pisos, y las chimeneas se «prrenden» únicamente por motivos mágicos. Pero los terrenos del colegio son aún más amplios que los de aquí, aunque en «invierrno» apenas tenemos luz, así que no los «disfrrutamos» mucho. «Perro» en «verrano» volamos a «diarrio», «sobrre» los lagos y las montañas.

—¡Para, para, Viktor! —dijo Karkarov, con una risa en la que no participaban sus fríos ojos—. No sigas dando más pistas, ¡o tu encantadora amiga sabrá exactamente dónde se encuentra el castillo!

Dumbledore sonrió, no sólo con la boca sino también con la mirada.

—Con todo ese secretismo, Igor, se podría pensar que no quieres visitas.

—Bueno, Dumbledore —dijo Karkarov, mostrando plenamente sus dientes amarillos—, todos protegemos nuestros dominios privados, ¿verdad? ¿No guardamos todos con celo los centros de saber en que se aprende lo que nos ha sido confiado? ¿No tenemos motivos para estar orgullosos de ser los únicos conocedores de los secretos de nuestro colegio? ¿No tenemos motivos para protegerlos?

—¡Ah, yo nunca pensaría que conozco todos los secretos de Hogwarts, Igor! —contestó Dumbledore en tono amistoso—. Esta misma mañana, por ejemplo, me equivoqué al ir a los lavabos y me encontré en una sala de bellas proporciones que no había visto nunca y que contenía una magnífica colección de orinales. Cuando volví para contemplarla más detenidamente, la sala había desaparecido.

Pero tengo que estar atento a ver si la vuelvo a ver: tal vez sólo sea accesible a las cinco y media de la mañana, o aparezca cuando la luna está en cuarto creciente o menguante, o cuando el que pasa por allí tiene la vejiga excepcionalmente llena.

Harry resopló mirando su plato de gulasch. Percy fruncía el entrecejo, pero Harry hubiera jurado que Dumbledore le había guiñado un ojo.

Mientras tanto, Fleur Delacour criticaba la decoración de Hogwarts hablando con Roger Davies.

—Esto no es nada —decía, echando una despectiva mirada a los centelleantes muros del Gran Comedor—. En Navidad, en el palacio de Beauxbatons tenemos «escultugas» de hielo en todo el salón «comedog». «Pog» supuesto, no se «deguiten»: son como «enogmes» estatuas de diamante, «bgillando pog» todos lados. Y la comida es sencillamente «sobegbia». Y tenemos «cogos» de ninfas de «madega» que nos cantan «seguenatas mientgas» comemos. En los salones no hay ni una de estas feas «agmadugas», y si «entgaga» en Beauxbatons un poltergeist lo «expulsaguíamos» de inmediato —añadió, dando un golpe en la mesa con la mano.

Roger Davies la miraba con expresión pasmada, y no acertaba a apuntar con el tenedor cuando pretendía metérselo en la boca. Harry tenía la impresión de que Davies estaba demasiado ocupado mirando a Fleur para enterarse de lo que ella decía.

—Tienes toda la razón —dijo apresuradamente, pegando otro golpe en la mesa con la mano—: de inmediato, sí señor.

Harry echó una mirada al Gran Comedor. Hagrid se hallaba sentado a una de las otras mesas de profesores. Había vuelto a ponerse el horrible traje peludo de color marrón y miraba a la mesa en que Harry se encontraba. Harry lo vio saludar con la mano, y que Madame Maxime, con sus cuentas de ópalo que brillaban a la luz de las velas, le devolvía el saludo.

—Tu pareja no habla.—dijo Percy a Harry.

Miró a Universe que comia en silencio. Parecia realmente angustiado por el baile pero todos le vieron que seria pareja de él. Ya debería acostumbrarse, ninguno le habia dicho nada de nada hasta ahora.

—Nos han obligado.

—Ya lo entiendo.—dijo Percy.—¿Y qué cuentas? Supongo que en Slytherin te tratan bien…

No contesto nada, él estaba realmente comiendo muy lentamente la comida.

—¿Eh?—murmuró Sirius Universe cuando Harry le dio un codazo.—Lo siento, estaba pensando. ¿Qué me preguntaste?

—¿Estas nervioso por el baile? No serás el único.—dijo Percy mirando a Bellerose.

—No estoy pensando en el baile en si.

—Oh… ¿Entonces…?

Miró el cielo estrellado y luego el medallón.

—¿Por qué me puse esta cosa?—se preguntó a si mismo.—Si alguien me ve esta cosa, mi cabeza rodará.

Se imaginaba su cabeza rodando con todo cabello largo, él no intentó ocultar el medallón, suponía que era para cuando abriera el baile y volverlo a guardar para alguna otra ocación, Universe no parecía estar en su momento más brillante. De un momento a otro resoplaba, parecía realmente pensativo.  

Cuando se acabó la cena, Dumbledore se levantó y pidió a los alumnos que hicieran lo mismo. Entonces, a un movimiento suyo de varita, las mesas se retiraron y alinearon junto a los muros, dejando el suelo despejado, y luego hizo aparecer por encantamiento a lo largo del muro derecho un tablado. Sobre él aparecieron una batería, varias guitarras, un laúd, un violonchelo y algunas gaitas.

Las Brujas de Macbeth subieron al escenario entre aplausos entusiastas. Eran todos melenudos, e iban vestidos muy modernos, con túnicas negras llenas de desgarrones y aberturas. Cogieron sus instrumentos, y Harry, que los miraba con tanto interés que no advertía lo que se avecinaba, comprendió de repente que los farolillos de todas las otras mesas se habían apagado y que los campeones y sus parejas estaban de pie.

—Se supone que debemos bailar.

Al levantarse, Harry tropezó con la túnica. Las Brujas de Macbeth empezaron a tocar una melodía lenta, triste. Harry fue hasta la parte más iluminada del salón, evitando cuidadosamente mirar a nadie (aunque vio a Seamus y Dean, que lo saludaban con una risita burlona), y, al momento siguiente, Universe colocó una mano en su cintura, se habia puesto realmente colorado y le agarró la otra fuertemente con la mano. El vals empezó de forma triste y solemne.

Estaba tan ruborizado que si los demás veian una esfera dando círculos en la pista y no le sorprendería que fuera él mismo. Universe no parecía muy nervioso que digamos y solo se limitó en ver feo a Bellerose cuando se aproximaron a ellos.

Vio varios flashes pero no sabia de donde provenían ni nada por el estilo, Harry se limitó a ver hacia Universe, hizo todo lo posible por ver al niño solamente. No quería ver los rostros de los demás de como se burlaban de él.   

Miraba por encima de la gente, que muy pronto empezó a unirse al baile, de forma que los campeones dejaron de ser el centro de atención. Neville y Ginny bailaban junto a ellos: vio que Ginny hacia muecas de dolor con bastante frecuencia, cada vez que Neville la pisaba.

Dumbledore bailaba con Madame Maxime. Era tan pequeño para ella, que apenas llegaba con la punta de su alargado sombrero a hacerle cosquillas en la barbilla, pero ella se movía con bastante gracia para el tamaño que tenía. Ojoloco Moody bailaba muy torpemente con la profesora Sinistra, que parecía temer a la pata de palo.

—Bonitos calcetines, Potter —le dijo Moody al pasar a su lado, viendo con su ojo mágico a través de la túnica de Harry.

—¡Eh... sí! Dobby el elfo me los dio —le respondió Harry.

Como habia dicho Universe, era un buen bailarin. Realmente lo era. Lo siguió durante todo el baile. Luego le miró a los ojos y parecía que veía al Slytherin através de sus ojos… volvió a verlo a los ojos, sus ojos eran ¿Rosas?

Nunca habia visto a Universe tan cerca. Sus ojos eran rosados pero de un color bastante oscuro, de lejos parecían ser castaños pero no rosas. Ahora entendia lo que habia dicho el Slytherin. Era un hibrido. Nadie habia prestado en ese detalle, ni siquiera el profesor Snape pero era normal si solo se metia entre libros y libros.  

Él era el Slytherin. Sin duda era el mismo que rescató a Sirius Black y a su hermano. Era quién rescató las cocinas y era el mismo que rescató a Gagnon y sus amigas luego de la selección de campeones. Pero en esos momentos, no tenía la cara burlona, sino una bastante preocupada. Ahora entendia que su preocupación era por aquellas tres chicas perdidas. Hermione pasó a su lado pero no le hizo caso. Pero para su pesar pasó Malfoy.

—Potter. No sabía que te gustará Universe.

—Callate Malfoy.—le dijo mientras que Draco sonreía con discreción.

—Oh no, le decía a Pansy que te ves bien con Universe, realmente se ve más varonil a comparación tuya y esa barba descuidada Universe, se ve bien en ti.

El niño le miró con enfado. La verdad no entendia porque se dejó la barba así.

—Quizá en otro momento te muestre su diamante que tiene en el ombligo.—dijo Pansy.

En otro momento él haría lo que sea por esa información pero en esos momentos parecia darse un fiasco. El Slytherin miró a Pansy con sorpresa pero Harry no comprendió lo que quizó decir hasta que… ¡Demonios, pensarían que serian amantes!

No sabia si le habian sacado fotos mientras bailaba con Universe pero el fotógrafo les vino de desprevenido. Y como un tiburón en medio de la muchedumbre estaba Rita Skeeter quien le miraba con una sonrisa asquerosa.

—No—puede—ser.—dijo Harry sorprendido mientras bailaban.

—Me pregunto quien fue el imbécil que pidió cubrir la nota para el profeta.—dijo Sirius Universe pero pasaron cerca de Dumbledore.

—Bagman pidió que viniera el fotógrafo. –dijo Dumbledore.

Al director le brillaban los ojos llenos de ira pero sabía que no iba dirigido a ninguno de los dos.

—Perdone la groseria.

—Lo dejaré pasar, señor Universe. Por cierto, Harry, más tarde pasa a mi despacho, tengo algo que darte.

El afirmó con la cabeza. ¿Y cuando se iba a acabar el baile? Parecia que llevaba tres largas horas en vez de tres minutos.

Harry escuchó con alivio el trémolo final de la gaita. Las Brujas de Macbeth dejaron de tocar, los aplausos volvieron a retumbar en el Gran Comedor y Harry soltó inmediatamente a Universe.

—Volveré a la biblioteca.—dijo Universe con un rostro lugumbre.

—Claro.

Los dos se regresaron a la mesa y habia chicos y chicas que estaban solos sin pareja queriendo bailar con uno de ellos, a Harry no se le habia bajado el calor de sus mejillas. Los gemelos Pink eran los más ceñudos.

—¿A dónde vas?—dijo Amycus.

—A la biblioteca.—dijo él sin ánimo de burlarse.

—¿Y a qué?—dijo Rossend.

—A leer todo lo que pueda hasta las 12 de la noche.—reprochó enfadado.—Ustedes vallan y bailen con ellas. Tengo cosas que atender.

Ninguna le llamaba la atención bailar con los enmascarados hermanos Pink pero a Harry le hacían proposiciones de baile, incluso con chicos. Él tuvo que decir que se habia cansado y prefirió ir con Ron.

—¿Qué hay? —le preguntó Harry a Ron, sentándose y abriendo una botella de cerveza de mantequilla. Ron no respondió. No quitaba ojo a Hermione y a Krum, que bailaban cerca de ellos.

—Te estaban sacando fotos y noté a varias chicas muy emocionadas.—dijo Ron.

No quería ver los titulares del diario del profeta. Harry se tapó los oídos nada más imaginárselos.

Hermione se acercó y se sentó en la silla que Parvati había dejado. Estaba un poco sofocada de tanto bailar.

—Hola —la saludó Harry. Ron no dijo nada.

—Hace calor, ¿no? —comentó Hermione abanicándose con la mano—. Viktor acaba de ir por bebidas.

—¿Viktor? —dijo Ron con furia contenida—. ¿Todavía no te ha pedido que lo llames «Vicky»?

Hermione lo miró sorprendida.

—¿Qué te pasa? —le preguntó.

—Si no lo sabes, no te lo voy a explicar —replicó Ron mordazmente. Hermione interrogó con la mirada a Harry, que se encogió de hombros.

—Ron, ¿qué...?

—¡Es de Durmstrang! —soltó Ron—. ¡Compite contra Harry! ¡Contra Hogwarts! Tú, tú estás... —Ron estaba obviamente buscando palabras lo bastante fuertes para describir el crimen de Hermione— ¡confraternizando con el enemigo, eso es lo que estás haciendo!

Hermione se quedó boquiabierta.

—¡No seas idiota! —contestó al cabo—. ¡El enemigo! No comprendo... ¿Quién era el que estaba tan emocionado cuando lo vio llegar? ¿Quién era el que quería pedirle un autógrafo? ¿Quién tiene una miniatura suya en el dormitorio? Ron prefirió no hacer caso de aquello.

—Supongo que te pidió ser su pareja cuando los dos estaban en la biblioteca.

—Sí, así fue —respondió Hermione, y sus mejillas, que estaban ligeramente subidas de color, se pusieron de un rojo brillante—. ¿Y qué?

—¿Qué pasó? ¿Intentaste afiliarlo a la P.E.D.D.O.?

—¡No, nada de eso! ¡Si de verdad quieres saberlo, me dijo que había ido a la biblioteca todos los días para intentar hablar conmigo, pero que no había conseguido armarse del valor suficiente!

Hermione dijo esto muy aprisa, y se ruborizó tanto que su cara adquirió el mismo tono que la túnica de Parvati.

—Sí, bien, eso es lo que él dice. —repuso Ron.

—¿Qué quieres decir con eso?

—¡Es que espera que lo ayudes a desentrañar el enigma del huevo! Supongo que durante esas encantadoras sesiones de biblioteca se han dedicado a pensar juntos...

—¡Yo nunca lo ayudaría a averiguar lo del huevo! —replicó Hermione, ofendida—. Nunca. ¡Cómo puedes decir algo así...! Yo quiero que el Torneo lo gane Harry, y Harry lo sabe, ¿o no?

—Tienes una curiosa manera de demostrarlo —dijo Ron de forma despectiva.

—¡Se supone que la finalidad del Torneo es conocer magos extranjeros y hacer amistad con ellos! —repuso Hermione con voz chillona.

—¡No, no lo es! —gritó Ron—. ¡La finalidad es ganar!

La gente empezaba a mirarlos.

—Ron —dijo Harry en voz baja—, a mí no me parece mal que Hermione haya venido con Krum...

Pero Ron tampoco le hizo caso a Harry.

—¿Por qué no te vas a buscar a Vicky? —dijo—. Seguro que se pregunta dónde estás.

—¡No lo llames Vicky! —Hermione se puso en pie de un salto y salió como un huracán hacia la zona de baile, donde desapareció entre la multitud. Con una mezcla de ira y satisfacción en la cara, Ron la vio irse.

—¿Dónde está Herr... mío... ne? —preguntó una voz.

Krum acababa de acercarse a la mesa con dos cervezas de mantequilla.

—Ni idea —respondió Ron con brusquedad, levantando la vista hacia él—. ¿Se te ha perdido?

Krum volvía a tener su gesto hosco.

—Bueno, si la ven, diganle que tengo las bebidas —dijo, y se fue con su paso desgarbado.

—Te has hecho amigo de Viktor Krum, ¿eh, Ron? —Percy se les había acercado y hablaba frotándose las manos y haciendo ademanes pomposos—. ¡Estupendo! Ésa es la verdadera finalidad del Torneo, ¿sabes?, ¡la cooperación mágica internacional!

Para disgusto de Harry, Percy se apresuró a ocupar el sitio de Universe. En aquel momento la mesa principal se hallaba vacía: el profesor Dumbledore bailaba con la profesora Sprout; Ludo Bagman, con la profesora McGonagall; Madame Maxime y Hagrid ocupaban un buen espacio mientras valseaban por entre los estudiantes, y al profesor Karkarov no se lo veía por ningún lado. Cuando terminó la siguiente pieza todo el mundo volvió a aplaudir, y Harry vio que Ludo Bagman besaba la mano de la profesora McGonagall y regresaba entre la multitud, hasta que lo abordaron Fred y George.

—¿Qué creen que hacen, molestando a los miembros del Ministerio? — refunfuñó Percy, mirando con recelo a Fred y George—. No hay respeto...

Pero Ludo Bagman se desprendió de Fred y George enseguida y, viendo a Harry, le hizo un gesto con la mano y se acercó a la mesa.

—Espero que mis hermanos no lo hayan importunado, señor Bagman —le dijo Percy de inmediato.

—¿Qué? ¡No, en absoluto, en absoluto! —repuso Bagman—. No, sólo querían decirme algo sobre esas varitas de pega que han inventado. Me han preguntado si yo podría aconsejarlos sobre mercadotecnia. Les he prometido ponerlos en contacto con un par de conocidos míos en la tienda de artículos de broma de Zonko...

 A Percy aquello no le hizo ninguna gracia, y Harry estuvo seguro de que se lo contaría a su madre en cuanto llegara a su casa. Daba la impresión de que los planes de Fred y George se habían hecho más ambiciosos de un tiempo a aquella parte, si esperaban vender al público. Bagman abrió la boca para preguntarle algo a Harry, pero Percy lo distrajo.

—¿Qué tal le parece que va el Torneo, señor Bagman? Nuestro departamento está muy satisfecho. Por supuesto, fue lamentable el contratiempo con el cáliz de fuego —miró fugazmente a Harry—, pero desde entonces parece que todo ha ido bien, ¿no cree?

—¡Ah, sí! —dijo Bagman muy alegre—, todo ha resultado muy divertido. ¿Cómo le va al viejo Barty? Qué pena que no haya podido venir.

—¡Ah, sin duda el señor Crouch no tardará en volver a la carga! —repuso Percy imbuido de importancia—. Pero, mientras tanto, estoy más que deseoso de mejorar las cosas. Por supuesto, no todo consiste en asistir a bailes... —Rió despreocupadamente—. Me las he tenido que ver con asuntos de todo tipo que han surgido en su ausencia. ¿No ha oído que han pillado a Alí Bashir intentando meter de contrabando en el país un cargamento de alfombras voladoras? Y luego hemos estado intentando que los transilvanos firmen la Prohibición universal de los duelos. Tengo una entrevista con el director de su Departamento de Cooperación Mágica para el año nuevo...

—Voy a la sala común —le susurró Ron a Harry— No quiero seguir dando motivos para que Rita Skeeter haga más noticias acerca de mi.


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