Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los lazos que nos unen. por Seiken

[Reviews - 46]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Valentine trataba de desgarrar a la pequeña con sus garras, sin darle tregua, actuando como un completo demente, al mismo tiempo que Radamanthys retrocedía, protegiendo a su pequeña con su cosmos, cargándola en sus brazos, respondiendo a los ataques apenas tenía una oportunidad. 

 

-Mi señor, solo permítame protegerlo de la deshonra. 

 

Deshonra, su pequeña no era una deshonra, era su orgullo y su felicidad, era aquello que le hacía levantarse por las mañanas, por seguir adelante, a pesar de que odiaba su vida, tener que servirle a Pandora por el resto de su eternidad. 

 

-¿Quien diablos te has creído que eres? 

 

Le preguntaron, atacando a Valentine, para defender a su hermano y a la pequeña que protegía con su cuerpo, que le habitaba pelear como lo haría de no tenerla en sus brazos, porque los dos sabían que Radamanthys podía atravesar su cuerpo con solo un brazo, pero, no quería lastimar a su pequeña.

 

-Atacando a tu “amado señor” pensando que solo así se entregara a ti. 

 

Que clase de padre o madre querría eso, en especial, alguien que se había esforzado tanto como Radamanthys por mantenerla segura y oculta de la mirada de los demás, que le dio a luz lejos del Inframundo, para que nadie pudiera siquiera pensar en terminar ese embarazo. 

 

-Nunca lo hará, no tiene tan mal gusto. 

 

Radamanthys sonrió aliviado al ver a Aiacos, que siempre había despreciado a los espectros inferiores, a esos que no tenían su nivel de cosmos, en especial, aquellos que pensaban podían dominarlos, o dominarlo a él, únicamente porque era un omega. 

 

-Y Kanon, ese irresponsable, al menos es ofensivamente guapo. 

 

Valentine apretó los dientes, al comprender que no tenía oportunidad alguna para eliminar ese pequeño tumor, por lo que decidio retirarse, huir, como si fuera un cobarde, el mayor de ellos.

 

-¡Maldito cobarde! 

 

Grito el espectro, sin embargo, Radamanthys le sostuvo antes de que pudiera alejarse, porque sabía que su alfa necesitaba ayuda, Aioria no era un problema, el fenix, por otro lado, el si lo era. 

 

-Kanon esta peleando con Ikki y ese leon, necesita tu ayuda. 

 

Aiacos sabia de quien le estaba hablando, por lo que maldijo en voz baja, corriendo hacia el interior del templo, para ver como entre los dos guerreros golpeaban a Kanon, Ikki sosteniéndolo del cabello. 

 

-¡Maldito bastardo! 

 

Grito, atacandolos, aunque no creía que tuviera el poder para vencerlos, porque ya habían enfrentado a esos soldados de bronce, eran invencibles, no obstante, pronto sintieron otros cosmos, el de Hyoga y Shun, quienes se preocuparon al sentir el cosmos de Kanon elevarse, junto al de Ikki, creyendo que algún enemigo los atacaba.

 

*****

 

Minos llegó al Inframundo sin demora, nunca antes había sentido tanto enojo y hubiera lastimado a Aiacos, de no darse cuenta de lo que hacía, todo por esa rosa, por esa criatura que sabía era un pecador, que podía llegar a todos los círculos si leía el libro de su vida.

 

Buscandolo desenfrenado, tomándolo de uno de los estantes, escuchando algunos pasos, comprendiendo bien que se trataba de Lune, a quien ya había rechazado de una forma rotunda, quien al ver que libro estaba por leer, coloco una mano en la portada, para que no pudiera abrirlo. 

 

-¿Mi señor? ¿Piensa que es necesario leer la historia de esta persona? 

 

Minos estuvo a punto de empujarlo, tenía que saber la razon detras de su deseo, de su fijación con la hermosa rosa del jardín de Athena, porque había aceptado ese pacto, porque no era como Aiacos decía, no era porque le había gustado desde un principio, especialmente por ese arrojo que demostraba. 

 

-¿O cree que de leerla encontrará algo que no le gustara y entonces, le dará la espalda? 

 

Minos veía el libro, necesitaba saber porque había actuado de esa forma, quien le había hecho daño, pero también era cierto, que buscaba una excusa para no corresponderle, para justificar sus horribles actos, su despecho continuo. 

 

-No cree que sea justo que olvide esa traición, ese dolor que sufrió y abra de nuevo su corazón. 

 

Lune había sido rechazado cruelmente por su juez, pero nunca fue suyo, sin embargo deseaba que conociera la felicidad, eso era lo único que se merecía Minos, por lo cual, trataba de convencerle de no leer ese libro, de no encontrar una excusa para sus actos detestables. 

 

-Mi señor, usted ya ha tomado una decisión, no es verdad, pero quiere convencerse de lo contrario, quiere lastimarse, pero no es justo, usted tiene mucho que dar, mucho amor que entregar a los demás, en especial, a este Afrodita. 

 

Minos alejo el libro, tragando un poco de saliva, ya comprendía por lo que había pasado Afrodita, la forma en que reaccionaba era suficiente para él, después de todo, era un alma antigua, un anciano de tantos siglos, que no quería seguir contandolos. 

 

-He sido muy cruel con él, tan cruel, que me sorprendería si me aceptara de regreso, lo mejor es no insistir, no regresar. 

 

Lune suspiro, llevando una mano al pecho de Minos, a quien amaba por su pureza y su bondad, pero al mismo tiempo, sabía que no le correspondía y aun así, deseaba que fuera feliz, con aquella rosa, la que traicionó a la diosa Athena, pero no a quien le salvó de ese horrible lugar. 

 

-Porque no le deja decidir, sería el primer alfa que le da esa opcion, mi señor Minos. 

 

*****

 

Hyoga y Shun se apresuraron a llegar al templo de géminis, usando su cosmos para eso, deteniéndose al ver una imagen que apenas comprendía, sorprendiendose demasiado cuando vieron al propio Ikki, lastimando a Kanon, sosteniéndolo del cabello y al espectro llamado Aiacos enfrentándose a Aioria.

 

-¡Hermano! 

 

Ikki dejó caer a Kanon al suelo, observando a Shun, a lado de Hyoga, que veía esa escena con el mayor de los horrores, suponiendo que el espectro había escapado, con la niña en sus brazos, tratando de salvar a ese engendro. 

 

-Shun, Hyoga… 

 

Hyoga podía notar esa mirada de deseo en el rostro de Ikki, quien dio varios pasos en su dirección, seguro que Kanon ya no podría levantarse, ya no les seguiría estorbando, porque pensaba, que ya no despertaria de nuevo, después de sufrir su técnica especial. 

 

-¿Que estan haciendo aqui? 

 

Shun jadeo, el intento acercarse a Kanon, se veía que necesitaba ayuda, como el espectro, que seguía peleando con Aioria, puñetazo tras puñetazo, técnica tras técnica, haciéndose daño mutuamente, tratando de llegar al santo de geminis, que yacía inconsciente en el suelo. 

 

-¿Que estas haciendo Ikki? 

 

Pregunto Hyoga, corriendo para sostener a Kanon, notando sangre en los labios, en la nariz y en las orejas, horrorizado, sin saber la razon detras de esos actos, cuando el era uno de sus aliados, quien les ayudó a sobrevivir el Inframundo. 

 

-¿Porque le has hecho esto? 

 

Quiso saberlo su hermano, caminando hasta donde se encontraba Ikki, para colocar ambas manos en sus brazos, esperando que entrara en razón, sintiendo otro cosmos, ese era Shaka, que al ver la batalla, al principio no supo cómo responder, a quien debía detener, de entrometerse. 

 

-¡El es nuestro amigo! 

 

Ikki desvió la mirada, para ver a Hyoga, sosteniendo a Kanon en su regazo, limpiando la sangre en su cabeza y rostro, apretando los dientes, antes de atacar a Shun, golpearlo con tanta fuerza que le lanzó lejos, recordando la promesa del dios del vino, lo que obtendría de llevarle no solo a la niña, también al omega que le dio a luz. 

 

-Es un obstáculo para liberar al santuario de la oscuridad, encarnada en esa aberracion en los brazos del espectro. 

 

Los tres se sorprendieron mucho mas al escuchar esas palabras, solo era una niña pequeña, una inocente, mientras que Aiacos se distrajo, preguntandose porque deseaban lastimar a esa lindura, era una niña ruidosa, pero nada más, no era un demonio, ni mucho menos. 

 

-¡Son unos monstruos! 

 

Grito furioso, siendo derribado por el plasma relámpago, apenas esquivandolo una segunda ocasión, pero no una tercera, de no ser protegido por Shaka, quien se interpuso entre él y Aioria, usando su aterrador cosmos. 

 

*****

 

Afrodita se levantó del suelo poco después de escuchar que se marchaban de su templo, quitandose la ropa, tenía que darse un baño, uno largo, porque la presencia de Minos en su cama solo empeoro su malestar, una vez que se marchó, rechazandolo cruelmente de nuevo, aunque no le dijo que le amaba, ni que estaba interesado en él, solo eran sus propios deseos. 

 

El agua estaba caliente, acariciando su cuerpo con delicadeza, tal vez pasaron quince o veinte minutos, hasta que sintió el estallido de esos cosmos, demasiados de ellos para ser algo normal, saliendo de su ducha, cubriéndose con una bata de baño, secándose su cabello con otra más. 

 

De ser un dia comun, no uno de su celo, habría acudido en ayuda de los involucrados, pero no podía salir de su templo, por lo cual, solo esperaba que nada malo pasara, escuchando un sonido extraño, como el de unos tacones, algo chocando contra el mármol. 

 

Un sonido que le recordaba su niñez, que le hizo estremecerse, que le dio pavor, pero se dijo que no era nada, que no había de qué preocuparse, aún así, empezó a buscar aquello que provocaba ese sonido. 

 

Suspirando cuando no vio a nadie, creyendo que se encontraba solo, pero no era así, porque al darse la vuelta lo vio, una cosa acostada en la cama de sábanas blancas, la que antes tenía el aroma de Minos en ellas, pero ahora, el de esa bestia desagradable, cuyo rostro recordaba perfectamente. 

 

-Hola muñequita, me alegra que te hayas dado un baño, el hedor de ese grifo no es de mi agrado. 

 

De nuevo se sintió como un niño pequeño y empezó a correr, lo recordaba de su pasado, era esa cosa, la que le siguió cuando conoció a su adorado Arles, pero el ya no existía y esa cosa deseaba lastimarlo. 

 

-Me encanta cuando corren y se hacen los dificiles. 

 

Pronuncio levantandose de la cama, lanzándose contra el, corriendo tan rápido como cualquiera de los santos dorados, sosteniendo a Afrodita del cabello, para azotarlo varias veces contra el piso, haciendo que sangrara de la nariz, que perdiera la orientación. 

 

-Mi preciosa muñequita, esa ocasión ese feo tipo se interpuso entre nosotros, ahora no hay nadie que te salve. 

 

Eso lo dijo con una risa desagradable, seguro que todo el mundo estaba distraído con el combate de la casa de géminis, para prestar atención a la casa de Piscis, donde su muñequita por fin le pertenecería. 

 

-Pero puedes luchar, me exita cuando lo hacen. 

 

*****

 

-¿Porque desean a esa niña? 

 

Era una pregunta que estaba tan mal en tantos sentidos, especialmente porque era su sobrina y tendrian que matarlos, antes de permitir que le hicieran daño. 

 

-Porque así Dionisio me dará lo que deseo, nos dará lo que deseamos, al omega que nos sedujo y ahora quiere negarse a nuestros afectos. 

 

Shun no podía entender lo que decía, de que omega hablaba, ademas, el porque su hermano le atacaba, limpiando la sangre de su boca. 

 

-Me dará a Hyoga, a mi cisne de hielo. 

 

Pronunció como si fuera lo más normal del mundo, haciendo que tanto Hyoga como Shun jadearon, sin entender nada de lo que estaba pasando, especialmente, esa actitud en esos dos guerreros que sabían eran honorables. 

 

-Yo tendré a Milo. 

 

Aioria no tenía porqué decir nada, pero aun asi lo dijo, para que Shaka dejara de atacarlo, ya no se entrometieron, porque si era su amigo comprendería, que el se merecia el afecto de Milo, mucho mas que Camus, ese témpano de hielo que seguramente no podía complacerlo. 

 

-¿Acaso han perdido la razón? 

 

*****

 

Afrodita estaba tan asustado que no podía defenderse, no podía moverse siquiera, no cuando ese monstruo de su niñez regresaba como una pesadilla recurrente, quien le había arrancado la ropa y lamia su cuello, riendo de su desesperación, de sus lágrimas, seguro que nadie ayudaría a ese hermoso omega. 

 

-Solo hicieron que este momento fuera mucho más dulce aún. 

 

Le dijo con todo el sadismo del que era capaz, sosteniendo su hermoso cabello, para besar sus labios, ingresando a la fuerza su lengua en la boca de Afrodita, quien trató de apartarlo, pero no pudo, no obstante unos pasos rápidos se escucharon en esa habitación. 

 

-¡No lo toques! 

 

Gritaron de pronto, apartando a Pan de cuerpo de Afrodita, usando unos hilos invisibles, delgados y afilados como navajas, que cortaron su piel, que casi lo parten en pequeños pedazos, si no fuera tan fuerte como en realidad era, logrando liberarse de los hilos cuando los destruyó al tirar de ellos. 

 

-¿Qué demonios estás haciendo aquí? 

 

Pregunto molesto, fastidiado, porque pensaba que Minos había regresado al Inframundo, o que en todo caso estaría defendiendo a su hermano del peligro, no que regresaría por la rosa, para estropear su diversión. 

 

-Matarte. 

 

Fue su respuesta segura, elevando su cosmos como nunca antes lo había hecho, atacando con furia a la criatura repugnante que intentaba lastimar a la rosa, que al verse en aquella posición, al notar que Minos lo había visto, no pudo soportar ese sentimiento de horror. 

 

-Voy a matarte. 

 

Repitió Minos, atacando a Pan, ignorando de momento la sorpresa y horror de Afrodita, que pensaba que si el juez ya le pensaba un pecador antes de verle así, ahora, lo creería una ramera, una prostituta, algo aún peor, de lo que ya era ante sus ojos. 

 

-Voy a liberar al mundo de ti. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).