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Los lazos que nos unen. por Seiken

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-¿Alguna vez has pensado que puedes lastimar a tu omega?

 

Kanon fumaba un cigarrillo, que sostenía entre sus dedos, mirando el suelo con una expresión preocupada, llamando la atención de Saga que le miraba sin comprender muy bien de que le estaba hablando, porque hacerle esa pregunta.

 

-Que de pronto perderás el control y lastimaras a tu omega, a Aioros.

 

Saga pensó esas palabras por unos momentos, sentándose junto a su hermano gemelo, que fumaba, tomando su cigarrillo para darle una probada, apartandolo de un solo movimiento, pues era tabaco, simple y aburrido tabaco.

 

-Ni siquiera como Arles pude lastimar a Aioros, tenía la daga, casi la encaje en nuestra diosa, pero no pelee con él, en vez de eso mande a Shura, porque yo no podía lastimarlo, y aun asi, le ordene que no lastimara a mi amor, sabía que no podría matarlo, aunque la suma de las heridas, más esa caída, fue lo que lo destruyó al final, tal vez la ruptura de su corazón… no lo se.

 

Saga sacó uno de sus cigarrillos, prendiendolo, notando la mirada de Kanon, que simplemente negaba con un movimiento de la cabeza, porque bien sabía que algunos de los santos tenían gustos por sustancias prohibidas, su hermano fumaba, Shaka y Mu bebían de un té mágico, Dohko también bebía, aunque ninguno tenía una adicción, si las usaban para desestresarse.

 

-No lo habría dejado apartarse de mi, lo habría encerrado en mi cuarto y le habría mantenido conmigo hasta que aceptara su lugar como mi consorte, pero no lo mataría, pero estamos hablando de Aioros, él es un soldado de Athena, un soldado de la paz, ajeno a la violencia o la oscuridad, Radamanthys, el es un espectro.

 

Kanon volteo a verle, notando el mecho de cabello gris, era como cuando hablaba con la otra parte de Saga, pero ese era su hermano, no era el santo ni el demonio, sino algo intermedio, con quien siempre había logrado comunicarse.

 

-Soy como tu, tengo algo corrupto dentro de mí, una sombra que temo puede llegar a lastimar a mi omega, porque igual que tu, igual que Shun, o Saori, tengo algo que no soy yo en mi cuerpo, ese algo podría lastimar a mi familia.

 

Saga le dio su cigarrillo, para que fumara un poco, cosa que no hizo, nunca le había gustado beber o fumar, eso le quitaba lucidez, embotaba sus sentidos, haciéndole perder los estribos y nunca había sido conveniente para él.

 

-Radamanthys decidió entregarse a un santo de Athena, vino a buscarte y se dejó seducir con demasiada facilidad, para mi, todo esta de la caza y captura fue al revés, el te capturó a ti con un disfraz de niño asustado, serio, formal, pero los dos sabemos que este soldado en especial ha matado a muchos de los nuestros, sabemos que es un soldado poderoso, que no es ajeno a la muerte o a los engaños.

 

Kanon frunció el ceño inmediatamente, molesto, podrían decir furioso, lanzando el cigarrillo al suelo, no estaba dispuesto a escuchar esas mentiras respecto a su omega, que era lo mejor que le había pasado en toda su vida.

 

-No te permito que le hables de esa forma o que te dirijas así de mi omega, de la madre de mis hijos.

 

Saga colocó una mano en su brazo, porque los dos sabían una cosa, la estrella de la desgracia era él, la mala semilla siempre fue él, en cambio Kanon era la estrella de la buena fortuna, la buena semilla, el gemelo bueno, si es que existía algo como eso.

 

-Déjame terminar.

 

Kanon aguardo, aunque estaba molesto por escuchar esas palabras acerca de su omega, por la forma en que Saga actuaba como si lo supiera todo, pero no dijo nada, esperando escuchar lo que tenía que decirle.

 

-Los dioses siempre te ponen a donde debes estar, en el momento en el que debes estar y haciendo cuentas, tu tienes veintiocho, igual que yo, pero tu omega, para mi el y sus hermanos, todos los espectros son mucho más viejos de lo que podemos imaginar, han tenido demasiadas vidas, los años se van juntando, así que Radamanthys debe conocer exactamente lo que desea, eso eres tu, por lo que yo le haría caso, me quedaria con él, además, dejarlo solo, implica abandonarlo a su suerte cuando un dios desea poseerlo, implica abandonar a tus hijos, implicaría que tu amor no es tan fuerte, porque dudas de su sinceridad.

 

Kanon negó eso, no dudaba de su amor, de su sinceridad, ni de la de Radamanthys, le amaba con locura, le incendiaba de deseo, ademas de alegria al ver a esa pequeña, al imaginarse al segundo, era lo que siempre había deseado en un compañero.

 

-Tu eres Leviatán, yo soy Ares, pero también somos alfas, también somos Kanon y Saga, asi que deberiamos utilizar este cosmos extra que tenemos, gracias a los dioses o al destino, para destruir a nuestros enemigos.

 

Saga espero por la respuesta de su hermano, que vino en un asentimiento, tenía razón, el cosmos que tenía debido a lo que habitaba en su cuerpo podía servirle para proteger a su omega, para destruir a cualquier dios que quisiera arrebatarlo de sus manos.

 

-Eres un maldito genio Saga.

 

Saga asintió, orgulloso de si mismo, terminando su cigarrillo, observando como Kanon se marchaba apurado, riéndose de sus dudas, unas que el tambien sintio en su juventud, pero ya no, porque necesitaba de todo su poder, de toda su sabiduría y del propio dios de la guerra, para proteger a su arquero.

 

-Y tu, un grandísimo idiota.

 

Le grito, observando con diversión, como Kanon levantaba su dedo corazón, al mismo tiempo que se marchaba, acto que el imito, deteniéndose unos momentos enfrente de un espejo, observando al dios Ares al otro lado, sus ojos rojos, su cabello gris, pero ya no lo asustaba, porque necesitaba proteger a su arquero del peligro.

 

-Te aceptaré en mi, si tu me ayudas a proteger a mi omega.

 

El dios comenzó a reírse, porque era el omega de los dos, pero no dijo nada, tampoco se manifestó en el cuerpo de Saga, se conformaba con observar desde lejos, no quería asustar a su dulce arquero.

 

-Nuestro omega.

 

*****

 

Kiki no quiso apartarse de sus padres ni un solo momento, siguiendolos a su cuarto, con una expresión que era una mezcla de miedo, vergüenza y esperanza, Mu no dijo nada al verlo, Aldebaran arqueo una ceja, preguntándose porqué estaba tan nervioso.

 

-Puedo…

 

Se rascó el brazo, desviando la mirada, porque ya dormía solo desde muchos años atrás, mucho antes de que los santos de bronce llegaran, pero estaba asustado, no quería estar solo, no después de lo que esa cosa quiso hacerle.

 

-¿Puedo dormir con ustedes?

 

Mu por un momento quiso decirle que no, pero se detuvo esperando la respuesta de Aldebarán que se rasco la nuca, observando la cama, para ver si cabían, notando que era una cama muy grande, donde podrían estar los tres juntos sin problema.

 

-Solo por hoy, ve a cambiarte y aquí te esperamos.

 

Cuando no quiso moverse, Aldebarán lo acompañó a su habitación, comprendiendo bien la razón de su miedo y que estaba fundado en algo real, dejando solo a Mu que seguía cambiandose de ropa, para vestir su pijama, escuchando una voz que se dirigía directamente a su cosmos.

 

-Siento lo que paso, Kiki es muy astuto y utilizo mi descuido para escapar.

 

Mu asintió, sabía que Kiki era un niño astuto, que sobreviviría a cualquier contingencia, sonriendo al pensar que lo había educado bien y que de nuevo, despues de no recordaba cuántos años, podría dormir con su omega bajo su mismo techo, en su misma cama.

 

-Gracias por cuidarlo, pero, aún está asustado por lo que pasó, de no ser por mi omega, por su necedad, no se que habria pasado.

 

El no habría dejado que lastimaran al pequeño de sus mejores amigos, pero, permitió que los padres pelearan contra aquellos que deseaban lastimar a su hijo, para que sintieran un pequeño lazo unirlos de nuevo, aunque este fuera el odio y el miedo.

 

-Tienes una pequeña oportunidad de recuperar su afecto, no lo arruines Mu.

 

Mu suspiro, solo tenía una oportunidad, porque Kiki no deseaba estar solo y porque le hizo creer que los dos estarían juntos, ya que sabía la verdad, pero Aldebarán de todas formas quería alejarse, se lo había buscado, por descuidarlo todo ese tiempo.

 

-No lo arruinaré, porque sin él, mi vida no tiene sentido.

 

Escucho como su toro regresaba con su pequeño, esperando que con eso Shaka se marchara, pero aun seguía presente.

 

-El tiene suerte de tener tu amor para él, siempre se lo he dicho, un cariño tan sincero no se ve todos los días.

 

Mu recordó entonces lo que dijo su omega, de que si creia que debia estar agradecido por fijarse en él, tal vez, había malinterpretado las palabras de Shaka, que era su amigo y que lo tenía en buena estima.

 

-El que tiene suerte de tenerlo a mi lado soy yo, aunque sea el peor de los alfas, pero, me ganare su perdón y su afecto, aunque la vida se me vaya en eso.

 

Kiki se acostó a la mitad de la cama, debajo de las cobijas, Aldebaran suspiro, dejándose puesta una playera y unos pantalones cortos, aunque no era su pijama, Mu se acostó al otro lado de su pequeño, pero su mirada estaba fija en su toro, que usaba su brazo como una almohada.

 

-Siempre quise dormir así, los tres juntos, como una enorme familia.

 

Aldebaran por un momento quiso darle la espalda, pero no lo hizo, asintiendo con un movimiento de su cabeza, sintiendo como Kiki acomodaba su cabeza sobre uno de sus brazos, sosteniendo una de las manos de Mu, inmovilizandolos a ambos.

 

-Lo mejor será que durmamos.

 

Cerró los ojos, pero sintió entonces la mano de Mu sobre la suya, para después, acomodar su mejilla contra esta, aun mirándole con esos hermosos ojos, que debía ignorar, como esa expresión de absoluta felicidad.

 

-Solo dame una oportunidad, nada mas te pido.

 

Aldebaran no respondió a su plegaria, cerrando los ojos, para tratar de dormir un poco, sintiendo a sus dos lemurianos, al que dio a luz que se quedó dormido con demasiada rapidez, y el otro, que seguía despierto, mirándole.

 

-Está bien, sólo trata de dormir un poco…

 

Mu beso el dorso de su mano, para disponerse a dormir, de alguna forma agradeciendo las acciones del anciano maestro, que le dejaron ver aquello que perdía y lo solo que estaria de permitir que eso pasara.

 

-Te quiero… los quiero a ambos.

 

*****

 

Kanon regreso con su omega, que aun estaba despierto y trataba de arrullar a su pequeña en sus brazos que seguía llorando desesperada, tan desesperado estaba que Radamanthys tambien tenia unas lágrimas en sus mejillas.

 

-¿Qué ocurre?

 

Radamanthys al escuchar su voz y verle caminar hacia ellos sonrió, caminando rapidamente en su direccion, para ver si Kanon podía calmar su llanto, recargándose en su hombro, porque seguía siendo unos centímetros más alto que su alfa.

 

-¿Porque esta llorando?

 

Kanon acarició la mejilla de su omega, que le veía con una expresión que estremeció su corazón, mucho más al escuchar el llanto de su pequeña en sus brazos, a quien comenzó a arrullar y quien iba calmandose un poco, apenas bajando el volumen de su gritos, de sus quejidos.

 

-Pense que te habías marchado y que ya no volverias, que nos habías abandonado, a nosotros, tus dragones.

 

Tenía razón, se había marchado sin decirle nada, sin explicar sus acciones, podría pensar que lo había abandonado y por un momento pensó que eso seria lo mejor para ellos, para su omega y sus huevitos.

 

-Soy un monstruo, soy sombras y oscuridad…

 

Radamanthys negó eso, besando sus labios, recargándose contra su cuerpo, abrazándolo por la espalda, escuchando como su pequeña iba calmandose, pero no del todo, pensando que tal vez ella tambien penso que su padre ya no regresaria.

 

-No, no eres un monstruo, tampoco sombras y oscuridad, tu eres una buena persona, eres un caballero en dorada armadura, eres mi alfa, eres mio…

 

Kanon respondió al abrazo de Radamanthys, besando su mejilla, su cabeza, para seguir con ella en sus brazos, que aun lloraba, pero menos fuerte, menos desesperada, maldiciendose en silencio, porque no se merecía esas dos joyas, que lo necesitaban a su lado.

 

-¿Ocurrió algo en mi ausencia?

 

Radamanthys guardó silencio por algunos instantes, antes de negar esa pregunta con un movimiento de la cabeza, no era el momento de decirle lo que pasó, de la visita del dios del vino.

 

-Nada, sólo que los dos pensamos que no regresarías.

 

Inmediatamente los llantos de su pequeña aumentaron su volumen, como si esa mentira no fuera de su agrado, como si comprendiera mucho más de lo que un bebé de esas edad podía entender, así que relamiendo sus labios, supuso que lo mejor era decirle todo.

 

-Dionisio aprovecho tu partida para verme, para recordarme mi pasado.

 

*****

 

Alguien mas habia visto esa conversación en silencio, cuando quiso ver al monstruo que lastimó a Pandora, que le hizo llorar, actuando como un omega indefenso, que además de todo, era el amante de su enemigo, utilizando a Kanon, el buen gemelo a su antojo, únicamente porque cargaba una pequeña en sus brazos.

 

-¿Qué te ha traido aqui?

 

Al igual que lo hacia Hyoga, cuyo embarazo era visible a simple vista y era cierto lo que decían de las mujeres o los omegas embarazados, estos le traían una belleza difícil de descubrir, los hacían mucho más deseables todavía.

 

-No puedo visitar a mi hermano y a su omega.

 

Hyoga se sentía nervioso en compañía de Ikki, pero era el hermano de Shun, no podía pedirle que les diera más tiempo para acostumbrarse a esa vida, por lo que simplemente fijó su vista en su té, escuchando los pasos de su alfa, que tomó un asiento a su lado.

 

-Claro que puedes, nunca me atrevería a negarle eso, ademas, eres nuestro aliado y nuestro amigo.

 

Eso era cierto, como también lo era que preferiría ser su alfa, que solamente su amigo, o su aliado.

 

-El embarazo te sienta muy bien, le ha traído vida a esas mejillas, te vez deslumbrante.


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