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Los lazos que nos unen. por Seiken

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Dohko supuso que lo mejor era tomar el toro, o en este caso, el chivo, por los cuernos, después de la conversación que tuvo con Aioros, al comprender que tenía razón en todo lo que decía, no les convenía tener a Shion como su enemigo. 

 

A quien encontró en un templo de Aries, especialmente silencioso, como si no hubiera una sola alma en ese sitio, o todos hubieran sido asesinados, Dohko dio algunos pasos buscando a Mu, tal vez al toro, o a Kiki, pero no podía verlos por ningún lado, sintiéndose aliviado por ello. 

 

-Shion. 

 

El patriarca tenía sangre en los nudillos y en su rostro, haciendo que se preocupara por sus amigos, por el gran toro, tambien por Shion, que se veía completamente fuera de sí, perdido en sus propios pensamientos. 

 

-¿Qué has hecho? 

 

Shion volteo a verle con esa expresión perdida, haciéndole pensar que estaba mucho más afectado de lo que pensaba, como lo hubiera dicho Aioros, el estaba completamente perdido en su locura, en el vino.

 

-Vine a buscar a ese toro, pensaba que podría convencerlo de rechazar tus afectos, pero no lo encontro aqui, no habia nadie y me enoje, así que golpee una columna sin usar mi cosmos, no quería ser descubierto… 

 

Dohko dio varios pasos más en dirección de Shion, que aún estaba inmóvil, observando el templo que alguna vez fue suyo, pero tenía la firma de Mu en él, sus piezas de trabajo, sus libros, pequeñas pertenencias. 

 

-Yo… yo quise hacerle daño, pero él era un niño tan bueno en el pasado, siempre estaba con Mu, así que pensé, podría hablar con él, pedirle que no me quite a mi amado, él es una buena persona, me escucharía. 

 

Shion al ver cómo se detenía delante suyo, acaricio su mejilla, con ternura, manchandolo de su propia sangre, comprendiendo que de encontrarse a Aldebarán, lo hubiera asesinado en un ataque de celos. 

 

-No se que me pasa Dohko, no puedo pensar con claridad y es como si mis recuerdos se me escaparan… no puedo concentrarme, sólo verlos a ustedes, juntos, disfrutando de lo que yo siempre quise tener contigo.

 

Dohko sabía como se sentía eso, así que asintió, acariciando las manos de Shion, pensando que debía atender sus heridas, suponiendo que aún tenía suficiente control en sus emociones para saber que no estaba actuando como era debido.

 

-Y no puedo quitarlas de mi mente, no puedo, es… es imposible. 

 

Inmediatamente se agachó, colocando ambas manos en su cabeza, jalando su cabello con fuerza, tanta que Dohko pensó que volvería  a lastimarse, asi que sosteniendo sus muñecas con fuerza, evitó que siguiera haciéndose daño. 

 

-Shion, Shion veme, yo estoy aquí mi viejo amigo, voy a ayudarte con este mal. 

 

Shion al verle acuclillado junto a el, beso sus labios, con delicadeza, esperando ser correspondido, al menos recibir el amor de su Dohko, que le veía con ternura, con una expresión muy diferente a la que uso con el en ese valle, cuando le dijo que pelearía por él, en su habitación, cuando quiso dormir en sus brazos. 

 

-No quiero ser tu amigo… no solo tu amigo. 

 

Dohko trago un poco de saliva, respirando hondo, así que eso era lo que más deseaba en ese mundo, su amor y su compañía, parecía que Aioros era menos inocente de lo que pensaba, porque tenía razón, Shion lo quería a su lado. 

 

-Sabes que estoy enojado contigo, no es verdad, Shion. 

 

Espero a que su amigo respondiera, mostrando la paciencia que había obtenido en sus doscientos años de vida, mirandole con una expresion de completa empatía, como si se tratase de alguno de sus alumnos, sonriendo cuando Shion asintió.

 

-¿La razón de eso? 

 

Volvió a asentir, dejando que unas lágrimas resbalaran por sus mejillas, seguro que sería abandonado a su suerte, como el abandono a Dohko en los cinco picos, sin verle, sin hacerle ver que tanto lo extrañaba o como deseaba que no hubieran sido encargados con esa tarea.

 

-Y piensas que matando a mi amigo, yo te perdonaré. 

 

Shion negó eso, sabía bien que si dañaba al toro, no solo Mu le odiaría por siempre, también lo haría su amigo, a quien amaba por sobre todo, pero había tratado tan mal, dando por hecho su compañía, su afecto, perdiéndolo con su descuido. 

 

-¿Vas a abandonarme en la oscuridad? 

 

Dohko esta vez fue quien respondió con un movimiento de su cabeza, negando esa pregunta, no lo abandonaría en la oscuridad, porque era su amigo, porque nadie se merecía ese castigo y porque Shion era un aliado muy valioso, que no debía caer en las manos de sus enemigos.

 

-No te abandonaré, pero tu tienes que prometerme antes, que te vas a comportar, que harás lo que está en tus manos para proteger al santuario y a sus habitantes. 

Eso lo podía hacer, pensó Shion sonriendo cuando Dohko le ayudó a levantarse, tirando de él para llevarlo a la alcoba principal, en donde comenzó a curar sus manos, limpiandolas de la sangre, usando vendas y algunos ungüentos que sabía en dónde estaban porque él era muy cercano a Mu, como al gran toro. 

 

-En especial a tu hijo, a su omega y a su hijo, porque somos familia, seremos una familia, si tu te portas bien. 

 

Dohko termino de curar sus heridas, besando sus nudillos, suspirando, estaba hambriento y suponia que tambien Shion lo estaba, porque uno de los defectos del vino era que los afectos no dormían, tampoco comían, eso los debilitaban física y mentalmente.

 

-Acompáñame a mi templo Shion, me estoy muriendo de hambre. 

 

Shion obedeció, como si fuera un cachorrito perdido, siguiéndolo con su mismo paso, ansioso por saber si Dohko estaba dispuesto a perdonarlo, o no, pero al menos, ya tenia una poca de esperanza. 

 

-Si, Dohko.

 

Respondió con una sonrisa adornando sus facciones, regresando un poco de conciencia a su rostro y a su mente. 

 

-Haré lo que me digas. 

 

*****

 

Mu al principio se vio algo desconfiado, no quería dejarlo ir solo, pero era su amigo de la infancia, era Milo y estaban de su templo, además, sabían que su misión era proteger a Kiki, era lo más importante de sus vidas, por lo cual, dejó que se marchara.

 

Camus no le prohibiría nada a Milo, ademas, queria que hablara con un omega que ya había tenido un embarazo, así como dado a luz y se veía feliz cada vez que tenía a Kiki a su lado, así su escorpión comprendería que los niños le traen la felicidad al mundo.

 

-¿Qué está pasando? 

 

Una vez solos, Milo fue el primero en preguntar, comprendiendo que algo no estaba bien con su alfa, pero no sabía con exactitud qué, porque su manía por tener un hijo estaba desbordada, solo hablaba de eso, de su paletita de limón y eso era raro, porque si bien sabía que deseaba un hijo, no hablaba todo el tiempo de eso. 

 

-Intentaron violar a Kiki, una criatura con pezuñas de cabra, un sátiro que ya había matado a las ninfas, las violó, e intentó lastimar a mi pequeño usando la distracción de Mu, que pensaba que le abandonaria por el anciano maestro. 

 

La expresión de Milo fue todo un poema, uno de furia, al pensar en lo que habían hecho, en esas chicas, en el pobre Kiki, que se veía sano, al menos, a él no le hicieron daño, pero lo que no entendía era la distracción de Mu, como pensaba que Aldebarán y Dohko estaban juntos. 

 

-¿Tu y el anciano maestro? 

 

Aldebaran negó eso, sin importar lo que pasara por la mente del anciano maestro, él no estaba interesado en lo que tenía que ofrecerle, aunque se sentía halagado por ello, pero eso no quería decir que permaneceria con Mu, después de que pudieran liberar el santuario de sus enemigos y el curar a su alfa, aunque no creía que se quedaría a su lado después de esa pesadilla. 

 

-No, pero Mu creyó que si, me secuestró y me llevó a Lemuria contra mi voluntad, está completamente fuera de sí, lo único que logró calmarlo, enfocarlo es la promesa de que seremos una familia, los tres, que los llevaré a Brasil una vez que derrotemos a nuestros enemigos. 

 

Milo entonces llevó una mano a su cabeza, recordando la extraña actitud de Aioria, quien sabía sentía algo fuerte por él, pero nunca antes había intentado acercarse a él, respetaba mucho más su amistad, que su deseo, pero estuvo a punto de atacar a su alfa, también se enfrentó con Saga, pudo sentirlo. 

 

-Aioria quiso apartarme de Camus, nunca le había visto tan enojado como ese dia y dijo cosas horribles, tambien peleo con Saga, pude sentirlo. 

 

Esperaba que Saga ni su hermano estuvieran enfermos, ellos eran una pesadilla por si solos, enloquecidos y luchando con enemigos imaginarios, sería por mucho peor, ni siquiera Shaka era tan fuerte para enfrentarse a esos dos juntos. 

 

-Yo pienso que son todos los alfas, cada uno de ellos, pero solo es una sospecha, aunque si he escuchado cosas, como los betas intentan detener a los alfas de rangos inferiores… 

 

Vieron muchos enfrentamientos en su camino a la casa de escorpio, pudieron sentir los cosmos y escuchar los estallidos, los gritos, el santuario estaba hundiéndose en la locura, pero parecía que nadie lo estaba notando. 

 

-Se que la cosa que ataco a mi pequeño fue Pan, según los mitos, el siempre esta acompañado de Dionisio, pero el patriarca está mal, solo el anciano maestro sabrá que está mal, pero no creo que Mu tolere que yo me acerque a él, lo ve como un rival e intentara hacerle daño si llega a encontrarse con él, así como esta. 

 

Milo guardó silencio algunos momentos, pensando en lo que Aldebarán acababa de decirle, como estaba seguro que Mu trataría de matar a Dohko y en el proceso, los dioses que según el toro atacaban el santuario aprovecharian la locura para hacer otro movimiento, como el de Kiki, no tenía que ser un sabio para comprender las palabras que no había dicho. 

 

-Iré a verlo, así comprobaré si está enfermo o no, puedes confiar en mí, pero no se como lograr que Camus se enfoque en otra cosa más que su pequeña paleta de limón. 

 

Ese nombre era muy gracioso por lo que Alderaban rió quedito, aunque con su voz, era una risa normal, colocando una mano en el hombro de Milo, pensando en una posibilidad que el escorpión ignoraba, esa era, mentirle a Camus, decirle que estaba embarazado y que por el bien de su futura paletita, debía luchar para ellos. 

 

-Miéntele, dile que yo dije que estas esperando a su paletita de limón, se dice que los omegas pierden el brillo de su cosmos durante un embarazo, pero es mentira, asi que de esa forma Camus querra protegerlos, además, pasaste un celo entero haciendo el amor con tu alfa, lo más probable es que ya estés esperando. 

 

La expresión de Milo fue graciosa, porque habían estado tanto tiempo juntos, dándose placer, que no se dio cuenta cuando empezó su celo, pero Aldebarán lo tenía bien presente, porque los dos se cuidaban las espaldas, lo que le decía que el suyo está próximo. 

 

-El tuyo empezará en unas semanas. 

 

Lo sabía pero no podía hacer nada al respecto, solo esperar que su celo transcurriera como cada año, porque para ese entonces probablemente el santuario regresaría a la normalidad y Mu a Jamir, olvidandose de sus promesas. 

 

-No puedo preocuparme por eso en este momento, además, somos santos de Athena, caballeros dorados, derrotaremos a estos dioses antes de que eso pase y sabemos que Mu no estará presente para entonces. 

 

Milo suspiró, en ocasiones quería darle un puñetazo en los dientes a Mu, pero eso no le gustaría ni a su amigo, ni a su alfa, además, que le había prometido no intervenir en ese asunto, pero, la seguridad del santuario, pero en especial, aquella del pequeño granuja, eso si era de su incumbencia. 

 

-Esta bien, yo visitare a Dohko en compañía de Camus, espero que el anciano maestro sepa qué hacer, porque si no, no se a quien podamos acudir, Athena se ha marchado, de nuevo y nos dejó encargado el santuario, así como este mundo. 

 

La dicha de servirle Athena era muy efímera, pero al menos, ellos fueron quienes pudieron ver su resplandor, sentir su cosmos y por eso estaban agradecidos, así como por ese honor, esa memoria, ellos defenderian el santuario con sus vidas. 

 

-Por eso ningún sucio dios hará su voluntad en nuestro hogar. 

 

De eso estaban completamente seguros, en especial, cuando sus seres queridos estaban en peligro debido a esos dioses. 

 

*****

 

Shion seguía observando a Dohko realizar sus tareas, como preparaba una pasta china para los dos, con vegetales y proteínas, con un sazón que recordaba era excepcional, como todo lo que su amigo realizaba. 

 

-Me gusta tanto estar contigo. 

 

Pronunció de pronto, levantándose de la mesa cuando Dohko apagó las hornillas, su alimento estaba listo, pero él deseaba sentir a su amado, sus brazos, su cuerpo, sus labios, al menos un momento, pues, él estaba hambriento, pero no de comida. 

 

-Como cualquier otra pareja. 

 

Dohko estaba a punto de recordarle que no lo eran, pero que se quedaría con él si podía comportarse, si protegía a sus seres queridos y olvidaba esa estupidez de lastimar al pobre muchacho, porque en ese caso tanto él, como Mu, así como Kiki, le odiarían de por vida. 

 

-Recuerda tus promesas. 

 

Sin embargo, Shion para ese momento ya le había acorralado, sosteniéndolo de la cintura, haciéndole recordar cuán diferentes eran sus estaturas y aunque él era más fuerte, su amigo siempre fue el más alto. 

 

-Shion… 

 

Solo pudo pronunciar su nombre antes de que sus labios fueran dominados por los de Shion, que le besaba con delicadeza primero, pero iba en aumento su lujuria y su deseo, robándole el aliento, como siempre pasaba con el patriarca, santo de aries y su antiguo amigo. 

 

-No hagas esto… 

 

Suplico, apenas con aliento, sintiendo como su cuerpo traidor respondía a sus caricias. 

 

-No en este momento… 


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