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Los lazos que nos unen. por Seiken

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Minos le observo perplejo unos momentos, sin entender muy bien de que le estaba hablando su hermano mitológico, que aun era su amigo y camarada, ya que al despertar, el generalmente se encargaba de la seguridad de los otros dos jueces, era su trabajo, como el mayor, el alma más vieja. 

 

-¿Qué necesitas? 

 

Y seguía considerando como sus hermanos al espectro de Garuda como al espectro del Wyvern, que estaba vestido con su ropa de juez, cubriendo todo su cuerpo, llamando su atención, porque siempre usaba su armadura, pocas veces su túnica de color azul. 

 

-Necesito tu ayuda para esconder esto de los demás. 

 

Pronunció con algo de miedo, demasiado nervioso, seguro de que no deseaba que Pandora lo viera, mucho menos Valentine, o Cheshire, a quien despreciaba como a nadie, abriendo la túnica para mostrar un estómago algo abultado, como el de un omega embarazado. 

 

-Te ayudare, por supuesto, pero antes, quiero saber si esto fue con tu consentimiento, o tengo que ir a matar a un alfa de una manera muy dolorosa. 

 

Radamanthys volvió a cubrirse, recordando su celo, como Kanon había sido todo un caballero y como él intentó seducirle, por varias horas, llamando su atención con su aroma, con su deseo, con sus propias caricias, hasta que cayó en sus brazos. 

 

-Fue por mi propia voluntad, por eso no debes preocuparte, pero no se si el alfa en cuestión está interesado en algo más que solo un celo.

 

Su celo había sido hace poco, fuera del Inframundo, sabía que Valentine no había tenido nada que ver, porque durante esos cinco días estuvo como perdido, tratando de salir del Inframundo, pero el se lo evito, no quería que cazara a Radamanthys en la tierra, asi que debia ser otro. 

 

-Tu celo ya pasó… 

 

Susurro, rascando su barbilla tratando de pensar en el culpable, abriendo mucho los ojos cuando pensó en ese santo dorado de cabello azul, ese hermoso guerrero que se enfrentó a su hermano, que se parecía el guardia sin suerte. 

 

-Es ese tipo… fue ese tipo, el del santuario, al que le rompí los dedos de la mano… Kanon de Geminis. 

 

Era cierto, así que no lo negó, esperando escuchar cualquier cosa que tuviera que decirle, sin embargo, Minos se levantó de su asiento, para rodear los hombros de Radamanthys, prometiendo que haría lo que no hizo con ese senador, en esta ocasión si le mantendria seguro. 

 

-Te ayudare, no temas… 

 

Radamanthys abrió los ojos observando la pacífica expresión de Kanon al otro lado de la cama, acariciando su mejilla, para sonreir, sintiéndose seguro, porque ya no estaba solo, esperando que Minos encontrará pronto lo que él tenía en ese momento, lo que Aiacos tenía con Violate. 

 

-Gracias, gracias por estar conmigo. 

 

Kanon se acercó un poco más a él, a sus labios, para besarle, los dos ignorando la sombra que con el cosmos apagado les observaba en silencio, aprovechando el celo de Afrodita, que evitaba que su contacto con las plantas funcionara como debería serlo.

 

-Te quiero Kanon. 

 

*****

 

Hyoga cuando por fin se marchó Ikki pudo respirar con tranquilidad, sintiéndose aliviado, porque no deseaba que se diera cuenta de la presencia del dios en el cuerpo de su alfa y porque, no le gustaba la forma en la que le hablaba, ni como le miraba, mucho menos en ese momento. 

 

-Parece que Ikki está feliz por nosotros. 

 

Shun estaba contento de ver de nuevo a su hermano, a Ikki, y el no le tenia ningun resentimiento, ningún rencor después de ser atacado cuando compartía el lecho de su alfa, sin embargo, tampoco le gustó demasiado que los viera juntos, porque había ingresado en su habitación sin permiso alguno. 

 

-Eso parece, aunque no se quedó mucho tiempo, supongo que aún le molesta vernos juntos. 

 

Suponía que asi era, que seguía pensando que él había usado a su pequeño hermano menor durante su celo, o algo parecido, la verdad que si le sedujo usando sus feromonas, que le dio una advertencia, si no era él quien ayudara con su celo, no deseaba a nadie más. 

 

-Siempre ha sido demasiado sobreprotector, pero así es él, mi hermano se preocupa demasiado por mi. 

 

Shun le veía con esa inocencia tan característica, sujetando su mano con delicadeza, besando sus nudillos y después su brazo, avanzando en dirección de su rostro, para besar su herida, la parte de su rostro que su viejo amigo lastimó para que pudieran estar iguales. 

 

-Yo se que Ikki te quiere, pero, no se bien si está molesto por esto, o está contento, tal vez esté celoso, apenas se encontraron y yo llegue a separarlos, no lo culparia si esos fueran sus pensamientos hacia mi. 

 

No podía decirle que había visto deseo en su mirada, porque era imposible que fuera cierto, Ikki no podía sentir lujuria por él, solo eran amigos y era un omega con una mordida, embarazado de su propio hermano, eso era incorrecto.

 

-Ikki tendrá que comprender que los dos somos uno, que nuestro amor ha dado fruto, que eso es el deseo de los dioses y que yo te amo como no he amado a nada en este mundo, en cualquiera de estos siglos. 

 

Hyoga se sorprendió al escuchar esas palabras, volteando a verle, sorprendido por el cambio que de nuevo sucedió en el cuerpo de su alfa, encontrándose con Hades, quien seguía besando su cuerpo, con la mayor de las delicadezas. 

 

-Shun es demasiado inocente, no se ha dado cuenta que su hermano te desea, pero yo sí, yo lo sentí en cada fibra de mi cosmos y no permitiré que te dañen o piensen, que pueden apartarme de ti, cuando por fin te he encontrado mi primavera. 

 

Hyoga esta vez no lucho por apartarse, recordando las palabras pronunciadas por Hades, como le pedía a Kanon que lo protegieran, que cuidara de sus gemelos, como los viejos amigos de los que se trataban, pero aun así, no sabía muy bien qué pensar respecto a lo pronunciado por el dios de la muerte. 

 

-¿Porque me llamas Primavera? 

 

Preguntó apartándose un poco de Hades, que seguía besando su hombro, su espalda, acariciando sus brazos con la mayor de las ternuras, con esa sensacion fria, como de muerte, gimiendo cuando lamió su cuello.

 

-Porque eres mi primavera, mi Persephone, tal vez hayas nacido como un varón, un hermoso omega, pero se que eres la misma entidad, tu cosmos resuena con el mio, creando la más hermosa de las músicas. 

 

Hyoga trato de apartarse cuando Hades empezó a delinear su piel por encima de su pantalón, pero Hades usando su cuerpo, su masa muscular, que no era demasiada pero si existía, y la sorpresa, lo sentó en la silla, con una sonrisa que le fascinó, era la misma que Shun usaba cuando estaban juntos, en el tálamo. 

 

-Pero me sorprende que no preguntaras respecto al deseo de tu cuñado, del hermano de tu alfa y se porque es eso, mi pequeño cisne, porque tu sabes que es verdad, que Ikki te desea, que se piensa con el derecho de ser tu alfa. 

 

Hyoga de nuevo desvió la mirada, suspirando cuando Hades le quitó la camisa, lamiendo su cuello, acariciando sus pectorales, su cintura, con la mayor de las delicadezas, esperando una respuesta de sus labios, con una expresión que le decía que no pensara en mentirle, porque se daría cuenta. 

 

-Antes de que tu me aceptaras… 

 

Hades se recargo a los lados de sus muslos, esperando la respuesta que tendría que darle, observando su sonrojo y algo de vergüenza, pensando que su cisne era un ave traviesa, así como era hermosa. 

 

-La primera vez que bebimos… creo que Ikki me beso, pero no estoy seguro… 

 

Hades busco en sus recuerdos y encontró una fiesta, cuando ellos se creían lo suficiente mayores para probar licor, para fumar, riendose al ver como Seiya y los demás apenas soportaban unas cuantas cervezas, ni siquiera su cisne era inmune a la primer bebida espirituosa que probaban en su juventud.

 

-Lo recuerdo, después de la guerra, después de matar a tantos enemigos, pensamos que era momento de probar otros placeres adultos, el licor y el tabaco. 

 

Hyoga asintió, a ninguno le gustó demasiado, pero siguieron bebiendo como unos idiotas, emborrachándose con tres o cuatro cervezas, todos, menos Ikki, el era mayor, él había probado licor antes y aun se encontraba sobrio, o eso pensaban. 

 

-Pero no recuerdo mucho de eso, creo que fui el primero en caer rendido. 

 

Hyoga asintió, después fue Seiya y Shiryu, el último fue el, que sentía que su cabeza le daba vueltas, recostandose en el sillón, usando el brazo del sillón como una almohada, sintiéndose embotado, perdido en el estupor alcohólico de sus primeras cervezas. 

 

-No se bien que paso con exactitud, pero sentí unos labios contra los míos, no estoy seguro de nada… 

 

Podía ver que estaba muy avergonzado por ello, que pensaba que se molestaría con él por eso, sin embargo, quién era él para castigar a su amado cisne, nadie, solo un loco enamorado que le perdonaría lo que fuera, por lo cual, beso sus labios con delicadeza, con una sonrisa felina. 

 

-No importa quien te haya besado primero mi primavera, sino quien lo haya hecho al final, cuya semilla crece en tu cuerpo, porque tu me amas a mi, nos amas a los dos, no es verdad. 

 

Hyoga desvió la mirada, sintiendo que le estaba siendo infiel a su conejito, que ofrendo su vida por él en el templo de libra, que era su alfa, su futuro esposo ya que tenían la bendición de sus maestros, cuyos hijos llevaba en su vientre, si eran dos de ellos como decía el dios que pasaria. 

 

-Amo a Shun… 

 

Hades asintió, pegando su frente contra la suya, con una sonrisa tierna, con una expresión que le decía claramente que tan equivocado creía que estaba, como si se tratase de un niño pequeño y una pequeña equivocación. 

 

-Pero los dos somos uno, los dos somos tu conejito, uno blanco y uno negro, pero los dos te pertenecemos Hyoga, los dos te amamos y tu nos amas a nosotros. 

 

Tras decir aquellas palabras Shun despertó de nuevo, observando la postura que tenían, recordando perfectamente cómo llegaron a ella, pero no sus palabras, lo que Hades pronunciaba en el oído de su amado cisne, que estaba demasiado nervioso, y no sabia muy bien la razón de ello. 

 

-Te amo tanto Hyoga. 

 

Hyoga al ver que era su conejito rodeo su cuello con sus brazos, besando sus labios con pasión, con lujuria, gimiendo cuando su amado respondía a sus caricias, acariciando sus muslos, desabrochando sus pantalones.

 

-¿Seguro que deseas hacerlo aquí? 

 

No estaba seguro de eso, pero sí que deseaba sentir el amor de Shun en su cuerpo, después de soportar la desagradable mirada de Ikki en su cuerpo, creyendo que Hades tenía razón, el hermano de su alfa le deseaba y no parecía contento con su decisión, lo único que le consolaba era que su amor por su hermano menor debía ser mayor a su lujuria, de lo contrario, estaban en peligro. 

 

-Mientras seas tu, mi alfa, solo si eres tu. 

 

Shun no entendió muy bien de que le estaban hablando, pero no quiso averiguarlo, besando los labios de Hyoga, quien se bajó los pantalones sin mucha ceremonia, para poco después sentarse sobre las piernas de Shun, que tomó un lugar en el primer asintió que encontró, para que su cisne comenzará a cabalgarlo, sosteniéndose de sus hombros, gimiendo en su oído, mostrándole su placer. 

 

-Shun, Shun… muerdeme Shun… 

 

Shun relamió sus labios antes de morderlo, encajando sus dientes con delicadeza en su cuello, dejando una marca rojiza, jadeando y gimiendo a su ritmo, compartiendo el deseo de su cisne, su fogosidad, su lujuria. 

 

-Hyoga… Hyoga… 

 

*****

 

-Mira, no es que no te ame, no es que estos días no hayan sido el paraíso, pero no crees que ya ha sido suficiente, aún para mí ha sido suficiente… 

 

Milo trataba de explicarle a Camus, que no había dejado de hacerle el amor desde que le dijera que estaba dispuesto a darle un pequeño niño, o niña, o ambos, lo que su cuerpo pudiera producir primero, sin embargo, no podían permanecer encerrados en ese templo el resto de sus días. 

 

-Pero lo único que deseamos es tener un bebé y debemos esforzarnos en ello. 

 

Milo comenzó a reírse, besando la nariz de Camus, que deseaba repetir las actividades que habían realizado por los ultimos tres dias, pero él deseaba salir a Rodorio, practicar sus habilidades, entrenar, no seguir retozando imparables en su cama. 

 

-Quiero limpiar la habitación, lavar hasta la último juego de cama y salir un poco, eso también debe ayudarnos a prepararnos para tener un bebe, ademas, quiero visitar algunas tiendas de muebles para niños, de ropa, porque bien sabes que ninguno de los dos podría fabricarle su ropa a nuestra paletita de limón… 

 

Camus estaba a punto de negarse a ello, no quería salir de esa habitación hasta no saber que estaban esperando una paletita de mora azul o un escorpión verde, no obstante, su escorpión comenzaba a molestarse con él y no quería que eso pasara, de lo contrario, podría dejarlo como sucedería con Mu, dentro de poco, se dijo en silencio. 

 

-No podemos hacerlo una última vez y ya… 

 

Milo estaba a punto de negarse, cuando escucharon unos pasos en su templo, sintiendo por fin un cosmos familiar, de un viejo amigo que ya no visitaba muy a menudo, acompañado de otro, el de Mu, que rara vez se quedaba en el santuario. 

 

-No, porque tenemos visitas y no sere descortés con un viejo amigo mío. 

 

Lo había salvado la campana, o debía decir, el toro, e inmediatamente vistiéndose con la velocidad de la luz, salió de esa habitación, caminando en dirección de su viejo amigo, que estaba acompañado de Mu, quien tenía una extraña mirada, como perdida y un Kiki, sumamente emocionado.

 

-¿Qué ocurre? 

 

Aldebaran al verle, arqueo una ceja, preguntándose si habian salido de ese templo desde su celo, que había sucedido al menos una semana atrás, casi al mismo tiempo que él fue secuestrado, lo sabía, porque durante varios años hizo guardia fuera de su templo para evitar que Camus cometiera una locura, o que Milo quedara embarazado, después de todo, eran buenos amigos y llegaron a contarse algunos de sus problemas. 

 

-Tu alfa también está actuando fuera de sí verdad… 

 

Milo asintió, porque era una forma de decirlo, relamiendo sus labios, cuando Camus llegó con ellos, algo serio, porque habían sido interrumpidos, pero al ver al toro, en compañía de Mu, solo les saludo con un movimiento de su cabeza. 

 

-¿Cómo lo sabes? 

 

Aldebaran suspiro, le había dicho a Mu que deseaba contarle a Milo la gran noticia, como se habían reconciliado y el creyo cada una de sus mentiras, llevándolo a la casa de Acuario, en donde se encontro con una visión extraña, porque parecía que nadie había estado fuera de la recámara por varios dias, habia polvo, platos sucios, era una imagen que no correspondía en ese templo. 

 

-Tengo que algo que hablar, pero tiene que ser en secreto, entre dos omegas. 


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