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Los lazos que nos unen. por Seiken

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Milo al verse solo se dio tiempo para darse un baño, se puso unas pantuflas con forma de manzana y un delantal de color negro que decía "besa al cocinero" sin nada más que cubriera su cuerpo, su cabello estaba recogido en una coleta de caballo, para que no le estorbara a la hora de cocinar, además, tarareaba enfocado en sus labores. 
 
Le gustaba cocinar únicamente para Camus, en especial después de hacer el amor como lo habían hecho, de una forma alocada, ardiente, sin cansarse ni detenerse, al menos, no hasta que él perdió el sentido, en algún momento durante la noche o mañana.
 
Despertó algo adolorido, sin Camus a su lado, pero aprovecharía el tiempo para preparar té, jugo de naranja, pan tostado, rebanadas de fruta, jamón y unos huevos revueltos con pimienta. 
 
Nunca se había imaginado como un omega maternal y no creía que fuera a realizar el mejor de los trabajos, pero aun asi trataria de tener un hijo para su amado alfa, en quien sí podía ver un excelente padre, que cuidaría a la paletita con mucho esmero, justo como lo hizo con el patito. 
 
Detuvo todas sus tareas al sentir el cosmos de Mu elevándose en el santuario, al igual que el de Aldebarán, que era uno de sus mejores amigos, un omega con el que en ocasiones hablaba de muchachos, cuando eran jóvenes, pero, en el presente ya no hablaba demasiado con el. 
 
Pero antes de buscar su ropa e intentar acudir en su ayuda, otro suceso lo distrajo, esas eran las manos de Camus debajo de su delantal, besando su cuello, aspirando y admirando su aroma natural. 
 
-Me gusta como te ves con ese delantal... 
 
Inmediatamente después sintió tres cosmos más, el de los gemelos y el de Shaka, algo grande estaba pasando en la casa de Aries y deberían acudir, ayudarle, sin embargo, su alfa seguía acariciándolo, como si no lo hubiera sentido, o no le importara.
 
-Te ves tan hermoso de esa forma.
 
Milo le dio un codazo no muy fuerte, esperando alejarlo de su cuerpo para poder apartarse de su alfa e ir en dirección de Aries, para ayudar a su amigo lejano, pero no pudo, porque Camus insistió en acariciar su cuerpo, sosteniendo sus manos con las suyas, congelandolas con su cosmos.
 
-Tan sexy mi dulce escorpión.
 
Camus empezó a besar su cuello, lamiendo su piel y bajando sus manos un poco más, escuchando los gemidos de su amado escorpión, que gemía en voz alta, sintiendo a su vez que el cosmos de sus amigos, se apagaban con demasiada rapidez. 
 
-Me enciendes tanto. 
 
Como si ya no pelearan más, tal vez ya estaban arreglados los problemas, así que decidiendo que lo mejor era permitir que su amado compañero lo acariciara, le diera placer, ahora que se encontraba mucho más ardiente que en el pasado. 
 
-No quiero hacerlo aquí... 
 
Pero Camus si deseaba hacerlo allí, en esa cocina, en ese preciso instante, así que cargandolo de la cintura, lo acomodo mejor en la mesa, acariciando sus nalgas con ambas manos, sus muslos, besando sus hombros, escuchando como Milo se soltaba del hielo, sus esposas creadas con su cosmos.
 
-Eres un pervertido... 
 
Lo era, ambos lo eran y no le importaba en lo absoluto, únicamente deseaba que su celo estuviera cerca, que ya estuviera sucediendo, para ya tener a su hermoso pequeño, su hijo en el vientre de su compañero, o en sus brazos. 
 
-Lo soy, soy un sucio pervertido. 
 
Eso era algo que los dos habían aceptado desde mucho tiempo atrás, desde que comenzó con su cacería, sin darle tregua a su escorpión, que llegaba a esconderse con su amigo alto, el aspirante a Tauro, que era un omega, uno que aparentemente era pretendido por dos alfas, quien se decía su pareja de vida, y ahora el anciano maestro.
 
-Y esto es culpa tuya mi escorpion... 
 
Por lo que suponia que habia algo en el toro que esos dos encontraban encantador, aunque, no creía que el amor de Mu fuera sincero, porque si él se ponía en su lugar, no hubiera soportado vivir tanto tiempo sin su omega, ya que en el momento en que pudo ser libre de pronunciar su amor por él, lo hizo, le solicitó al patriarca la mano de su omega, le dijo a los alfas con un grito de cosmos que su escorpión era suyo, que no podían acercarse más a él o los congelaría a todos. 
 
-Pues yo tengo hambre. 
 
Milo quiso apartarse de su amado alfa, quien seguía acariciando con fuerza, sus muslos, sus nalgas, besando su cuello con delicadeza, antes de morderlo con sus dientes, encajando sus colmillos en su glándula de feromonas, sintiendo como su amado compañero liberaba su perfume natural, como si estuviera en celo. 
 
-Yo igual... 
 
Camus liberó por momentos una de sus manos para desabrochar su pantalón, no tenía tiempo para desvestirse, porque si se apartaba, Milo se alejaría y realmente deseaba devorarlo en esa mesa, sin darle tregua, ni tiempo para retroceder como en ocasiones le gustaba hacerlo. 
 
-Quiero comerme un delicioso escorpión a las brasas...
 
Milo como lo hubiera imaginado Camus, quiso correr, apartarse de su lado, pero no pudo ya que de un momento a otro lo empalo, con un movimiento fuerte, poderoso, ingresando en su cuerpo con un sonido gutural, escuchando el hermoso gemido de su pareja, que encajó sus uñas en la mesa, casi destruyendola con la fuerza de sus manos.
 
-Ardiente y esquivó...
 
Camus mordió su cuello de nuevo, dejando otra marca, roja y sangrante, que amaba ver en ese cuerpo gimiendo debajo de él, arqueando su espalda, entregándose a sus manos, su cuerpo y su sexo, amando cada movimiento de su alfa. 
 
-Me alimentare de ti hasta el dia en que dejemos de existir... 
 
Milo no era tan fuerte para defenderse de Camus, o para lanzarlo lejos y creía que esa era una debilidad de todos los omegas, no con todos los alfas, pero sí con aquellos alfas a quienes amaban, esos que muchos decían eran su destinado, lo que fuera que eso significaba y aunque no estaba nada contento de hacerlo en la mesa de la cocina, mientras que su desayuno empezaba a enfriarse, amaba como le hacia sentir su compañero cuando le hacía el amor de esa forma tan desesperada. 
 
-Y si este fuera tu celo, tal vez, en este momento estaría embarazandote... 
 
Milo negó eso, ni en ese momento dejaba de hablar acerca de eso, ese niño imaginario que deseaba su alfa con tanto deseo y ahínco, que él mismo podía imaginarse aterrorizando el santuario en compañía de la pequeña de Kanon. 
 
-Y le diremos que fue concebido en la mesa de la cocina... 
 
Quiso quejarse, pero su compañero únicamente se rio, obligándole a abrir mucho más las piernas, casi acostandolo en la mesa, en donde no dejaba de gemir, para seguir empujando a un ritmo casi enloquecido, al imaginarse el proceso de preñar a su compañero, su omega, cuyo cabello se pegaba a su espalda debido al sudor.
 
-No, les diremos que fueron concebidos por nuestro amor y deseo mutuo, cuando su padre por fin logró convencer a su omega de darlos a luz. 
 
Milo no soporto mucho tiempo esos embistes ni los gemidos de su alfa, que se movía implacable en su cuerpo, lamiendo su cuello, en donde una nueva mordida sangrienta y salvaje presentaba su amor por el, la obsesión que todo compañero sentía por su otra mitad, su destinado.
 
-No te detengas... no te atrevas a detenerte... 
 
Milo le ordenó, cuando Camus se vació en su cuerpo y el mancho la mesa de la cocina, que su alfa poco después se encargaría en limpiar, pero, aún le faltaba mucho para llegar a su saciedad, que la comida esperaba, el deseaba a su alfa en ese momento.
 
-Vamos a la cama, quiero sentirte más... 
 
Camus casi gruño, un sonido salvaje, de deseo puro por su omega, a quien cargó en brazos, aun en su interior, para seguir su tarea de amar a su omega, sentándose en una silla, sosteniendo a Milo de sus rodillas, que se sostuvo de su cuello para besarle con esa pasión que encendía su amado en su cuerpo.
 
-Aqui esta bien... 
 
No tenían porque ir a esa habitación, ese templo era suyo, era su hogar y allí educarían a sus pequeños, a sus paletitas o sus escorpiones, sus bichitos, niños, lo que más deseaba en ese momento, eran niños de su sangre. 
 
-Podemos hacerlo aquí... 
 
*****
 
-¿Niños? ¡Harás que nazcan muchos niños! 
 
Era Pan, quien estaba sorprendido al escuchar que los alfas perderían la razón, pero los omegas iniciarían sus celos, aumentando la locura en ese santuario de la diosa Athena, que le miraba seria en esa estatua sin vida, como si le prometiera un castigo por sus acciones, pero ella no importaba más, ni Hades, ni Athena, mucho menos Zeus, pues, pocos dioses aún existían. 
 
-La fruta fresca, recién creada, es aquella que produce el mejor vino y necesitaremos mucho, para gobernar el santuario por los siglos por venir. 
 
Aun el propio Pan sentía remordimientos por ello, todas esas familias, todos esos pequeños milagros perdidos, justo como en los viejos tiempos, cuando los recién nacidos eran sacrificados a los dioses como ellos. 
 
-Tu viñedo será majestuoso y habrá muchos vinos que beber... 
 
Dionisio asintió, aunque, le gustaba el castigo planeado para ese omega testarudo, no desperdiciaría pequeños frutos con ese poder, la cosecha de esa Era seria como ninguna otra.
 
-Averigua cuántos omegas están embarazados, cuantos frutos esperamos, debemos empezar por los que nacerán primero... 
 
El vino de las uvas era una creación de los humanos, pero el vino de las vidas, de los frutos de la creación, era una creación del Dios del vino, que esperaba tener repleta su cava antes de que finalizara esa primera cosecha. 
 
-Tu, mi amigo, eres muy malvado...
 
*****
 
Mu había aceptado que Shion hablara con Aldebarán, les dejaría solos, porque esperaba que le hicieran entrar en razón, que su padre le hiciera ver que el único que le amaba de una forma sincera era él.
 
-Esa persona no es Mu, debes saberlo, tú eres su omega. 
 
Antes hubiera dicho que esa persona no era su alfa, pero ya no estaba seguro de lo que eran, en realidad, estaba seguro de que ya no eran nada. 
 
-Lo se, Mu nunca se ha comportado de esa forma tan posesiva, tampoco es demasiado cariñoso... 
 
Aldebarán respondió tranquilo, observando sus manos, esperaba que Shion le dejara ir pronto, no deseaba conversar de su ilusión con el patriarca, ni de su corazón roto. 
 
-Solo viene cuando se siente solo, cuando desea algo de compañía, cuando lo consigue, se va, sin quedarse un momento conmigo... 
 
No deseaba ver al patriarca, porque sabía que estaban hablando de su hijo y aunque decía ver por todos, probablemente viera primero por Mu, por los gemelos, que por los demás, después de todo era humano. 
 
-Siempre es lo mismo, aún después de la muerte de Saga, de Arles... 
 
Cerró los ojos, recordando que habían acordado ocultar su relación, primero porque no sabían cómo lo tomaría el anciano patriarca, al saber que dos aspirantes, antes de obtener su armadura, se habían entregado en cuerpo y alma, tal vez, les negarían su armadura. 
 
-O cuando empezamos con esto, por una u otra cosa, Mu ha solicitado que esperemos un poco más, siempre un poco más... 
 
Habían decidido que al ser lemuriano Kiki, lo mejor era hacerlo pasar como un huérfano, el discípulo de Mu, porque no podrían explicar que Aldebarán estuviera a cargo de uno de los miembros de aquella raza. 
 
-Pero estoy cansado de esperar, es como si solo estuviera utilizandome o le avergonzara verme con él... 
 
Aldebaran suspiro de nuevo, cubriendo su rostro con sus manos, tratando de comprender lo que pasaba, lo que pasaba con Mu, porque actuaba como un alfa posesivo después de tantos años. 
 
-Y no lo culpo, no soy el más fuerte, ni el más hermoso, no soy como él, que es perfecto en todos los sentidos. 
 
De pronto se sonrojó, aún lo encontraba hermoso y perfecto, demasiado bueno para él. 
 
-Prefiero mantener mi amistad con Dohko, antes que una ilusión, una mentira, por más tiempo. 
 
Se había prometido ya no llorar por Mu, ni dejar que sus dudas siguieran haciendole daño, por lo cual, supuso, lo mejor era hacerse a un lado. 
 
-Tu eres atractivo, tu eres uno de los santos con mayor poder destructivo y tu defensa es casi perfecta, tienes mucho qué ofrecer. 
 
Aldebaran negó esa información con algo de tristeza, porque hasta ese momento creía que nadie deseaba el amor que tenía para dar. 
 
-Porque parece que nadie desea eso... 
 
Shion, supuso que en ese momento debía decirle que Dohko deseaba su mano y que Mu lo consideraba como su omega, que también quería que le ordenará que le aceptara a su lado, no tenía que decírselo, pero era obvio. 
 
-Mu te ama y Dohko me ha solicitado tu mano, es por eso que deseo saber tu opinión, piensas que hay alguna razón por la cual, mi viejo amigo piense que podría ser correspondido. 
 
La expresión de Aldebarán era todo un poema, estaba demasiado sorprendido por ello, como si no lo entendiera del todo.
 
-Tomaré eso como un no... 
 

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