Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los lazos que nos unen. por Seiken

[Reviews - 46]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Radamanthys se mantenía junto a Kanon, sosteniendo su mano con fuerza, escuchando los pequeños balbuceos de su pequeña, que se encontraba a su lado en la pequeña cuna que habían conseguido, por alguna razón que no alcanzaba a comprender, el santo de piscis estaba a lado de su hermano, pero guardaba silencio, al mismo tiempo Minos trataba de convencerlo de que nada de eso había sido su culpa. 
 
-Kanon es casi tan poderoso como Saga, algo como eso no lo detendrá tan fácilmente. 
 
Eso pronunció Afrodita, tratando de brindarle apoyo a Radamanthys, únicamente porque se trataba del hermano de Minos y porque se suponía que él estaba protegiendo a su familia con sus plantas, sin embargo, por culpa de su celo, de su ataque, no logró ayudarle a ver lo que estaba pasando. 
 
-Realizaremos una guardia para que nadie se le acerque a Kanon en lo que tarda en despertar. 
 
Radamanthys asintió, quería estar solo, en compañía de su alfa inconsciente en esa cama, creyendo que el santuario se había sumido en el silencio, como siempre ocurría con los huracanes, presintiendo que pronto tendría una nueva visita. 
 
-Shion y Dohko están interrogando a los bastardos que hicieron eso, tauro, aries y Aiacos están haciendo rondas, por el momento pareciera que todo está tranquilo. 
 
Todo estaba tranquilo porque Dionisio sabía que estaba solo, pensaba que el temor lo venceria, que renegaria de Kanon, de su amor por él y que se atrevería a entregar a su pequeña a cambio de libertad, pero no peleaba con el porque le tuviera miedo, sino porque pensaba que lastimaria a su hija, que descansaba segura en su cuna, ajena a todo ese dolor. 
 
-Quiero que tomen a Leviatán con ustedes, contigo, Minos, y si dejas que algo le pase, jamas te lo perdonare. 
 
Pronunció seguro, besando la mano de Kanon que tenía algunos vendajes, pero no heridas de gravedad, lo que fuera que le hicieron fue un golpe psíquico, una técnica que destruye la mente o el cerebro de su contrincante, aunque su alfa era poderoso y seguramente despertaria dentro de poco. 
 
-¿De que estas hablando? 
 
Kanon levantó a su pequeña con todo el cuidado del mundo, para colocarla en los brazos de su hermano, que le veía sin entender su decisión, su presentimiento, el temor que anidaba en su corazón, ni mucho menos la seguridad, de saber que pronto empezaría su último encuentro con su enemigo, con ese que odiaba tanto. 
 
-Vendrá, el vendra a burlarse de mí, no aguantara la tentación de hacerme ver que volví a matarlo. 
 
Radamanthys hablaba bajito, notando la forma en que su pequeña se revolvía en los brazos de Minos, como si no quisiera quedarse con él, besando su frente, acariciando su cabeza, su cabello rubio, con una expresión decidida. 
 
-Que volvi a ser derrotado. 
 
Dionisio creía que Kanon le había abandonado, pero estaba seguro que luchaba para regresar a él, porque nunca dudaría de su amor, de su cariño por él y su afecto sin límites, de su fuerza, sin embargo, tampoco era una víctima, una presa, por lo que le enseñaría que no podía meterse con él, no de nuevo, no por su vida, por sus huevitos, por su Kanon. 
 
-Eso es lo que yo haría, yo me burlaría de mi enemigo caído. 
 
No tendría piedad, no demostraría ni clemencia, no la tuvo con Afrodita, ni con Deathmask, no la tuvo con muchos otros, así que, no esperaba recibirla, ni siquiera la merecía, por lo cual, lo mejor era actuar como si se estuviera enfrentando a alguien como él, no alguien como Kanon. 
 
-Tal vez no es más que karma, un pago justo por todos mis actos ruines. 
 
No era un filósofo, pero en ese momento estaba actuando como uno de ellos, perdiendo su tiempo hablando de tonterías, imaginando posibilidades, casi infinitas, todas las formas en que podía ser derrotado, sin embargo, tenía que recordarse que así no pensaba Kanon cuando ingresó en el Inframundo, cuando se quitó su armadura para matarlo, no pensó en la derrota, sólo en la victoria y eso debía hacer él también. 
 
-Rada… 
 
Minos trato de evitar que hiciera una locura, pero Radamanthys se negó a escucharlo, vistiéndose con su armadura, a la que llamó, porque sabía que aún tenía la bendición de su dios Hades, aun tenía su poder y debía proteger a su alfa, esta vez no podía dejarse derrotar, tampoco podía permitir que tocaran a su pequeña, por eso, su hermano debía cuidar de ella, mientras él se enfrentaba con Dionisio. 
 
-¡Cállate! 
 
Era la primera vez que Radamanthys le hablaba de esa forma, y era esa también la primera vez que estaba dispuesto a enfrentarse con Dionisio, cuando fuera a ellos, cuando acudiera a su habitación, para atormentarlo, hacerle creer que su alfa le había dado la espalda, que su derrota contaba como un abandono. 
 
-No me ayudaste cuando te lo pedí, cuando te dije lo que planeaba, ahora lo único que te pido es que protejas a mi niña, porque yo voy a matarlo, sin importar lo que pase conmigo, yo voy a matarlo.
 
Minos comprendió en ese momento que su hermano no estaba dispuesto a dar un paso atrás, así que asintió, acomodando a la pequeña en su regazo, comprendiendo que Afrodita no decía nada, porque no creía que fuera justo interponerse entre ellos, pero que a él si le hizo una promesa, ayudarle a cuidar a su familia. 
 
-Ella es inocente, ella nunca ha lastimado a nadie y no merece pagar por mis pecados.
 
Radamanthys acarició la mejilla de su pequeña, como en una despedida, preparándose para cuando su enemigo llegara a reírse de su infortunio, a convencerlo de entregarse, de darle la espalda a su alfa, con la promesa de no matarlo, porque él era un cobarde, no se enfrentaría a su Kanon, pero si mandaría a más guerreros para eso, como ese bastardo de la cara marcada, ese maldito león, esos cobardes. 
 
-Tampoco Kanon, pero el no me dejara solo, lo se, porque el es bueno y puro, él sigue siendo inocente, yo no. 
 
No era un inocente y aun así Kanon le amaba, solo por eso debía protegerlo, de ser posible, vencer a Dionisio, que había detenido todos sus juegos, la locura, para cosechar sus primeros frutos, uno era su pequeña, el otro era el niño en su vientre, él mismo, una vida que destruiría hasta sus cimientos, si se lo permitía. 
 
-Y debo protegerlo, porque soy su omega, porque soy su compañero, porque soy un guerrero, porque ya no voy a temerle más. 
 
Radamanthys estaba decidido, así que les dio la espalda, regresando a su lugar, postrado en la cama de su alfa, sosteniendo su mano entre las suyas, besando el dorso de la misma, esperando que solo así Minos se marchara. 
 
-Ahora váyanse, si ustedes están presentes, ese maldito no vendrá. 
 
Afrodita colocó ambas manos en los brazos de Minos, para ayudarle a salir de allí, comprendiendo lo que estaba haciendo, se estaba ofreciendo como sacrificio, para inmolarse con el dios que había lastimado a su compañero, justo lo que él haría, de estar Minos en peligro. 
 
-Vámonos, Shura y Angelo me ayudaran a protegerla, no me dejarán solo, a mi, o a ti. 
 
Minos simplemente lo hizo, simplemente se marchó, alejándose con la pequeña entre sus brazos, esperando que Radamanthys supiera que estaba haciendo, después de todos los años que habían existido, todas esas vidas, todos esos recuerdos. 
 
-Estarán bien, algo como eso no puede derrotar a Kanon. 
 
*****
 
-¿Porque atacaron a Kanon? 
 
Shion trataba de comprender lo que estaban haciendo en ese templo, la razón detrás de esa actitud, observando a los dos guerreros amarrados con las cadenas de andrómeda, rodeados con las paredes de cristal de su alumno, tratando de mantenerlos prisioneros, quietos en ese sitio. 
 
-Porque si él estuviera despierto, protegería a Radamanthys, evitaría que reciba su justo castigo. 
 
El primero que respondió fue Ikki, con tanta seguridad que hizo que Shion sintiera piedad por su alumno, el primero de los tres niños que crió como propios, también por su omega, que parecía tenía demasiados enemigos. 
 
-¿Que se supone que ha hecho Radamanthys? 
 
Dohko esta vez fue quien preguntó, cruzando sus brazos delante de su pecho, esperando una respuesta de Ikki, que parecía odiaba al espectro, aunque nunca se habían enfrentado, sin comprender muy bien la razón de ello. 
 
-Sus actos en la guerra fueron perdonados, como los pecados como la de todos los demás.
 
Saga fue quien dijo eso, seguro que Radamanthys, como él o su hermano habían sido perdonados, que no merecían ese castigo, esa cacería, porque no sabían muy que harían, si Ikki pensaba matar a su hermano, a su omega, solo por sus actos del pasado. 
 
-¿Acaso no pueden olvidar el pasado?
 
No era el pasado lo que odiaba, sino el presente, como ese guerrero, ese omega, usando su cosmos, su poder, su masa física, había lastimado a Pandora, la había violado según sus propias palabras, según las marcas que pudo ver en su cuerpo y bien sabía que ese omega tan masculino, siempre estaba a sus pies, bien podía estar obsesionado de ella, por eso le lastimo, como solamente una criatura especialmente ruin haría.  
 
-Radamanthys atacó a Pandora, yo solo estoy defendiendo a mi dama. 
 
Milo negó eso, porque simplemente no lo creía, había visto al espectro en compañía de Kanon, estaba obsesionado con él, estaba feliz de ser su amante, su compañero, además, era un omega, ellos pocas veces actuaban de la forma descrita y no creía que alguien que hubiera aceptado su amor, por el santo dorado que lo derrotó, pudiera ser capaz de semejantes actos, aun así, Ikki parecía estar seguro de eso. 
 
-¿Si? ¿Es por eso que quisiste matar a Shun para quitarle a su omega?
 
Camus pregunto eso, porque tampoco creía que Radamanthys fuera capaz de lastimar a Pandora y en realidad creía que alguien, o algo, había prometido un jugoso pago por llevarle la cabeza del espectro, tal vez al mismo espectro y a su pequeña, recordando los mitos, como existían coincidencias entre las fábulas de criaturas robando niños, con la presencia de Dionisio en algunas zonas. 
 
-Sigo siendo un alfa y Hyoga me deseaba, de eso estoy seguro.
 
Hyoga jadeo retrocediendo, con una expresión que claramente decía que eso no era cierto, que no lo deseaba, así que Camus rodeo sus hombros, para que pudiera sentir su protección, al mismo tiempo que Milo se adelantaba, como si fuera una barrera, protegiendo al cisne de la mirada cargada de lujuria del cisne. 
 
-Mi alumno no te desea Ikki. 
 
Pero Ikki no quiso escuchar sus palabras, observando fijamente a Hyoga, como si quisiera desnudarlo, mirándole de pies a cabeza, de una forma que aun su propio hermano encontró repulsiva y por un momento, quiso castigarlo, evitar que siguiera acosando a su omega. 
 
-Radamanthys es un omega, está perdidamente enamorado de Kanon, es imposible que quisiera lastimar a Pandora, seguramente ella le hizo algo. 
 
Saga repitió esa patraña para los oídos de Ikki, porque parecía que creían en la inocencia de esa bestia, cuando Pandora le dijo lo que había hecho, como la atacó en su cama, como ingreso en su cuerpo sin preparación, diciéndole lo mucho que le deseaba, y como ella lucha contra él, pero no pudo detenerlo, pero cuando estuvo a punto de recibir su castigo, con ayuda del dios del vino, el traidor escapó a los brazos de Kanon, usando sus feromonas para seducirlo, y él creía cada una de esas palabras. 
 
-¡Esa maldita vendió a mi hermano por una poción, por una botella que le daría belleza! 
 
Esta vez fue Aiacos quien al escuchar esas mentiras, como parecían acusar a Radamanthys de haber atacado a Pandora, y como está fue quien ayudó a que le atacaran, perdió el control de sus emociones, ansioso por que todos comprendieran la verdad, como su pobre hermano había sido traicionado por la dama negra, que lo vendió por belleza, por algo que ya tenía de sobra, al menos, físicamente. 
 
-¡Eso es una mentira, él violó a Pandora! 
 
Ikki gritó desde su sitio en el suelo, rodeado por las cadenas de Shun, enfureciendo un poco más a Aiacos, quien casi salta en su dirección, para golpearle con fuerza, pero fue detenido por el gemelo de Kanon, que también encontraba esas palabras absurdas, porque a quien había violado era a Radamanthys, Dionisio, con ayuda de Pandora, lo sabía, porque así lo encontró su gemelo. 
 
-¡Mentiroso! ¡Mi hermano es un omega! 
 
Saga creía lo mismo que Camus, que Ikki trataba de justificar sus acciones como un acto noble, pero la verdad era que seguramente el dios del vino le había ofrecido al omega de su hermano, quien parecía no corresponderle, haciendo que se sintiera traicionado, enloqueciendo por culpa del vino, ya que Ikki era una buena persona, jamás diría o haría algo como eso. 
 
-Yo no sabía nada de Pandora, ella es como todos los espectros y estaría mucho mejor muerta. 
 
Esa crudas palabras, esa condena fue pronunciada por Aioria, que era el más tranquilo de los dos, quien se comportaba como si no comprendiera su actitud, pues, él estaba haciendo lo correcto. 
 
-¿Aioria? 
 
Aioros pronunció, tratando de acercarse a su hermano, pero Saga, o Arles, lo evito, fijando su vista en la de Aioria, quien le reconoció aun con esa fachada, sonriendo con burla, porque pensaba que pronto sería escuchado, que los demás comprenderían la importancia de sus acciones. 
 
-El santuario se ha corrompido desde que esa pequeña bruja llegó a sus entrañas, desde que le dejaron ingresar, trayendo consigo a otros enemigos de la humanidad, no es cierto, Aioros. 
 
Aioros negó eso, abrazando el brazo de Saga, quien entrecerró los ojos, comprendiendo que Aioria sabía quién era él, quienes eran ellos, de alguna manera que no alcanzaba a comprender. 
 
-La mocosa nacida del traidor y de ese espectro no es otra cosa más que Nyx, la noche, y debería ser destruida, si aún conservamos una pizca de honor. 
 
Shion apenas comprendía lo pronunciado por Aioria, Dohko observó el suelo, preguntándose si eso era cierto, Aiacos parecía consternado, porque conocía a la pequeña, era una lindura, era una pequeña inocente, no podía estar hablando en serio. 
 
-Pero Kanon lo evitaría, esta siendo manipulado por ese omega, por su propia niña, no es tan fuerte como para manipular a la noche y lo único que hacia era proteger al santuario. 
 
Aioria seguía su discurso lleno de odio, lleno de rectitud para el, pero para los demás, apenas comprendían lo que trataba de hacer, porque parecía que su objetivo no era Kanon, ni siquiera Radamanthys, era la pequeña de un año. 
 
-De esa forma Milo se dará cuenta que yo soy por mucho un mejor alfa que Camus, si logró librar al mundo de la odiosa presencia de esa entidad en el mundo mortal, esa niña de brazos, que crecerá para convertirse en un enemigo más, en otro dios oscuro, como Ares, como Hades, como Leviatán. 
 
Los aludidos, menos Leviatán, se miraron por unos instantes, sintiendo como sus omegas daban un paso, como si quisieran servir de escudos humanos, al menos lo intentaron, porque Camus sostuvo los brazos de Hyoga, Saga se liberó de Aioros, negando eso, al mismo tiempo que Shion recordaba otros dos bebés que decían deberían matar, pero era un acto indigno, que ningún santo dorado haría jamás. 
 
-Solamente estas diciendo locuras, absurdos, Aioria, has perdido la razón. 
 
Aioros no podía creer que su propio hermano quisiera matar a una niña pequeña. 
 
-¿En serio? ¿Entonces porque estas tan nervioso querido hermano? 
 
Aioria aun seguía firme, sin mostrar piedad, o cualquier clase de decencia, ni siquiera Dohko que por un momento pensó en matar a los gemelos estaba de acuerdo con esa acción en este momento, ya que no sabían si era cierto, ya que esa niña era inocente, ya que los gemelos fueron piezas clave para su victoria. 
 
-Tu sabes que no miento y el patriarca sabe que lo mejor es matarla, antes de que crezca.
 
Shion escuchaba esas palabras, en silencio, sin comprenderlas, sin entender como Aioria, el santo que pensaba era él más puro de corazón de todos ellos, buscaba destruir a una niña, una pequeña indefensa. 
 
-¡No pueden escuchar sus palabras! ¡Es solo una niña indefensa! 
 
Aiacos esta vez gritó, mirandoles fijamente, tratando de comprender porque razón querian lastimar a una bebita de brazos, a un bebé, esperando que no quisieran escuchar a ese monstruo, se suponía que en el santuario había honor, había justicia. 
 
-No lo es, es un monstruo. 
 

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).