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Enséñame a amar por MissWriterZK

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—Te enseñaré todo lo que tú quieras. Quédate conmigo y te enseñaré otra manera de vivir y ver la vida... —contestó a mi suspiro, regresando a mis labios para besarlos con ternura. Se alejó de ellos y me besó la mejilla, la punta de la nariz y la frente.


—Pensar en que acabo de recuperaros y que des-pués de este curso no se sabe nada… Priya, no quiero tener que irme, ya sufrí bastante con mi chico. Me ha costado más de cuatro años poder pasar página y hay noches en las que me despierto sollozando. No quiero que me hagan daño y tampoco quiero hacerlo… —confesé, rompiendo en llanto. Esas inseguridades y pensamientos no dejaban de torturarme porque me vi muy sola y alejada de mis seres queridos, no quería volver a experimentarlo de nuevo.


—Shhhh, llora todo lo que necesites. Recuerda el carpe diem, disfruta del momento. Estoy aquí para ti, para lo que necesites… Te amo y eres una de mis mejores amigas, no quiero verte sufrir —susurró con ternura junto a mi oído, comenzando a acariciar mi largo y espeso cabello castaño para tranquilizarme—. ¿Yeleen ha vuelto a molestarte?


—No, creo que me equivoqué al juzgarla… No es mala persona, solo se siente muy presionada por el cargo de su madre como dueña de una de las galerías más prestigiosas, no quiere defraudarla ni ser una deshonra, por lo que el estrés deriva en esa personalidad. Hablamos como personas normales.


—Me alegro por ti y por ella. Si hubiera tenido algo que ver con el motivo de tus lágrimas, la mataría.


—¿Otra persona más a tu lista de homicidios? ¿Creía que Nath tenía preferencia?


—Cierto… Nath es un capullo que te ha hecho sentirte mal al no saber controlar a sus contactos… Creo que no es lo más adecuado que unaestudiante de Derecho quiera matar a alguien.


—Eso es cierto, pero conocerías tus condiciones como la palma de tu mano —bromeé hundiendo mi rostro en su pecho.


—¡Eh! Me haces cosquillas. Creo que no estás muy cómoda en este escritorio tan frío y duro, vamos a cambiar de sitio. —Con esas palabras, volví a verme en sus brazos, llevada como toda una princesa, cayendo ambas a la suavidad de mi cama de reducidas dimensiones.


Priya se encontraba recostada sobre uno de sus lados, apoyada en su codo y acariciando y mimando mis mechones castaños, sonriendo con ternura y calidez. El sol producía un efecto sublime en su piel y unos juegosde  sombras que le daban cierto misticismo.


—Eres tan perfecta que esto parece irreal… —susurré, llevando una de mis manos a su rostro para intentar memorizarlo, ella besaba mi mano y sonreía embobada.


—Tú eres perfecta también. Creo que me idolatras un poco. —La modestia era uno de sus fuertes también, una de las pocas cosas que eran capaces de sonrojarla eran los cumplidos.


—Te sonrojas con cualquier cumplido —bromeé, robándole un beso suave y corto.


—No cualquier cumplido, solo si eres tú quien los dice. —Me tomó por la muñeca para atraerme a ella y volver a besarme con profundidad y pasión. Podría estar así toda una eternidad—. ¿Me dejarías sanar tu roto corazón a base de amor?


—¿De verdad que necesitas una respuesta? —pregunté con sarcasmo.


—Bueno, prefiero sentirme segura…


—Claro que sí, tonta. —Reí ante esa expresión avergonzada, juntando mi frente con la de ella y quedándonos así durante varios minutos.


—¿Quieres que dediquemos el resto del día a nuestras tesinas? —cuestionó con dulzura en su voz, conectando su mirada celeste con la esmeralda de la mía.


—Me parece una gran idea. Podríamos hacer una pijamada y ver una película. Siempre que estés de acuerdo, claro.


—¿Pasar tiempo contigo? Por supuesto que quiero.


—Eres adorable.


—Soy vulnerable para ti. Ni una palabra de esto al resto, ¿entendido?


—¿Me estás amenazando? ¿Sabes cuál es el precio de mi silencio? —bromeé acercándome a sus labios.


—Puedo hacerme una ligera idea…


Volvió a besarme para sellar el pacto de que su personalidad adorable y vulnerable quedara entre nosotras. La acompañé a su habitación para que cogiera todo lo necesario para la tesina y la noche y regresamos a mi habitación en un silencio cómplice.


Nos sumergimos en nuestras tareas, disfrutando de la mutua compañía y teniendo lluvias de ideas por doquier, no dando abasto para apuntar, buscar, citar y justificar. El tiempo empleado fue muy productivo, siendo interrumpidas por el sonido de mi estómago furioso que reclamaba comida.


—Guau, parece que tu estómago es capaz de matar a alguien por un poco de comida.


—¡Qué vergüenza!


—A todos nos pasa —dijo para tranquilizarme, siendo seguida por el sonido de sus tripas que pretendían hacerme sentir menos culpable—. ¿Lo ves?


—Es cierto, creo que será mejor ir al comedor. Con el estómago vacío no se piensa bien.


—Te pareces a Rosa.


—Me lo habrá pegado. ¿A ti también te ha obligado a comer en vez de estudiar antes de un control importante?


—¿Por qué crees que no me siento con vosotros durante la comida? —bromeó arqueando una ceja, mientras caminábamos rumbo al comedor. Nos encontramosa Chani, parecía que había tenido la misma idea que nosotras.


—¡Hola, Chani!


—Oh, hola. Os fuisteis demasiado rápido de la cafetería, no me di cuenta.


—Su quería avanzar en su tesina y no quería molestarte, así que me llevó con ella para no aburrirse ni sentirse depresiva.


—Comprendo, hay que tener medidas cautelares con ella.


—¡Priya! ¡Chani!


—Eh, tranquila. ¡Es con cariño! —me dijo, besando mi mejilla con fugacidad, como si se tratara de la cosa más normal del mundo y provocando mi rubor explosivo.


—Creo que podríamos utilizarla para freír huevos en este estado…


—Concuerdo… Me pregunto qué pasará si hago esto… —pronunció acercándose a mis labios con peligrosidad, por lo que yo cerré mis ojos y ella se desvió a mi frente, alborotando mi cabello—. Eres demasiado linda, me darás diabetes.


—Quizá la milhoja sí que te dé diabetes… —Chani nos sorprendió con eso. ¿Acaso no estaba concentrada en sus dulces?


—¡¿Nos has visto?!


—Bueno, si estáis a mi lado, no hay que ser ningún lince para ver lo que pasa. ¿Le has contado lo del sueño?


—¿Qué sueño, Su?


—¡Es un secreto! ¿Verdad, Chani? —La asesiné con la mirada y me siguió la corriente.


—Respetaré tu privacidad y esperaré hasta que te sientas preparada para contármelo.


«Te amo tanto, ¡no cambies nunca, Priya!»


Comimos un poco de todo lo que ofertaba el buffet y regresamos a nuestras habitaciones. Invitamos a Chani a unirse a la sesión de estudio, pero ya había quedado en estudiar con su compañera de habitación.


Volvimos a centrar nuestra atención y concentración en nuestros proyectos de fin de carrera, estando sumidas en ellos hasta que comencé abostezar. Miré el reloj y se trataban de casi las siete de la tarde, sin duda alguna, el tiempo pasaba rápido en buena compañía. Me levanté de mi silla de escritorio, contemplando a aquella mujer que ocupaba todos mis pensamientos, tanto despierta como dormida, literalmente.


Se veía tan bella con esa arruga en su ceño debido a la concentración, esa expresión adorable y esa mirada dedicada. Se notaba que amaba lo que hacía. Me alejé y fui a hacer un par de tazas de té, ofreciéndosela, al mismo tiempo que apoyaba mi mentón en el hueco de su hombro y besaba sumejilla.


—Vas a ser una gran abogada. Estoy segura de ello. Ahora, bebe esto, te ayudará a relajarte.


—Gracias… Es muy amable de tu parte. Ven aquí —me dijo, dando golpes suaves en su regazo.


Me senté en su regazo, quedando frente a frente. Ella me abrazó y aspiró el aroma de mi champú de manzana, para después besar mi oído, cuello y labios con ternura. No siempre podíamos mirarnos a los ojos, ya queera más alta que yo, por eso me gustaba estar en esa situación.


La besé de nuevo, con un matiz más apasionado y llevó sus manos cálidas a viajar por toda mi figura sobre la ropa, penetrando esa frontera y deleitándome del contacto piel con piel. Todo su cuerpo era suave como la seda y cálido como los rayos del sol. Introdujo su lengua experta, explorando mi boca con gran interés y haciéndome temblar y gemir.


Mis manos se aventuraban a recorrerla bajo su ropa, ardiendo con cada caricia, maravillándome con la textura de su cuerpo, intentando memorizar todas esas sensaciones tan maravillosas que podía producir el simple roce de la persona que más amas en el mundo.


Nos separamos y permanecimos varios minutos abrazadas. No había ningún lugar en el que sentirse mejor que entre nuestros brazos.


—Eres la mejor en recobrar mis energías…


—¿Tú crees?


—Sí, ahora disfrutemos del té antes de que se enfríe. ¿Has pensado a qué vas a dedicarte después de esto?


—Bueno… Siempre me ha gustado la enseñanza, pero aspiro a más que eso. No estoy diciendo que no sea algo útil, puesto que todos dependemos de ella, pero me gustaría llegar lejos y ser una artista —confesé con timidez enmi  voz, jugando con mis dedos para disimular mi vergüenza.


—Aspiras a las estrellas, ¿eh? Siempre me ha gustado eso de ti, no has cambiado desde el instituto, aunque quién diría que la pequeña, indecisa y despistada Sucrette terminaría en Historia del Arte. Yo quiero especializarme en el Derecho Universal y los DDHH para ayudar a todas las personas que estén en una situación injusta. Quiero ser alguien respetable…


—Lo conseguirás, has nacido para eso. Serás la mejor abogada y yo te apoyaré siempre. Ahora que he vuelto a mi lugar, no pienso marcharme.


Después de aquella charla personal y reflexiva, volvimos a estudiar y redactar, hasta que se hizo de noche. Entonces, fuimos a encargar una pizza para compartir, no nos apetecía soportar el barullo del comedor universitario.


Priya se duchó primero y yo me dediqué a ordenar un poco la habitación y a hacerla confortable para la sesión de cine improvisada. Encendí algunas velas para relajar el ambiente y serví los snacks que habíamos comprado en fuentes de plástico, saqué un par de cervezas de la nevera para empezar y preparé la cama con muchas almohadas y cojines.


Llamé a la puerta del baño antes de entrar para dejarle una toalla limpia y mullida a Priya para que se secara, ella me dejó entrar y mis ojos se abrieron como platos ante aquella vista. La ducha de cristal no favorecía nada a la tarea de irme sin fisgonear, pero… Se veía tan sensual con su exuberante y exótico cuerpo desnudo, su largo cabello húmedo y desordenado y la corriente de agua cálida cayendo y deslizándose por todo su cuerpo.


Tragué saliva, producto de la excitación, sin poder apartar mi mirada de los movimientos que describían sus manos al enjabonarse su cuerpo perfecto. Realmente era una vista prohibida, no debería estar mirando, pero… tener una oportunidad única en la vida como esa y no aprovecharla, me causaría remordimientos por el resto de mi vida.


—Si quieres, puedes acompañarme. Me siento devorada con la mirada y me parece injusto que solo tú te estés divirtiendo.


—¡¿Qué?! ¿Sabes que te estoy mirando?


—Desde que entraste no has apartado tu mirada de mí, es difícil no sentirse deseada.


—¡Lo siento! ¡Voy a salir!


—¡Qué aburrida! Quédate, voy a salir ya.


No me dio tiempo a reaccionar, en un parpadeo, la corriente del agua cesó y ella se encontraba totalmente desnuda frente a mí con su cuerpo envidiable y sus curvas de infarto. Parecía una diosa, era mi diosa personal…


—¿Me pasas la toalla?


—¡Claro!


—Hubiera sido mejor si me hubieras acompañado en la ducha…Bueno, ¿vas a quedarte así? Dame un poco de igualdad de condiciones, querida.


—Supongo que tienes razón, pero…


—¿Pero?


—Me da vergüenza…


—Créeme, ser analizada con tanta intensidad por la persona que te gusta es algo vergonzoso. Así que, si no te desvistes, te desvestiré yo.


—¡¿Qué?! ¡No! ¡Espera, Priya!


—Ya he esperado demasiado —contestó con un tono infantil, comenzando a levantar mi camiseta hasta sacarla por mi cabeza, quedándose unos instantes impactada, escrutándome con su mirada.


—¡¿Qué?!


—Son mucho más grandes que en el instituto… Las mías no han crecido tanto.


—Sí bueno, ahora sé de alguien que no podrá llamarme tabla.


—Era Castiel, ¿verdad?


—Sí, yo le decía nalgas de pollo.


—Veo que erais bastante cercanos con esos apodos tan… creativos.


—¿Estás contenta ya? ¿Puedo marcharme?


—Bueno, por esta vez me conformaré… —susurró con una voz lasciva, acercándose a mi escote, erizando cada poro de mi piel con su aliento cálido, para besar esa zona, mi cuello y mis labios—. No tardaré demasiado en vestirme, aunque no me molesta que te quedes mirándome.


—Prefiero marcharme ya, sería violar tu intimidad más de lo que ya he hecho y, además, correría peligro de morir de hemorragia nasal como en los animes.


—Ya me has visto desnuda, no hay mucho más que ver…


—¡Priya!


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