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Los lazos que nos unen. por Seiken

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-¿Como puedes destruir a una buena persona?

 

Era una pregunta retórica, observando a Camus caminar en dirección del templo de Acuario, con un paso lento, tal vez imaginando al pequeño que naceria en el futuro, su peso, sus movimientos, su fuerza, sus ojos, tal vez a su omega embarazado.

 

-Quítale su fe.

 

Camus ya no creía en Athena, esa era la verdad, porque había visto demasiado durante sus constantes viajes y se preguntaba, si acaso Arles no tenía razón, al primero destruir a sus enemigos, para que no pudieran dañar a sus personas queridas.

 

-Sus metas.

 

Las metas se evaporaban al creerlas inútiles, inalcanzables, aunque el omega que había tomado como su esposo, le dijera que si tendrian un bebe, eso podía borrarse si su enemigo lograba su objetivo, el enamorado de Milo, que podía arrebatarle su cariño, al menos, en su cabeza, porque los enemigos no debian ser reales para ser peligrosos.

 

-A quien ama.

 

Milo podía alejarse de sus brazos, si veia que podia ser un peligro para el, o tal vez, para los demás, para sus personas queridas o su propia descendencia, el pequeño nacido de su cuerpo, de su amor.

 

-Después, dale un arma.

 

Le daría el poder que necesitaba cuando se sintiera acorralado, confundido, perdido, y entonces, que lastimara a sus seres queridos, alejara a su amor, tal vez, sumirlo en la desesperanza, en ese momento, le daría la cura de sus males.

 

-Envenena su corazón.

 

Licor que destruyera su cordura, su fuerza, su amabilidad, sus remordimientos, haciéndolo algo peligroso, un soldado fiel a el, adicto a su vino, a su cura momentanea.

 

-Acorralalo.

 

Como si fuera un animal, uno salvaje, encerrado en una celda, que derribaria poco después para atacar a sus enemigos y amigos.

 

-Y actuará como nunca lo hubiera hecho.

 

Como un buen juerguista, un soldado fiel de su causa, que era la locura.

 

-Contra todas sus costumbres.

 

Pero necesitaba un pequeño empujón que le hiciera sumirse en la desesperación primero, eso era un rival de amores, quien al mismo tiempo actuaba como una barrera entre el patriarca y el arquero.

 

-Vamos muchacho, no puedes quedarte allí encerrado para siempre.

 

Con solo tocar el ataúd de hielo, este empezó a derretirse y dentro de poco, cuando los juegos iniciarán, más soldados de Athena caerian bajo el influjo de la locura.

 

-Te necesito conmigo.

 

*****

 

-Sabes Saga, me doy cuenta que adoro a los rubios, me fascinan de todas las formas posibles, pequeños, grandes, fuertes, regordetes, hombres, mujeres, alfas, betas, omegas, los amo a todos por igual, especialmente si ellos tienen ese no se que del enemigo…

 

Kanon estaba muy emocionado, con esa mirada de que había hecho algo malo y no se arrepentía por eso.

 

—¿De que estas hablando?

 

Respondió, inmediatamente, sirviéndose un poco de leche fresca, mirándole con una expresión de pocos amigos.

 

—Por favor, dime que no estás haciendo lo que creo, que no arruinaras sus vidas, las de los tres, viendo a Tethis de nuevo.

 

Kanon sonrió con una expresión de malvada pura, cruzando sus brazos delante de su pecho, encogiéndose de hombros.

 

—Puedo amarlos a los dos y ellos me amarán haga lo que haga, soy hermoso.

 

Saga estaba vestido con una bata, que cubría todo su cuerpo, trataba de buscar algo que beber y comer, pero se encontró a su hermano en ese sitio, con una expresión entre burla y suficiencia, que repentinamente le decía todas esas palabras, esas locuras.

 

—No arruines lo único bueno que tienes Kanon, Radamanthys te ama, te quiere bien, se que lo quieres, mucho más que a Tethis, no es justo que arruines sus vidas.

 

Kanon de nuevo se encogió de hombros, pero algo cambió en su actitud, que le hizo ver que solamente estaba jugando con él, que no hablaba en serio, o eso esperaba escuchar.

 

-Rada debe entender eso si me desea en su vida, por ejemplo, ahora mismo amo demasiado a una hermosa rubia, de ojos azules como el mar.

 

Suspiro cuando pronunció esas palabras, notando la molestia de Saga, que se recargo en la mesa, preguntándose si acaso Kanon quería engañarlo con esa estúpida palabrería, eran gemelos, reconocía esa expresión y le estaba mintiendo.

 

-¿Que demonios planeas con esta tontería que estás diciendo?

 

Saga estaba enojado, mucho más al saber que ese dios enloquecido deseaba al omega que confiaba en él, a quien quiso seducir con esmero.

 

—¿En serio jugaras con los sentimientos de ambos?

 

A pesar de su molestia, Kanon seguía sonriendo, mirándole con una expresión que usaba cuando le ocultaba algo que le gustaría y eso era siempre de esa forma, por lo cual, encogiéndose de hombros, fingió pensar en que decirle al respecto.

 

—No lo haré con una condición.

 

Saga ladeó la cabeza, a punto de molestarse demasiado con su hermano, que seguía sonriendo como un completo imbécil.

 

-Cierra los ojos y estira los brazos, te tengo que mostrar algo que se te gustará.

 

Saga por un momento quiso negarse, pero después, simplemente obedeció al menor, haciendo justo lo que deseaba que hiciera, escuchándole moverse, con demasiado sigilo, deteniéndose a su lado.

 

-No lo vayas a tirar porque son sumamente frágiles y si le pasa algo, Rada me mataría, si no lo hago yo primero.

 

Comenzaba a molestarse, pero aun asi, mantuvo esa postura, suspirando su molestia, sintiendo un peso como de dos o tres kilos, parecía un cachorro o un gato, un cuerpo caliente, que no tenía la forma de una mascota, sino de una pequeña persona.

 

-Abre los ojos y conoce a la rubia despampanante que me ha robado el corazón.

 

Saga abrió los ojos como le dijo Kanon que hiciera, notando que tenía un bebé en los brazos, uno que no había visto, tragando saliva, a punto de preguntarle de dónde había sacado a esa pequeña, pero por el cabello y la ceja en su rostro era más que obvio de donde.

 

-Es nuestra hija, mía y de Radamanthys, he logrado atarlo a mi de por vida…

 

Siempre hacia juegos como esos, como si se pensara indigno de afecto, así que Saga cargando con cuidado a la bebé en uno de sus brazos, con una sonrisa de ternura en el rostro, le dio un coscorrón.

 

-No digas eso, eres una buena persona y se ve que ese espectro te ama.

 

Kanon se sobo la cabeza, mirando como su hermano acomodaba con sumo cuidado a su princesa en sus brazos, arrullandola con cuidado, esperando que le encontrara tan hermosa como el hacia.

 

-Se llama Leviatán, es la primera, viene un segundo huevito en camino, por lo que mi marcador va dos contra cero.

 

Saga negó eso con un movimiento de la cabeza, pensando que nunca cambiaría, arrullando a la pequeña hija de su hermano en sus brazos, encontrandola perfecta, como decía Kanon, era una rubia especialmente bella.

 

-Es hermosa, Kanon, muchas felicidades por las grandes noticias…

 

Kanon asintió, cruzando sus brazos delante de su pecho, deseaba pedirle otra cosa a su hermano, ya que deseaba pasar unas pocas horas a solas con su omega y qué mejor que su hermano mayor, tío de su pequeño huevito, la cuidara por el esas horas.

 

-Te la presto unas horas, enseñasela a Aioros y dile que espero pronto empatar el marcador.

 

Saga estaba a punto de preguntarle porque no le decía el de su pequeña y de su futuro huevo, como le había llamado su hermano menor, pero Kanon supo qué le diría, negando eso con un movimiento de la cabeza, levantando las manos, como si fuera un escudo.

 

-Aioros me odia con justa razón, yo te convertí en Arles, así que…

 

Su omega tendría que aceptar que Kanon era su hermano menor, que era su familia y que no lo haría a un lado por nada del mundo, como él aceptaba que el gato sociópata era su cuñado.

 

-Mejor no lo molesto más.

 

Kanon le dio un beso de despedida a su dragón, dejándola en unas manos que sabía eran de lo mejor cuidando niños, los tres monstruitos no habían salido tan mal, mucho menos las jóvenes generaciones de santos dorados que crecieron en su compañía.

 

-Además, de seguro sigue enojado por apartarlo del campo de batalla.

 

Sin más desapareció, regresando a la parte de su templo que compartía con su omega, dejándole el trabajo de hacer las presentaciones, al escuchar unos pasos, los de su omega, que le veía extrañado cargar a un bebé en sus brazos.

 

-Se llama Leviatán, es hija de Kanon y ese espectro.

 

*****

 

Shion logró llegar a tiempo para ver como Mu sostenía del cuello a Dohko, quien solamente usaba su cosmos para no ser lastimado por su alumno, que también era su hijo, quien tenía casi la misma edad que los gemelos.

 

—¡Mu!

 

Mu no lo escuchó en un principio, apretando el cuello de Dohko, sus ojos brillando de un color antinatural, ni siquiera se dió cuenta, cuando su toro le observó horrorizado, al comprender que lastimarian al anciano maestro únicamente por celos.

 

—¡No lo lastimes Mu!

 

Le grito e intentó apartarlo de su lado, sosteniendo sus hombros, esperando que su pareja hiciera caso, no se atreviera a lastimarlo.

 

—¡Déjalo ir!

 

Pero en vez de detenerse, de no seguir atacando a su amigo, le respondió con un golpe, uno de cosmos, que lo lanzó lejos, sorprendiendo a todos los presentes, en especial al santo de tauro.

 

—Mu…

 

Mu no se dio cuenta de eso, de que había lanzado a su compañero lejos, quien le veía con una expresión de completa sorpresa, pero de nuevo se levantó, para golpear a Mu con su hombro, tratando de que soltara a Dohko, que le veía defenderlo con una sonrisa, que solo hizo que su alfa se enojara mucho más aún.

 

-¡Deja ir a mi amigo!

 

Pronunció, sin usar todo su cosmos para derribarlo, sin embargo, Mu respondió con un certero golpe en su rostro, para lanzarlo lejos, que le dolió mucho más al saber que su alfa podía golpearle, más que por la fuerza de esos dos contraataques.

 

—¡Nunca te lo perdonare si lo lastimas!

 

Shion intentó separarlos, pero esta vez Mu uso sus mismas técnicas para separar a su enemigo y a su pareja de su maestro.

 

—Lo estoy haciendo por nosotros Aldebarán, para apartar a este mentiroso de ti.

 

El toro volvió a levantarse, negando eso, observando cómo Dohko llevaba sus manos a las muñecas de Mu, como si le faltara el oxígeno.

 

—¡Es mi amigo!

 

Mu volteo justo a tiempo para sentir el golpe de Aldebarán contra su cuerpo, apartando a Dohko de sus manos, quien usó esa oportunidad para soltarse, aún con una expresión complacida que no pasó desapercibida por Shion, pero si por Aldebaran.

 

—¿Lo estás defendiendo?

 

Era como una queja, como si el que estuviera actuando mal fuera él, logrando que Aldebarán se molestara un poco más.

 

—Cuando tu eres mío… eres mi omega, eres mío y no le dejaré apartarte de mi.

 

Justo en ese momento, sintieron tres cosmos llegar, el primero era Shaka que mantenía la calma, observando lo ocurrido en silencio, los otro dos, Kanon y Saga, el primero fue a atender a Shion, pensando que Mu le había hecho daño, el segundo quebró el muro de cristal, acercándose a ambos, sorprendido por lo que acababa de escuchar, suponiendo que Mu estaba afectado como Aioria, por ese vino.

 

—Soy tu propiedad…

 

Shion se acercó a ellos entonces, no dejaría que esa locura siguiera su curso, notando la calma de Dohko, que se veía complacido consigo mismo.

 

—No Aldebarán, estoy seguro que Mu no quiso decirlo de esa forma, eres mucho más importante que eso para él.

 

Pero Mu, que le observaba fijamente, no estaba dispuesto a que cualquiera pensara que podía tomar a su toro.

 

—Si quise decir eso, tu eres mío, tú me perteneces y tú deberías…

 

Aldebarán se sintió mucho peor en ese momento, porque ya había escuchado eso, debería estarle agradecido a Mu, por fijarse en él.

 

—Debería estar agradecido contigo por aceptarme, eso quieres decir…

 

Mu guardó silencio, sin entender de dónde había venido eso, sin saber que esas palabras ya habían sido pronunciadas antes, lastimando al toro con ellas.

 

—¿En serio lo piensas de esa forma?

 

Pero antes de que Mu pudiera dar alguna explicación, Dohko se levantó, acercándose a ellos, como si quisiera ponerse como un escudo entre los dos.

 

—Yo lo veo de una forma diferente, si tienes una pareja, debes amarle, acompañarle y estarle agradecido.

 

Dohko vio por un momento a Shion, con una expresión muy difícil de describir, como si le culpara de algo, pero nadie se atrevió a decir de qué.

 

—Muchos alfas hemos pasado toda nuestra vida esperando por nuestro compañero, y ustedes los jóvenes los matan, o les dan la espalda, le son infieles.

 

Saga había matado a su omega, Kanon después de su celo, suponía, por la edad de la bebé, busco la compañía de otros, Mu le había dado la espalda.

 

—¡Te mataré antes de que me quites a mi toro!

 

Volvió a atacarlo, pero esta vez los dos gemelos le detuvieron, y cuando iban a responder con su cosmos, Shaka defendió a Mu, evitando que pudieran inmovilizarlo.

 

—Esto es una batalla inútil, el único que debería tener algo que decir en esto, es Aldebarán, o Mu, nadie más.

 

Shion aceptaba esos términos, pero no sabía si Mu o Aldebarán lo harían, pero con ayuda de los gemelos y Shaka, podría lograr lo que no pudo antes.

 

—Dejame hablar con él como te lo había pedido antes, confía en mí, es lo mejor para ambos.

 

Mu sintió esta vez esas palabras como un golpe físico, una traición del que sabía era su padre, que tenía que estar de su lado, ayudarle a mantener a su omega.

 

—Eres mi padre, deberías estar de mi lado, darme lo que deseo.

 

Shion negó eso, esa orden era algo que nunca haría, porque Hakurei siempre había estado en contra de esa relaciones forzadas, al igual que Sage.

 

—Antes que eso soy el patriarca, y todos ustedes son mi responsabilidad.

 

Dohko se sentía complacido al escuchar esa respuesta, saber que no estaba por el momento de lado de Mu, pero bien sabía que terminaría dándole lo que deseaba, era después de todo, junto a los gemelos, su hijo.

 

—¿Vas a traicionarme?


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