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Los lazos que nos unen. por Seiken

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Al escuchar la forma en que respondía su omega Mu trago un poco de saliva, respirando hondo, acercándose unos pasos, viendo una segunda mochila, con muy pocas cosas, pero no una tercera, aunque, tal vez estaba ocupado. 

 

-¿Tú solo? 

 

Le preguntó colocando una mano en el brazo de Aldebarán, acariciando su cuerpo, llamando la atención de Aldebarán, que solo suspiro, apartándose, para buscar algunas cosas que sabía eran de Kiki. 

 

-No, llevaré a Kiki conmigo.

 

Saldrían Aldebarán y Kiki hacia Brasil, para ver su tierra natal, pero entonces, eso significaba que no quería estar con él, solo con su pequeño. 

 

-Pero… 

 

Y por supuesto, no podía culparlo por ello, no había sido el mejor alfa de todos, en realidad, era el peor de ellos, aunque, le había prometido llevarlo con él. 

 

-¿Qué hay de mi? 

 

Mu siguió a Aldebarán, deteniéndose a pocos centímetros de su omega, quien dejó de guardar sus pertenencias en la mochila, volteando a verle. 

 

-No te entiendo. 

 

No entendía porqué estaba tan triste de pronto, a qué se refería con esas preguntas, porque hasta donde sabía, Mu estaba de acuerdo de que Kiki pudiera conocer su tierra natal, al menos, lo estuvo durante aquella locura, a menos que no quisiera que su hijo se alejara de sus entrenamientos.

 

-Ibas a llevarme a mi también.

 

Mu pronunció, tratando de ocultar su dolor, o su temor, pero no pudo, porque no quería apartarse de Aldebarán, ya no podía y tampoco podía ignorar su dolor, lo que le había hecho.

 

-Mu… 

 

Susurro, sintiendo las manos de Mu sobre las suyas, pero se apartó, haciendo que su alfa jadeara, un quejido que no había escuchado desde que le dijo que no creía que Shion le amará. 

 

Cuando eran niños, poco después de comenzar su amistad, en el campo de entrenamiento, cuando él estaba buscando unas flores para hacer unos collares con ellas y Mu estaba llorando, al menos eso pensó. 

 

Por lo que se acercó lentamente, para regalarle uno de sus collares, escuchando lo que tenía que decirle. 

 

Aunque ya no deseaba escucharlo más, porque había dejado de creer en sus promesas, pero, al verlo allí, tan desesperado, no tuvo corazón para apartarlo. 

 

-Espera, espera… 

 

Mu se dió cuenta que Aldebarán por fin le estaba prestando atención, así que se acercó a él, tomando sus manos de nuevo, besando sus nudillos. 

 

-Solo escúchame unos instantes, solo unos momentos. 

 

Suplico, antes de que Aldebarán pudiera pronunciar cualquier palabra, esperando recibir algo que no se merecía, lo sabía muy bien, porque habían pasado muchos años apartados, aún después de que no era necesario. 

 

-Por favor. 

 

Aldebaran asintió, escucharía lo que Mu tenía que decirle, así que asintió, sin decir una sola palabra. 

 

-Se que no soy el mejor de los alfas, de hecho, soy el peor de todos ellos, pero te amo, yo te amo y siempre lo he hecho.

 

Mu respiró hondo, necesitaba decirle cuánto lo amaba, cuánto lo necesitaba a su lado, cuánto lo quería y cuánto deseaba demostrarle a los demás, pero sobretodo a su omega, que lo amaba con todo su corazón. 

 

-Desde que éramos niños yo te amo. 

 

Aldebarán ya no solo deseaba escuchar esas palabras de amor y aunque sabía que tenía que estar agradecido por ellas, quería una familia, una vida con él, estar juntos sin tener que esconderse.

 

-Eres todo para mí. 

 

Aldebaran negó eso, apartándose de su amado, o eso intento, siendo detenido por Mu, quien se aferró a su cintura con desesperación. 

 

-Yo te quiero, yo te quiero, te quiero. 

 

Repitió demasiadas veces, haciendole sentir culpable, pero aunque lo amaba y deseaba estar con él, ya no deseaba más de lo mismo. 

 

-Mu… 

 

E intento decírselo, pero Mu se lo evitó, colocando dos dedos en sus labios, seguro que esa era la última oportunidad que tendría para estar con él. 

 

-No, no, solo escúchame, por favor…

 

Mu lo necesitaba con él y sabía que no tendría otra oportunidad para estar a su lado, que Aldebarán se alejaría, que estaría con alguien mejor, porque él era maravilloso, era hermoso, increíble, cualquiera podía ver eso. 

 

El gigante de Hasgard con el que luchó, varios otros lo deseaban y solamente él pudo tener a su amado compañero a su lado, nadie más que él supo como ganarse su afecto, uno que había dado por hecho, que había descuidado y no sabía qué hacer, cómo recuperar a su omega.

 

-Llevame contigo, déjame demostrarte mi amor, lo mucho que significas para mi, te lo suplico, no me dejes atrás, no me dejes solo… 

 

Mu está vez sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas y empezaba a llorar, sintiendo las caricias de Aldebarán sobre su cabeza, sin embargo, el trataba de acomodar sus pensamientos, ponerlos en orden, para hacerle ver sus sentimientos a su amado. 

 

-¿De qué estás hablando? 

 

Esta vez fue Aldebarán quien pregunto, tratando de no ilusionarse con eso, aunque lo amaba y no deseaba verlo triste. 

 

-No puedo vivir sin ti, no puedo y eso me asusta, porque temo llegar a lastimarte, a ti, a mí omega, porque el deseo que me carcomía aún existe, mi amor por ti sigue firme, mi deseo y mis celos, todo eso sigue vivo y no se que hacer, solo se que no puedo vivir sin ti, que te pido una oportunidad que no merezco, lo sé bien, pero… 

 

Los dos se sentían de la misma forma, no querían estar apartados, se amaban y se necesitaban mutuamente, pero, no tenía caso alguno si seguían viviendo en las sombras, apartados de los demás, ocultándose.

 

-Ya no quiero vivir en las sombras, ya no quiero vivir separados, quiero estar con ustedes, que sepan quien soy yo, que soy tu alfa, que tú eres mío.

 

Mu pronunció con la misma desesperación, seguro que su omega también lo deseaba y que deseaba presumirlo frente a todos, que el más apuesto, la mejor persona del santuario, se fijó en él, en Mu de Aries. 

 

-Demostrar lo que siento por ti, por mi hermoso omega.

 

Aldebaran retrocedió unos pasos, sin saber muy bien qué responder, sintiendo las manos de Mu sobre su cintura, como una acercándose a su cuerpo lentamente, recargando su cabeza contra su pecho. 

 

-No mientas, se que no soy hermoso…

 

Lo regaño, sorprendiendo a Mu, que se apartó apenas unos centímetros, mirándole fijamente, sin comprender sus palabras. 

 

-Pero tú sí eres hermoso, para mí tú eres hermoso, eres tan apuesto, eres tan atractivo, tu cuerpo, tus músculos, tu cabello, tus cejas y tu nariz, todo tú me gusta, me enloquece.

 

Haciéndole sonrojar, porque no sabía que Mu pensara eso de él, aunque era su omega, no estaba tan seguro de su amor o su deseo por él. 

 

-Me gustas tanto que sé que estás hecho a mi medida.

 

Mu está vez usaba esa voz que le gustaba tanto, la que tenía cuando hacían el amor, con una expresión seductora, deseosa, haciéndole tragar un poco de saliva. 

 

-¿De qué estás hablando?

 

Aldebaran tuvo que preguntar, sonrojándose, sintiendo que hasta sus orejas tomaban ese color, especialmente, al sentir la cabeza de Mu, su barbilla, de nuevo recargada a la mitad de sus pectorales, que le oprimian un poco. 

 

-Lo ves, mi cabeza cabe en tus pectorales, y mis brazos pueden rodear tu cintura, mis labios se amoldan a los tuyos, nuestros cuerpos cuando estamos juntos.

 

Mu finalizó besando sus labios, con delicadeza, gimiendo cuando respondió a su caricia. 

 

-Tu y yo estamos hechos a la medida…

 

Aldebarán estaba demasiado sonrojado, sintiendo los brazos de Mu en su cintura, su cabeza sobre su pecho, sus cuerpos pegados el uno al otro.

 

-No puedo creerte… 

 

Se quejó, aunque no sabía si era que no podía creer sus palabras o que aún en ese momento, aprovechaba la ocasión para acariciar su cuerpo. 

 

-Creeme, por favor, solo dame una oportunidad.

 

Mu le suplicó de nuevo, esperando que tuviera piedad de él, que le diera la oportunidad amarlo, de demostrarle cuánto lo quería. 

 

-Tuviste una oportunidad cuando abriste esa puerta… y me dijiste que te escuchará.

 

Aldebarán suspiro, sintiéndose demasiado débil, hasta algo culpable, porque ya sabía que respuesta le daría y aunque no confiaba del todo en él, tendría una última oportunidad para ganarse su amor. 

 

-Tal vez sea un idiota, pero aún te quiero, te amo, aunque no has sido lo que yo me imaginaba.

 

Mu suspiro al escuchar esas palabras, porque tenía razón, sin embargo, si le daba una oportunidad, le demostraría que podía confiar en el, que sería lo que se imaginaba y esperaba de él, de su amor, de su alfa que le amaba con locura, aunque fuera muy difícil para el demostrárselo, ya que Shion jamás fue dulce con él. 

 

-Pero ya no volverá a ser así, nunca más y después de Brasil, quiero casarme contigo, quiero que todos sepan que eres mi omega, presumir mi mordida en tu cuello, pero solo si logras perdonar a este tonto alfa.

 

Otra promesa, pero esta vez sí cumpliría su palabra, porque moriría de fallarle de nuevo. 

 

-Mu, sabes que te quiero, que eres todo para mí… 

 

Aldebaran pronunció, limpiando las lágrimas de Mu, que sonreía de nuevo, esa sonrisa que era toda calma y paz. 

 

-Que te amo. 

 

Acercándose a sus labios, esta vez fue el quien lo beso. 

 

-Y que te perdono. 

 

Repentinamente escucharon un sonido, detrás de la puerta, como se movían, sonrojándose inmediatamente, al darse cuenta que Kiki los estaba escuchando. 

 

-No es de buena educación escuchar detrás de la puerta. 

 

Esas fueron las palabras de Mu, quien vio como si omega se cubría la cara debido a la vergüenza que sentía, escuchando las pisadas de Kiki, acercándose a ellos. 

 

-¿Aún seremos una familia?

 

Mu recordaba haber usado toda oportunidad para estar con su omega y se arrepentía de eso, demasiado, porque usó a su propio hijo para atar a su amado a él. 

 

-Yo no he sido un buen alfa, no merezco su perdón, ni su gentileza, pero, él me quiere y me dará una oportunidad, así que, estoy aprueba. 

 

Kiki estuvo a punto de quejarse, pero Mu se acercó a él, agachándose para estar a su altura. 

 

-Siempre seremos una familia, él es tu omega y te ama con todo su corazón, yo soy tu alfa y también te quiero. 

 

Kiki asintió, aunque espero una respuesta de Aldebarán, que asintió, viéndole fijamente, con una sonrisa amable. 

 

-Nuestro amor por ti, no cambiará sin importar que estemos juntos o no.

 

Aunque los tres deseaban estar juntos, era demasiado pronto para asegurarlo. 

 

-Pero iremos a Brasil, los tres juntos, tu, yo y tú alfa, en unas largas vacaciones, después de eso, si todo marcha bien, nos casaremos. 

 

Anuncio Aldebarán con una sonrisa, colocando una mano sobre su cabeza, para alborotar su cabello con delicadeza. 

 

-Así que ve a empacar tus cosas, para partir tan pronto como podamos. 

 

Kiki salió del cuarto emocionado, dejándolos solos.

 

-Se ve tan contento… 

 

Susurro Aldebarán, sintiendo de pronto el brazo de Mu rodeando su cintura, pegándose a su cuerpo, preguntándose cómo sería Mu cuando ya pudiera  demostrar su amor en público, si tenía que empezar a preocuparse. 

 

-Gracias por aceptarme, te prometo que no te fallaré. 

 

*****

 

Kanon seguía postrado junto a la cama de su omega, sin saber si volvería a verlo, si abriría sus ojos, escuchando los balbuceos de su pequeña, sintiendo las miradas de Minos y Shion, quienes deseaban estar a su lado. 

 

-Mi hermano ha sobrevivido muchos golpes mortales, este no será diferente.

 

Shion deseaba estar junto a su hijo adoptivo, pero se daba cuenta que él deseaba estar solo, por lo que, tal vez, lo mejor era que le dejara solo. 

 

-No serán perseguidos, ninguno de ustedes, si no cometen ningún acto contra la humanidad. 

 

Pronunció con una sonrisa triste, mirándole fijamente con una expresión que lo decía todo, haciéndole una señal a Minos, para que él también se marchara. 

 

-Si me necesitas, solo eleva tu cosmos, yo vendré a verte. 

 

Pronunció antes de marcharse, Minos se fue con él, dejándolo solo con su pequeña, que le veía fijamente, llevando sus manitas a su rostro. 

 

-Porque estás tan tranquila mi niña, que está pasando que no puedes decirme… 

 

Si pudiera hablar le diría que Thanatos no se llevaría a su amado, y que Hypnos lo mantenía durmiendo para que pudiera curar sus heridas, pero aún no podía hablar. 

 

-Piensas que tú omega despertara, que tú hermano sobrevivió… 

 

En ese templo había otros seres, soldados parecidos a las monjas sin rostro del Inframundo, quienes se habían arrodillado frente a él, mostrándole su respeto, jurando lealtad hacia el. 

 

-Solo dime algo pequeña. 

 

Sirvientes que acomodaron una bandeja con comida fresca y lo necesario para curar sus heridas, las de su omega, que aún estaba inconsciente. 

 

-Tal vez sea eso… 

 

Kanon limpiaba en persona el cuerpo de su omega, que iba sanando lentamente, pero que aún seguía con él, aún estaba vivo. 

 

-Nos trajeron a nuestro huevito, ella te extraño mucho, pero no llora porque está segura que regresaras con nosotros, que nuestro Behemot está vivo, lo sé… 

 

Kanon susurro, acostándose a lado de Radamanthys, colocando a su pequeña a su lado, quien se movía lentamente, balbuceando algunas palabras delicadas, tal vez mamá, o papá. 

 

-Solo despierta para que puedas verla… 

 

Kanon le pidió una última vez, cerrando los ojos para dormir un poco, sin ver cómo el cosmos de su pequeña bañaba el cuerpo de su omega, reparando mucho más rápido el daño recibido, un daño que no había dañado ninguna parte necesaria para la concepción de su hermano. 

 

-Ka… 

 

Susurro una voz algo rasposa después de una semana de no usarla, moviéndose como si despertara de un sueño, abriendo los ojos, para sentir la mano de Kanon sobre la suya, viendo a su pequeña a su lado, que estaba despierta. 

 

-Mi niña… mi alfa… 

 

Pronunció con una expresión que hablaba de toda su alegría, de lo bien que se sentía saber que había destruido a su enemigo, que estaba con su alfa y su pequeña. 

 

-Mi amor, despierta.

 

Le pidió, sosteniendo a su pequeña en sus brazos, acunando su pequeño cuerpo contra su pecho, sintiendo como Kanon se levantaba, para rodearlos a ambos, feliz por verle despierto, llorando de pronto debido a la felicidad que sentía, aliviado, por fin, después de una semana, su omega regresaba a sus brazos. 

 

-Radamanthys, Radamanthys, mi dragón, mi príncipe… 

 

Susurro, besando el rostro de su omega, quien correspondía a su afecto. 

 

-Pensé que te había perdido, que los habíamos perdido. 

 

Radamanthys negó eso, no moriría cuando tenía todo lo que deseaba en sus brazos y en su vida.

 

-No me alejaría de ti mi amor, nunca. 

 

Pronunció besando sus labios, gimiendo en su boca. 

 

-Además, lo dragones tienen una pareja de por vida y tendrás que conformarte conmigo. 

 

Le recordó, riéndose al ver la expresión de Kanon, quien de nuevo beso sus labios. 

 

-Y solamente eres mío, aunque seas su padre, tú eres mío. 

 

Aquello lo dijo serio, recibiendo otro beso de Kanon, que estaba agradecido, seguro que su niña había tenido algo que ver, de allí, que estuviera tan tranquila. 

 

-Y tú eres mío, solamente mío. 

 

De nuevo se besaron, con la pequeña en sus brazos, que sosteniendo el cabello de Kanon lo llevó a su boca. 

 

-Claro que lo soy. 

 

*****

 

Un poco antes, Hades estaba sentado en el trono del Inframundo, a su lado, también sentado en un trono estaba Hyoga, usando ropa un tanto parecida a la de su esposo, que observaba a los visitantes con recelo. 

 

-Te llevaste a mi alumno… conejo verde. 


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