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Los lazos que nos unen. por Seiken

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Hades sonrió al escuchar la pregunta de Hyoga, para besar sus labios, con delicadeza, antes de regresar al interior del cuerpo de Shun, complaciendo a su omega que tenía los ojos y el cabello de la primavera.

 

—Si eso es lo que deseas...

 

Hades era un dios, pero estaba cansado y débil por el momento, por lo que debía descansar en el cuerpo de su envase.

 

-Te dejaré verlo, pero, debes recordar que eres mío.

 

No era suyo, tampoco era de Shun, no era un esclavo, pero si eran compañeros y él amaba a su dulce conejito, que abrió los ojos como si no comprendiera lo que estaba pasando, mirándole con ternura.

 

-¿Qué hacemos aquí?

 

Shun se levantó casi inmediatamente, colocando a Hyoga a sus espaldas, como si fuera un escudo, una actitud que sorprendió al cisne, porque nunca era si de sobreprotector, sin embargo, era su omega, estaba esperando al primero de sus hijos y su embarazo se notaba a simple vista.

 

-¿Que está haciendo ese espectro aqui?

 

Aiacos estaba a punto de responder a su pregunta, lo que estaba haciendo en ese sitio era servirle a su dios, pero guardó silencio, pues suponía que Hades no deseaba que le dijera de su existencia en su propio cuerpo, así que trato de pensar en una respuesta creible.

 

-Fuiste el envase del dios Hades, piensan que lo mínimo que pueden hacer es protegernos, en nombre de su dios.

 

Hyoga no deseaba que Shun se pusiera a meditar acerca de ese asunto, que pensara que Hades había regresado, no sin antes hablar con Kanon, el era el hombre más inteligente que conocía, por lo cual era mucho mejor escuchar sus consejos, él debía ser un soldado neutral, ya que estaba enamorado de un espectro.

 

-Siempre y cuando no dañen a mi omega o a nuestro pequeño amor, no veo porque no puedan ayudarnos con lo que sea que está pasando en el santuario.

 

No se atreverían a hacer algo como eso, por respeto a su dios, pero sobre todo, por el amor que le tenía al cisne, que le miraba fijamente con una expresión cauta, haciendole sonreir.

 

-No nos atreveriamos a realizar un acto como ese, de eso puedes estar seguro, ademas, seria un honor, servirles para protegerlos a los tres.

 

Hyoga tomo a Shun de su mano, para llevarlo a otro lugar, necesitaba pensar en qué hacer, cómo ocultar esa maldición de su maestro, de Milo, y cada momento su mente, le hacía pensar en que Kanon podría ayudarles con eso, con el dios Hades en el cuerpo de su alfa.

 

-Quiero visitar a Kanon…

 

Necesitaba encontrar la forma de proteger a su alfa, su conejito verde, que era tan dulce y tan puro, que no entendió la magnitud de su amor, hasta que se lo hizo ver, uno de sus mejores recuerdos.

 

-Hay que darle la gran noticia.

 

Shun asintió, apreciaban demasiado a Kanon, era un buen tipo, un hombre amable, un buen amigo y se pondría feliz por ellos, por su cariño, por su afecto, por su futuro amor que pronto alegraría sus vidas.

 

-Kanon se pondrá muy contento con nosotros.

 

Hyoga asintió, con una sonrisa en su rostro, caminando junto a Shun, su conejito.

 

-Si, el se pondra muy contento por nosotros.

 

*****

 

Minos se quedó en ese jardín con un desagradable sabor de boca, con un sentimiento de desamparo, pero que más le quedaba que asistir a la casa de Piscis cuando se le fuera ordenado.

 

Y eso era esa misma noche, así que suspirando, se alejó con pesadez del jardín de rosas, sin medir el tiempo que transcurria, ni los pasos que daba, deteniéndose cuando vio, o más bien, escuchó, una discusión acalorada.

 

Que le detuvo en sus propios pasos, observando a Shion, el patriarca y a Dohko, quien pensaba era el santo de libra, quien le exigía darle el permiso para buscar a un omega secuestrado.

 

-No daré esa orden, mucho menos a ti.

 

Minos trataba de pasar desapercibido, porque no deseaba presenciar una discusión entre dos caballeros de la vieja época, no quería insultar a nadie más, comprendiendo bien, que si Afrodita deseaba vengarse de su persona, era debido a su crueldad completamente innecesaria, sin embargo, era lo único que podía hacer para mantenerse alejado de ese omega, cuyo aroma comenzaba a hacerle perder la razón.

 

-¿A qué te refieres?

 

Dohko estaba sorprendido al escuchar esa respuesta, preguntando si Shion había cambiado tanto en su tiempo en los cinco picos, como para dejar a un omega a su suerte en las manos de un alfa que sabía era mucho más poderoso que él.

 

-¡Tan poco te importa Aldebarán que prefieres dejarlo a su suerte!

 

Shion trato de mantener la calma, cuando Dohko lo sostuvo de su ropa, acercan su rostro al suyo, tratando de comprender esa orden, esa aparente indiferencia, sin darse cuenta que Minos aun observaba esa discusión, en silencio absoluto.

 

-¡Tanto has cambiado! ¡O lo que te molesta es que por fin haya encontrado a un omega para mí!

 

La respuesta de Shion fue casi como si lo hubieran golpeado con una de la técnica prohibida, o con alguna de las armas de libra, retrocediendo un solo paso para soltarse, observando a Dohko en absoluto silencio.

 

-No te dejaré matar a mi único hijo ni permitiré que el te mate a ti, Dohko, así que de enviar a alguien por Aldebaran, no serás tu, porque ya vi que los años no han pasado en balde, como puedes manipular a esos muchachos a tu antojo.

 

Dohko sonrió, apartándose un poco más, casi riendose, pero no la clase de risa de felicidad, sino una dolida, molesta, que le indicaba lo mucho que le despreciaba, cuánto le molestaba esa extraña actitud.

 

-Entonces permitiras que lastimen a Aldebarán, que Mu caiga tan bajo como para violar a un omega que sabes que no puede defenderse.

 

Shion negó eso, porque Aldebarán no era tan débil, era uno de los santos con mayor poder destructivo, con una guardia casi impenetrable, no obstante, cuando Dohko le dio la espalda, no supo si lo hacía por defender a su hijo, o porque de hecho, le lastimaba ver que su viejo amigo estaba enamorado de alguien más.

 

-No dejare que le des la espalda a otro omega, Shion, aunque tenga que desobedecer tus órdenes. .

 

Fue la respuesta de Dohko, que con demasiada furia empujaba a Shion con sus manos, para darle la espalda, tratando de alejarse, pero el patriarca, que era mucho más alto que el anciano maestro le sostuvo del brazo, evitando que se marchara.

 

-Tenía que proteger a las nuevas generaciones, tú cuidar de la entrada al Inframundo, lo sabes muy bien.

 

Dohko asintió, riendo con burla fingida, porque en su voz había mucho más dolor del que Minos había escuchado en toda su vida, al escuchar esa excusa, relamiendo sus labios antes de soltarse con fuerza.

 

-Siempre tienen algo que hacer, alguna excusa para sus actos despreciables…

 

Shion perdió el habla, sin saber que decir, mirándole fijamente con una expresión de dolor que Minos pudo ver perfectamente, oculto en las sombras, preguntandose si esa discusión era por culpa del vino de Dionisio, o era una querella del pasado.

 

-Por lo que juro, que no dejare que otro lemuriano haga sufrir a un omega, que le haga esperar cientos de años por una promesa, que lo oculte de los ojos de los demás, únicamente, por su deber.

 

Shion volvió a negar eso, desviando la mirada, topándose con la suya, pero fijando su vista en la de Dohko.

 

-Te prohíbo salir del santuario, o serás considerado un traidor, Dohko de Libra.

 

La sorpresa de Dohko fue un poema de incredulidad y negación, apartándose de la mano de Shion, que de nuevo trataba de tocarlo, quien cerró el puño como si le doliera su cercanía, para darle la espalda, seguro de sus decisiones, de que eso era lo mejor para el santuario.

 

-Pues ya te lo dije, no me importa ser un traidor si es lo que tengo que hacer para proteger a otro omega de un lemuriano.

 

Shion negó eso, elevando un poco su cosmos, usando una voz fría, está vez mirándole fijamente, como si quiera amedrentar al hombre bajito.

 

-Aldebaran no desea a ninguno de los dos y lo que pasó en ese momento fue algo necesario, que ese omega, el del pasado comprendió en su momento.

 

Antes de que Dohko pudiera responder a sus palabras, tosió en voz alta, llamando la atención de los dos, no deseaba estar presente en ese enfrentamiento.

 

—Y ahora, si me disculpas Dohko, tengo que atender otros asuntos.

 

Dohko le observó fijamente con una expresión casi mortal, para después apartarse, furioso como nunca, regresando a su templo, o eso supuso.

 

—Y tú, regresa a tus habitaciones, no tienen derecho a caminar en el santuario a su antojo.

 

La mirada de Shion era tan aterradora que no supo qué hacer, únicamente se alejó en silencio, tragando un poco de saliva.

 

-Lo entiendo…

 

De pronto, el santuario ya no se veía tan seguro para Minos, que comenzó a pensar en la forma de salir de allí, con su dios y con su hermano, pensando que prefería enfrentar la furia de Kanon, que a esos dos soldados de Athena.

 

-Maldita sea.

 

*****

 

Saga había regresado a su templo para ver una escena que colmó su corazón de felicidad, al imaginarse a su omega con un pequeño en sus brazos, de cabello castaño, con dos cejas perfectamente normales.

 

-Te ves hermoso.

 

Susurro, besando su mejilla, suspirando al ver ese sonrojo en ese hermoso rostro, que dejó a la pequeña en una cuna improvisada, para besar sus labios, suspirando al sentirlo tan cerca, a su lado.

 

-Es una buena niña, Aioria me dio mas problemas a su edad, cuando nuestros padres murieron.

 

Saga asintió, era una buena niña sin duda, un poco silenciosa y creía que algo tímida, pero, era un bebé sano, hermoso, la muestra viviente de que la paz era posible, que aún tenían un destino que reclamar.

 

-Pronto tendremos los nuestros, no te parece, después de un celo de cinco días, sin usar protección, sería lo justo, lo lógico.

 

Aioros llevó sus manos a su vientre con una expresión extraña, al principio con alegria, pero despues con miedo, tragando un poco de saliva al recordar todas esas vidas siendo secuestrado, violado y embarazado por esa cosa, todas las veces que se veía a sí mismo saltando al vacío, tratando de matarse para escapar de ese demonio sin alma.

 

-¿Qué ocurre?

 

Saga quiso saberlo al instante, al ver la expresión de su omega, que era de miedo, más que de felicidad, creyendo que él era el culpable de eso, de esa apariencia tan atormentada.

 

-Solo que he tenido pesadillas con esa cosa, esa bestia, esa repulsiva criatura me embaraza después de secuestrarme, y yo siempre me mato, antes de dar a luz a lo que sea que carga mi vientre.

 

Saga abrazo entonces con fuerza el cuerpo de su omega, pegandolo a su pecho, tratando de controlar su furia, pero unos ojos rojos, y un mechón de cabello gris demostró por instantes que no pudo hacerle.

 

-Lo mataré, le hare sufrir por cada ocasión que se atrevió a tocarte y en ese momento, deseara nunca haberse cruzado en tu camino.

 

Aioros le creía, pero aun así estaba asustado.

 

-Lo se, no dejarás que me haga daño.

 

*****

 

-Ya me di una vuelta por el santuario, aparte de la pequeña uvita de tu omega, varios santos dorados tratan de tener su descendencia, pero…

 

Pan hizo un silencio teatral, esperando llamar la atención de su buen amigo, que se limitaba a observar el paisaje, con cierta expresión de aburrimiento casi absoluto.

 

-Existe un omega embarazado, uno de élite, con una armadura de bronce, que es lo raro, pero pronto dará a luz, en unos cuatro meses.

 

Sin duda alguna, eso llamó la atención de Dionisio que levantó su copa, sentado en una roca, no muy lejos del santuario, en donde varios alfas iban alcanzandolo, uno de ellos, de armadura dorada.

 

-Brindo por eso.

 

Pero eso no era todo, había un muchacho, un efebo de lemuria entre ellos, hijo de dos santos dorados, un pequeño niño hermoso, de cabello castaño, ojos violetas.

 

-Además tenemos un lemuriano, de unos trece años, un lindo efebo que tal vez nos pueda ayudar a crear un buen vino.

 

-Muy bien, habrá que comenzar a preparar las cosechas, pero dejemos que mi vino siga liberando sus corazones….

 

*****

 

Kanon desayunaba en su lado del templo de géminis, su omega estaba sentado en sus piernas, con una bata de color negro que le llegaba a medio muslo, el bebía de un vaso de leche que le era ofrecido, acariciando las piernas de su esposo, que con esas nuevas marcas se veía sumamente sensual.

 

-Kanon, tenemos que…

 

Hyoga guardó silencio al ver esa escena, agradeciendo que Kanon llevara puestos un par de pantalones holgados, tragando un poco de saliva, abochornandose, pero siempre había sido demasiado frio, su alfa se cubrió la boca, sonrojandose inmediatamente al reconocer al enemigo de Kanon, ese que descubrió su espejismo inmediatamente.

 

-Lo sentimos… de verdad.

 

Radamanthys no se movió, dejando el vaso de leche en la mesa, con una sonrisa pícara, Kanon al verlos mantuvo su sonrisa, tomando el vaso de leche, para dejarlo en la mesa, ayudandole a su omega a levantarse de su regazo.

 

-Anda, ve a vestirte, o si no se avergonzaran hasta la muerte.

 

Radamanthys le dio un beso en la frente y se marchó, cerrando la puerta detrás de si.

 

-¿En qué puedo ayudarlos?

 

Antes de que pudieran responder, se levantó para buscar su camisa, para cubrirse con ella, suspirando.

 

-Espero que no sea otro tour al Inframundo, porque ya capture aquello que deseaba de ese sitio, un dragón con lindas escamas doradas.


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