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Los lazos que nos unen. por Seiken

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—No quiere tener un hijo mío...

Se quejaba amargamente Camus, en la casa de libra, a su lado estaba Mu, cuyo toro no estaba nada contento con él y no sabía la razón de ello e intentaba deducirla en un poco de alcohol, Dohko únicamente aprovechaba la oportunidad para beber con dos jóvenes alfa, que por alguna razón pensaban que podía ayudarlos con sus problemas, cuando el consejero siempre había sido Shion.

—No quiere embarazarse de mí, no desea un hijo mío.

Dohko que ya había cuidado de dos niños, no les encontraba mucho chiste, cambiar pañales, ver que comieran, mantenerlos vivos el tiempo suficiente para que pudieran pelear en la siguiente guerra santa, eso era aburrido, él prefería la vida de soltero.

—Y el maldito de Kanon tuvo el descaro de venir, al templo de mi omega… para decirle que tenía una hija… una hija de un año con un espectro, ese de las cejas gruesas en su rostro…

Camus azotó su vaso contra la mesa, enfocando su mirada en la madera, logrando que Dohko sonriera de medio lado, porque nunca creyó posible ver al tempano de hielo tan dolido por algo.

—Mi torito hermoso está enojado conmigo, y ni siquiera recuerdo qué hice…

No pensaban que Aldebarán pudiera enojarse con cualquiera, mucho menos con Mu, que veía completamente miserable su bebida, tratando de entender porque le estaba dando un trato tan frío.

—Lo peor de todo es que no me dice nada, pero me ignora… actúa como si yo ya no existiera…

Mu estaba enojado y deprimido al mismo tiempo, enojado, porque no sabía exactamente que había hecho, pero sí que fue grande y estúpido, deprimido, porque eso significaba que le había roto el corazón a su toro, de nuevo.

—Es amable con todos, les sonríe, les acepta a su lado, pero conmigo, trata de ser tan profesional como podría serlo, y eso es injusto, porque somos la pareja más antigua del santuario.

Camus arqueo una ceja, a punto de quejarse, porque el perseguía a su escorpión desde que llegó a ese santuario, sin embargo, pasó algo de tiempo antes de que le aceptara, en cambio, Mu había tenido mucha más suerte que él.

—Tenemos a Kiki… es injusto, demasiado injusto.

Camus asintió, porque era injusto que su omega no deseara tener pequeños niños propios, un escorpión verde, cuya risa resonará en las paredes del santuario, además, deseaba ver a Milo con un niño en brazos, un perfecto niño nacido de ambos.

—No es como si yo le hubiera pedido traicionar a nuestra diosa, sólo es un bebé, un bebé chiquito.

Camus trato de medir el cuerpo del bebé con sus brazos como para demostrar su punto, para poco después beber un vaso más de licor, respirando hondo, suspirando.

—Y no es como si hubiera traicionado a nuestra diosa, sé que hice algo muy malo, pero no me dice que…

Dohko negó eso, Aldebarán nunca le diría que había pasado y si le preguntaba, era seguro que se enojaría mucho más, sobre Milo, tal vez si le ayudaban a cuidar a la pequeña de Kanon, le naciera el amor maternal y desearía tener un hijo propio.

—Porque no pasas tiempo con el bebé de Kanon para que desee tener su propio hijo, y tú, no le puedes preguntar qué hiciste mal, eso hará que se enoje mucho más, tal vez…

Pero tenía la solución para ese problema, el cual era muy simple, porque no le diría a Mu, pero si mandaban un espía, lograría saber que hizo mal, para recibir su perdón.

—Si alguien más pudiera preguntárselo, un omega o algo así…

Era un genio, Milo era muy unido a Aldebarán, desde que los dos eran niños, los había visto conversar de sus admiradores, los dos quejándose de su tenacidad, así que, el haría un trabajo ejemplar.

—Milo, que Milo le pregunté y así Mu arregla lo que haya hecho que le hizo molestarse con él.

Camus no estaba tan seguro de que eso funcionara o que Milo compartiera la información que necesitaban con tanto esmero, así que, llevo una mano a su barbilla, con la seriedad que solo una persona ebria podía tener en un asunto tan trivial como ese.

—No creo que Milo quiera decirme qué pasó, o decirle a su alfa si no tiene el permiso de Aldebarán, a menos que beban un poco más de lo acostumbrado, en compañía de más omegas, como en una pijamada o algo así, entonces, toda la información que guardan tan celosamente, será nuestra.

Mu tenía la solución perfecta para eso, había un bebé en ese santuario, debían celebrarlo y Kanon era cercano a todos ellos, además, también había un bebé en camino, así que podían meter a todos los omegas en un templo, en una de esas fiestas para los niños y sus madres.

—Festejemos el futuro nacimiento del bebé de Hyoga y Shun, nosotros haremos una celebración con todos los alfas, que Milo haga una con todos los omegas, y los betas, que asistan a la que deseen.

Eso era un plan brillante, al menos para la extraña mente de tres santos, que habían tomado demasiado alcohol.

—Así podremos obtener información, Shura puede hacer que su cangrejo y su rosa obtengan la información que necesitan.

Los tres asintieron, Mu pensando en contra de todo su buen juicio que era una buena idea, y Camus completamente convencido de que lo era, que al tener un bebé en sus brazos Milo aceptaría su deseo de tener una paletita de mora azul, que destruyera junto a la dragoncita de Kanon, el Inframundo.

—No tendrán una oportunidad…

*****

Kanon en ese momento estaba usando el templo de géminis como su habitación, a donde llevaría a su wyvern para que pudieran anidar.

Su habitación estaba siempre en perfecto orden, nada fuera de su lugar, pues, no era nada agradable para él, vivir en un lugar poco higiénico, mucho menos, después de ser encerrado en cabo Sunion.

— ¿Maestro Shion? ¿Usted podría casarnos?

Radamanthys estaba por ser dado de alta, después de algunos análisis más, que revisaban el cosmos del cuerpo de un omega, buscando alguna clase de anomalía que podía traducirse en un embarazo.

—A Radamanthys y a mí, podría casarnos.

No era que la futura vida, que en ese momento no eran más que células, contará como un niño, pero, si podían saber si algo se estaba gestando, creciendo, pues el cosmos de la madre u omega, se modificaba en esos casos, pero estarían más seguros en unas semanas, cuatro de ellas.

— ¿Ya le preguntaste a Radamanthys?

Era extraño congeniar al espectro y a la persona en esa cama, que respondía con cariño a las caricias de Kanon, que sonreía hacia la niña, quien era protegida por ambas.

—No, pero deseaba saber si podría casarnos, convertirnos en uno solo, un alfa y un omega de bien.

Shion se rió al escuchar eso, Kanon era un hombre de bien, un soldado poderoso y de buen corazón, ahora también un padre modeló.

—Ya eres un hombre de bien Kanon, una buena persona, y un padre cariñoso.

En ese momento la pequeña estaba con él, en una cuna que había conseguido, después de robarse algunas joyas del fondo del mar, muchas joyas del fondo del mar, para darle una vida cómoda a su dragón, después de todo, a los dragones de tierra les gustaba el oro.

—Pero, querría que él tenga mi apellido, o yo el suyo, estar juntos bajo todas las leyes del mundo, aún aquellas que no pertenecen al santuario.

Respondió con un suspiro hondo, arrullando a Leviatán cuando empezó a mover sus pequeñas manos, cantando una pequeña tonada, una canción que recordaba del pasado, que el mismo Shion, les cantaba a ellos.

—Los he visto interactuar todo este año, se ve que le tienes un cariño especial y el, aunque se trata de un espectro, también te ama, pero, no es demasiado apresurado tener un hijo, una hija en este caso, tratar de iniciar una vida juntos.

Kanon negó eso, arrullando a su niña, que no hacía mucho ruido, que siempre estaba contenta, tranquila, pero sabía que le miraba, que lo escuchaba y que tenía una voz poderosa, que sabía cómo manipular a los que le rodeaban, aun a esa tierna edad.

—Saga y yo siempre quisimos tener una pareja, tener hijos con ella, una hermosa familia, nosotros, nuestros hijos, nuestras parejas y tú, que eres algo así como nuestro padre, así que solo estoy cumpliendo un sueño que siempre quise.

Shion sirvió un poco de té, colocándolo enfrente de Kanon, que le aceptó, pero dejaría que se enfriará antes de beberlo.

—Creo que fue amor a primera batalla, su lealtad por su dios era algo que nunca había visto, su fuerza, el sobrevivió a mi último intento por matarlo, era realmente poderoso, pudo hablar bajo la influencia del Satán Imperial.

No le contaría nada respecto al celo que compartieron, era demasiado bochornoso para el decirle que se destrozaron en medio del bosque, que Radamanthys se le lanzó encima, buscando su calor y que él respondió de la misma forma.

—Este año que he tratado de acercarme a él, me he dado cuenta que me gusta mucho, que lo encuentro fascinante, como una bestia que sólo yo puedo domesticar…

Para Shion era suficiente, aunque se preguntaba, cómo era que Kanon había encontrado esa fascinación por su enemigo, aunque muchos tenían ese gusto por lo prohibido, un gusto que él no compartía, era como si de un día para otro, decidiera que deseaba seducir a Minos, el asesino de Albafica.

—Y él me mira con respeto, con admiración, para Radamanthys yo soy el primero, el único géminis que existe, eso, me gusta mucho…

No sabía si eso era suficiente para él o para tener una vida juntos, pero deseaba intentarlo, mucho más por la pequeña que tenía en sus brazos, que tenía ambas características.

—Además, quiero que Leviatán viva con sus dos padres, que conozca todo sobre mí, y sobre él, tal vez, tener otro hijo.

Shion supuso que Kanon deseaba una familia numerosa, con varios hijos, un perro de compañía, un apuesto omega, lo que les faltó tener en él santuario.

—Así que tendrás muchos nietos, los míos y los de Saga.

Eso lo dijo sonriendo, bebiendo ya un poco del té, aquel que Shion les preparaba en su niñez.

—No estarás solo de nuevo, maestro Shion, porque tus dolores de cabeza siempre estarán contigo, para sacarte canas verdes.

Shion comenzó a reírse al escuchar esa respuesta, llevando una mano a su cabello, que de hecho, era verde, aunque no eran canas.

—Es mi color natural de cabello, el hermoso verde.

Kanon fingió sorpresa, llevando una mano a su pecho con un fuerte suspiro, como si se sintiera aliviado de lo que le había dicho en ese momento.

—Gracias a Athena, yo siempre creí que era culpa mía que tuvieras canas verdes, que te había robado muchos años de vida con mi mal comportamiento.

Shion de nuevo rió al escucharle, recibiendo una sonrisa de Kanon, que acomodó a su pequeña en su regazo, acariciando su mollera, para después besar su frente.

—Huele como a caramelo, o a leche, un aroma dulce y delicado, que me recuerda a su omega.

Los bebés tenían aromas agradables, Kanon y Saga siempre le parecieron que olían como a panqué, un aroma dulce, que le recordaba al hogar.

—Siempre me pareció que ustedes olían como a pan dulce, se supone que es la leche que consumen, pero no lo sé bien.

Kanon se encogió de hombros, aún cargando a su pequeña, seguro de que ese había sido amor a primera vista, porque apenas llevaban un día de conocerse y ya daría todo porque estuviera a salvo.

— ¿Qué sabes del Dios Dionisio?

*****

Minos se había retirado a dormir a las habitaciones que Shion decía eran seguras, cómodas y privadas, sorprendiéndose demasiado al ver que los santos dorados no vivían en la miseria, que siempre los había tenido en muy malos términos, cuando, aparentemente, podían divertirse como todos los demás.

Se dio un largo baño caliente, esperando poder tranquilizarse un poco, después del secuestro de su hermano, su violación y el repentino interés de Afrodita de Piscis, un soldado apuesto, hermoso como ninguno, pero, cuya vanidad no le era nada agradable, mucho menos la poca amabilidad con la cual se acercaba a él, como si fuera cualquiera del montón y fuera a caer bajo los encantos de la primera persona que demostraba interés en el.

Minos salió del baño con un paso lento, secándose el cabello con una toalla, que dejo en una silla, acercándose a un plato con bocadillos, que le llevaron, para que pudiera comer un poco, tomando uno de ellos, que eran unas uvas, que comió lentamente, antes de tomar su cepillo para empezar a peinar su cabello, deteniéndose cuando vio una silueta en su cama.

Era Afrodita, que a su vez estaba desnudo, con una rosa en su boca y con una postura que supuso, era seductora, pero para él no le pareció más que una burla, en especial, cuando se suponía que ese cuarto era suyo.

—Buenas noches, respetable juez de las almas, veo que no es tan viejo como dijo serlo en esa taberna y que sus ojos son mucho más hermosos aun, si los deja al descubierto.

Minos había recogido su cabello, su rostro estaba al descubierto y se sabía hermoso, pero no solo su rostro estaba al descubierto, también todo lo demás, que llamaba la atención de Afrodita, que recorrió su cuerpo de pies a cabeza, deteniéndose en algunas partes, con una expresión que decía claramente que lo estaba disfrutando.

—Todo tu cabello es blanco…


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