Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los lazos que nos unen. por Seiken

[Reviews - 46]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Arles no deseaba ayudar a Kanon, pero Saga si, comenzaba a desesperarse de tan solo pensar en el daño que le estaban haciendo a su hermano gemelo, tal vez a la niña de brazos o a su omega. 

 

-¡No podemos dejarlo solo! 

 

Grito su desesperación, tirando de su cabello, esperando que Arles por fin decidiera hacer lo correcto, pero aun así, no quiso escucharlo, negándose a eso, sin importarle la seguridad de su hermano, solo la de su omega. 

 

-No arriesgaremos la vida de Aioros, Kanon puede cuidarse por sí solo, pero si no puede hacerlo, es culpa suya. 

 

Aioros le dio entonces un golpe, un puñetazo en el rostro, tomando una decisión, porque Saga tenía la razón, debían ayudar a Kanon, aunque no le agradaba en lo absoluto, no era capaz dejar solo a una niña de brazos sola. 

 

-Te ordeno que vayamos, no puedes dejar sola a esa niña, Kanon la verdad no me importa, ese espectro tampoco, pero ella, no es justo que pague por lo que hayan hecho sus padres. 

 

Arles estaba a punto de negarse a obedecerle, sin embargo, Aioros espero paciente por lo que tuviera que decir, con una expresión que decía claramente que no estaba dispuesto a recibir un no como respuesta. 

 

-Y si no vas, sospecharan la razón de ello Arles, así que se un buen niño y escóndete, en lo que yo y mi alfa vamos a brindarles un poco de ayuda. 

 

*****

 

-¿Porque esta pasando esto? 

 

Preguntó Milo, sin saber que pensar, creyendo tal vez que lo que había dicho Aldebarán de la locura de los alfas era cierto, porque Aioria e Ikki eran alfas, que deseaban un omega que no podrían tener, que no era suyo, ni sería suyo. 

 

-No lo se, cuando llegamos estaban lastimando a Kanon. 

 

Milo sabía que Kanon tenía una pequeña niña y un omega, los que no estaban por ningún sitio. 

 

-¿Donde están ellos? 

 

Pregunto, viendo como Aioria seguía golpeando el rostro y cuerpo de Shaka, como este respondía, pero sin tratar de lastimar al joven león, después de todo, era el segundo o el tercer caballero en poder, siendo el primero el anciano maestro, entre géminis y virgo, estaban casi empatados. 

 

-En la entrada del templo, no nos detuvimos a conversar con Radamanthys, pero parece que están a salvo. 

 

Milo intercambio una mirada con Camus, que no dejaba de ver aquel combate, esperando que Shun demostrara la razón, el porque Hyoga le había escogido además de su buen corazón, porque sabía que era fuerte, tal vez mucho más que su hermano. 

 

-Iré a verlo. 

 

Les informo y antes de que Camus le dijera que no se apartará, se marchó, buscando a Radamanthys, encontrandolo cargando a la niña en sus brazos, observando en dirección del interior de géminis, en donde se escuchaba el aterrador sonido del combate. 

 

-¿Te encuentras bien? 

 

Radamanthys asintió, estaba bien, pero no sabía que estaba ocurriendo en ese sitio, que estaba pasando con Kanon, sólo que estaba malherido, que intentaban matarlo, porque ya no sentía su cosmos. 

 

-Yo si, pero Kanon… el no esta bien… 

 

Susurro, escuchando los pasos, sintiendo el cosmos de Saga atravesando esa entrada sin detener su carrera, hasta que usando su cosmos aterrador, para atacar a Ikki, como en la guerra de las doce casas. 

 

-¿Cómo lo sabes? 

 

Era más que obvio como lo sabia, ya no sentia su cosmos, ademas, de pronto tambien se sintio el cosmos de Shaka elevarse, de tal forma, que asi de facil había terminado la batalla, era seguro ingresar en ese templo. 

 

-No siento su cosmos. 

 

Milo no supo qué decirle, porque era obvio que no se encontraba en buenas condiciones, podian ver la sangre, estaba inconsciente y sabían que Ikki era demasiado poderoso para cualquier santo de oro, solo uno de bronce podía enfrentarse a él.

 

-No temas, todo estará bien. 

 

Radamanthys no dijo nada al respecto, porque el que Milo le dijera que todo estaría bien, no le daba una buena espira, era como si Kanon hubiera muerto. 

 

-Tengo que ir a verlo. 

 

*****

 

Saga al ingresar en el templo de géminis y ver a su hermano inconsciente en el suelo no soporto la furia que sentía, elevando su cosmos, quemándolo hasta el séptimo sentido y tal vez un poco más allá, atacando a Ikki, que se encontraba enfrentándose con su propio hermano, con el pacífico Shun que intentaba defender a Kanon y también a su omega de la locura del fénix. 

 

-¡Maldito bastardo! 

 

Aquel grito hizo que la sangre de los presentes se congelara, porque Saga de verdad era tan poderoso como un dios, como la reencarnación de la guerra o como cualquier deidad que alguna vez hubieran sentido en su vida. 

 

-¡Te mataré! 

 

Era un cosmos aterrador que no permitió que pudieran moverse con facilidad, golpeando a Ikki con la explosión de galaxias, haciéndole recordar la batalla de las doce casas, en las que fue derrotado únicamente porque se arrepintió al tener a su diosa cara a cara. 

 

-¡Nadie toca a mi hermano! 

 

Shun al ver que el gemelo mayor llegaba en su auxilio, sonrió, no él, sino Hades, cambiando la coloración de los ojos de su envase y cuerpo, para atacar con un poco más de saña a Ikki, ignorando a Shaka, que tenía sus propios problemas con Aioria de Leo. 

 

-Ni lastimara a mi omega. 

 

Camus sonrió al escuchar esas palabras, porque eran aquello que necesitaba escuchar, que su pequeño alumno estaba a salvo con ese alfa delicado, que repentinamente empezo a usar sus cadenas de una forma mucho más violenta, sosteniendo las extremidades de Ikki para tirar de ellas. 

 

-¿Shun? 

 

Pregunto, pero sintió inmediatamente un golpe doloroso en su espalda, sintiendo que partiría a la mitad su columna de aquel puñetazo, para recibir una patada con el tobillo poco después, derribandolo al suelo, haciendo que cayera, o eso habría pasado de no estar sostenido por las cadenas de andrómeda, que Shun utilizó para lanzarlo en contra del techo de Géminis, azotandolo contra este, escuchando un placentero quejido. 

 

-No te acercaras a mi cisne, ni a mis bebes. 

 

Shun protegeria a su amado, sin importarle lo que pasara, porque si Ikki era su hermano, Hyoga era su pareja y no podía hacerle escoger entre los dos, porque no lo haría, sin embargo, Hades siempre elegiría a su primavera, que les veía pelear asombrado. 

 

-Y no volverás a dañar a mi hermano. 

 

Fue la respuesta de Saga, que en ese momento realizó su mejor técnica, la explosión de galaxias, utilizando la fuerza de las cadenas de Shun, que tiraban del cuerpo de Ikki hacia él, para que pudiera lastimarlo. 

 

-Maldito. 

 

Aioros se limitaba a observar ese combate, si acaso podía llamarse de aquella forma, antes de convocar su arco, su armadura dorada, comprendiendo bien que su hermano había perdido la razón, pero que de no hacerlo, quería destruir a Arles y este estaba en el cuerpo de su alfa, no podía dejar que siguiera despierto, no hasta que encontrara una forma de alejar a la guerra de su amado o esconderlo, sin llamar la atención de nadie más. 

 

-Lo siento Aioria. 

 

Y sin mostrar ninguna clase de remordimiento, al igual que lo hiciera con su batalla con Saga, para proteger a su joven diosa, atacaron a su hermano, disparando varias flechas que dieron en su espalda, haciéndole caer de rodillas. 

 

-Shaka, quitale los sentidos, no podemos dejarlo libre después de lo que ha hecho con Kanon. 

 

Shaka por un momento dudo si eso era lo correcto, pero aun asi lo hizo, no podían enfrentarse con ellos y los demás dementes, además, al tener el conocimiento de cada una de sus encarnaciones, comprendía que esos dioses deseaban las vidas de los niños, que los matarian solo para perdurar, un acto que no podía perdonar, nunca. 

 

-Lo siento Aioria… 

 

*****

 

Radamanthys regresó corriendo para ver como Shaka sostenía el cabello de Aioria después de derrotarlo con su cosmos que podía atravesar el Inframundo, quitar los sentidos y visitar los distintos cielos que la religión Budista contemplaba, con ayuda de Aioros, pero eso no lo sabía el espectro. . 

 

Saga sostenía a Ikki del cuello, quien estaba inconsciente, al igual que Kanon, su alfa, que era sostenido en los brazos de Hyoga, Shun no defendió a su hermano, sabia la razon, porque Hades estaba manejando su cuerpo, diciéndole que hacer para proteger a su omega supuso. 

 

-Kanon… 

 

Radamanthys se acercó dando unos cuantos pasos, su pequeña no estaba en sus brazos, sino en los de Milo, quien le solicitó cargarla, para que pudiera atender mucho mejor a su alfa, después de ver como lo habían dejado. 

 

-Es suficiente Saga… 

 

Era el patriarca que veía al menor de los gemelos ensangrentado, sintiendo la necesidad de vengarse, por lo cual, Dohko fue quien dio esa orden, dando un solo para en dirección de Saga, para evitar que matara al fénix, que suponía estaba afectado por el vino, igual que Aioria, cuya armadura le abandonó después de sus despreciables deseos, la armadura del fénix por un momento se pintó de negro, pero también, abandonó al guerrero que la vestia. 

 

-Kanon… 

 

Hyoga se hizo a un lado, para que Radamanthys pudiera cargar a su alfa, cuyos ojos estaban cerrados, pero sangraba, haciéndole ver que clase de daño le habían hecho, abrazándolo con fuerza, escuchando como Leviatán comenzaba a llorar, haciendo que el tambien se derrumbara, elevando su cosmos, gritando su desesperación. 

 

-¡Kanon! 

 

Aiacos desvió la mirada, pensando que habían llegado demasiado tarde, escuchando los pasos de Minos, que seguido de la rosa ingresaban a ese templo, a quien ataco, o al menos sujeto de su ropa, para azotarlo contra una de las paredes. 

 

-¿En donde diablos estabas? 

 

Afrodita colocó una mano en el antebrazo de Aiacos, tragando un poco de saliva, porque si no había estado presente para ayudarle a Kanon y proteger a su hermano, era porque lo estaba protegiendo a él. 

 

-Estaba conmigo, lo siento. 

 

Aiacos al escuchar esas palabras, suspiro, soltando a Minos, retrocediendo algunos pasos, pensando lo mismo que todos los demás, debían cazar y destruir a los dioses que habían invadido el santuario, antes de que más demente llegaran a atacarlos. 

 

-No se que le hicieron a Kanon, pero no creo que este bien, además, Valentine atacó a Radamanthys, quería matar a Leviatán, se comportaba como todo un demente y lo peor de todo es que… no sentí sus pecados, no sentí nada. 

 

Minos apenas comprendió lo que le decían, especialmente al escuchar lo que habían dicho de Valentine, tratar de matar a una niña, porque motivo lo haría, se preguntó, caminando en dirección de Radamanthys, colocando una mano en su hombro. 

 

-Estará bien, no temas, Radamanthys. 

 

Pronunció, viendo como Radamanthys cargaba el cuerpo de Kanon, sin saber qué más hacer, debían curar sus heridas, todas ellas y tal vez, en algunos dias, abriria los ojos, se recuperaria, era el dragón marino, era poderoso, no tenia porque estar asustado. 

 

-No quiero perderlo. 

 

Minos guardó silencio acompañando a Radamanthys a donde habían curado sus heridas, sosteniendo sus hombros, acompañados de Afrodita, que comenzaba a sentirse culpable por lo que sucedió durante su ataque. 

 

-No lo harás, no temas, él estará a salvo. 

 

Pero Radamanthys no le creyó, porque cuando Minos le decía que no debía tener miedo, era todo lo contrario, algo estaba mal, demasiado mal, así que solo se llevó a su alfa lejos de ese templo, pensando que ya eran dos veces las que visitaba a los médicos del santuario, primero él, ahora su alfa.

 

-Tienes que ayudarme a destruirlo, no puedo perder a mi bebe o a mi alfa. 

 

Milo los alcanzó, entregando a la pequeña en los brazos del juez de cabello blanco, que le agradeció con un ligero asentimiento de su cabeza, para seguir a su hermano, escuchando los pasos de Aiacos a sus espaldas, sintiendo la presencia tranquilizadora de Afrodita a su lado. 

 

-Buscaremos a esos bastardos, los encontraremos y después los mataremos. 

 

Anuncio la rosa, pensando que no había nada más despreciable que esos dos, uno era un maniático sexual, el otro un monstruo que asesinaba niños y no quería saber, que hacían ambos, con las pequeñas criaturas. 

 

-No saldran de aqui con vida. 

 

*****

 

Aldebaran quiso acudir a donde se encontraban esos cosmos ardiendo, pero Mu no lo permitió, encerrandolo en su templo, usando sus muros de cristal para evitarlo, haciendo que volteara sorprendido, molesto, sin comprender muy bien que estaba planeando. 

 

-¿Que estas haciendo? 

 

Le pregunto furioso, al ver que Mu se negaba a dejarle salir, como si fuera un prisionero, después de prometerle que se comportaría, que se ganaría su perdón. 

 

-No quiero que te maten o lastimen a Kiki, ese es nuestro deber, no es verdad. 

 

Su deber era ese, pero seria mucho mas fácil aun si localizaban a esos dioses y los mataban con sus propias manos, por los cientos o miles de crímenes que habían cometido en contra de la justicia, de todo lo divino. 

 

-Tenemos que destruirlos. 

 

Le gritó, deteniéndose a pocos centímetros de Mu, quien seguía tranquilo, impávido, mirándole con una expresión que claramente le decía que no lo dejaría salir de allí, porque los deseaba a salvo. 

 

-¿Acaso no confias en mi? 

 

Confiaba en él, pero ya le había visto caer demasiadas veces, por lo que pensó que lo mejor era evitar que saliera del santuario, sintiendo las manos de su toro en sus hombros, aprovechando que no se encontraba Kiki demasiado cerca, que no los estaba escuchando. 

 

-¿Que puedo hacer para que confíes en mí? 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).