Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los lazos que nos unen. por Seiken

[Reviews - 46]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

-¿Qué ocurrió con el?

 

Saga respiro hondo, porque sabía que no le gustaria su respuesta, no le agradaría que Aioria estuviera encerrado en un ataúd de hielo, porque eso era el equivalente a estar muerto en vida.

 

-¿Qué ocurrió con mi hermano?

 

Pero a su favor, había sido un golpe de Camus y no suyo, así que en teoría, el era inocente de aquel crimen, si su omega no lo aprobaba, sin embargo, podrían preguntarle a Milo que había hecho en su contra, ya que el buen santo de acuario, solo actuaba de esa forma vengativa cuando pensaba que la víctima se lo merecía.

 

-Camus lo encerró en su ataúd de hielo antes de que pudiera inmovilizarlo, parece que antes de atacarte a ti, atacó a Milo… temo que tu hermano haya perdido la razón a causa del dios del vino y de esa bestia.

 

Aioros inmediatamente cerró los ojos, dejando que Saga lo rodeara con sus brazos, acariciando su cabello rizado, respondiendo a sus caricias con un estremecimiento, aferrándose a él.

 

-¿Que voy a hacer?

 

Saga se separó de él apenas unos centímetros para besar sus labios con delicadeza, sonriéndole de aquella forma que lo desarmaba por completo, mirándole fijamente con esa expresión que lo enamoró desde el primer dia.

 

-Amarme, eso es lo que harás, y lo que yo haré.

 

No hablaba acerca de eso, pero tenía razón, eso era lo que deseaba más que nunca y eso era lo que tendria, porque esa cosa no lo separaría de su Saga, del hombre más hermoso del santuario, cuya belleza eclipsaba aun a la de su propio hermano gemelo.

 

-Sobre tu hermano, cuando matemos a los dioses, podremos liberarlo, será la misma peste de siempre, pero no será peligroso.

 

Aioria no tendría que morir y su omega no lo odiaría por eso, los dos ganaban de esa forma, en especial el, porque no lo alejaría de su arquero, que asintió, confiando en él como siempre, después de todo le había visto con sus propios ojos, la locura de su hermano, él nunca mentía, solo adornaba la verdad.

 

-Y sobre los dioses, ellos deberían preguntarse qué harán ahora que se ganaron nuestra atención, Kanon y yo, no permitiremos que los lastimen, que los aparten de nuestros brazos, eso nunca.

 

Sus labios se apoderaron de los de Aioros, que llevó sus manos a sus hombros, gimiendo en su boca, para separarse con una expresión soñadora, sus mejillas pintadas de rojo, falto de respiración, sus feromonas inundando el ambiente.

 

-Se que no es tu celo, pero…

 

Aioros asintió, lo sabia bien y lo deseaba demasiado, aun después del celo ansiaba ser uno con su alfa, que de pronto lo cargó entre sus brazos, para llevarlo a su cama, caminando lentamente, comiéndose a besos a su amado compañero.

 

-Si necesitamos de nuestro celo para estar juntos… sería muy triste, no lo crees.

 

Quien respondía a sus caricias con la misma intensidad, enredando sus manos en el cabello largo y azul de su alfa, que usaba su cosmos para no ser visto por su hermano, comprendiendo bien que llevaría a su omega a ese templo, que con su cosmos unido, habían logrado que se desdoblara en dos sitios diferentes.

 

-No soportaría un año sin poder tocarte o amarte Aioros.

 

Lo mismo pasaba con el arquero, que confiaba en Saga y si le había dicho que no mató a Aioria, sino que tuvieron que encerrarlo en el ataúd de cristal, era cierto, además de necesario, debido a la locura provocada por el dios del vino, por esa bestia que le acompañaba.

 

-Yo mucho menos Saga, no soy tan fuerte para volver a enfrentarme a ti de nuevo.

 

Minos les había dicho algo respecto a lo que sucedía cuando el dios Dionisio actuaba, que comenzarian a sucumbir a sus deseos, una vez hubieran probado de su vino, la razón por la cual Pan siempre le acompañaba en su locura y estaba seguro que Aioria, de alguna forma había sucumbido a esa maldición, por la forma de tratarlo, por como los atacó, ese no era su hermano menor.

 

-Entonces no lo hagas, entregate a mi para siempre y aceptame como tu único compañero, como tu guardián, como tu todo.

 

Aioros le beso antes de responderle, tirando de la camisa azul de Saga, lanzandola al suelo poco después, quitándose la suya, para descubrir su pecho, sintiendo las caricias de su alfa en sus mejillas, sus besos en sus labios y en su frente.

 

-Te acepto de esa forma Saga, porque se que me amas y que yo te amo, te prometo que nunca volveré a enfrentarme a ti, ni a levantar una sola mano en tu contra, pues, yo soy tuyo, para siempre seré tuyo.

 

Saga sonrió entonces como si se tratase de un felino, para después besar los labios de su arquero, gimiendo en su boca, sus ojos pintadose de rojo y su cabello de gris, pero Aioros no lo vio, sus ojos estaban cerrados, disfrutando de las caricias de su alfa, que regresó a la normalidad, para empezar a desnudarle, lentamente, primero su calzado, descubriendo sus pies descalzos.

 

Los que lamió, primero la palma y después uno de sus dedos, chupandolo, escuchando gemidos de su arquero que se arqueaba en la cama, llevando una mano a su cabello, sintiendo cómo poco después sus manos viajaban a sus pantalones, desabrochandolos con la misma lentitud, la misma delicadeza, descubriendo sus largas y casi interminables piernas.

 

-Eres tan hermoso.

 

Tuvo que decirle, recogiendo su cabello con un listón, porque en ocasiones le estorbaba demasiado, alejándose un poco para que Aioros lo desnudara, quien comenzó con su tarea lentamente, admirando el cuerpo de su alfa, que era sin duda el más hermoso de todos los hombres, mucho más hermoso que Afrodita o cualquier dios.

 

-Tu eres mucho más hermoso que cualquiera Saga, eres justo y eres poderoso, eres el alfa que siempre desee a mi lado.

 

Saga una vez desnudo, tomó las manos de Aioros para que se pusiera de rodillas, deseaba sentir su boca sobre su hombría, que le atendiera como solo él sabía hacerlo, de la forma en que llegó a buscarlo en todos sus amantes, que no eran más que sombras sin gracia, nada parecidas a su perfecto arquero.

 

Que era fuerte, amable y dulce, tan atractivo como una mañana de primavera, tan fuerte como una montaña, él era sin duda alguna perfecto en todos los sentidos, hermoso, poderoso y completamente suyo.

 

Aioros respondió a su silenciosa orden lamiendo su hombría primero a lo largo, deteniéndose en la punta, llevando sus manos a sus caderas, esperando escuchar algunos gemidos de su alfa, que sostuvo su cabello, sus ojos fijos en sus movimientos, en el subir y bajar de su cabeza cuando empezó a chuparle, tratando de relajar su garganta, pero su amado era grande, así que no era muy fácil complacerlo de esa forma.

 

-Si supieras lo erótico que te ves de esta forma mi arquero…

 

Aioros se sonrojó y cerró los ojos, enfocadose en complacer un poco más a su alfa, que seguía sosteniendo su cabeza, dirigiendo el subir y bajar de su felación, sus ojos de nuevo cambiando por unos rojos, mechones grises haciendo su aparición, como en un parpadeo, en ocasiones azules, en otras grises.

 

Saga le apartó antes de derramarse en la boca de su omega, controlando su cuerpo, para resistir un poco más, aunque la mera visión de su arquero complaciendole con su boca, desnudo y a sus pies era suficiente para alcanzar el orgasmo, quería ingresar en su cuerpo, ser uno con el.

 

-Espera…

 

Aioros en respuesta a su petición se levantó de nuevo, su hombría estaba despierta y su humedad fluía, deseaba a su alfa en su cuerpo, así que caminando lentamente a su cama, se sentó en esta, abriendo mucho las piernas, para que pudiera verlo.

 

-¿Así?

 

Y esa fue la ocasión en la cual Saga, el poderoso santo de géminis se puso de rodillas, gateando hacia él, para lamer su pie de nuevo, avanzando lentamente por sus piernas, su pantorrilla, el interior de sus muslos, dibujando un sinuoso camino hacia su humedad, lamiendola primero, sosteniendole firme de sus caderas.

 

-Sí, así…

 

Aioros se dejó caer en la cama, sintiendo como Saga llevaba sus rodillas a sus hombros, enfocándose en su humedad, acariciando su hombría que también estaba despierta con su mano libre, porque una de estas sostenía sus caderas, maravillandose de su suavidad, de su delicioso sabor, como cada una de las ocasiones en las cuales pudo hacerle el amor a su querido arquero, separandose cuando sintio que tambien estaba cerca de llegar al orgasmo.

 

-Ten paciencia mi dulce arquero…

 

Le ordenó con un tono algo juguetón, escuchando un gemido lastimero de su omega, que se elevo un poco para verle subir a la cama, acomodándose sobre esta, entre sus piernas, arriba de su cuerpo.

 

-Es mucho más dulce cuando somos uno.

 

Aioros sosteniendo a Saga de sus nalgas le apresuró a ingresar a su cuerpo, gimiendo lánguido cuando ingresó en su cuerpo, de un solo movimiento, apretando los dientes, gimiendo a su compás, amando la sensación de ser uno con él, deteniéndose para acostumbrarse a esta, para controlar sus instintos, pues no deseaba perder la cordura de tan maravillosa que era esa sensación.

 

-De esto estaba hablando…

 

Susurro, al empezar su danza entre las piernas de Aioros, que le rodeo con sus piernas, arqueando la cadera para que llegara más profundo, encajando sus uñas en la espalda marcada de Saga, que no dejaba de moverse sobre su cuerpo, los dos gimiendo, los dos completamente enamorados.

 

-Saga…

 

Aioros únicamente podía pronunciar medias palabras en una sinfonía de gemidos, Saga no podía decir nada, apretando los dientes, empujando a un ritmo acelerado, golpeando inclemente la próstata de su omega.

 

-Aioros.

 

Besandole entre juramentos de amor eterno, entre la pasión que los dos sentian el uno por el otro, hasta que por fin, los dos lograron alcanzar el orgasmo al mismo tiempo, Saga derramándose en ese cuerpo fuerte, de piel morena, su omega entre los dos, sintiendo que el orgasmo era tan fuerte que perderia la razon, apoderándose de la boca de su alfa una última ocasión, antes de dejarse caer en el colchón, respirando hondo.

 

-Te amo.

 

Saga acariciando su mejilla le dijo casi susurrando, porque le amaba, le quería mucho más que a la vida misma y deseaba escuchar las mismas palabras de Aioros, que apoderándose de sus labios una última vez, giró sus cuerpos, sin dejarle salir de su interior.

 

-Yo tambien te amo Saga, no sabes cuanto.

 

Respondió, para comenzar a cabalgar a Saga, ansioso de seguir con sus caricias, de sentir al hermoso santo de géminis y olvidar sus pesadillas con esa repugnante criatura, esa cosa que ni siquiera podía llamarse humana.

 

-No sabes cuanto.

 

Saga lo sabía, pero no lo contradijo, sosteniendo a su omega de sus caderas, para empezar a empujar en su cuerpo, apretando los dientes, para seguir poseyendo su cuerpo, desde ese momento, hasta que ya no pudieran seguir moviendose.

 

-Si es la mitad de lo que yo te amo, me doy por bien servido mi arquero.

 

*****

 

Hyoga estaba sentado en la mesa, observando a su alfa cocinar para ambos, Shun era un excelente cocinero, y siempre se esmeraba para preparar los mejores platillos para ambos, manteniendo una dieta saludable para ambos, una que su maestro le dijo que era lo mejor para una persona embarazada.

 

—¿Tienes hambre?

 

El cisne asintió, en silencio, bebiendo un poco más de leche, para enfocar su mirada en sus manos, sin saber muy bien que hacer, después de lo que sucedió.

 

—¿Ocurre algo?

 

Shun colocó el dorso de su mano en la frente de Hyoga, para sentir si tenía temperatura, preocupándose por ese extraño silencio.

 

— ¿Te sientes mal?

 

Hyoga negó esa pregunta, no se sentía mal, solo estaba muy preocupado por eso, demasiado.

 

—¿Quieres que le llame a tu maestro o a su omega?

 

No podía hablar con su maestro sobre ese dilema, mucho menos con Milo, el primero querría matar a su alfa pensando que le haría sufrir, el otro, porque era su enemigo ancestral.

 

—No, estoy muy bien…

 

Entonces recordó a Saga, como era Arles, y se preguntó cómo reaccionó Kanon en ese momento, el santo dorado que decían frecuentaba un espectro, aquel con el que se enfrentaron en el pasado, tal vez él comprendería su dilema.

 

—Estaba pensando que debemos decirle a Kanon la buena nueva, de seguro se sentirá feliz por nosotros.

 

Y el sabría cómo ocultar a su alfa, hasta que encontrará la forma de silenciar al dios Hades, si es que se atrevía a decirle lo que ocurrió.

 

—El se pondrá feliz por nosotros, eso es seguro…

 

Shun se agachó entonces para besar los labios de su amado, que gimió al sentir su calor, su aroma, quien poco después sirvió su cena en los platos.

 

—Te amo…

 

Hyoga susurro, acariciando la mejilla de Shun, para concentrarse poco después en su comida, el manjar que su alfa había preparado para ellos.

 

—Te amo demasiado…

 

Shun se apartó, sirviendo café para ambos y poco después, sentarse a su lado, sosteniendo su mano derecha con la suya.

 

—Y yo a tí…


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).